Cuento de MVP de Navidad

  • ¡Debe decidirse pronto, majestad! –le apremió el representante del consejo de ancianos-.

 

El rey Brady se rascaba su barbilampiño mentón mientras fruncía el ceño. Desde tiempo inmemorial, su equipo, la tribu de los Brady, había dominado la competición. Mirando sus manos repletas de anillos, se preguntaba por qué razón debía pasar a otro el trono de MVP, el más valioso personaje del reino.

 

  • Así ha sido siempre –le recordó el mismo representante del consejo de ancianos leyéndole el pensamiento-. Cada año, el monarca debe elegir a su sucesor. Usted lo sabe bien, ya ha sido distinguido en 3 ocasiones con este honor.

 

  • Pues sigo sin entender esta estúpida costumbre. Mi equipo continúa entre los favoritos. Mi juego conserva íntegramente su calidad. Nadie es más atractivo, ni está en mejor forma que yo a mi edad. Ya me gustaría ver a cualquiera de los patanes que se presentan como candidatos ver qué harían con la cuadrilla que tengo este año a mi cargo. Mañana anunciaré al pueblo la derogación de esta ridícula ley, y que seguiré reinando mientras mis fuerzas me lo permitan.

 

Y dicho esto, Brady se retiró a sus aposentos, mientras la corte escandalizada se echaba las manos a la cabeza. Años de tradición estaban a punto de saltar por los aires. Nadie se atrevía a imaginar la convulsa revolución que tamaño desatino podría ocasionar.

 

 

El QB del pasado

 

Si el rey Brady pensaba que iba a pasar una noche tranquila, se equivocaba. Su decisión de retener para sí mismo el cetro de MVP le iba a pasar factura. Inquieto, dando vueltas en la cama, se despertó sobresalto al oír lo que le parecían lamentos y cadenas arrastradas por el suelo. Abrió los ojos y ante él se apareció Drew Brees, el espectro de los QB del pasado.

 

  • ¿Eres tú Drew? ¡Menudo susto me has dado! ¿No tienes bastante con quitarnos records a Peyton y a mí, que también tienes que despertarme?

 

  • Más vale que despiertes y aprendas a disfrutar de lo que tienes –sentenció Drew Brees como respuesta-. Fíjate, tienes 41 años, una salud envidiable, y tantos títulos y condecoraciones que probablemente nunca jamás nadie pueda igualarte. ¿Qué más necesitas? No dejes que te ciegue la ambición. No seas uno más de la extensa lista de grandes quarterbacks que se retiraron con más pena que gloria. Diviértete en el campo, siendo un líder vocal como yo, pero también fuera de él con tus hijos. Y sobre todo, siente el regocijo de pasar tu legado a alguien como tú.

 

  • ¿Te refieres a ti?

 

  • ¡Por supuesto! Al igual que pasó contigo, pocos apostaban por mí. Caí a segunda ronda el en draft. Me reclutaron los Chargers, pero aunque les llevé a playoffs, me sustituyeron por ese engreído de Phillip Rivers. Me encontré sin equipo y con el hombro lesionado. Casi tenía cerrado el contrato con los Dolphins pero en el último momento se echaron atrás.

 

Drew Brees merece ser MVP

Al final, recalé en New Orleans –recordó Brees con una nostalgia no exenta de dolor por su preferencia a quedarse en Florida-. Por entonces, la ciudad todavía sentía las secuelas dejadas por el huracán Katrina. Llegué al mismo tiempo que Sean Payton. ¿Te lo puedes creer? Un QB manco y bajito, junto un entrenador de sólo 42 años con fama de genio loco, en una ciudad devastada.

 

Nadie daba un centavo por nosotros –continuó-. Sin embargo, contra pronóstico, formamos un tándem quarterback-headcoach imbatible. ¿Te recuerda esto a alguien? Nuestro ataque despertaba admiración. Y aún lo hace. Cambiamos la dinámica de una franquicia tradicionalmente perdedora, tal como Belichick y tú hicisteis en los Patriots. Ganamos una SuperBowl. Soy quien más yardas de pase ha conseguido. Tengo el mejor porcentaje de pases completos de la historia. Tan sólo Payton, Favre, tú y yo, sabemos qué es lanzar más de 500 pases de touchdown. El siguiente es Marino con 420.

