Los Houston Texans tomaron una drástica decisión luego de una humillante derrota en la ronda divisional en casa de los campeones del Super Bowl LIV: el head coach Bill O´Brien ha asumido también el rol de General Manager de la franquicia, un puesto que había quedado acéfalo antes que arrancara la temporada 100 de la NFL tras la salida de Brian Gaine.
La controvertida decisión fue más el corolario de un secreto a voces que una decisión de último momento. Pero hasta este momento no era oficial. Entre telones se sabía que el entrenador en jefe se había adjudicado ese rol tras el intento fallido (y no sin inconvenientes) de ofrecerle el cargo a Nick Caserio, ala derecha de Bill Belichik, con quien se entiende muy bien en las oficinas de Foxboro.
La creencia de que una persona como Bill O´Brien puede hacer las veces de Bill Belichik en Houston, decidiendo tanto dentro como fuera del emparrillado es, por demás cuestionable. Primero, porque O´Brien no demostró en absoluto ser un entrenador en jefe confiable, tomando decisiones y planteando partidos sumamente cuestionables. Segundo, porque sus decisiones sobre los contratos también fueron polémicas, tomando como mayor ejemplo el dejar partir a un jugador como Jadeveon Clowney. Esto último provocó que el equipo adoleciera de lo que el ex de South Carolina le dio durante su estadía en la franquicia: el pass rush. Y por último, porque está asumiendo dos cargos demasiado grandes y trabajosos, estando en la silla caliente por su desempeño en esta última temporada.
Entonces, la presión será mayor por una doble razón: las miradas de reojo dentro del NRG. Y también por ocupar dos cargos complementarios dentro de una organización. Esto muy pocas veces salió bien cuando estuvo concentrado en una sola persona.
Así las cosas, habrá que ver si el ex entrenador de Penn State puede soportar una imagen endeble en Houston. Tomar decisiones más cercanas al sentido común será una buena estrategia si desea continuar en el (o los) cargo/s más allá de la temporada venidera.