Un draft que pueden valer unos Playoffs para Cincinnati

Tras cinco años consecutivos clasificándose para los Playoffs los Bengals se quedaron bien lejos en 2016. Debido a ese éxito llevaban sin escoger tan alto en el draft desde 2011, cuando se hicieron con A.J. Green y el resto es historia. El tiempo dirá si el reciente draft se puede equiparar en éxito a aquel, pero lo que sí podemos decir con claridad es que, sobre el papel, Cincinnati debería estar mucho más cerca de la lucha por jugar en enero que la temporada pasada.

Con el número 9 los Bengals escogieron a John Ross, de Washington. El wide receiver de 21 años y 1,80 m. batió el récord de las 40 yardas en el NFL Combine, ayudando a disparar su cotización. Ross es mucho más que eso y si no fuese por algún problema de lesiones no habría dudas en cuanto a su futuro rendimiento como profesional. Sin embargo, y como yo no soy evaluador de talento lo que puedo resaltar es que Cincinnati tomó la decisión apropiada. Lo hemos dicho por activa y por pasiva, pero los Bengals no reemplazaron a Marvin Jones Jr. cuando éste se marchó el verano anterior y el ataque dio un paso atrás preocupante. Sin velocidad en el lado opuesto a Green las defensas rivales no tuvieron problema asfixiando la ofensiva de Cincy y poniendo aún más presión en una línea de protección que encima perdió a sus dos mejores jugadores en el mercado de este año. Con Corey Davis seleccionado con el número 5 por Titans y Mike Williams en el 7 por Chargers los Bengals no tenían otra alternativa que ir a por Ross con la novena elección.

Por si eso no fuese poco Cincinnati atacó otro de sus grandes problemas ofensivos de 2016, haciéndose con el mejor running back del draft, Joe Mixon de Oklahoma. Personalmente yo no estoy cómodo con Mixon, pero él tiene derecho a buscarse la vida y los Bengals a darle trabajo, aunque como bien dijo Joe Goodberry en el LockedOn Bengals podcast, si asesinas a alguien para toda la vida serás un asesino, igual que si le rompes la cara a una mujer para siempre serás un mierda – sin perdón por el lenguaje -. Lo que es innegable es el talento de Mixon. No sólo Cincy mejoró en una posición muy importante, además de dar un toque a Jeremy Hill, que termina contrato en 2018, y cubrirse las espaldas ante la lesión sufrida el año pasado por Giovani Bernard, los Bengals adquirieron otra cuarta ronda del draft en el camino. Los Vikings usaron la selección 41 en otro running back mientras Cincy conseguía al que querían, Mixon, con la 48 igualmente.

Con Mixon y Ross además de Green, Bernard y Tyler Eifert es posiblemente uno de los más explosivos de la NFL, y no importa si tu quarterback es Cody Kessler o Andy Dalton. Si además tu playcaller es efectivamente uno medianamente bueno como Dalton, mejor que mejor. La selección de Josh Malone, wide receiver de Tennessee, con el segundo pick de cuarta ronda que tenían me dejó algo frío, por mucho que su velocidad sea muy llamativa. Bengals claramente no estaban contentos con su unidad de receptores, por mucho que renovasen a Brandon LaFell en invierno y usaran una segunda ronda en Tyler Boyd y una sexta en Cody Core en 2016. Y eso es importante porque en otra ocasión se hubieran conformado con lo que tenían, como suelen hacer. Con el talento que había disponible todavía en el draft Cincy podría haber reforzado alguna otra posición, pero es imposible estar muy en descuerdo con dotar a Dalton del mayor número de armas posible, igual que uno nunca tiene suficientes tiradores en baloncesto.

