A la pregunta de por qué estamos enganchados a la NFL puede haber diversas respuestas. La espectacularidad, la táctica, la violencia, la singularidad… todas ellas perfectamente válidas para explicar por qué nos gusta este deporte. Pero mi cuestión va por otro camino. No hablo de entretenimiento, sino de auténtica adicción. Esa que nos lleva a trasnochar, a comprar merchandising compulsivamente, a discutir con desconocidos por Twitter… sobre una actividad todavía tan alejada de nuestra cultura. La raíz es más profunda, y tiene que ver con el placer. Esa sensación, efímera, por la que merece la pena vivir y reproducirse. La temporada de futbol americano se acerca a su fin, con la super bowl ya en el horizonte. Eso ya lo sabíamos, porque precisamente, en su brevedad, reside la esencia de nuestro gozo.
Los psicólogos nos advierten: no hay que confundir placer con felicidad. El placer es pasajero e intenso; la felicidad, permanente y tranquila. Para los aficionados al football, el próximo fin de semana supondrá un éxtasis de los sentidos con dos tremendos partidazos. El placer. Pero sólo uno de estos cuatros protagonistas terminará alzando en la noche del próximo 12 de febrero en Glendale, Arizona, el ansiado trofeo Lombardi. Una hazaña que permanecerá imperecedera. La felicidad.
No soy adivino, no sé quién ganará. Pero siempre se me han dado bien las matemáticas, así que puedo “predecir” las cuatro posibles super bowls que se nos avecinan. Cuatro posibilidades, a cuál más excitante, para poner el punto final a esta apasionante campaña NFL 2022-23. Se podrá discutir si a esta fase han llegado los mejores equipos, pero lo que nadie puede dudar es que son quienes se encuentran en mejor forma. De todas ellas, ¿cuál sería vuestra final favorita?
Cincinnati Bengals – San Francisco 49ers
“¿Otra vez tú?”, podría ser la pregunta que ambas franquicias se hagan al verse de nuevo las caras en el emparrillado del State Farm Stadium. Recordemos que estos dos equipos ya estuvieron en las ediciones XVI y XXIII del Super Bowl. Ambas resueltas con triunfo de los californianos. El refranero español nos dice que “a la tercera va la vencida”, pero también que “no hay dos sin tres”, así que no nos va a ayudar demasiado. Tendremos que recurrir a argumentos deportivos.
Arizona es el estado del sol, pero éste quedará eclipsado por las estrellas que habrá sobre el campo. Burrow, Chase, Mixon… por los de la AFC. McCaffrey, Kittle, Samuel… por los de la NFC. Un auténtico espectáculo en potencia. Siempre se dice a las super bowls les cuesta arrancar, hasta que sus participantes se liberan de la presión. Pero los 49ers estuvieron aquí hace tres años, y los Bengals apenas el año pasado. La mayoría de los jugadores ya se han visto recientemente en esta situación, y los nervios serán menos factor para ellos. Así que prepárense para que las hostilidades se desaten desde el pitido inicial.
Las actuaciones de Burrow le colocan, con justicia, en el debate sobre el ganador del premio MVP de una temporada en la que ha ido de menos a más y la está finalizando a su mejor nivel. Su calidad, temple y liderazgo no han hecho sino aumentar en éste que es solo su tercer año en la liga. La compenetración con su talentoso cuerpo de receptores, en especial con su amigo Chase, convierten a la ofensiva bengalí en una hidra de múltiples cabezas, peligrosa tanto por personal como por la variedad de formas en que son utilizados: en largo, en corto, saliendo desde el backfield…
Por su parte, los de San Francisco han rentabilizado como nadie un traspaso, el de McCaffrey, que puede terminar resultando histórico. La calidad del runningback se multiplica con el genio del entrenador Shanahan para maximizar sus intervenciones. A esto hay que sumar el hambre del jugador por establecerse como uno de los mejores jugadores de la competición. Pero no está solo. El tight-end Kittle ha establecido una relación mágica con Purdy. La de este inesperado quarterback es sin duda la historia más llamativa de la postemporada. No le veamos como un impostor protegido por el sistema, sino como un auténtico mariscal con todas las de la ley. Con él, Aiyuk ha explotado como receptor. Samuel sigue siendo una amenaza constante desde cualquier ámbito donde sea alineado. Todo esto sumado a una impresionante línea ofensiva que permite que todo este circo funcione como un reloj.
