Hay algo ingenuamente bello en un reguero de sangre salpicado encima de un manto de nieve blanca, óleo sobre lienzo. Algo morboso, algo oscuro, algo vívido, algo resplandeciente. Dos detectives (gabardina volando al viento, guantes de cuero, pericia en la mirada) siguiendo la pista de un criminal, tal vez un asesino en serie. En todos los capítulos había un toque sobrenatural latente, una vía imposible que parecía llevar a la explicación más compleja de todas. Ockham deconstruido.
El racionalismo intentaba doblegarte pero tú, abstraído quinceañero, un tópico ambulante con acné y pelusilla, te resistías. Abrazando tenaz el romanticismo, apostando por las tinieblas siempre. Cómo no iba a fascinarnos Expediente X, con sus paisajes grandilocuentes y sus brutales crímenes sin móvil aparente en tiernos pueblecitos de Vermont sepultados por el invierno. Somos sobrinos de Chris Carter.
Middlebury Panthers y el tanque
En uno de estos parajes, frente a las Green Mountains, se alza Middlebury la orgullosa con sus 10 mil habitantes y su coqueta Universidad hogar de, entre todos los animales del mundo, los aguerridos Panthers. Compiten en una subdivisión de la tercera categoría de la NCAA que reúne a los College que no ofrecen becas escolares por rendimiento deportivo a sus estudiantes. La NESCAC es su estimulante nombre o New England Small College Athletic Conference. Oirán hablar de ellos pronto, quizá este mismo año.
Pues Middlebury fue la única Universidad en ofrecerle un lugar en el mundo a Thomas Perry, El Tanque, tal vez el línea ofensivo con mayor techo de este Draft. Es una bestia humana, un deportista único, un trabajador innato. Uno de esos tipos que se siente privilegiado por lo que la vida le da y que le devuelve a ésta el doble de lo que recibe. Notazas en su doble grado en Biología Molecular y Matemáticas, incansables entrenos desde antes del amanecer: corriendo, levantando hierros, con la bici.

Firmó su commit con la Universidad apenas 24 horas después de que le admitieran y ya durante su primera semana dejó patente el tipo de jugador y, sobre todo, persona que tenían entre manos. Por supuesto, es el primero en la historia de Middlebury en ser invitado a la Shrine Bowl y a la Senior Bowl. No lo veréis en la Combine en lo que me parece un error histórico pero eso a él le dará igual. Seguirá levantándose a las 4 de la mañana, con una sonrisa pintada en el rostro. Seguirá empujando y trabajando hasta que le obliguen a parar. No conoce otra manera de hacer las cosas.
Hay, si acaso, una preocupación lógica por su evidente falta de snaps de alto nivel en competición. Pero dicen los que saben que su mecánica corporal y su posicionamiento de rodillas son de manual, que la velocidad de sus pies es abrumadora. Su suelo es de momento estable aunque incierto pero su techo es infinito.
¿De la DIII a la élite?
No es fácil obtener reconocimientos y flashes desde una villa recóndita de Vermont. Perry pasó muy por debajo del radar de reclutadores y cazatalentos. Pese a recibir todos los premios posibles durante estos años, su Universidad era simplemente minúscula. Triunfar en la NFL desde la DIII es muy complejo. Pero su ética de trabajo y su espíritu indomable le hacen inasequibles al desaliento. El Tanque siempre está dispuesto a otra repetición, a otro sprint, a otra sesión más. No le preocupa triunfar, no le inquieta que su sueño se resquebraje: lo vive cada día.
Es solo un muchacho sencillo que adora estudiar, entrenar y el football, sobre todas las cosas. Los vídeos de la Senior Bowl ya están circulando. Uno, en concreto, me apasiona: después de reducir a pedazos a todo línea defensiva que le ponen por delante, intentan involucrarle en una jugada de engaño en una anotación de dos puntos después de un touchdown. Perry coge el balón pero no es capaz de llegar a la end zone. Hacen falta más de media docena de defensores para tirarle al suelo.
Perry es como nadie es así, como un reguero de sangre roja sobre manto blanco, todo un expediente X a punto de ser descubierto. Raro pero atractivo, sencillo pero inconmensurable, listo e infatigable. Para el quinceañero que nunca llegó a morirse dentro de mí es imposible apartar la vista de esa mole sonriente. Los sobrinos de Chris Carter están orgullosos y son irredentos fans de Thomas Perry, el Tanque.
Pablo López | @Jucort365