Las otras dos grandes áreas de necesidad eran, por orden, el pass rush y la línea ofensiva. La primera sí que la atajaron bien con Jordan Willis de Kansas State en la tercera ronda y Carl Lawson de Auburn con su primer pick de la cuarta ronda. Ambos defensive ends tenían notas mejores de donde cayeron, y la diferencia entre los pass rushers que salieron al principio como Myles Garrett y Solomon Thomas y los de segundo nivel, como Willis, no era tan grande. Bengals consiguieron así un nombre que podría haber salido perfectamente al inicio de la segunda ronda mucho más tarde, y con suerte se hicieron con el running back que querían sin quedarse sin pass rushers. Lawson tiene un historial médico preocupante, pero aún así el riesgo al añadirle en el tercer día del draft es ínfimo comparado con la posible producción que puede dar. Ambos tienen la versatilidad que gusta en el Paul Brown Stadium, y su presencia debería liberar muchísimo a Geno Atkins y Carlos Dunlap, o por lo menos darles algo de descanso.

La línea ofensiva sin embargo sólo obtuvo la adición de J.J. Dielman de Utah en la quinta ronda, un center que jugó casi siempre como guard en la universidad y que va a tener difícil quedarse en la plantilla de 53. Lo ideal hubiera sido utilizar una de esas tres elecciones de cuarta ronda para añadir un tackle al que ir desarrollando en la sombra por si Jake Fisher y Cedric Ogbuehi son fracasos totales, que en el caso del segundo es totalmente probable. El nivel de los offensive linemen en este draft dejaba bastante que desear, pero la posición de tackle puede ser – si no lo es ya – el principal problema de los Bengals en 2017.

Los equipos especiales, otra área necesitada de piernas frescas y más talento, fueron reforzados con creces, con la adición del kicker de Memphis Jake Elliott y el multiusos Brandon Wilson de Houston en quinta y sexta ronda respectivamente. La primera selección me parece dudosa, y no porque no creo que haga falta escoger kickers en el draft cuando hay muchísimos en el mercado como agentes libres, sino porque el primero de todos los rankings y que todos los fans querían escoger en quinta ronda, Zane González, no salió hasta la última. Wilson puede jugar de running back, nickel cornerback, returner, safety… muy interesante fichaje, aunque Bengals decidiese dar una séptima ronda a cambio de subir en la sexta y hacerse con sus servicios.

Elliott no falló un solo extra point en la universidad, y tras sufrir a Mike Nugent por demasiado tiempo era hora de cambiar de guardia. Wilson puede comerle la tostada al veterano special teamer Cedric Peerman y trabajar en todas las unidades de retorno y protección, además de dar algún relevo como running back.

Ryan Glasgow de Michigan en cuarta ronda es una buena inversión ya que Brian Billings, que se pasó su año rookie entero en el dique seco, es todavía una incógnita y Pat Sims tendrá aún menos gas si cabe en el puesto de nose tackle. El interior de la línea defensiva era otro aspecto que mejorar y si bien yo hubiera deseado la selección de un 3-technique para rotar con Atkins, es muy probable que ese rol lo cubran Willis y Wallace Gilberry ya.

En resumidas cuentas los Bengals han conseguido no sólo han conseguido refuerzos en las posiciones más débiles, sino que han llegado jugadores de mucho talento y con capacidad para tener gran impacto desde el primer día, que es justo lo que un equipo que ha pasado de ganar la división a tan solo vencer en seis partidos necesita.

Sin embargo me hubiera gustado que hubieran utilizado algunas de sus rondas más tardías para haber subido algo más o haberlas traspasado por elecciones futuras. Con 11 rookies más otros dos jugadores de segundo año que estuvieron lesionados durante todo 2016 – el ya mencionado Billings y William Jackson III -, y el resto de sophomores en plantilla, va a ser muy difícil que todos tengan hueco, y más que un número grande de selecciones Cincinnati necesitaba selecciones de calidad. La quinta ronda utilizada en Elliott podría haber ayudado a subir a tercera ronda, por ejemplo, y haberse hecho con un kicker en sexta o séptima ronda. Eso y el no haber añadido ningún tackle son los peros que le pongo al draft de Bengals de este año.