Todos hemos intentado alguna vez en nuestra infancia montar aquel coche por piezas que, ante el nerviosismo de tenerlo construido por completo para poder jugar con él, nos hemos dejado una pieza cruzada o sin poner por el camino. Conscientes de ese error previo, hemos llegado a ese punto reflexivo en el cual teníamos que decidir si desmontar el coche para construirlo perfecto, y así estar seguros de poder jugar con el coche que ansiábamos, o tirar para adelante y jugar con el resultado de nuestra omisión del error.
REFLEXIÓN INICIAL
La decisión no sería un problema si mamá no nos hubiera avisado de que en diez minutos había que ir a cenar. Después ya no habría tiempo para el coche ni su montaje, porque sería hora de ir a la cama en el momento final del día en que la paciencia de tu progenitora ya no estaba para historias de juguetes.
Ese momento reflexivo ha llegado para los New York Giants. No este mes o esta temporada, sino hoy, aquí y ahora, mientras lees este artículo, y mientras los Mara y los Tisch, propietarios de la franquicia, se indigestan con las críticas de la prensa de la ciudad en su desayuno. ¿Es hora de deshacer el juguete y montarlo de nuevo? ¿O de tirar para adelante con el que está a medio construir?
Para responder esta pregunta, lo primero es analizar si el montaje en curso, la construcción de la plantilla actual, se ha hecho de la forma adecuada. O dicho de otro modo, si el plan de Gettleman de este verano tiene pies y cabeza. O chasis y ruedas, si aún estás en el juguete. Según Gettleman el plan se cimentaba en el refuerzo de las trincheras y en la consecución del quarterback de futuro llamado a suceder a Eli Manning durante los próximos años.
Es en este análisis cuando uno mira la plantilla y la ve jugar cada domingo. La línea defensiva es incapaz de parar el juego de carrera de ningún equipo, y cede multitud de puntos en los primeros drives. Y la línea ofensiva es eso, ofensiva. A la vista y a los sentimientos de sus aficionados. Por si esto fuera poco, la parte residual del plan era reconstruir por completo la secundaria, que aunque admite discusión, aún no es completamente fiable.
J’ACCUSE
Todo ese sacrificio para elegir a un quarterback de futuro, y viciar un draft (el de este verano) renunciando a necesidades básicas que siguen sin cubrirse en la plantilla. Algo que ha quedado claro, y que evidencia el dudoso éxito de Gettleman en el draft, es el fichaje de Leonard Williams a un alto precio. Tras tres defensive tackles drafteados por el equipo en los últimos 3 años, Gettleman ha tenido que hipotecarse por otro, de rendimiento más que dudoso, y por el que tendrá que dinamitar en breve su discurso ante la plantilla por tener que pagarle un buen puñado de millones viniendo de fuera. Y esto, sin haber sudado apenas la camiseta que otros llevan sangrando meses o incluso años.
Es en este punto donde el cuerpo me pide coger las instrucciones del juguete y ver en qué paso del montaje está el error, porque tiene que haber uno, y bien gordo, ya que el equipo está exactamente en el mismo punto que el año pasado. Y el que quiera justificar un año más de tedio y desesperación de gigantes abnegados en la excusa de que se ha encontrado a ese quarterback de futuro, es el ciego que no quiere ver del refrán. Daniel Jones, al igual que Kyler Murray en Arizona, Josh Rosen en Miami, Dwayne Haskins en Washington, Baker Mayfield en Cleveland, Sam Darnold en los Jets, e incluso Josh Allen en Buffalo, no puede ser la solución a todos los problemas de un equipo con más agujeros que campo de golf.
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Y el que ahora esté pensando que Lamar Jackson sí los ha tapado en Baltimore, además de ventajista, está pecando de no conocer la capacidad de John Harbaugh para reconstruir sus equipos año tras año y de olvidar lo que una secundaria de 7 hombres ligeros de los Chargers le hizo parecer a Lamar en los playoffs del año pasado. Un chico de 20 años nunca es la solución a todos los problemas que han sido incapaces de solucionar un front office y un staff de entrenadores llenos de personal con canas hasta en los pelos del entrecejo.
Así que hoy, tras la dolorosa derrota de los Giants en casa ante los Cowboys, que les coloca 2-7 y a 3 victorias de sus rivales divisionales con sólo 7 partidos por jugarse, la lucha por pelear esta temporada ha terminado para los New York Giants. Y ha terminado también con las esperanzas de aquellos a los que sólo las matemáticas les han opacado un drama que se veía venir desde lejos. El plan de Gettleman no funciona. Al menos, no en los plazos establecidos. Una reconstrucción debe durar dos años, tres es un lujo.