San Francisco 49ers – Kansas City Chiefs
Otra reedición de una super bowl, en este caso la LIV. En aquella ocasión se impusieron los de Missouri, así que los californianos llegarán con ganas de venganza, aumentada por el varapalo sufrido en temporada regular el pasado 23 de octubre (44-23). Pero la última participación de Chiefs en el Gran Domingo, justo un año después, donde fueron vapuleados por los Buccaneers, dejó tan amargo sabor a los de Andy Reid, que sin duda querrán borrar aquella mala imagen.
Si Kansas City llega al super bowl será señal de que Mahomes ha dejado atrás sus molestias en el tobillo. Con el talentoso quarterback a pleno rendimiento, el show está garantizado. Elusivo como ninguno, sorprendente como el que más, no hay forma de contenerle. Apenas, con suerte, limitarle. Bajo su dirección, Kelce está camino de convertirse en el tight-end más dominante de la década. La marcha del receptor Tyreek Hill apenas ha tenido impacto. Y cuando las defensas tratan de centrarse sobre él, aparecen los corredores Pachecho y McKinnon quienes, con su velocidad y determinación, terminan por hacer saltar por los aires cualquier planteamiento defensivo.
Precisamente, la defensa del conjunto minero ha sido la gran valedora de la formidable trayectoria del equipo de San Francisco. Con un Bosa, firme candidato a mejor jugador defensivo de la liga, como indiscutible líder, DeMeco Ryan ha conjuntado un grupo que brilla en todas las unidades. Armstead en la línea, Warner y Greenlaw en los linebackers, Gipson y Hufanga en los safeties… Primeros en yardas permitidas, primeros en puntos encajados, segundos en recuperaciones… Prácticamente no hay categoría donde la mejor defensa de la competición no ocupe los lugares de privilegio. Si es cierto el dicho de que las defensas ganan campeonatos, entonces señores, ya tenemos ganador.
Kansas City Chiefs – Philadelphia Eagles
Sirianni trabajaba en los Chiefs cuando llegó Reid, quien optó por no retenerlo. Es posible que quede algo de resquemor, y quiera demostrarle su error. Por otra parte, la esposa del joven entrenador de Eagles, nativa de Missouri y a quien conoció en Kansas City, quizá tenga el corazón dividido. Problemas conyugales. Por su parte, de Reid es bien conocida su exitosa etapa de 14 años en Eagles, así como su, un tanto convulsa, salida del equipo de la ciudad del amor fraterno. En todo caso, va a ser un extraordinario duelo de entrenadores. No en vano, son los directores de los equipos que han dominado sus respectivas conferencias con idéntico balance 14-3.
Ambos han sabido sobreponerse a las bajas. Edwards-Helaire (RB) o Hardman (WR) en Chiefs; Barnett (DE) o Hurst (QB) en Eagles. Algunas definitivas, otras puntuales, pero siempre manteniendo el espíritu indomable de sus escuadras. Philadelphia llegó sin perder a la jornada 10. Por su calendario, muchos pensaban que incluso podría acabar invicto. Sin preocuparse de esta eventualidad, siguieron a lo suyo cuando empezaron a llegar las derrotas, apretando cuando se hizo necesario.
