El caso de los quarterbacks desaparecidos

Sentado en un banco del parque, el ex-detective Highfield disfrutaba con los ojos cerrados de la inesperadamente soleada mañana de invierno. Desde que, por imposición de Amanda, había cerrado la agencia de detectives para trabajar como monitor de boxeo en el gimnasio del viejo Parker, esos minutos de asueto eran su mejor momento de la jornada. Al menos, hasta ese día. quarterbacks 

  • Jamás me imaginé que te vería devorando donuts como un vulgar patrullero, Highfield.

Al ex-detective le dio un vuelco el estómago. Abrir los ojos le confirmó lo que sus oídos le habían anticipado. La cada día más achaparrada figura del inspector Williams, su antiguo jefe en sus días de policía, se encontraba frente a él.

  • No son donuts, sino bagels. Quédatelos –dijo ofreciéndole la bolsa-, se me ha quitado el apetito.

El inspector Williams, sin hacer ademán de coger la bolsa, se sentó a su lado en el banco.

  • Te veo algo fondón, Highfield. Suele pasar cuando dejas de fumar y de beber. Por lo visto, no te esfuerzas demasiado en el gimnasio de Parker. Creo que te vendría bien algo de acción. Si Amanda te da permiso, por supuesto.

A Highfield no le sorprendió que Williams conociese todos los detalles de su vida. Así había sido siempre desde el fatídico momento en que entró a prestar servicio en su comisaria, hacía demasiados años ya.

  • No necesito ninguna autorización. Sea lo que sea que me vengas a proponer, la respuesta es no –dijo Highfield mientras se levantaba para irse-.
  • Vaya, pues es una pena -se lamentó Williams en un tono que en absoluto lo reflejaba-. Supongo que entonces, el chico de J.J. tendrá que cumplir completa su condena en la cárcel.

 

Un trabajo que no podía rechazar

Highfield se detuvo en seco. El taimado Williams sabía perfectamente las teclas que tenía que tocar para captar su atención. J.J. era Jimmy Johnson, antiguo compañero de patrulla de Highfield, muerto en un tiroteo entre bandas. Agonizando en sus brazos, le hizo prometer a Highfield que cuidaría de su chaval. El joven, al contrario que su padre policía, había resultado un bala perdida. En más de una ocasión, Highfield tuvo que sacarle de prisión por delitos menores (robos, posesión de marihuana, conducción bajo la influencia de sustancias,…). Incluso le pagó una estancia en una clínica de rehabilitación de la acabó fugándose. En la actualidad, había perdido el contacto con él. Hasta esa mañana en que Williams lo devolvió a su vida.

  • ¿Qué ha hecho ahora Junior?
  • James Johnson Juniordijo Williams sacando pomposamente un papel del bolsillo de su gabardina-. 4 años de cárcel por tráfico de estupefacientes en la cárcel de máxima seguridad de Seattle Sur. Donde se reúne lo más duro del país. Sabes que no dudará allí ni seis meses, Highfield.

Highfield agachó la cabeza, apesadumbrado. Sabía que, una vez más, la víbora de Williams le tenía atrapado.

  • Tú ganas. ¿Qué tendría que hacer para sacarlo de allí?
  • Este documento es su ficha de detención. Convenientemente falsificada, por supuesto, incluye un defecto de forma. En manos de su abogado de oficio, le liberará en 24 horas. A cambio, necesito que vayas a Seattle a hacer un trabajo.
  • ¿De qué se trata esta vez?
  • Supongo que estarás al tanto de la debacle que está sucediendo con los quarterbacks titulares en la NFL. Apenas una docena de los titulares de los que comenzaron la competición conservan su puesto, ya sea por lesión o por bajo rendimiento.

