Hércules, el mitológico héroe griego, fue víctima de una traición por parte de la esposa de su padre. Efectivamente, la vengativa y perniciosa Hera se vengó de las múltiples traiciones de su infiel cónyuge y padre del Olimpo griego, Zeus, y el gran damnificado de esta cascada de reproches e ínclitas acciones sería el joven Hércules o Heracles. El protagonista de nuestra historia sufriría un acto de locura, merced a la conspiranoica reina del Olimpo y, en ese execrable estado, mataría a su propia mujer, a sus hijos y a dos de sus sobrinos. En penitencia por sus horribles actos, acudió al oráculo de Delfos y la sibila délfica -en contacto con el siempre sabio Apolo– le encomendó que debía realizar doce trabajos para Euristeo, el ilegítimo usurpador de su derecho a la corona (los tentáculos de Hera eran alargados). Tras cumplimentar sus doce trabajos, Heracles consiguió su purificación.
La historia del desdichado Hércules sobrevuela mi mente a la hora de elaborar esta previa sobre las semifinales de la NCAAF. El momento más álgido del año ha llegado y los adalides de estos cuatro programas (Joe Burrow, Justin Fields, Trevor Lawrence y Jalen Hurts) aspiran a erigirse en el hercúleo héroe que lleve a la victoria a su universidad. Estos cuatro ídolos deberán finalizar esos dos últimos “trabajos” -los más arduos y complejos- (Hércules tuvo que robar las manzanas doradas del jardín de las Hespérides y raptar al temible perro del inframundo, Cerbero), que coronarán como Dios del Olimpo del College Football a uno de ellos. LSU Tigers Vs. Oklahoma Sooners y Ohio State Buckeyes Vs. Clemson Tigers. ¿Quién será el sucesor de Hércules?
#4 OKLAHOMA SOONERS Vs. #1 LSU TIGERS.
El sábado a las 10 de la noche Oklahoma y LSU se verán las caras en el Mercedes-Benz Stadium de la georgiana ciudad de Atlanta para dirimir el campeón de la Chick-Fil-A Peach Bowl y el primer ocupante del CFP National Championship del próximo 14 de enero.
A priori, se prevé un duelo muy desigual entre dos equipos que vienen de dinámicas muy complejas. Oklahoma ha vivido momentos de zozobra a lo largo de la temporada y viene con la estela de “convidado de piedra” o “invitado inesperado” a la fiesta de los playoffs. LSU ha sembrado el pánico entre los rivales desde el minuto 0 de competición y, al igual que el indómito Atila, a su titánico paso no ha dejado crecer la hierba.
El más fiel representante de Hércules podría ser el ganador del Heisman, Joe Burrow, que -tras una temporada sencillamente sublime y espectacular- llega en plena forma al momento más relevante del año. Por su parte, el siempre discutido Jalen Hurts pondrá sobre el tapete del Mercedes-Benz Stadium su acreditada experiencia en partidos importantes. El clásico de la Cenicienta será la lectura más leída esta semana en Oklahoma: Lincoln Riley y sus pupilos tratarán de hacer morder el polvo al equipo número uno de la nación y gran aspirante a ocupar el trono ocupado -por el momento- por Clemson Tigers.
EL MILAGRO “SOONER”.
Justo hace un año, Jalen Hurts se enfrentaba a Oklahoma como QB suplente de Tua Tagovailoa, siendo testigo de cómo las huestes de Nick Saban arrollaban a los Sooners. En esta ocasión, Hurts comanda el ataque de Oklahoma y se coloca del lado del equipo que, en principio, saltará al campo como claro perdedor de la contienda. Pero el College Football sirve en bandeja las oportunidades y el siempre discutido Jalen Hurts tiene mucho que ganar y poco que perder en este envite.