 

Sin embargo, en mis 16 años de carrera, nunca he conseguido que me eligiesen MVP. Me he dejado la salud, y el pelo, en conseguirlo. Este año soy quien tiene mejor QB-rating, mejor porcentaje de pases completos, más drives ganadores y soy tercero en touchdowns. Mi equipo lidera la Conferencia Nacional. Te aseguro que si alguien merece ser nombrado MVP, ése soy yo.

 

  • Bueno, ya pensaré si te cedo el honor –admitió Brady, más para quitárselo de encima y volver a dormir-, pero ahora déjame que mañana será un día muy importante.

 

Vanas ilusiones se hacía Brady si pensaba en conciliar el sueño aquella noche. Apenas se marchó el espíritu de Brees, otro apareció en su lugar.

 

 

El QB del presente

 

  • ¿Se ha ido ya el vejestorio ése? ¡Menudo plasta!

 

Era Philip Rivers, el fantasma de los quarterbacks del presente. De aquellos que han estado a la sombra de los más grandes y mediáticos, alejado de los focos de ciudades con mayor tradición deportiva. De los que siempre han dado la cara en la batalla pese a no disponer del mismo arsenal. De los que han hecho mejores a sus compañeros campaña tras campaña. De esa clase media alta de QBs a la que, por alguna razón, quizá por su propio carácter impulsivo, no suelen acordarse de invitar a la mesa de los elegidos.

 

  • Mira Tom –se dirigió tuteando al rey-, no sé qué te habrá dicho, pero yo no tuve la culpa de que le echaran de Chargers. Bastante tuve con tragarme el sapo de tener que ir a San Diego porque el señorito Eli Manning quería establecerse en Nueva York. Es lo que tiene no ser hijo de un QB famoso, que te toca pringar.

 

  • Esa boca, Philip.

 

  • No, si al final resultará que la culpa es mía. Que si tengo una forma de ser muy chulesca. Que si mi estilo de lanzar es muy raro. Que si prefiero vivir de una forma sencilla en un pueblo tranquilo antes que en la gran ciudad de Los Angeles, aunque tenga que desplazarme 130 kilómetros a diario para ir a entrenar… Pues que sepas que pocos QBs encontrarás más comprometidos que yo. Cierto que discuto con mis compañeros, pero eso no es nada para lo que les digo a rivales y árbitros. Mientras me llevan en la caravana estoy estudiando videos de los partidos. He jugado con lesiones que a otros QBs más tiquismiquis hubieran dejado tirados en la enfermería.

 

 

Philip Rivers merece ser MVP

 

El fantasma calló unos segundos para tomar aire, acercó su cara a un palmo de la de Brady y le espetó.

 

  • Si alguien merece ser MVP, ése soy yo. Pese a tener peores equipos que vosotros, si Dios me da salud acabaré entre los 5 mejores de todos los tiempos en pases completados, yardas por lanzamiento y touchdowns aéreos. Además, llevo la racha más larga de partidos como titular de toda la NFL. Pero si nos centramos en esta temporada, estoy quinto en porcentaje de pases completos y tercero en touchdowns, empatado con Brees. Todo esto en un equipo donde hasta mis propios kickers juegan en nuestra contra. Y aun así estamos empatados en la primera posición de la Conferencia Americana, pese a compartir división con el líder. Si esto no merece ser MVP, ya me contarás qué. Además, te recuerdo que “MVP” es un reconocimiento al “jugador más valioso”, no un premio automático para el quarterback del mejor equipo de la liga. Por cierto –añadió-, el MVP supongo que vendrá acompañado de algún dinerito, que tengo 8 criaturas y una en camino que mantener.

 

  • Sí, sí, ya lo meditaré tranquilamente si me dejas descansar –replicó Brady como excusa para que se marchase, pero en su interior, empezaba a formarse la idea de que quizá estas apariciones tenían sentido, y era el momento de pasar el testigo del MVP-.

 

Con una sonrisa socarrona, el espíritu de Rivers abandonó la estancia. Sin embargo, Brady no podía reposar con tranquilidad. Se removía inquieto en su lecho, cada vez más incómodo con la idea de retener el título de MVP para él. Antes de poder conciliar el sueño, una nueva figura se le apareció. Se trataba nada menos que de Patrick Mahomes II.

 

 

El QB del futuro

 

Inútilmente, Brady trató de hacerse el dormido para que le dejase en paz, pero no funcionó. El espectro se aproximó hasta llegar a su altura, momento en el que aprovechó para echarse un selfie con él.