 

Un problema latente en la NFL

  • Muchos me parecen todavía –ironizó Highfield-. La NFL es cada vez más dura. Los rushers son más rápidos, los linebackers más contundentes, y los linieros ofensivos que deberían protegerlos salen de la universidad peor formados. Por otra parte, los entrenadores cada vez ordenan más jugadas de pase, exponiéndolos más, y si los resultados no acompañan, no dudan en sacar al suplente. Saben que los propietarios de las franquicias no toleran temporadas con balances negativos y se juegan su trabajo. En este escenario, la NFL se ha convertido en una máquina de quemar quarterbacks, y a estos no les queda más remedio que arriesgar, tanto en su físico como en su estilo de juego, así que no me extraña que se lesionen más, y que se extienda la sensación de que cada vez juegan peor.
  • Quizá tengas razón, pero me importa un carajo –confesó Williams-. La consecuencia es que hay cada vez más quarterbacks suplentes asumiendo papeles de titulares. Esto provoca que tengan más exposición mediática y claro, los representantes, que consiguieron sus contratos por cuatro perras, se están forrando. Un agente infiltrado en la mafia nos ha asegurado que la “cosa nostra” está detrás de este turbio negocio.
  • Lo siento, pero ni por la salvación del alma del hijo de J.J. me metería en ese nido de escorpiones. Tendrás que buscarte otro pringado, inspector.
  • Tranquilo, no te pido que te pongas en peligro, tan solo que investigues. Si se han metido los italianos no me extrañaría que en el ajo estuviesen también rusos, chinos, puertorriqueños, … Lo último que necesito es otra guerra entre bandas tan cerca de la jubilación. No puedo mandar a mi gente, porque sus tentáculos son tan largos que los descubrirían al momento, pero a ti siempre se te ha dado bien moverte en los bajos fondos. Husmeas un poco y me cuentas. Eso es todo.
  • Contigo, eso nunca es todo –sentenció Highfield-.

 

 ¿Habrá realmente una conspiración mafiosa para hacer titulares a los quarterbacks suplentes?

 

Misión en Seattle

Tal como le había asegurado el abogado, James Johnson, más conocido por Junior, salió de la prisión poco después del mediodía. Highfield había llegado a Seattle el día anterior, tras engañar a Amanda diciendo que iba a observar a un prometedor aspirante a boxeador. Nada más ver el destartalado e inconfundible coche de Highfield, Junior empezó a correr en sentido contrario. El ex-detective casi tuvo que atropellarle para que se detuviera.

  • Te dije que me dejaras en paz, Highfieldle espetó-. No quiero saber nada de ti.
  • Ni yo tampoco de ti Junior, pero el caso es que aquí estamos. Sube, nos volvemos a casa. Pero de camino, me ayudarás en una cosa que tengo que hacer.
  • Entiendo que no puedo negarme. ¡Y no me llames Junior, mi nombre es James! Nadie me llama así desde los 6 años.
  • Lo que tú digas Junior.

 

Ivan Dolerov vivía en una lujosa mansión al este de Seattle. Aunque oficialmente jubilado, a sus setenta y largos años, seguía controlando con mano de hierro la mafia rusa de todo el país. Dolerov había sobrevivido a un intento de acabar con su vida a manos de la bratva ucraniana, desarticulada por Highfield, por lo que se sentía en deuda con el antiguo detective de policía, de ahí que accediera a entrevistarse con él.

  • Ha pasado mucho tiempo Highfield –dijo Dolerov brindando con su vaso de Kvass-. ¿Qué te trae tan lejos de tu ciudad?
  • Estoy investigando un asunto… De un tiempo a esta parte, los quarterbacks de la NFL están cayendo como moscas y, cada vez más, los suplentes están cobrando protagonismo. Me preguntaba si usted podría iluminarme sobre si hay alguna mano negra detrás.
  • Ah, “moy drug”, los quarterbacks de hoy en día se han vuelto unas nenazas. ¿Dónde han quedado los hombres de hierro, como Favre, Roethlisberger y sus mil heridas, Kurt Warner, … o incluso los mismos hermanos Manning, con su pinta de payasos, pero duros como el kremlin? Estos jovenzuelos, a la mínima se van al banquillo, o esos doctores de pacotilla les dicen que no pueden continuar jugando. Tanta mojigatería está acabando con la esencia de este deporte.
  • Sí, pero aun así –intervino Junior-, en su propio equipo, los Seahawks, tienen de titular a un segundón como Geno Smith; y recientemente, ha tenido que ser sustituido por Drew Lock, quien ya estaba prácticamente desahuciado. No me negará que parece sospechoso.
  • ¿Quién es éste? –preguntó Dolerov a Highfield
  • Es Junior, mi sobrino –mintió Highfield, consciente de la grave metedura de pata que había cometido su protegido al hablar delante del don sin permiso-. Le estoy enseñando el oficio.
  • Pues no lo estás haciendo nada bien –le recriminó Dolerov-. A mi edad, tengo cosas más interesantes que hacer que preocuparme por esos pomposos bastardos sobrepagados y sobrevalorados. La reunión ha terminado.

