Con la disputa de la Super Bowl LV, la temporada 2020 de la NFL llegó a su fin. Una campaña compleja como consecuencia de la pandemia provocada por la terrible enfermedad de la covid-19. Un torneo que, para muchos, debería llevar un asterisco por sus especiales circunstancias; pero que a la hora de la verdad, este asterisco, afortunadamente, ha sido mucho más pequeño de lo esperable.
Por tanto, no deberíamos dejar la competición de este año en el apartado de las rarezas, sino tomar buena nota de las enseñanzas que nos dejó. Y qué mejor ejemplo a seguir que el proporcionado por el campeón, los Tampa Bay Buccaneers. ¿Qué debemos hacer para ser campeones de la NFL?
1.- Fichar a Tom Brady
Obviamente, no hay receta más exitosa que contratar a un jugador cuya impresionante e inigualable media es de un anillo de campeón cada 3 años (lleva 7 en 21 temporadas como profesional). El futbol americano se ha convertido en un deporte donde juegan 11 contra 11 y gana Brady. Por desgracia, Tom sólo hay uno, aunque por su sorprendente longevidad, nadie podría asegurar a día de hoy que Tampa fuese su último destino.
Descartado el GOAT californiano, el mensaje subyacente es que necesitas un quarterback del más alto nivel para alcanzar el título. Así lo entendió Tampa, siguiendo el camino marcado por Denver cuando contrató a Peyton Manning. Así parece entenderlo también Rams cuando realiza ese costoso traspaso para conseguir a Stafford. Recordemos que tanto Winston como Goff fueron en su día pick#1 de sus respectivos drafts, pero sus franquicias entendieron que con ellos no iban a alcanzar el deseado destino.
Lejos quedan las superbowls ganadas por quarterbacks ajenos a la elite (los casos de Foles o Flacco fueron anomalías, ya que ninguno de ellos volvió a rendir a ese nivel). Como firme defensor de las trincheras, no soy sospechoso de “QB-centrista”, pero para llegar al último partido antes debes enfrentar a Mahomes, Rodgers, Wilson, Jackson… Es evidente que para salir victorioso de ahí, resulta imprescindible presentar un oponente de similar nivel.
Por lo tanto, cualquier franquicia que quiera plantearse seriamente el asalto al Lombardi, debe analizar primero si su quarterback titular tiene la calidad necesaria para tamaña gesta. En caso de respuesta negativa, ya puede empezar la gerencia a buscar uno, ya sea vía traspaso (a la agencia libre son contadísimos los casos en los que sale un crack), o apostando en el draft.
2.- Proteger tu inversión
De poco, o nada, sirve conseguir un QB-top si desde el club no son capaces de proporcionarle la adecuada protección para que pueda desarrollar su juego. A nadie se le ocurriría empeñarse por adquirir un deportivo último modelo, para después dejarlo aparcado en la calle, expuesto al vandalismo.
El superbowl LV puso de manifiesto, de forma cruel para los seguidores de Chiefs, esta realidad. Mahomes realizó un bravo partido, pero la necesidad de tener que huir del pocket para conservar su integridad física, le impidió desplegar gran parte de su magia. Es indudable que las bajas por lesión de Fisher (LT), Osemele (LG), Schwartz (RT), y previo a la temporada las de Duvernay-Tardif (RG) y Niang (OT) por el covid-19, tuvieron un impacto decisivo en la final. Conclusión: nunca se tienen suficientes buenos linieros ofensivos, siempre hay que invertir en esta unidad.
Los bucaneros siguieron esta línea. No sólo ficharon en 2018 a Jensen, haciéndole el center mejor pagado de la liga, sino que continuaron reforzando la unidad en los drafts de 2018 con Cappa (RG), y 2020 con Wirfs (RT). Por supuesto, para llegar al super bowl deben alinearse una serie de estrellas, y entre ellas, no menos importante, es tener la suerte de que no se lesionen demasiados titulares. Pero siempre será más fácil minimizar su impacto cuantas más y mejores opciones tengan los entrenadores a su disposición.
La NFL es una liga muy dura. Más de la mitad de los equipos que la componen han debido alinear a su quarterback suplente en algún momento. Incluso, en partidos de playoffs. La diferencia entre el éxito o el fracaso en una competición tan profesionalizada puede depender de haber invertido o no, en esa línea de 5 gordos, a menudo menospreciada, que protegen al quarterback. Pregunten a mis Bengals, por ejemplo.
3.- Dar armas al mariscal
Siguiendo el ejemplo anterior, de poco sirve tener un coche último modelo, bien protegido en el garaje, si no lo sacamos a correr por las carreteras. Un quarterback puede ser muy bueno, tener toda la protección del mundo, pero nadie a quien pasar. Un equipo con aspiraciones debe tener playmakers en ataque que marquen la diferencia. Y no me refiero sólo a receptores, ya que un buen corredor también abre el abanico de posibilidades.
Tampa ya tenía en su plantilla a los WR Evans y Godwin, así como al TE Howard y el RB Jones. A pesar de eso, adquirió al RB Fournette, el WR Brown y el TE Gronkowski. El running back había sido desahuciado por su equipo; el wide-receiver, por toda la liga. El tight-end estaba incluso retirado. Los Glazer, propietarios de los Bucs, se la jugaron con apuestas arriesgadas. Y ganaron.
