Todo varón que esté en edad de merecer, o que haya pasado por ella, sabe que no hay nada peor que el que una chica que te gusta y a la que quieres conquistar, te considere un amigo.
Es lo que se denomina entrar en la friendzone, cuando les habla a sus amigas (o peor y más humillante, cuando te lo espeta a ti directamente a la cara), refiriéndose a ti en términos de “es muy majo, es muy simpático, es adorable”.
Cuando entras en la friendzone, tus posibilidades de éxito son completamente nulas, pasas a ser ese con el que todas quieren charlar y desahogar penas y miserias, pero que nunca cata las mieles del éxito que pasan a ser para otros (no necesariamente más jóvenes y guapos que tú), pero sí más malotes, no tan confiables y de colmillo retorcido, a los que ves cosechar éxitos con tu anhelada damisela.
Pues bien, ese amigo de todas las franquicias, ese chico majo y simpático con el que todas quieren jugar y que nunca alcanza la victoria, han sido los Cleveland Browns, que desde la época de la Superbowl se han frustrado constantemente viendo como su amada Lombardi, coqueteaba, se dejaba seducir y sucumbía lujuriosa con diferentes franquicias.
Abotonados hasta el cuello y con los trajes de nuestros abuelos
Y es que uno ve a los hombres que han regido nuestra más reciente y triste etapa (y seguramente en anteriores no tan lamentables y extremas, pero similares), y no es de extrañar:
Un chico fino de Harvard con cara de no haber roto nunca un plato, repeinado, elegante, que por no pecar no hacía una declaración en prensa más alta que otra, y que sólo ha visto a una chica en revistas de dudoso contenido intelectual. El novio que todas las madres desean para sus hijas, pero que las hijas no quieren que las toque ni con un palo.
Y el típico gordito, calvito, sin carisma ni don de gentes, ni dotes de mando para con los suyos, y que a la menor se echaba a llorar entre abracitos por Berea. Algo muy tierno sí, pero que no acompaña eficientemente en tiempos de la Berrea entre machos alfa, que es la lucha entre franquicias en la regular season.
Así señores, no hicimos más que hundirnos hasta límites insospechados en esa friendzone, el equipo construido (plagado de rookies mocitos más bisoños que un mirlo blanco), y la dirección del mismo sobre el emparrillado, nos hacía parecer como muchachos de instituto engalanados con trajes del cuéntame, saliendo de conquista en una fiesta de veteranos, preparados y maqueados universitarios que eran el resto de las franquicias.
Y de esta guisa, cómo nos iba a mirar o dar la más mínima oportunidad ese amor platónico del Lombardi.
La pérdida de la inocencia y la adquisición de los instintos.
Y he aquí que de un año y medio para acá tenemos un nuevo asesor que nos ha cambiado totalmente el estilo en apariencia, talento y mentalidad, hemos pasado de ser el inexperto y adorable mozuelo (a ojos del resto), a un hombre interesante y atractivo que tanto gusta a las mujeres.
Ello de la mano de un hombre nada guapo, con mandíbula de neanderthal, de aspecto rudo y dejado, de gorra y sudadera perennes de andar por casa, de semblante serio, y de malos modales: mascando chicle mientras espeta bromas y fanfarronadas.
Pero un hombre que sabe de qué va esto de rondar a la chica y lo que hay que hacer para tener alguna opción de llegar a ganársela, que no ha parado de insistir en hacer un equipo competitivo todos los años, que los Browns deben salir a ganar, y que hay recuperar el orgullo de franquicia y la mentalidad ganadora de los tiempos pretéritos a la Superbowl.
Los chicos que ninguna suegra quiere
En cuestión de un año y poco (con dos agencias libres y dos drafts de por medio), hemos mutado de adorable e inofensivo amigo para el resto de franquicias y para el Lombardi, a un contendiente a la dama con tintes de experiencia, de malotes y de galanes de éxito que repele a las madres pero que atrae irresistiblemente a las chicas.
Al diamante con talento y toque de chico bueno pero inexperto, que ya teníamos con los Myles Garret, Joe Schobert, David Njoku, y a los pocos veteranos buenos que sabían de cortejar a la chica en la NFL (J.C.Tretter, Joel Bitonio, Christian Kirksey), se le ha añadido más veteranía de colmillo retorcido y talento, y una pizca más de frescura.
Y así, hemos pasado a tener ese necesario toque de malotes y de mala leche que repartirá de lo lindo en forma de sacks y tackles, y que anulará los intentos de ataques del resto de franquicias en forma de intercepciones con los Olivier Vernon, Sheldon Richardson, Demarious Randall, Terrance Mitchel, Denzel Ward y Greedy Williams.
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Que se llevarán por delante a los rivales en forma de ruptura de tackles y de carreras de ataque hacia la bella donna, con los Nick Chubb y Kareem Hunt.
Que pondrán la elegancia y clase de esos galanes y ladrones de guante blanco del corazón de la chica que son los Jarvis Landry y Odell Beckam Junior.
Y en especial, el chico con personalidad arrolladora y de líder que es Baker Mayfield, y que ¡no os engañéis amigos!: estos tipos siempre (tarde o temprano), se acaban llevando a la fémina en liza.
Empieza el baile
Empieza el baile. Esta vez no venimos a ver cómo los demás danzan con nuestra chica mientras bebemos ponche en una oscura esquina de la sala, con el traje con chorreras y la compañía de las franquicias de récord negativo.
Esta vez, venimos a por la chica y el resto de franquicias lo saben, venimos pintones y bien maqueados, con nervios por vernos en estas lides después de muchos años de ostracismo y onanismo, pero con la ilusión, con la mirada y la ambición puesta en el Lombardi.
Y venimos seguros porque nadie lleva un traje como el nuestro: elegante a la par que sencillo, ya lo dijo rotunda y categóricamente nuestro head coach Freddy Kitchens:
“If you don’t wear brown and orange, you don’t matter”.
GO BROWNS!!!