Mientras salían de la mansión del mafioso, Highfield recriminó a Junior su actitud.

  • ¿Cómo se ocurre faltarle al respeto al don en su propia casa?
  • ¡Pero si ha empezado él! Te ha llamado mendrugo.
  • Idiota –le gritó Highfield mientras le daba un capón-. Eso es “amigo mío” en ruso.
Mientras los quarterbacks acaparan los focos, se olvida que la verdadera razón por lo que los suplentes hacen mejor o peor papel se debe al tutelaje de grandes entrenadores como Pete Carroll (foto: Joe Nicholson/USA TODAY Sports)

 

Sospechosos movimientos en la costa oeste

Antes de regresar a la costa este, Highfield dio un rodeo pasando por Los Angeles. Quería reunirse con Chang Chu-Yo, el jefe de la Triada China. De joven, Highfield había facilitado la nacionalización de un primo suyo, propietario del restaurante donde solía ir a cenar, y a través de él consiguió una cita.

La casa del señor Chang era sorprendentemente modesta dado el poder que acumulaba su diminuta figura. Un pequeño piso en el centro de Chinatown, eso sí, completamente inaccesible al tener controlados por sus secuaces todos los bloques que lo circundaban.

  • Ah, señor Highfield y acompañante, sean bienvenidos. Mi esposa les servirá un té –les invitó Chang con su melosa voz-.
  • No le entretendré mucho señor Chang. Me gustaría saber si, con su sabiduría, podría orientarme sobre una conspiración para quitar de en medio a los quarterbacks.
  • Ah, ustedes los estadounidenses, locos con su deporte favorito. Cuando mis antepasados se establecieron en San Francisco, nadie cuestionó que Young reemplazara a Montana. El paso de la vida es como el viento, puedes sentirlo, pero no oponerte a él.
  • ¿Un proverbio chino?
  • No, la frase que me salió anoche en la galletita de la suerte de después de cenar. Pero volviendo al tema, la verdad es que nos estamos haciendo de oro con este asunto. Imagínese la de camisetas falsas que estamos vendiendo con los nombres de Stick en los Chargers, O’Connell en los Raiders, Browning en Bengals, Rudolph en Steelers, Minshew en Indianápolis,… Hasta de Rypien en los Rams, pero nada comparable con Dobbs en dos equipos, Cardinals y Vikings. Ahora estamos preparando una tirada de Darnold en los 49ers por si acaso. Para nosotros, todo este tema está resultando un negocio redondo, pero créame, nuestra comunidad solo pretende aprovechar las oportunidades que se presentan. De ninguna manera nos involucraríamos en un mundo tan volátil como el de los quarterbacks de la NFL.
  • Sí, pero no me negará que, cuanta menos competencia, más posibilidades de que destaque un quarterback tan mediocre como Purdy. ¡Un Mr. Irrelevant nombrado MVP! Esto sí que dispararía las ventas de su camiseta –apostilló Junior-.

Con el gesto contrariado, Chang respondió entornando los ojos.

  • Purdy está siendo uno de los mejores quarterbacks de la competición. Si el resto han bajado su nivel, no es problema suyo. Y quien afirme que su buen juego es solamente fruto de la calidad de sus compañeros, es que no le ha visto en acción. Su presencia en el pocket, la precisión de sus pases o la ejecución de los engaños sólo es cuestionada por ignorantes con prejuicios que únicamente se guían por su posición en el draft. Purdy es un quarterback plenamente legítimo, y esta reunión acaba de terminar. Por respeto a mi primo, les daré una hora para abandonar la ciudad. No vuelvan.

Mientras bajaban las escaleras a toda prisa, Highfield volvió a recriminar a Junior ser incapaz de mantener su bocaza cerrada.

  • Todo lo que estaba diciendo me parecía un cuento chino –se defendió Junior-.

 

Para una competición que adora las historias de cenicienta, la fantástica temporada de Brock Purdy está siendo una bendición (foto de Gregory Shamus/Getty Images)

 

Investigando en el Medio Oeste

Tras dejar la soleada California, Chicago les recibió con una imponente nevada. Para congraciarse con Highfield, Junior concertó una cita con el “corona” más importante de la mara puertorriqueña. Highfield no quiso preguntarle de qué le conocía. Encapuchados durante un trayecto en coche de casi una hora, llegaron a la finca donde les esperaba Carlos Reyes, alias “Caco Kings”.