Porque para ganar el preciado anillo no se puede ser timorato. Las estrecheces del límite salarial obligan a acciones arriesgadas. Cuando se tiene la convicción de haber conformado una escuadra con opciones, es el momento de ser ambicioso y mirar hacia el corto plazo, aunque sea con operaciones alejadas de la prudencia. Quien no arriesga, no gana. No obstante, volviendo al primer punto, es más fácil tanto atraer a los locos, como conseguir que se centren, si saben que llegan a un proyecto con serias aspiraciones de triunfo.
4.- Recordar que las defensas ganan campeonatos
El viejo tópico volvió con fuerza en la pasada super bowl. A ningún observador, ya fuese avezado o novel, se le pasó por alto el trascendental despliegue defensivo de los de Florida. La presión, continuada e implacable, sufrida por Mahomes, resultó decisiva en el devenir del partido. Sin duda, el pass-rush ejercido sobre el joven quarterback fue la parte más visible, ya que es lo que nos muestra la televisión; pero fuera del ángulo de las cámaras, se adivinaba una cobertura tal sobre los receptores de Kansas City, que hacía prácticamente imposible lanzar un pase con mínimas garantías de éxito.
Pero una buena defensa no cae del cielo. Es un trabajo constante y paciente. La resolución de invertir rondas altas: Vea (NT), White (LB), Winfield (SF), Murphy-Bunting (CB); combinado con el acierto en rondas medias: Whitehead (SF), Davis (CB), y la determinación de seguir reforzándose en la agencia libre: trades de Pierre-Paul (OLB) y McLendon (NT), fichajes de Barrett (OLB) y Suh (DT). No siempre se acierta, pero nunca hay que pecar de conformismo.
La NFL se ha vuelto una competición cada vez más volcada hacia el ataque. Tanto el reglamento, como las nuevas tácticas que se están imponiendo, van encaminados a favorecer festivales ofensivos. En este escenario, aquel equipo que pueda aportar un plus en el lado defensivo, conteniendo estas acometidas, va a contar con una importante ventaja. Que nadie caiga en el error de menospreciar las defensas porque la NFL premie el juego ofensivo.
Es cierto que Chiefs fue el equipo más dominante ofensivamente, pero su defensa, aun siendo mejor de lo que muchos la catalogaban, acabó 16ª en temporada regular. Por su parte, los Bucs fueron el 7º mejor ataque y la 6ª mejor defensa. Unas estadísticas muy balanceadas, lo que deja bien claro la importancia de la excelencia, pero sobre todo del adecuado equilibrio ataque-defensa.
5.- No escatimar en entrenadores
El paso del tiempo es inexorable. Es ley de vida, en este deporte y en todos los oficios, que los veteranos deban dejar paso a los jóvenes. Las franquicias se afanan en buscar nuevos y prometedores talentos para sus banquillos: McVay, Shanahan, Taylor, Stefanski, Judge, Flores,… Sin embargo, la super bowl LV la disputaron dos viejos rockeros: Arians (67) y Reid (62). Más de 50 años entrenando en la NFL entre ambos.
Sin querer despreciar el impulso que las nuevas generaciones de entrenadores están dando a este deporte, tampoco debemos ignorar el valor de la experiencia. En la frívola discusión sobre si Belichick hacía bueno a Brady o era a la inversa (para mí no hay debate, cada cual aportó su parte la impresionante trayectoria de Patriots), está claro que la etapa de Brady en Nueva Inglaterra y esta incipiente en Tampa, tienen en común que en ambas está dirigido por un genio de los banquillos.
Pero no sólo los head-coaches son de reconocido prestigio. También sus asesores deben estar por encima de la media. En Chiefs, el coordinador ofensivo Bienemy está en todas las listas para dar el salto a entrenador principal. Probablemente, el hecho de haber llegado dos veces consecutivas a la super bowl y, por tanto, no estar disponible con antelación, haya jugado en su contra. A la defensiva, poco que añadir al impresionante curriculum de Spagnolo, mucho mejor como coordinador que como entrenador principal.
Para los bucaneros, la faceta defensiva corre a cargo de Bowles, otro coordinador de acreditado prestigio. En el ataque, cada vez destaca más la figura del ex-QB Leftwich. Las formaciones que pillaron por sorpresa a Kansas en el primer touchdown de Gronkowski y en el de Fournette evidencian que estamos ante una brillante mente ofensiva.
Dentro de esta receta para el éxito que estamos intentando desarrollar, los entrenadores son ingredientes esenciales. Fichando entrenadores mediocres, se obtendrán resultados mediocres.
Conclusión: Tampa Bay fue justo ganador del super bowl porque hizo bien las cosas
Todos los pasos explicados arriba son de perogrullo. Ciertamente, no descubro la pólvora, ni mucho menos, enunciándolos. Lo que pasa es que es más fácil decirlo que conseguirlo. Sirva por tanto este artículo como reconocimiento a la franquicia de Tampa Bay Buccaneers por haber hecho bien las cosas, y de ahí su merecida recompensa.
Podemos tener interminables debates en la larga offseason sobre el peso de Brady en el triunfo, o si la defensa bucanera mereció más llevarse el trofeo MVP de la super bowl. Pero nos equivocaríamos si sacamos algún factor de esta exitosa ecuación. Todos ellos contribuyeron a la victoria final, en la clara demostración de que el futbol americano es el deporte colectivo por excelencia.