Oklahoma ha terminado el año en franca mejoría, tras batir a Baylor en dos ocasiones –Championship de la Big XII incluido- y a Oklahoma State. A pesar de los números de la ofensiva en estos últimos partidos, la gran noticia, para los de Lincoln Riley, ha sido la vuelta del buen hacer defensivo. Sin duda alguna, la responsable de la última victoria sobre los Bears fue la zaga, que logró cortocircuitar el ataque de los de Matt Rhule, secando al siempre peligroso Denzel Mims. La defensa de los Sooners ha vivido un paralelismo con el clásico de Stevenson: El extraño caso del doctor Jekyll y el señor Hyde.
El inicio de la temporada fue brutal y se observó una clara mejora en una de las parcelas más débiles de los Sooners en temporadas pasadas. Mas, tras el colapso frente a Kansas State, parecía que Mr. Hyde -en forma de defensa- había regresado. No obstante, los tres últimos partidos hacen prever que contra LSU se verá una versión más cercana a la del inicio de campaña.
En el otro lado del campo, los números -no las sensaciones- hablan del explosivo ataque del programa encabezado por ese mágico estratega del juego ofensivo, Lincoln Riley. Hurts ha lanzado para 3634 yardas, 32 TDs y solo siete interceptaciones, comandando al ataque número dos de la nación. Los Sooners promedian unas prodigiosas 554’2 yardas y 47’8 puntos por partido. Por tanto, el espectáculo -en cuanto a anotaciones se refiere- estará garantizado, pues se enfrentan los ataques 1º y 2º del país.
Parece empresa complicada la que tiene Lincoln Riley por delante. Pero si Oklahoma tiene alguna posibilidad de victoria, esa pasa por la defensa: los Sooners tienen que ofrecer la versión más férrea de la zaga del inicio de campaña y Kenneth Murray volver a ser ese líder que siembre el pánico en el rival snap tras snap. Los esfuerzos para evitar el show de Burrow deben incrementarse, pero -si trece equipos ya lo intentaron y no lo consiguieron- ¿lo podrá hacer la defensiva sooner? La respuesta parece clara.
En ataque, Riley y, sobre todo, Hurts volverán a encomendarse a ese mago de las yardas tras recepción y uno de los mejores receptores del próximo draft -CeeDee Lamb-. Por su parte, Hurts deberá asegurar el control de balón, no asumir demasiados riesgos -como suele hacer- y evitar unos más que posibles turnovers que decantarían rápidamente el partido.
CABALGANDO SOBRE JOE BURROW…
Burrow y los Tigers deben completar una etapa más en esa ardua empresa que iniciaron en septiembre y que finalizará el próximo 14 de enero. Se espera una nueva performance del magnífico Joe, una exhibición más, que lleve a LSU a esa tan ansiada final. Mas, como dice el acervo popular, no hay que vender la piel antes de cazar el oso y el presumible número 1 del próximo draft deberá saltar con todo al tapete del Mercedes-Benz Stadium de Atlanta. Las estadísticas de Joe son de un ser superior: 4715 yardas, 48 TDs y solo seis interceptaciones. Sin duda, es su AÑO.
Los Tigers están imbatidos esta temporada y han firmado victorias imborrables sobre rivales de prestigio como Alabama, Florida, Georgia, Auburn o Texas, Ninguno de estos equipos logró encontrar la kryptonita que erradicara la fortaleza del brazo de Joe, su velocidad de movimientos o su magistral lectura de la defensa rival.
“Burreaux” se medirá a la defensa número 24 de la nación, una zaga que permite a sus oponentes 330’6 yardas totales por partido: defensiva muy apetecible para el frío y calculador Joe. Las noticias para los de Ed Orgeron son aún mejores, pues las mesnadas defensivas de Lincoln Riley encajan más de 132 yardas de carrera por encuentro. Clyde Edwards-Helaire, el ágil y dinámico corredor de LSU puede aparecer como el plan B de una excelsa ofensiva. Ja’Marr Chase, Justin Jefferson y Terrace Marshall Jr. volverán a presentarse como las puntas de lanza y más leales escuderos del “príncipe” Joe en sus aspiraciones por convertirse en el “rey” Burrow.