  • Por fin te veo el pelo, pinche cabrón. Ya era hora que vinieras a pagarme lo que me debes.
  • Tenía que buscar a mi contable –dijo Junior señalando a Highfield quien le miró furioso-. Arregla con él lo monetario, creo que a cambio quería hacerte unas preguntas.
  • Paga primero, huevón, y después me puedes preguntar lo que quieras.
  • Señor Caco, –empezó a hablar Highfield mientras sus secuaces le desplumaban la cartera-, ¿está haciendo negocio con la proliferación de quarterbacks suplentes en la NFL?
  • ¡Ay, pendejo, el jodido futbol americano! ¿Qué se nos ha perdido a los latinos en ese deporte de culiabiertos, donde se pegan sin sentido por un melón? El béisbol, ése sí que es un deporte. Pero claro, ahora ya ha entrado la Yakuza japonesa, y no hay quien le meta mano.
  • Entonces, ¿no tienen nada que ver con la pobre calidad del juego de los quarterbacks de esta temporada?
  • Escucha bien, comemierda, tus quarterbacks han sido así de malos toda la vida. Lo que pasa es que los viejos como tú tenéis idealizado el pasado. Os llenáis la boca con las hazañas de Brady, de Rodgers, de Marino… y os olvidáis que todos ellos convivieron con otros quarterbacks tan inútiles como los actuales. Buenos, lo que se dice buenos, ha habido apenas media docena por cada década. El resto, relleno, como ahora. Solo tenéis añoranza de vuestro diosito Brady, no estáis llevando bien su jubilación. Bueno, la verdad es que tampoco él. En cuanto en una temporada, por lo que sea, bajan el nivel los Mahomes, Burrow, Allen o Lawrence, ya os parece que se acaba el mundo.
  • Sí, pero aquí mismo, en Chicago, habéis hecho titular a Bagent, que ni siquiera fue drafteadoapuntó Junior-.
  • Porque ya es hora de que los jóvenes vengamos a revolucionar este mundo. Sólo consideráis buen quarterback al que se planta impoluto a 6 metros de la acción, bien defendido por sus gordos, y que solo sale del pocket para recibir la ovación, cuando otros hacen el trabajo sucio. No entendéis que estamos en otra era, aquí hay que ganarse el puesto corriendo. Y si caes muerto en la jugada, pues una bonita tumba y que otro salga en tu lugar. Exactamente igual que cualquier otra posición, basta ya de privilegios. ¡Y ahora, fuera de mi propiedad cagando leches! –exclamó Caco empezando a disparar al aire mientras Highfield y Junior salían corriendo por piernas-.
  • ¿Comprendéis ahora mejor a los quarterbacks correlones que escapan por salvar el pellejo? ¡Ja, ja, ja! –rio Caco-.

Al oír reírse a su jefe, los secuaces que le rodeaban hicieron lo propio, aunque realmente no entendían el chiste.

A menos que quarterbacks y entrenadores tomen conciencia de lo importante de su papel en el equipo y asuman menos riesgos, nos tendremos que ir acostumbrando a que cada vez más, los quarterbacks suplentes cobren un mayor protagonismo (foto: NBCsports)

 

Peligroso encuentro con la mafia irlandesa

De vuelta a la costa este, Highfield y Junior pararon en Boston. Todo el mundo sabía que el clan de los irlandeses se reunía en el pub de O’Ribley, así que entraron y se dirigieron a la barra.

  • ¡Pago una ronda en honor a Mac Jones! –exclamó Highfield para que todos le oyeran-.

El silencio se volvió sepulcral en el pub. Junior huyó del local como alma que se llama el diablo mientras Highfield sentía que todas las miradas se clavaban en él. Un par de matones, secundados por el propietario, lo sacaron en volandas a un callejón próximo al establecimiento.

