Elijo no odiar

La definición de odio es algo como: «sentir o experimentar emociones fuertes de rechazo, antipatía, aversión, deseos de destrucción o de mal para el objeto en cuestión».

Eso es lo que debería sentir cualquier aficionado respecto a su equipo rival, eso es lo que nos han enseñado desde pequeños a la gente de mi generación en el mundo del soccer.

Si eres del Barça, tienes que odiar al Madrid. Si eres de la Real, tienes que odiar al Athletic, lo mismo con Sevilla y Betis y tantos otros casos.

Tienes que aprenderte las canciones para burlarte del rival, no ponerte jamás la camiseta porqué puede producirte urticaria, defender incondicionalmente a los tuyos y demás tonterías relacionadas con la venta de humo que uno hereda tanto de los medios de comunicación como de nuestros mayores.

Pero la cosa se complica cuando ya de más mayor, uno descubre otro deporte, un deporte que además de ser mucho más complejo, en los años 90 se tiene muy poca información. Empiezas a ver partidos rándom en el ya vintage Canal+ y por los motivos que sea, te enamoras de un equipo de Texas llamado Dallas, que sólo ubicas en el mapa por las películas de vaqueros y por la serie terrorífica de aquella época que ni siquiera has visto.

Entras en contacto con los primeros pases, las primeras carreras, los primeros sacks, intercepciones, touchdowns, cheerleaders, los triplets, algo random en forma de final llamado Super Bowl y ahí te quedas enganchado por primera vez y para siempre, del amor por este deporte y todo lo que lo rodea.

 

¿Pero dónde queda el odio en algo donde uno no ha recibido los inputs familiares o de los medios de comunicación inexistentes en tu país?

Uno, suficiente tiene con aprender normas, jugadas, nombres random, faltas que recuerdo renombrar como la international grounding, demasiadas cosas que pasan por tu adolescente cabeza en forma de explosión de datos que apenas puedes ordenar, como para pensar en quién tienes que odiar.

Poco a poco, vas aprendiendo quién son tus rivales, rivales de división que te vas a encontrar si o si, año tras año, los vas ubicando en el mapa, reconoces los logotipos en una carpeta que te compra tu padre para ir al instituto, pero ese sentimiento de odio, sigue sin aparecer porque absolutamente nadie de tu entorno, comparte contigo tu pasión, como mucho tu hermano y enciman se hace aficionado de un equipo que ni siquiera está en tu conferencia.

Ya con los años, uno va acumulando horas de visionado, aparece internet, el mundo se globaliza y puedes tener más información y al momento, de todo lo que sucede a 8000 km de distancia.

Ya tienes claro a tus rivales, ya sabes por quién deberías sentir más antipatía, buscas comentarios de aficionados locales hablando de esos equipos para hacerte una idea de qué tipo de aficionados te puedes encontrar en New York, Philadelphia, Washington y en el resto del país.

Pero lo bonito de este deporte a diferencia de los que hemos mamado aquí con nuestros deportes, es que el football, te deja disfrutar de esos grandes jugadores que te vas encontrando a lo largo del camino.

 

Dallas vs Washington… una rivalidad muy longeva / wamu.org

 

¿Como se puede odiar a leyendas de los 90 y de los primero 20 años del siglo XXI?

Es curioso, pero, hacer entender a alguien que tienes en el armario la camiseta de Montana, Brady, Manning, Rodgers, Brees, rivales todos de tu equipo y además, que coleccionas camisetas random que te trae la gente cuando viaja a los estados unidos. Todo ese tipo de cosas no entran en la cabeza de alguien que sí tiene animadversión por su equipo rival, sea el que sea.

El football permite poder disfrutar de esos grandes jugadores y, por supuesto, de sus respectivos equipos sin importar en que división jueguen y sin importar que algún día te toque jugar contra ellos y probablemente perder.

Cierto es, que la rivalidad existe, pero es una rivalidad pura y limpia, sin ingredientes añadidos, obviamente, no hace falta ser hipócrita, uno sabe quién son sus rivales y obviamente siempre va a desear que un equipo rival pierda, no tan sólo porqué la derrota rival favorece a tu equipo, sino también porqué la comunidad que se va creando alrededor tuyo, aún y siendo muy sana, va a recordarte lo mal que lo hizo un jugador de tu equipo o lo mal que ajustó tu coordinador defensivo en el tercer cuarto.

Este domingo se juega la Super Bowl nº57, eso significa que si tengo que seguir con lo que he heredado en términos de odio, tengo que desear que Kansas derrote a Philly por 70 puntos.

Nunca más lejos de la realidad, este deporte me ha enseñado (más siendo aficionado de Dallas) que esto es cíclico, aquí no manda don dinero. Si tu equipo no está bien organizado, vas a tener que hacer la travesía más larga del desierto hasta ver de nuevo a tu equipo levantar el Lombardi.

Más vale sentarte cada domingo desde septiembre hasta febrero en el sofá, disfrutar de lo que dure la andadura de tu equipo en la competición y intentar disfrutar de los que lleguen al escalón más alto.

Esto es sólo deporte, lo que deja este deporte es la capacidad de poder hablar de él, seguir conociendo y entendiéndolo, y sobre todo te deja la oportunidad de ir conociendo gente por el camino con la vas a compartir horas de tertulias, podcast, tweets.

Algunas tendrás la oportunidad de conocerlas en persona. Vas a conocer a gente de tus equipos rivales, pero realmente, no vale la pena ni medio segundo, empezar a comportarse como lo que vemos a diario en los deportes cercanos.

Esa gente, por el motivo que fuese, han elegido unos colores, los van a defender como es lógico, pero empiezan a principio de septiembre igual de ilusionados que tú por ver a ese agente libre, ese nuevo coordinador, ese pick alto del draft que viene a cambiar el deporte y tantos etcéteras. No es mi trabajo juzgar el porqué han elegido a ese equipo, al contrario, quiero saberlo, quiero que me expliquen cosas de ese equipo, de esa ciudad, de ese estado desconocido para mí.

No deseo que ganen los Eagles, es obvio que esa es la verdad, pero puedo ver y reconocer la gran temporada que han hecho, puedo ver a gente que aprecio, como vive con ilusión, cada peldaño subido hasta alcanzar el último piso. Puedo imaginar lo que sienten al ver semejante oportunidad en frente de sus ojos, el football me ha enseñado a tener empatía con mis rivales, para nada deseo una paliza histórica, simplemente espero una buena final y la confirmación que el siguiente nombre de la lista de camisetas a añadir a mi armario, lleve el nº15 y sea un tejano que realmente, sí que está cambiando este deporte. Pero no deseo una paliza ni un mal rato ya que mi empatía, tiene bloqueada la amargura de mi rival, que debería odiar pero no odio.

Buena semana previa, espero que los fans protagonistas la disfruten al máximo, que llegue el partido y compartan nervios, ilusiones, celebraciones de touchdowns, porqué, como buen aficionado de Dallas Cowboys, ese día pasa y al que realmente hay que odiar, es al lunes siguiente donde empieza la verdadera travesía por el desierto de la post-temporada.

 

Del Football, siempre se disfruta en gran compañia, nunca odiando al rival.

 

 

@SpainCowboys