El planeta de los Siemian

  • ¡Houston, tenemos un problema!
  • No me lo recuerdes. No elegimos en el draft hasta la posición 68.
  • Hablo en serio. Los controles de la nave se han vuelto locos. Hemos perdido referencia visual con la estación espacial. Estamos saliendo de órbita. Tengo la impresión que entramos en un agujero de gusano. ¿Houston? ¿Me recibís?

Aquella breve conversación era lo último que recordaba el Comandante Taylor antes del impacto contra el suelo. Único superviviente del transbordador espacial, cuando despertó se encontró rodeado de unos seres antropomorfos, semejantes a primates prehomínidos, quienes se habían encargado de curar sus heridas. Eran de naturaleza en apariencia inofensiva, dotados de cierta inteligencia, y un primitivo lenguaje compuesto por gruñidos guturales.

Tras unas duras primeras semanas, donde la desesperación se apoderó de él, finalmente decidió aceptar su destino. En la esperanza de que el geolocalizador interestelar de la nave hubiese funcionado lo suficiente como para enviar a la NASA una señal hacia donde dirigir una misión de rescate, trató de pasar el tiempo de la mejor manera posible. Utilizando como balones unos frutos semejantes a cocos, enseñó a aquellas criaturas a jugar al football.

Para su sorpresa, estos simios entendieron rápidamente las reglas del juego. Bueno, en realidad todas excepto la de la recepción, que nunca tenían claro cuándo era y cuándo no. Algunos de ellos incluso mostraban una inusitada destreza para la posición de quarterback. No diría que para ser titulares indiscutibles en la NFL, pero al menos pasarían por dignos suplentes con ciertas aspiraciones.

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Trevor Siemian

Al primero que adiestró le llamó Siemian, y por extensión así denominó al resto del grupo. Como su homónimo humano, comandó la manada sin estar previsto que lo hiciera cuando el alimento empezó a escasear. Tras encontrar un nuevo hogar para el clan, cedió el liderazgo a otro pariente de su familia, un primo al que Taylor apodó Cousins, quien ciertamente estaba mejor dotado para el football.

Sin embargo, trazando imaginarios paralelismos con la Tierra, el comandante reflexionó sobre las posibilidades del nuevo QB suplente de los Vikings. Pese a la ingente fortuna invertida en Cousins, tanto por Washington como por Minnesota, su condición de titular no está consolidada. No sería la primera vez que un cambio de aires (y de sistema) no produce los efectos esperados. Véase el caso Osweiller en Houston. La ofensiva vikinga, más que a la brillantez, está orientada a la regularidad. Si a Cousins le sale su vena heroica, y compromete los resultados del equipo, no descartaría una vuelta a cánones más sobrios en la figura de Siemian. Un QB que probablemente no le va a dar, pero tampoco a quitar.


Teddy Bridgewater

Otro simio bastante dotado para football era uno a quien, según el comandante entendió de la primitiva lengua de estos hominoideos, su madre había dado a luz mientras cruzaba por un tronco sobre un río. Por esta razón, le bautizó como Bridgewater. Había desarrollado una especial simpatía hacia él, ya que habían compartido convalecencia. Mientras el comandante se recuperaba de sus heridas, el primate hacía lo propio con una rodilla lastimada.

Antes de su infortunio, el tal Bridgewater era a ojos del comandante el mejor QB del clan. Por esta razón le recordaba mucho al nuevo QB de los Jets, ahora suplente de McCown, y tras el draft, del nuevo QB rookie que presumiblemente adquirirán en su pick#3 que tanto les ha costado. Su situación es complicada, pero no imposible. Antes de nada deberá recuperarse totalmente de su gravísima lesión, pero si consigue hacerlo, aun tendría alguna oportunidad.

McCown está en la cuesta abajo de su carrera, no debería ser un rival imbatible. Por su parte, del novato, como tal, es una incógnita su rendimiento. Nadie puede adivinar cómo resultará en la Gran Manzana. No se puede ignorar la posibilidad de que no alcance las expectativas, y quién sabe si los técnicos blanquiverdes decidan optar entonces por la experiencia del de Louisville.


A.J. McCarron

Había otro ejemplar con interesantes habilidades para quarterback, que sentía una especial adicción por unas bayas con forma de macarrón. El comandante le llamó McCarron, ya que como aquel, su imagen era engañosa. Pese a su rostro de empanado, había conseguido aparearse con una de las hembras más pretendidas del grupo. Y como su semejante terrícola, poseía otras cualidades ocultas para el gran público, que sólo veían su incapacidad para arrebatar a Dalton la titularidad en Cincinnati.

McCarron supo llevar con destreza a la universidad de Alabama al título nacional. Cuando tuvo que dirigir a Cincinnati, sólo sufrió dos derrotas: una en Denver en la prórroga, y la controvertida eliminatoria de wildcard contra Pittsburgh, en la que no se le puede culpar de la debacle final. Tiene más carácter del que aparenta, y su juego no está exento de calidad. Sabe ganar partidos sin necesidad de tener que convertirse en el principal protagonista. Si recibe la confianza de sus técnicos, puede resultar una sorpresa para quienes únicamente le ven como QB puente hasta que otro más joven esté preparado.

 

Case Keenum

El comandante llamó Keenum al simio más afortunado del clan. La indisposición de los líderes naturales provocó que tuviera que guiarles en una peligrosa travesía. El acierto del homínido en tal complicada circunstancia le otorgó favores de macho alfa entre sus congéneres. Su habilidad como quarterback siempre había sido discreta, pero como suele pasar cuando la figura de alguien se magnifica por un hecho puntual, a todos les pareció mejor de lo que realmente era, tales fueron las alabanzas y privilegios que recibió.

