Comienza la era Taylor

My tailor is rich” es una frase típica de las lecciones de inglés de finales del siglo pasado. No sé cómo de rico hará Mike Brown a Zac Taylor (conociéndole, suponemos que no mucho), pero desde luego, a los aficionados bengalíes, “mi” Taylor nos ha hecho millonarios en ilusión.

El legado de Lewis es crucial en la historia bengalí, pero había llegado a su fin. Ya sobrepasada de largo su fecha de caducidad, se imponía un cambio. Pero no un cambio de estético, sino un cambio radical, y así está siendo. Con Lewis se marcha toda su corte de amigos agradecidos. También todos aquellos asistentes escépticos de este nuevo régimen. No hablamos de renovación, sino de auténtica revolución en el staff técnico del equipo de la Queen City.

 

La última vez que Cincinnati cambió de entrenador, aún no había advertido George Bush sobre las supuestas armas de destrucción masiva para invadir Irak, Facebook era solamente una idea rondando la cabeza de Mark Zuckerberg, y un chavalín llamado Messi apenas empezaba a deslumbrar en el equipo Cadete del F.C. Barcelona. 2003 se antoja lejano. Para los seguidores bengalíes, una eternidad. No es un hecho al que estemos acostumbrados, de ahí el lógico revuelo suscitado.

 

Compartir banquillo en Rams con Sean McVay, la nueva estrella emergente del panorama de entrenadores, ha sido clave en la contratación de Taylor (en el centro de la imagen). Foto USA-Today.

 

Los Bengals se mueven en territorio desconocido, pero apasionante

La llegada de Taylor, con su renovado séquito, es un necesario soplo de aire fresco para una de las franquicias más rancias y anquilosadas de la liga. El mensaje es nítido: transformación de raíz de todos los estamentos deportivos del club. Implantación de una nueva cultura. No es casualidad que el elegido sólo tenga 35 años y llegue sin estereotipos heredados ni mochilas autoimpuestas. El otro candidato era Eric “sleeping with the enemy” Bieniemy, de 49 años. Tampoco hubiera sido mala apuesta, pero tengo la impresión de que no se ajustaba fielmente al propósito buscado.

 

Su primera intervención ante los medios, una clara declaración de intenciones: “queremos personal sin miedo a salirse de lo convencional”. Puede ser una receta directa hacia el desastre, pero en ocasiones es necesaria una terapia de choque. La plantilla se encuentra en una encrucijada entre continuismo y reconstrucción, donde quizá la única solución sea un revulsivo que le devuelva la ilusión, y la ambición por recuperar el terreno perdido estos tres años de ausencia de postemporada.

 

No sólo de ilusión se construyen las franquicias

Todo este empujón anímico está muy bien, pero debe acompañarlo de talento. El entusiasmo generado entre el aficionado bengalí no está siendo compartido por sus compañeros de profesión. Taylor está encontrando problemas para completar su staff. Ha debido tirar de amistades para ocupar los puestos de coordinador ofensivo (Callahan), defensivo (Anarumo), entrenador de OL (Turner), etc. No tienen por qué resultar malos técnicos, pero deja entrever cierta desesperación. Esperemos que compensen con trabajo su falta de experiencia en los puestos más altos de la dirección táctica del equipo.

 

El propio Taylor nunca ha llamado él mismo las jugadas. Su periplo como entrenador deja como logros más altos un breve periodo de coordinador ofensivo interino en Dolphins, y una campaña con ese papel en la universidad de Cincinnati. El resto de su carrera como entrenador ha estado enfocada en quarterbacks, idéntica función que el novel coordinador ofensivo Callahan.

 

Podemos deducir por tanto que Dalton va estar más mimado que nunca, rodeado de entrenadores muy familiarizados con su posición. El estilo de juego ofensivo, como herederos de las enseñanzas de los hermanos Gruden, seguirá siendo una West Coast Offense. Obviamente, con una vuelta de tuerca para adaptarlo tanto al roster como a la evolución de la liga.

 

En defensa en cambio, el desconocimiento de Taylor en la materia dejará el grueso de las decisiones en manos de Anarumo. En principio, la base seguirá siendo el conocido esquema 4-3, pero ya sabemos que hoy en día esto significa poco. Las defensas evolucionan y cada vez son menos extraordinarias las formaciones con 5 jugadores de línea o con 5 defensive-backs. En esta dirección podemos esperar la defensa bengalí del próximo año.

Lou Anarumo, ex-entrenador de secundaria en Giants y Dolphins, será el «Wade Phillips» de Zac Taylor (Foto Matthew Emmons-USA TODAY Sports)

 

Taylor tendrá buenas herramientas a su disposición

Los Bengals contarán con más 50 millones de dólares en espacio salarial para 2019. Sin embargo, dudamos que los aires de transformación sean tan poderosos como para hacer al tacaño propietario Mike Brown perder la cabeza en la agencia libre. La política de la franquicia es la de construirse vía draft, y renovar únicamente jugadores valiosos con moderadas pretensiones económicas. En este sentido deberán orientarse las decisiones a tomar con respecto a los Eifert, Dennard, etc., que finalizan contrato. Las especulaciones sobre la influencia de los nuevos entrenadores para atraer ex-pupilos como Suh o Collins, no van a materializarse.

 

Por contra, los Bengals pondrán a disposición de Taylor 11 elecciones en el próximo draft. La primera de ellas, en un privilegiado 11º puesto. Un pick lo suficientemente alto para conseguir jugadores de calidad, pero fuera de los diez primeros para favorecer su renovación. Veremos si utiliza este arsenal de selecciones para escalar posiciones o rellenar fondo de armario.

 

En todo caso, la situación de Taylor es mucho mejor de lo que podría parecer. La plantilla no es ningún solar. Cuenta en ataque con figuras como Green y Mixon, y en defensa Atkins y Dunlap. En la división, cuenta a su favor con la inexperiencia de quarterbacks de segundo año como Mayfield y Jackson, mientras que en Pittsburgh parece que se deshace su fabulosa generación. Si juega bien sus cartas, podríamos estar frente al entrenador revelación de 2019.