¿Cómo pasa el tiempo, no? Parece que fue ayer cuando vi mi primer partido de los Rams allá por 2012. El equipo no estaba bien, llevaban casi una década sin entrar en playoffs, el QB franquicia se lesionaba cada año y no había muchos motivos para hacerse fan de este equipo, seamos realistas.
Sin embargo, yo me aficioné a ellos. Por eso de no ganar un partido, buscando información (y partidos viejos por internet) vi que la temporada anterior ganaron la maravillosa cantidad de dos partidos. Pero su casco y equipación molaban demasiado. Por mucho que veía partidos y a los Rams les apalizaban, yo cada vez caía rendido al encanto del equipo.
Y en ese equipo de los cuernos, para mí, destacaban tres jugadores.
El primero, el QB Sam Bradford, el que se suponía (según podía leer en algunas páginas de internet que seguían al equipo) que era el que iba a devolver a los Rams a la gloria. Como ya sabemos, eso no pasó. Bradford pasó de ser un enorme QB en College a ser un jugador de cristal que, si bien tiene una gran calidad, es incapaz de mantenerse sano, siendo un jornalero de la liga.
El segundo, James Laurinaitis. El señor de los placajes, el que más duro pegaba, el capitán general de la defensa. Y, encima, llevaba el 55, mi número favorito dos veces. No podía dejarle escapar. Él, por desgracia, ya está retirado, de hecho escribí unas líneas cuando anunció que se retiraba, que podéis ver en «¡Oh capitán mi capitán!» y fue algo que me fastidió mucho. Primero, por habérsele largado del equipo como se le largó, siendo cortado y sin ofrecerle una rebaja de salario o un nuevo contrato, sencillamente se le cortó después de jugar todos los partidos posibles (112) en 8 temporadas. Una mala forma de terminar una relación que fue fructífera para ambos. Uno de los símbolos de los St Louis Rams en sus últimos años.
El tercero, como no podía ser de otra manera, fue Chris Long. Un gran jugador, por mucho que haya gente que diga que no, siempre cumplidor, con más de una gran jugada. Pero si Chris Long era un gran jugador, es mejor persona aún.
Este hombre, que cuenta con dos anillos en su haber (uno ganado con New England Patriots en 2016 y otro con Philadelphia Eagles en 2017), no ha dejado de realizar actos para el resto de la gente, esa gente normal que a más de una persona famosa les da bastante igual, él no ha parado de realizar actos altruistas.
También es grande fuera de las canchas
Chris Long creó una fundación para llevar agua (mejor dicho, conseguir agua) en lugares de África en las que es muy escasa este material tan necesario para la vida.
Con su fundación Waterboys.org el jugador ha conseguido crear más de 50 pozos que permiten a diversos lugares de África tener acceso a agua potable. Por si esto no fuera poco, consiguió que otros deportistas se unieran a la causa, como puede ser su hermano Kyle Long o Johnny Hekker. Además también el jugador de la NBA Malcom Brogdon se ha unido a este proyecto de Chris Long.
En 2017 cuando estallaron protestas y violencia en la ciudad de Charlottesville, su lugar de nacimiento, Long intentó apaciguar estos problemas. Además donó todo su salaria a obras benéficas para ayudar a los jóvenes de su ciudad a poder estudiar, animando a otros compañeros a hacer lo mismo.
Estas acciones, intentando influenciar a los jóvenes y al resto de seguidores de la NFL con su altruismo y sus ideas para conseguir un mundo mejor le valieron para ser nombrado con el premio Walter Payton Man of the Year que otorga la NFL por las acciones que ayudan a mejorar la sociedad.
Tal vez Chris Long no sea el jugador más espectacular que haya pisado un campo de juego. Ni el más rápido ni fuerte, pero siempre nos quedará el recuerdo de la gran persona que es tanto dentro como fuera del campo.
Mucha suerte en tu vida Chris.