Del mismo modo, el Keenum terrícola aterriza en Denver como salvador, pero debe andarse con ojo. Su situación no difiere demasiado de la de Glennon en Chicago el año pasado, que todos sabemos cómo terminó. Nada le asegura que equipo draftee otro QB en 1ª ronda. Esta temporada cobrará los 18 millones «estándar» de un QB titular, pero para 2019 sólo dejaría 10 millones en dinero muerto si los Broncos deciden tomar otra dirección. Una cantidad asumible. Pese a su excelente temporada en Minnesota, todavía debe quitarse la etiqueta de suplente afortunado, de “one-year-wonder”. De quarterback del “planeta Siemian”.


Nick Foles

Tenían aquellos prehomínidos ciertas creencias pseudoreligiosas. Su guía espiritual, un simio generoso y humilde a quien el comandante llamó Foles, no estaba mal dotado para el football. Cuando las esperanzas de sus congéneres flaquearon, tomó las riendas del grupo, llevándoles a las más altas cotas de prosperidad. Cumplido su propósito, en vez de henchirse de merecida vanidad, retomó su discreta posición en la comunidad.

Al comandante no podía recordarle más al reciente MVP de la última Súper Bowl. En lugar de reclamar airadamente por una titularidad, un millonario aumento o un lucrativo traspaso, aceptó su condición de suplente en Eagles, a sabiendas que las puertas de la titularidad las tiene cerradas por el prometedor Wentz.

Sin embargo, la desafortunada lesión de la pelirroja promesa de Philadelphia, podría llevarle a iniciar los primeros partidos de 2018. Por bien que lo hiciera Foles, su porvenir en Philly está escrito, y es la suplencia. No obstante, puede suponerle un escaparate inmejorable para el año siguiente en que será agente libre. O mejor aún, abrir los ojos a franquicias necesitadas de quarterback por lesión o fracaso del titular. No sería la primera vez que Eagles obtiene un suculento botín por traspasar a un QB reserva.


Alex Smith y Sam Bradford

La popularidad por el deporte se hizo extensiva a otras comunidades cercanas. El comandante Taylor comprobó que las habilidades para quarterback no eran exclusivas de los primates de su tribu. Se organizaron partidos entre ellas, en las que pudo constatar la destreza de un par de ejemplares. Uno de ellos era un simio veterano, quien quizá debido a su edad, no era capaz de lanzar el balón muy lejos. Le llamó Alex Smith.

Otro de ellos tenía unas cualidades impresionantes, las mejores que había visto el comandante desde que llegó a aquel lejano planeta. Sin embargo, el pobre simio no había partido que no acabase malherido y tuviera que retirarse maltrecho. Le llamó Bradford.

El comandante reflexionó sobre lo injusto del destino para ambos QBs en la Tierra. Ya se les consideran amortizados, y poco más que signal-callers de transición. Sin embargo, Smith ha demostrado una profesionalidad y fiabilidad al alcance de pocos. Con 33 años es menor que Rodgers (34), y bastante más joven que Manning (37), Roethliberger y Rivers (36 ambos), no digamos ya los inalcanzables Brees (39) o Brady (40). Es lícito pensar que puedan quedarle varios años en activo, no entendía las prisas de todos en querer jubilarle ya.

Por parte de Bradford, su único problema (que no es pequeño) es la propensión a las lesiones. Pero siendo realistas, todos los QBs de la NFL están sujetos a dicha contrariedad. Si Arizona consigue encontrar la manera de protegerle bien, o minimizar su exposición al riesgo de ser golpeado (predominio del juego de carrera, jugadas donde se desprenda rápido del oval, etc.) podría tener un valioso titular para mucho tiempo, sin necesidad de verse abocados a la urgencia de buscar un nuevo QB en el draft.


Epílogo

Conforme pasaba el tiempo, el desánimo del comandante por la falta de noticias de la Tierra iba en aumento. En un desesperado intento por restablecer por su cuenta la comunicación con su planeta, regresó a la nave para recoger los restos de la radio con la idea de intentar repararla. Mientras abandonaba la pacífica comunidad de antropoides de camino al lugar del accidente, el comandante meditaba sobre sus recién adiestrados quarterbacks, y sus análogos terrestres.

Ciertamente, les había tomado cariño, y deseaba que allá en la lejana Tierra les fuese bien a sus equivalentes. Sabía que era difícil. En la NFL actual, las ventajas de contar con un QB en contrato rookie son inmensas para los clubes. Los honrados veteranos suplentes lo tienen realmente complicado para triunfar. Por cada habitante del “planeta Siemian” que lo consigue, hay docenas que quedan relegados a mentores y sujetadores de portapapeles. Aun así, estaba convencido que alguno de ellos sorprendería a todos, volteando su destino prefijado.

De pronto, algo llamó la atención del comandante. A lo lejos se veía lo que parecía… pero no, no podía ser. Echó a correr por la playa. A medida que se acercaba, sus temores crecían, confirmando su primera impresión. Semienterrados en la arena, unos ajados goal-posts se erguían frente a él mostrándole la cruda realidad. Todo este tiempo había estado en la Tierra. Su hogar, tal como lo había conocido, había dejado de existir siglos atrás. Preso de la impotencia, se arrodilló ante ellos, llorando y gritando desconsoladamente.

  • ¡Malditos maníacos! ¡Habéis destrozado todo! ¡Yo os maldigo!