  • ¿Te has vuelto loco, hijo? –le preguntó O’Ribley-. ¿Quieres morir joven?
  • Sólo buscaba una oportunidad para poder hablar con usted a solas. ¿Tiene su organización algún tipo de interés en que hayan saltado tantos quarterbacks segundones a la titularidad?
  • ¡Ja, ja, ja! –rio con ganas O’Ribley haciendo aún más sonrosadas sus mejillas y mostrando una dentadura mellada por las peleas de juventud-. Por supuesto, aquí todos preferimos al limitado de Zappe antes que al inútil de Mac Jones, pero una vez retirado Brady, realmente nos da igual.
  • Pero si el resto de equipos de la NFL también tiene problemas en la posición de quarterback, mejor para ustedes, ¿no? –gritó Junior escondido tras un contenedor de basura-.
  • Dígale a su amigo que no me gustan sus insinuaciones –dijo O’Ribley apuntando con el dedo a Highfield sin un atisbo de piedad en sus ojos-. Si se han convertido en titulares los Wilson en Jets, Levis en Titans, Heinecke en Atlanta, Beathard en Jacksonville, Rudolph en Pittsburgh o Mullens en Minnesota, nosotros no tenemos nada que ver. Busque a los responsables entre quienes presionan a los medios, o en la dirección de las plantillas. La noticia no es mantener al titular, sino que salga el suplente. Las franquicias ya no tienen aguante con sus quarterbacks. La paciencia es una virtud que ya solo tenemos los viejos. Y si quieres llegar a serlo, te recomiendo que dejes este tema. Hoy estáis de suerte, celebramos el cumpleaños de mi nieta y no quiero llegar manchado de sangre, así que podéis marcharos.

 

Cualquier quarterback que se enfunde la camiseta de Patriots, ya sea Zappe o Jones, saldrá perdiendo en la comparación con Brady. En general, su ausencia deja huérfana de calidad a toda la liga (foto: NBC)

 

Vuelta al inicio en New York

Apenas dejaron el puente de Brooklyn, una limusina interceptó el coche de Highfield. Dos abigarrados esbirros salieron de ella y, con un marcado acento siciliano, le pidieron a él y a Junior que los acompañasen a Long Island, a la residencia de Lucio Rizzo, el capo más poderoso de la “Cosa Nostra”. Encontraron al don en el huerto, recogiendo naranjas.

  • Te creía retirado, Highfieldle dijo al ex-detective-. Sin embargo, mis contactos me han informado que estás haciendo muchas preguntas a la competencia. Me parece una falta de respeto que no vinieras aquí primero. ¿Queréis unas naranjas? Recién cogidas del árbol es como más buenas están.
  • Me gusta la fruta –dijo Junior alargando el brazo hacia una de ellas, mientras Highfield le daba un manotazo-.
  • Disculpe a mi amigo, padrino, no conoce las buenas costumbres. Si le han avisado de mi llegada, supongo que ya sabrá lo que quiero, ¿no?
  • Así es Highfield, así es. Andas preguntando por ahí sobre por qué los equipos cambian tanto de quarterback, centrándote en lo deportivo en vez de en lo realmente importante: sigue el rastro del dinero.
  • No le entiendo…
  • Los Mulugheta, Segal, Rosenhaus… y toda esta escoria de agentes son los que están envenenando este deporte. ¿Para qué conformarse con una lucrativa comisión en el contrato de un quarterback titular, si puedes conseguir otro pelotazo con el de su suplente? Incitan a sus representados a que se expongan más para salir en los highlights, y tengan más likes en sus redes sociales dirigidas por ellos, les obligan a ocultar sus lesiones, a que hagan huelgas por un mejor contrato y lleguen peor preparados, presionan a los medios informativos que controlan para que hagan campañas a favor de sus representados relegados a la suplencia. Huelen el dinero como los tiburones la sangre, y con la fortuna que se están dejado las cadenas en los derechos televisivos, hay mucho a repartir. Y esto es solo la punta del iceberg. Los contratos de publicidad son todavía más rentables. Ellos son la auténtica mafia que maneja este negocio, y no nuestras familias.
  • Pero todo esto debe afectar a sus intereses tradicionales: las apuestas deportivas, la reventa de entradas, incluso el tráfico de sustancias dopantes. No puedo creer que no hagan nada por evitarlo.
  • Tú lo has dicho, nuestros asuntos son discretos, clandestinos. Sin embargo, quitar o poner un quarterback de la NFL llamaría demasiado la atención. ¿Me alegro de que uno de los nuestros, como Tommy DeVito, dirija a los Giants? ¡Por supuesto! ¿Que haya regresado Joe Flacco del retiro y metido a los Browns en playoffs? ¡Magnífico! Pero no te confundas Highfield. Nosotros no hemos tenido nada que ver. Por eso os voy a dejar que salgáis con vida de aquí, para que transmitas este mensaje a ya sabes quién.
Cuando ya parecía que Flacco había enfilado su salida de la NFL, regresó a los 38 años para su 17ª temporada. Sin pretemporada ni apenas entrenamientos, en sus 5 partidos como titular ha metido a unos mermados Browns en playoffs, lanzando 13 touchdowns (más que el resto de quarterbacks de Cleveland en todos los partidos anteriores) y ganándose el respeto de técnicos y aficionados (foto: wgntv.com)