Para Ed Orgeron, Head Coach del año, la clave del ataque de su rival residirá en las piernas y la habilidad para salir del pocket de Jalen Hurts. El QB tejano es responsable de 1255 yardas y 18 TDs. La defensa tiger se erige en la número 24 de la nación contra el juego de carrera, permitiendo 119’6 yardas por partido. Otro de los matchup del partido será el presumible duelo entre CeeDee Lamb y el espectacular CB rookie Derek Stingley Jr. Grant Delpit y K´Laivon Chaisson serán los dos líderes de la zaga de LSU, junto con Stingley, y muestran el claro favoritismo de los Tigers en ambos lados del campo.
#3 CLEMSON TIGERS Vs. #2 OHIO STATE BUCKEYES.
El domingo a las 2 de la mañana el mundo del College Football se parará para presenciar uno de los partidos más esperados del año. Clemson y Ohio State medirán fuerzas en el State Farm Stadium de la Universidad de Phoenix, lucharán por la PlayStation Fiesta Bowl y, sobre todo, por asegurar un puesto en la gran final del próximo 14 de enero. Los Tigers han ganado cada uno de sus tres enfrentamientos anteriores contra los Buckeyes, siendo el precedente más cercano una apabullante victoria 31-0 en la Fiesta Bowl del 31 de diciembre de 2016, encuentro que también enfrentaba al #2 frente al #3 de la nación. Dicen que la clave para conocer el presente es buscarla en el pasado, pero ¿se repetirá la historia? Creemos que no.
EL MOMENTO PERFECTO PARA CLEMSON.
Clemson se planta en la Fiesta Bowl en su momento más perfecto de la temporada. Dabo Swinney parece haber urdido un tiránico plan para no hacer ruido y revalidar el título del pasado año. Las hordas aleccionadas por el magnífico HC nacido en Birmingham (Alabama) han ganado sus ocho últimos partidos por, al menos, 31 puntos, tras el “susto” en North Carolina, que pudo echar por tierra el año.
En la temporada, Clemson ocupa el puesto 20 en el ataque aéreo (294’8 yardas por partido) y el puesto 10 en eficiencia terrestre (252’9 yardas). Los Tigers se erigen en el equipo 4 de la FBS en anotaciones por encuentro: 46’5. Por si estos números no fueran sencillamente brillantes, Clemson es el equipo número uno en menos puntos encajados, con tan solo 10’6. Aunque este espectacular quehacer defensivo se debe más a una clara debilidad de sus oponentes de la ACC.
Trevor Lawrence ha dejado atrás su ramplón inicio de temporada (el bien llamado sophomore slump) y ha brillado en la parte final del año, completando finalmente 232 de 337 pases, alcanzando 3172 yardas, 34 TDs y ocho interceptaciones. Además, ha implementado sus estadísticas con 407 yardas y siete anotaciones terrestres.
Travis Etienne es el líder terrestre del equipo con 182 carreras, 1500 yardas y 17 TDs. La orquesta aérea de Clemson ha tocado de forma sublime: Tee Higgins lidera el trío con 52 recepciones, 1082 yardas y 13 TDs; Justyn Ross (55 recepciones para 742 yardas y 8 TDs) y Amari Rodgers (380 yardas y 4 TDs) completan un grupo sublime.
Clemson y Lawrence deberán mover el balón para dañar a una zaga, que solo ha permitido 99’5 yardas por partido (el modo de hacer daño a los Buckeyes ya fue esbozado por Wisconsin en su excelsa primera mitad). Ohio State solo permite 2’8 yardas por intento terrestre, convirtiéndose en la séptima defensa en yardas de carrera permitidas. Por lo que uno de los grandes matchup del encuentro será el de Etienne frente al front seven de los Buckeyes (Chase Young y compañía). Más espectacular está siendo aún la faceta defensiva de Ohio State frente al pase, convirtiéndose en la segunda defensa (apenas 148’1 yardas por partido). Jeffrey Okudah está rindiendo a un nivel superior.
