De viaje por Minneapolis

En un principio tenía pensado contar mi viaje a Minneapolis desde el inicio. Desde ese momento en el que, a las 2:00 horas de la mañana de una madrugada de abril, estaba con los ojos como platos en la cama esperando a que saliera el calendario de la NFL. Necesitaba saber si el fin de semana que iba pasar en suelo estadounidense me permitiría cumplir mi sueño de ver a los Vikings en el US Bank Stadium (USBS).

Y así fue. Ver que en la W4 los Lions jugaban en Minneapolis casi hizo que no volviera a pegar ojo, con todas las cosas que se me pasaban por la cabeza. Pero como bien dije, esto era en un principio, así que pensándolo mejor me voy a ir a lo más importante: la estancia previa y el día del partido.


El viaje del sábado

El sábado cogimos (mi mujer “sufrió” este viaje) el avión en el aeropuerto de La Guardia y tras dos horas de vuelo ahí estábamos, sobrevolando el downtown de Minneapolis. Viendo por primera vez, desde el aire, el USBS. Sinceramente, ya desde el avión, ese edificio impresiona. Y no sé si por el descenso del avión o por la emoción pero en ese momento parece que algo sucede en el estómago.

Una vez dejado todo en el hotel, en el que por cierto casi con todo el mundo con el que nos cruzábamos en el vestíbulo llevaba puesto algo de Lions o Vikings, nos decidimos a pasar por cerca del Target Field. Había partido de los Minnesota Twins de béisbol y queríamos ver el ambiente… Pero claro, acabamos picando y pillando unas entraditas para irnos haciendo al deporte americano. Luego una cena en el típico bar americano recomendación de “Gartzolicious” (el cual tiene un blog llamado mondaynightblog.wordpress.com que no puedo dejar de recomendar) y para cama. El domingo prometía ser largo.

 

La mañana del domingo

Llegó el día con el que llevaba soñando tanto tiempo. Sonó el despertador temprano; no quería que nos perdiéramos nada. Me asomé a la ventana y vi a gente con todo tipo de vestimentas de color violeta. Suficiente para que me entraran más ganas, aún si cabe, de meterme en la ducha y caminar el kilómetro y medio que nos separaba del estadio.

Para la ocasión tenía reservada mi camiseta de Jared Allen, que a la postre no resultó ser muy original dada la cantidad de gente que la llevaba puesta. Tocaba andar para meternos en el ambiente, que era una de las cosas que buscábamos. Por ello decidimos subir por Marquette Avenue, una de las principales vías que lleva al norte de la ciudad. Éste es uno de los primeros momentos en los que vimos que esa gente de Minnesota es de otra pasta. ¡Todos en manga corta a pesar del fresco que hacía!

Y por fin llegó el momento. Tras un giro a la derecha para entrar en la 5th Avenue… ahí estaba. ESa mole de cristal y paneles de metal que sobresale de entre los edificios que le rodean. En ese momento lo único que quieres es llegar, así que inconscientemente aceleramos el paso.

 

Los aledaños del estadio

Ahora sí, ya estábamos en el meollo. La música de tambores del grupo Skol Line era como si nos diera la bienvenida. Tras eso salían las cheerleaders a bailar en medio del Tailgate. Antes de la primera cerveza preferimos dar una vuelta por todos los puestos y ver todo lo que rodea al campo. Desde el Legacy Ship, en el que evidentemente nos sacamos la foto de rigor, hasta el pasillo de adoquines en los que los aficionados grabaron sus mensajes. También me gustaría decir que no menos llamativos son todos los vehículos que hay pintados con los colores “vikingos”.

No podíamos entrar en el estadio sin, al menos, meternos dentro de la carpa oficial del equipo en la zona exterior. Y tomar una cerveza, claro, comprada a precio de oro. Llegados a este punto creo que no pasaban más de 5 minutos sin que mirara el reloj. Fue cuando faltaba sobre una hora para el inicio del partido cuando nos fuimos dirigiendo hacia nuestra puerta para pasar los pertinentes controles sin agobios.

Una de las penas que me quedó fue el no poder ver abiertas las puertas delanteras del estadio por culpa de las inclemencias meteorológicas. Las venden como las puertas de vidrio más grandes del mundo y, aunque es una tontería, apetecía ver todos los detalles típicos del edificio.