 

  • ¿Pero qué demonios es esto? –protestó Brady sobresaltado-.

 

  • Discúlpeme señor Brady. No quería dejar pasar la oportunidad de tener un recuerdo con quien ha sido uno de los mejores quarterbacks.

 

  • ¿Cómo que “ha sido”, que “ha sido”…? ¡Y lo sigo siendo!

 

  • No se enfade, señor Brady. Sólo quería pedirle que no descartarse mi candidatura al galardón de MVP. Ya sé que con mis otros dos rivales seguro que tendrá más afinidad por edad, pero le recuerdo que el premio es una recompensa a quien se ha distinguido como el mejor jugador de la temporada, no un homenaje a toda una carrera.

 

  • No te lo tomes a mal chico, pero tendrás muchos años en el futuro para llevártelo.

 

  • Supongo que eso mismo pensarían Brees o Rivers, y ahí están, convertidos ya en unos viejunos de treinta y pico tacos, sin ningún MVP todavía. Este año, a falta de 2 partidos, llevo 45 touchdowns, a sólo 5 de su mejor marca, señor Brady. ¿Acaso su animadversión hacia mí es por miedo a que le arrebate su marca?

 

Brady se quedó preocupado. No lo había pensado detenidamente, pero este chico, Mahomes, bien podría ser quien un día le relevase del histórico trono de mejor QB de la NFL. Un escalofrío le recorrió la espalda, y no precisamente por estar en presencia de una aparición.

 

 

Patrick Mahomes merece ser MVP

 

  • Supongo que alguien tan mayor como usted nos verá a los jóvenes como alocados, impetuosos e irresponsables. Pues sepa que yo podría estar ahora mismo siendo una estrella de la MLB, siguiendo los pasos de mi padre. Sin embargo, pese a haber sido elegido por los Detroit Tigers como pitcher, decidí centrarme en el football. Incluso abandoné el equipo de béisbol en Texas Tech. Mi carrera en college eclipsa la de cualquiera de mis competidores. Y por supuesto también la de usted, señor Brady, no se ofenda.

 

  • No, por supuesto que no me ofende –mintió Brady-. Pero como bien decías antes, se trata de valorar los éxitos cosechados en el año en curso.

 

  • Así es. Y este año, mi primero como titular, he batido innumerables marcas. Lidero la liga en yardas aéreas. Soy el primer quarterback en lanzar más de 3000 yardas en sus primeros 10 partidos. Quien ha anotado más touchdowns en sus primeros ocho partidos. El más joven en pasar para 6 touchdowns en un partido… Y la lista continúa.

 

  • Los números no son todo –reprobó Brady sin demasiada convicción-.

 

  • Por eso, aunque esté mal que sea yo quien lo diga, fíjese en mi juego. ¿A cuántos quarterbacks ha visto hacer lo que he hecho yo este año? Soy el motor del equipo más excitante de la liga, y no precisamente por su buena defensa. No quiero ser impertinente ni irrespetuoso, señor Brady, pero sinceramente, creo que su tiempo ya ha concluido, y es hora de pasar el testigo.

 

Y con la misma velocidad con que evade la presión del pocket, Mahomes abandonó la habitación, dejado a Brady insomne, sumido en sus pensamientos.

 

 

Y el MVP es para…

Todavía somnoliento, Brady despertó aquella mañana, Navidad para más señas, con un extraño sentimiento de felicidad en el cuerpo. Esta sensación no venía provocada por su frugal y vegetariano desayuno, sino por todo lo acaecido la noche anterior. Reconoció que, efectivamente, no tenía sentido aferrarse a un título que ya había conseguido varias veces y que, aunque no volviese a obtenerlo nunca más, en absoluto afectaría su inmenso legado.

 

Tras reflexionar largamente, llegó a una conclusión. Aquel año, el reconocimiento de MVP no le pertenecía a él, sino a otro compañero que lo merecía mucho más. Con el pecho henchido de satisfacción, se acercó al balcón de palacio para comunicar la buena nueva a sus súbditos.

 

  • Queridos conciudadanos. Es mi decisión que este año, el preciado galardón de MVP de la NFL sea para…

 

 

—– Lo sentimos. Spanish Bowl lamenta comunicar que el artículo ha excedido el máximo de 2000 palabras —-