El héroe silencioso: Killing me softly

El cuchillo más lento, el que se toma su tiempo, el que espera durante años sin olvidar y se mete entre los huesos silenciosamente; es el cuchillo que corta más profundo. Son casi las primeras palabras que pronuncia Talia al Ghul en toda la película. Justo después de quitarse la careta de Miranda Tate y de clavarle a Batman un cuchillo en el costado, en la zona sin protección, en el lugar que te mata lentamente sin remisión. Su discurso tiene un algo de soberbia y vanidad. Es también una explicación y una excusa, aunque no la necesite. Y, por último, es el rato ocioso que todo malvado que se precie le concede al bueno para rehacerse y sobrevivir. silencioso silencioso silencioso 

He escuchado, pero también leído, que Saquon Barkley ni siquiera tuvo que hacer un buen partido el domingo por la noche para decidir la balanza a favor de los Eagles. Todo el mundo le esperaba, la mayoría de los focos estaban sobre su cabeza, se lo había ganado. Y sin embargo no brilló, no brilló como acostumbraba esta temporada, pero: ¿es cierto que su partido no fue bueno? Vamos a poner unos datos sobre la mesa. Mi creencia es muy otra.

La primera jugada de ataque del partido fue una carrera corta para Saquon. La primera jugada de la segunda parte para Eagles fue un pase corto de Hurts para Saquon. Acarreó el balón 25 veces sin fallo. Perdió alguna yarda en jugadas puntuales, cierto. Su máximo avance por tierra fueron 10 yardas, sí. Eso para él es el equivalente a un paseo por el campo recogiendo margaritas. Pero percutió. Y percutió. Y percutió. Le permitió al equipo llevar el tempo del partido. Además de las carreras, Hurts le lanzó 7 balones de los que atrapó 6. El séptimo acabó en un pañuelo estúpido para Nick Bolton en un segunda y 26. Les voy a ofrecer unos números fríos para completar el dibujo.

 

Saquon en plena Super Bowl / insidetheiggles.com

 

294, 128, 213, 232. Fueron los segundos que se comió del reloj Philadelphia Eagles, por cuarto, gracias a las jugadas por tierra de Barkley. Son casi 15 minutos. Un cuarto entero solo con sus avances. Cada golpe, cada embestida, cada movimiento de cadera tenía sentido y surtía efecto. Y los segundos caían como losas. Y la desesperanza teñía los rostros de Mahomes y compañía en la banda. Si sumamos los 226 segundos que gastó en sus recepciones hacen un total de 18 minutos. De los 60 del partido. Es una bestialidad. Es el cuchillo que se clava y mata, hurgando en la herida, horadando, penetrando centímetro a centímetro hasta que ya es demasiado tarde. No te enteras de que te estás muriendo y ya estás muerto.

Por volver a Batman de nuevo, y tergiversando un poco la cita, Saquon fue durante la Super Bowl no el héroe que se merecía Eagles, no el que había demostrado durante el año, pero sí el que necesitaba. Alejado de los focos. Con trabajo de chapa y pintura. Sin brillo, sin fallo, sin falta. Sin anotar touchdowns. Sin hacer big plays. Sin levantar a los espectadores de sus asientos. Se dedicó a ganar el campeonato. Y lo hizo.

 

 

Pablo López | @jucort365