Pero aquí está mi duda. ¿En qué año de reconstrucción están realmente los Giants si han drafteado a su quarterback de futuro el pasado draft? ¿La reconstrucción de San Francisco realmente duró tres años? ¿es un espejo en el que mirarse?
Si esperabas encontrar la respuesta a la reflexión profunda a la que deben enfrentarse los Mara y los Tisch en este artículo, me estás sobrevalorando. Pero creo necesario establecer el escenario y las dos direcciones sobre las que deben decidir los propietarios de una de las franquicias más legendarias de la liga y que lleva ya ocho años a la deriva.
LA DEFENSA
Si se enfoca el asunto de una forma académica, la reconstrucción está aún en curso, teniendo en cuenta que el primer año de Gettleman y Schurmur se invirtió en tapar agujeros con yeso para ver si se podía competir con Manning. Algo que nos vendieron también esta pasada offseason pero que sólo se hizo a remiendos. De esas aguas vienen estos lodos. Pero el caso es que la plantilla al completo parece estar comprometida, se ha construido casi toda la secundaria y se ha conseguido al quarterback de futuro. El problema es si se podrá conseguir en el próximo draft el pass rusher con el que San Francisco cambió el rumbo de su historia reciente.
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Ganando partidos y eligiendo más allá del pick #10 es más que probable que Chase Young (DE) o Andrew Thomas (OT), necesidades imperativas de Nueva York para el año que viene, no estén ya en el big board cuando Gettleman pueda entregar su primera tarjeta en el draft. Sí, que Dios me perdone, hablo de tankear. Los Jets llegan el domingo que viene y son serios rivales a elegir antes que nosotros en el draft y a llevarse al codiciado Chase Young, el billete a una defensa de élite que este año en San Francisco consiguieron con Bosa. Y nuestra defensa es, a día de hoy, nuestro mayor problema.
Bettcher no es santo de mi devoción, pero esta línea continuista con el proyecto actual me lleva a pensar que con los nombres y el talento adecuados, el planteamiento de Bettcher podría funcionar durante 60 minutos de la manera que ahora funciona en tres cuartos de casi todos los partidos. Por todo ello, si vamos a por ese billete premiado, el momento es ahora.
Por otro lado, lo que pasa por la cabeza de muchos aficionados de los Giants, mentiría si dijera que no ha pasado por la mía también, es romper con un proyecto que se ha llevado por delante los dos últimos años de la franquicia para construir un coche con el que no se puede jugar, con un equipo que sigue sin poder competir. Pero ¿romper con todo el proyecto? ¿con una parte? ¿Se van Gettleman, Schurmur y Bettcher? ¿sólo dos? ¿sólo uno? ¿Intentar fichar a Jim Harbaugh? ¿A algún head coach universitario? No me gustaría estar en la cabeza de los Mara en este momento.
CONCLUSIÓN
Pero es ahora cuando tienen que decidir si siguen con el mismo proyecto. Si siguen luchando por victorias para no romper el entorno de compromiso (aunque de incapacidad) de la plantilla. Y si esperan al próximo draft y la próxima agencia libre (ya con casi 100 millones para gastar) para ver si este proyecto, este plan, puede conseguir que el equipo sea un juguete con el que de verdad los aficionados de los Giants nos podamos divertir.
Pero ese supuesto desembocará en un pick #8, #10 ó #12, vete a saber, donde la capacidad de impacto del draft se vuelve más imprecisa, lo que puede devolvernos al mismo estado de sedación deportiva de equipo con más pena que gloria. Y que terminaría con el proyecto, con Gettleman, Shurmur, Bettcher y la madre de Bettcher. Y a saber si también con contratos que nos lastren como aquellos que se eliminaron el pasado verano.
Sea por una vía o por otra, el proyecto urge para ayer. Mamá está a punto de llamar a la cena, la parroquia de Nueva York no aguanta más. Pero no sólo por casi una década de bochorno, sino porque estaremos tirando los bienes más preciados que tiene una franquicia de la NFL, el talento generacional y los contratos rookie de sus estrellas jóvenes drafteadas en los últimos años. Y ese es realmente el juguete que todos tenemos miedo de tener que volver a construir desde el principio. Porque como mamá se enfade de verdad, vamos a tardar mucho tiempo más en conseguir que nos compre las piezas necesarias para volver a poder montar el coche. El coche con el que llevamos soñando ocho años.
Pablo Cañibano @Pablogigante7 miembro de @GiantsSpain