 

El barco vikingo

Lo primero que te encuentras dentro, al acceder por un lateral, es todo el entramado de restaurantes y puestos de comida, la mayoría de ella rápida. Por raro que parezca no nos detuvimos mucho ahí, ya que lo que realmente nos apetecía era otra cosa. Sí, asomarnos por cualquiera de los puntos que daba acceso al primer nivel de la grada y ver el campo. Y eso hicimos. Y simplemente tengo que decir que nunca se me va olvidar esa primera imagen del terreno de juego. De la pantalla gigante que se encontraba en el otro fondo con el video en el que en esos instantes leía la frase “We are the North”.

Cuando por fin pude cerrar la boca nos fuimos hacia nuestros asientos. En torno a 4 escaleras mecánicas tuvimos que usar para poder acceder al tercer nivel. En ese camino nos pillamos algo de merchandising una de las tiendas estratégicamente colocadas para que te dejes los dólares. También nos fuimos decidiendo por el sitio en el que más tarde bajaríamos a comprar algo de comida, para no perder mucho tiempo.

La previa

Creo recordar que a falta de menos de media hora ya estábamos situados en nuestras localidades. Tiempo que personalmente se me pasó en un suspiro, por la cantidad de cosas que se suceden. La banda de Skol line, las cheerleaders, los videomarcadores… Creo que este momento es en el que te das cuenta de todo el espectáculo que rodea el partido.

Ahora tengo que dirigirme a los aficionados vikingos que están leyendo esto. Señores, en la presentación de la defensa uno de los más aclamados fue… ¡Sendejo! Sí, sí, Sendejo. Ése es uno de los momentos en los que pensé «WTF? No entiendo nada». Este desconcierto pasó rápido ya que tras acabar la presentación, y ver cómo un saxofonista tocaba el himno (bajón con todos mis respetos a los saxofonistas) llegó el momento en el que suena el Gjallarhorn. No sé cuántos decibelios habría en ese momento en el interior del estadio, pero a mí se me puso la piel de gallina.
Y como diría el narrador de los Vikings, Paul Allen, en el momento de la patada inicial… Boooooom, ya estábamos metidos en el partido con los de Minnesota defendiendo.

El partido

Del partido a nivel táctico nada os voy decir, ya que en esta página y en otras similares hay gente bastante más cualificada que yo para hacerlo. Además, este artículo trata sobre nuestra experiencia con todo lo que rodea el encuentro. El único apunte que haré, y que seguro que comparten todos los que vieron algún partido de NFL, es que todo va muy rápido. Parece que va acelerado. Poco tiempo tienes para intentar ver las rutas, el trabajo de las líneas y otros muchos detalles. Para ello necesitas mirar una repetición que por suerte te muestran en la pantalla.

Una de las cosas que llaman la atención, aunque esto ya lo sabía, es el buen rollo. A pesar de ser rivales divisionales no problemas con los aficionados de Detroit. Sé que es algo no debería ser llamativo, pero ya sabéis a lo que estamos acostumbrados en otros deportes más cercanos.

No tenía pensado ponerlo, pero ahí va… El bajón que me pegó en el momento en el que Cook no se levantaba fue grande; muy grande más bien. Y no solo a mí. El silencio que se hizo creo que ya hacía ver que no tenía muy buena pinta, algo que nos confirmaba a los 5 minutos la pantalla con un «D.COOK IS OUT».
El resto del partido es historia, un 7-14 para los Lions que se llevaban el partido más bien por fallos de los Vikings que por aciertos propios.

 

La despedida

Hay que decir que la salida del estadio es bastante rápida. Una vez fuera vimos que las barbacoas se volvían encender en muchos casos. Tenía pinta de que el post-partido iba seguir en los aparcamientos . A nosotros nos volvía a apretar el hambre, ya que no abusamos precisamente de la comida del estadio, y nos alejamos a la zona centro a comer algo. De camino nos surgió una de las anécdotas del día. Y es que un aficionado de los Lions con los que nos cruzamos, tras hablar un poco, me preguntó si le cambiaba la camiseta. Se me pasó por la cabeza, pero entre que me la habían regalado y que su talla posiblemente fuera una XXL finalmente me negué.

Y hasta aquí mi experiencia de primer contacto con un partido de football en directo. Aprovecho estas últimas líneas para agradecer la oportunidad que me da la gente de Spanish Bowl para poder contar mi experiencia, así como a todos los que llegasteis hasta este punto sin dormiros.

 

¡SKOL VIKINGS!

Escrito por @carlossotel0

Un comentario sobre “De viaje por Minneapolis

  1. Alli estuve yo hace un año, exactamente en un partido Vikings-Lions, el estadio impresiona, pero la verdad, ver un partido de la NFL en el estadio que sea, bien en territorio americano, o en las series internacionales en Londres, yo creo que es una experiencia inolvidable.

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