Una de las notas negativas para Dabo Swinney y los suyos es que el co-Offensive Coordinator, Jeff Scott, ha asumido el cargo de entrenador en jefe de USF y no será de la contienda. Veremos los efectos que esta baja puede causar sobre el juego de ataque tiger.
OHIO STATE: SIN MIEDO A NADA…
Los dos primeros cuartos del Championship de la Big 10 hicieron saltar las alarmas en el equipo dirigido por Ryan Day. Ese 21-7 en contra suponía una situación en la que no se habían encontrado en toda la temporada. La respuesta ya la conocemos: 27 puntos, sin respuesta, para los Buckeyes y muchas dudas… Jonathan Taylor destrozó la defensa de Ohio State con 194 yardas en tan solo una mitad. Bien es cierto que, tras los ajustes de Day y la no contralectura de Paul Chryst, el hábil corredor badger solo pudo hacer seis yardas y el ataque de Wisconsin desapareció. Pero la sensación de impotencia de Justin Fields, en ciertos momentos de los dos primeros cuartos, y la capacidad de leer los partidos de Dabo Swinney siembran de incertidumbre las horas previas al partido.
El ataque de Ohio State ha funcionado a la perfección, colocándose el quinto de toda la nación: 258’8 yardas por aire, 272’2 yardas terrestres y 48’7 puntos por encuentro. Siendo su defensa la tercera del país, permitiendo unos pírricos 12’5 puntos por partido. Justin Fields, el QB de segundo año, ha hecho engrasar una maquinaria sencillamente pluscuamperfecta: 208 de 308 pases completos para 2953 yardas, 40 TDs y una solitaria interceptación, añadiendo 471 yardas por tierra y 10 anotaciones.
JK Dobbins está jugando a un nivel brillante, pasando muy por debajo del radar, y lidera el equipo con 283 carreras para 1829 yardas y 20 TDs. Los grandes receptores de Justin Fields son KJ Hill (569 yardas y 10 TDs), Chris Olave (799 yardas y 11 TDs) y Binjimen Victor (507 yardas, 6 anotaciones).
Fields se medirá a una defensa que se ha consolidado la primera contra el pase (apenas 138’5 yardas por partido) y será una buena medida para calibrar el rendimiento real de Justin. Clemson solo permite que sus QBs rivales completen el 50’3% de los pases que lanzan, así que la movilidad de Fields volverá a ser una de las claves para el triunfo de los Buckeyes. Dobbins también tendrá un duro enfrentamiento contra una férrea zaga que solo encaja 106’2 yardas terrestres y apenas 2’97 yardas por carrera.
Los dos líderes defensivos de cada equipo son Chase Young, colosal defensive end, que ha cuajado una impresionante temporada -que le ha valido el premio de finalista del Heisman Trophy y el seguro número 2 del draft, tras Burrow, a pesar de que muchos analistas lo consideran el jugador más completo de la promoción del 20-, siendo responsable de 16’5 sacks. Por parte de Clemson, hay que mencionar al polivalente LB híbrido, Isaiah Simmons, con sus 93 tackles y 7 sacks. Ambos pueden decidir el encuentro con su maestría defensiva.
Será, sin duda, un partido muy abierto, que enfrenta a dos poderosas defensas con dos ataques muy en forma. Pero cuando el partido se presenta tan cerrado, la lectura del encuentro de los entrenadores se antoja decisiva y, en ese aspecto –Saban aparte-, pocos superan al magistral Dabo Swinney.
Edu Vallejo, representando a los chicos de Coollege para SpanishBowl.com