 

Un desenlace incómodo

  • ¿Me tomas el pelo, Highfield?
  • Ya quisieras, Williams, estás calvo. Me he cruzado todo el país sólo para confirmar que tu confidente te ha engañado. Y estoy convencido que recibiendo instrucciones del propio Goodell.

El inspector no daba crédito a lo que Highfield acababa de contarle. Según el ex-detective, era la propia NFL la culpable de haber provocado la caótica situación actual, y trataba de despistar implicando a la mafia. Su afán desmedido por proteger a los quarterbacks había resultado contraproducente, ya que ahora estos se sienten intocables y, por tanto, arriesgan más. Corren sin preocuparse de hacer bien el slide, aguantan en exceso en el pocket reclamando falta personal con aspavientos cuando son golpeados… ¡les faltaba el tush-push para hacer el trabajo que antes realizaban los fullbacks!

Pero no todo es culpa suya. Cada vez llegan peor formados a la NFL, y es normal. Pocos son los que apuran todo el periodo colegial. Para 3 años que van a estar en college, a las universidades no les merece la pena invertir en su formación, sino hacer todo lo posible por ganar ya. Si con el físico, o con la potencia de brazo les es suficiente, con esto les vale. No es su objetivo formar jugadores, sino ser competitivos y obtener visibilidad mediática (y económica) en el menor plazo posible.

Si la NFL realmente quiere un mejor nivel de calidad en los quarterbacks, quizá debería fomentar ligas alternativas que les sirvan de formación, como la UFL o incluso la Liga Europea. Igualmente, podría ajustar su reglamento para que no les resulte tan sencillo tirar pases a lo loco buscando que los árbitros piten interferencia defensiva, o eliminar la impunidad en los “intentional grounding”, obligándolos así a una mejor lectura de las defensas.

 

No hay soluciones fáciles a problemas complejos

Sobre el hecho de que reciban menos golpes, poco más se puede hacer, porque iría contra la esencia misma del football si no se les pudiera ni tocar. Pero se deberían cumplir exhaustivamente los protocolos médicos, y evitar que jueguen si no están en completas condiciones atléticas y lúcidas. Para que puedan recuperarse mejor, no estaría mal añadir otra jornada de descanso, o planificar los partidos del jueves para que los jueguen equipos que vengan de bye, y así evitar que jueguen sin siquiera dejar una semana de margen entre partido y partido.

  • Pero claro, todas estas medidas podrían implicar una reducción de ingresos –añadió Highfield-, y no sé si la NFL está del todo convencida en querer recorrer este camino. Así que supongo que tratará de desviar la atención, para que las cadenas televisas le sigan pagando dinerales, aunque el producto que emitan sea cada vez peor. En el fondo, los quarterbacks son las estrellas de este deporte. ¡Si hasta serán capaces de otorgar el premio MVP a cualquier quarterback antes que dárselo a un runningback como McCaffrey, que es quien más se lo merece!
  • Entiendo que me han utilizado entonces –reconoció Williams-.
  • Así es. Tal como tú lo has hecho conmigo. Supongo que ya sabrás que Amanda me ha dejado en cuanto se enteró que regresé a la actividad. Y en cambio, ahora tengo que hacer de niñera de un descerebrado como Junior. Estoy harto de que me mezcles en tus trapicheos con la NFL. Este ha sido el último caso que pienso llevar.
  • Ya veremos –murmuró Williams-.
No deja de resultar curioso que precisamente dos quarterbacks muy castigados por las lesiones y su estilo de juego como Lamar Jackson y Tua Tagovailoa sean precisamente de los pocos supervivientes de esta escabechina de quarterbacks (foto de Matt Rourke para Associated Press)