Conocí Alaska en la voz de Chris por la mañana. La lluvia golpeaba los cristales de la emisora K-Oso y él peroraba sobre eso y cómo conseguir cobijo y amparo en días de tormenta y también del amor y otros excesos. De fondo sonaba una versión estrafalaria y al piano de Stormy Weather (la célebre canción, no la actriz celebrada ex amiga de Trump).
Ya entonces debí darme cuenta, pero no lo hice, que Cicely era el envés de Nueva York, su versión salvaje pero a cámara lenta. La ciudad que siempre duerme donde ni siquiera lo que sucede es demasiado importante, aunque lo normal es que no pase nunca nada, y a veces se cita allí lo extraordinario. Como si Woody Allen se hubiera puesto unos pantalones cortos, un salacot y unos prismáticos para acabar durmiendo la siesta en una hamaca a la sombra de un glaciar. Es la mejor serie que he visto. Este año se cumplen 30 de su abrupto pero inevitable final.
Rob Morrow había conseguido el protagonista bajo la tutela de Redford en la entretenida Quiz, y pedía más pasta. Janine Turner acababa de rodar con Stallone. Volver al frío nunca es sencillo. Además las cosas tienden a apagarse, hasta las más brillantes.
Jugadores de Alaska
Si los datos que manejo son fiables, hasta 16 jugadores nacidos en Alaska han debutado en la NFL. No parecen muchos pero entiendo que no es fácil escapar del norte. De esos 16 solo 4 hicieron carrera como titulares habituales, 3 de ellos en la línea y Steve Smith, un receptor pintón que destacó en el primer anillo de Eli con los Giants (5 recepciones para 50 yardas en la Super Bowl 42).

No es el único alaskeño (el gentilicio existe) con un título de campeón a la vera de su nombre. Daryn Colledge lo ganó en 2011 con los Packers de Rodgers desde el Left Guard. Aunque Chris Kooper lo perdiera en el palizón de Seattle a los Colts de Peyton y Travis Hall cayera también en 1999 con Atlanta ante los Broncos de John Elway. En ese equipo jugaba Mark Schlereth, otro muchacho de Anchorage, Alaska, que llegó a 3 finales por el campeonato y las ganó las 3, dos con Denver y una con los Redskins, equipo que lo drafteó en 1989. No está nada mal 5 anillos para 16 humildes tipos de Alaska. Podría decirse que es casi un talismán tener a un norteño en el equipo. Deberían planteárselo los General Managers cuando se sienten en sus despachos el próximo abril y vayan a tirar de teléfono.
Jugador en Alaska. Aiden Williams
Alto, pálido y pelirrojo, casi un Weasley, llegó Aiden Williams a la Universidad de Minnesota Duluth en 2019 procedente del High School East Anchorage. Su ciudad natal. Llegó para cursar Ingeniería Mecánica y hacer carrera como Tight End. Casi dos metros y 111 kilos de persona humana. Bueno en el bloqueo, poco más de 5 segundos en las 40 yardas, fuerte, en el instituto además de receptor había jugado de Defensive End y de Long Snapper, un tipo con recursos y enamorado del juego.
Después del año del COVID y un inicio pausado, sin sobresaltos, el coach le llamó un día al despacho y le dijo: si ganaras 20 o 30 kilos podrías ser un fantástico línea. Llegó a los 144 kilos a base de 6 comidas al día y un pequeño tentempié con mucho helado antes de dormir, la dieta de Homer aumentada. Y hacia el interior de la línea ofensiva que se fue y allí se convirtió, lenta, perezosa, «alaskamente», aprendiendo la posición día a día, en un auténtico baluarte para su equipo, ayudando a que Duluth fuera el segundo mejor equipo de su división en asuntos terrestres y el primero en puntos por partido durante este último curso, su sexto año en la uni.
Su trabajo no ha pasado inadvertido: le nominaron a mejor línea ofensiva de la División II de la NCAA y le invitaron a la Shrine Bowl siendo apenas el tercero en la historia de su Universidad en conseguirlo. Allí los scouts valoraron su juego 1 contra 1 por su fortaleza y ya le han puesto la etiqueta de jugador al que vigilar en la combine que se viene estos días finales de febrero.

Siendo de Alaska, tierra de anillos y alces, a buen seguro que no se arrepentirá el equipo que se haga con sus servicios. De momento le dan como posible undrafted, veremos. Solo un jugador de la DII fue seleccionado el año pasado en el draft, en la sexta ronda. Solo 6 jugadores de Duluth lo fueron jamás, el más reciente en 1990. Pase lo que pase, Aiden ha hecho ya historia. Y en sus manos (benditas manos) está seguir rodando lentamente hacia la NFL. El frío lo lleva de serie, la posición la sigue aprendiendo. De la carrera al pase, sus bloqueos dan mucho que hablar. Es alaskeño, lo lleva en las venas. Es del lugar donde nada sucede excepto lo extraordinario.
Pablo López | @Jucort365