Si antes hablaba de que la defensa de San Francisco es la número uno, pues bien, la de Philadelphia es la segunda. El trabajo que está haciendo su coordinador defensivo Gannon es excepcional. Pero enfrente tendría precisamente al equipo de Chiefs, cuyo ataque es el que más yardas acumula por partido. El duelo no puede ser más interesante. Por su parte, la defensa de Kansas City puede no llamar mucho la atención, pero Spagnuolo tiene la suficiente experiencia en la NFL como para hacer jugadas importantes en los momentos decisivos. Sus jóvenes defensive-backs están respondiendo al más alto nivel con turnovers, y las llamadas al blitz casi siempre consiguen su objetivo.
Obviamente, los focos se los llevarían Hurst y Mahomes, pero en partidos de la trascendencia de una final como ésta, donde a los ataques les cuesta más coger el ritmo, quizá los Reddick y Hargrave por Eagles, o los Chris Jones y Bolton por Chiefs, serían un factor más decisivo.
Philadelphia Eagles – Cincinnati Bengals
Para ambos equipos sería su cuarta presencia en una super bowl. Los de Pensilvania ya tienen un trofeo Lombardi en sus vitrinas; pero aun así, son los “pobres” de una división donde el siguiente que menos (Washington) tiene 3, y un nuevo título supondría recortar la superioridad con la que les miran. Por su parte, para los Bengals sería el primer equipo “felino” en alzarse con el triunfo. Para Sirianni, reconocido fan de los Steelers, sería una doble motivación ganar al rival divisional de su equipo de jovencito. Pero Sirianni, cuando firmó por Eagles, despidió al coordinador ofensivo del juego de pase, Press Taylor, hermano de Zac, el entrenador de Cincinnati, así que también éste estará motivado por “vengar” a su hermano.
Anécdotas aparte, éste sería un duelo brutal. Eagles ha demostrado a toda la liga que se puede tener éxito corriendo aunque la tendencia de la NFL vaya en otro sentido. 147,6 yardas de promedio por encuentro, 5º de la competición. Aunque todos sepan que van a correr, lo siguen haciendo. Más de 1200 yardas para el RB Sanders, a las que hay que sumar las 760 de Hurst. Pero el QB de Philadelphia no sería candidato a MVP sólo por esto si no lo acompañara de un magnífico ejercicio en el pase (sus números combinados le situarían entre los mejores) y, sobre todo, un extraordinario control de la situación que le lleva a elegir la mejor opción y minimizar errores. El ataque de Eagles es el segundo de la liga que más yardas ofensivas ha acumulado en el año, con A.J. Brown como 4º wide-receiver, situado sólo por detrás de 3 monstruos como Jefferson, Hill o Adams. Quien menosprecie a esta ofensiva, se va a llevar una desagradable sorpresa.
Por su parte, la defensa de Bengals es uno de los secretos mejor guardados de la liga. Sin jugadores de gran renombre, su líder es el coordinador Anarumo, un entrenador cada vez más popular entre los entendidos en la materia. La principal virtud de la defensa atigrada es su capacidad de adaptación al entorno. Sólida por tierra cuando su rival es mejor corriendo, solvente por el aire cuando es mejor pasando. Es complicado predecir qué tipo de defensa se van a encontrar y, cuando la descifran, en la segunda parte la cambia por completo. La media de puntos encajados en la segunda mitad durante la temporada fue de 8,3 (5º mejor registro de la competición) y en estos playoffs, de momento, sólo permitió 7 puntos de Baltimore y apenas 3 de Buffalo. Pero el hipotético rival bengalí de esta supuesta super bowl sería en cierto modo unos Ravens mejorados, un equipo que siempre le ha puesto en apuros.
Estamos ante el esplendoroso final de nuestra venerada NFL. Nos quedan apenas dos jornadas de competición que nos traerán las mayores emociones imaginables, con su clímax en la super bowl. Disfrutemos del enorme placer de estos tremendos duelos deportivos, y la felicidad de saber que hemos elegido como entretenimiento favorito el mejor de los deportes.