Declaración de amor

«Es sólo un deporte», la frase que más ternura a la par que pena me produce. Pero el amor al deporte, ¿cómo se describe?


Un 3 de febrero de 2008 me desperté de madrugada, sediento. Me fui a por un vaso de agua cuando vi el salón encendido. Me acerqué en silencio, abrí la puerta, y me encontré a mi señor padre viendo algo en televisión.

—¿Que estás viendo, papá?

—Fútbol americano, siéntate conmigo. Así sabrás lo que es amor.

En ese momento comenzó a explicarme, muy por encima, cómo iba ese deporte que yo no había visto jamás. Y fue la primera vez que escuché un nombre que os resultará familiar, Tom Brady. También la primera vez que escuché eso que tanto nos gusta (sobre todo cuando lo hace nuestro equipo) de TOUCHDOWN. Fue una sensación extraña, me gustó pese a no entender el 95% de las cosas que ocurrían.

A partir de ahí, siempre que la buena de mi madre nos dejaba el salón, veíamos algún partido que echaban en el Plus. Cuando no, ya me buscaba yo la vida para ver algún partido en 240p. Incluso si fuera un Rams-Lions de la época. Inexplicables sucesos que ocurren cuando algo te encandila.

Como con algo que te gusta, me puse a indagar más en el deporte para conocer sobre ello. Entender por qué se usaban una formación u otra, qué eran las rutas, cómo funcionaban los distintos tipos de coberturas. Un sinfín de cosas que me ocupaban el tiempo en lugar de estudiar aquello que tuviera que estudiar.

 

Enamorándose de los de la bahía

Y como en cada deporte, por mucho que quieran renegar algunos de ello, siempre tienes preferencia por algún equipo. A mí siempre me ha encantado la ciudad de San Francisco, no creo que haya mucho más que decir. En ese momento se consumó el flechazo. Domingo a las 19h, esperando que saltara el bueno de Alex Smith y la mala bestia de Patrick Willis.

Vuelvo a la primera línea de la entrada. Las emociones que transmite, los sentimientos que te afloran con algo que te apasiona. Indescriptible, para bien y para mal.

El FG de un kicker de Giants, del cual no recuerdo el nombre, qué rabieta. Aquel partido en que Colin Kaepernick aniquiló a Green Bay. Aquella read-option de cincuenta y tantas yardas, JO-DER.  Aquel overthrow de Kap, el cual aún no le he aceptado a mi amigo Nacho que no fue DPI sobre Crabtree. Ese deflected de Sherman. Y ahora, pues ¿qué os voy a decir? Un par de años en el pozo, actualmente Jimmy G y un vaivén de emociones que a mí, me encanta.

He hecho grandísimos amigos gracias a este deporte, con los que hablo todos los días. Que me escuchan si tengo algún problema, que se ríen conmigo. Con los que me voy a tomar unas cervezas o a cenar cualquier día. A los cuales, ya que estamos en confidencia, no suelo tener mucho problema para ganarles en la Fantasy, con sus debidas burlas.

Pasados los años, enganché a mi hermana a este chaladero. Hoy es tradición en mi casa, todos los domingos reurnirnos mi hermana, mi padre y yo. Desde las siete de la tarde, hasta las tantas de la mañana. Comer alguna guarrada y vernos unos cuantos partidos.

Amor a Jimmy G (Foto de Lachlan Cunningham/Getty Images)

 

…y es que se convierte en parte de la vida

Es algo que ahora mismo me parece tan esencial, que no lo cambiaría por nada. Todo lo que, directa, o indirectamente, me ha dado este maravilloso deporte, es clave en mi día a día. No puedo estar más agradecido por esas cosas. Para ser solo deporte, no está nada mal. Todo lo que me ha dado un grupo de tíos que salen al campo a dejarlo todo, no está nada mal.

Y esto es, una declaración. Una declaración de amor, a sólo un deporte.