La cotidianidad de lo extraordinario

Si el filósofo Sócrates se dedicase al análisis de la NFL bien podría aplicar su famoso sofisma “sólo sé que no sé nada” a la pasada ronda divisional. Lo que afirmamos con solemne rotundidad un día se nos vuelve en contra al siguiente. Creemos intuir tendencias, favoritismos, signos del destino… pero al final la NFL siempre nos sorprende. A veces, como en este caso, desde la más pura lógica. La NFL es la liga más igualada del deporte profesional, la más impredecible. Con esta evidencia nos burla para hacernos creer en posibilidades de aspirantes frente a los equipos más poderosos del torneo. Obnubila los sentidos con jugadas de fantasía sólo para hacernos caer de la nube con la eficacia de lo básico. Carrera, defensas, trincheras… palabras que nunca pasan de moda, ni podemos obviar en playoffs.

 

En los últimos 20 años, solamente tres veces habían coincidido en ambas finales de conferencia los seed #1 y #2. Resultan sorprendentes las escasas ocasiones en que los cuatro mejores equipos en temporada regular llegaban a este punto del camino. Este dato nos distrae, y desenfoca a la hora de pronosticar la ronda divisional. Por eso cuesta explicar nuestra sorpresa, no sólo porque ningún equipo visitante haya logrado dar la campanada, sino por la contundente manera en que han caído la mayoría de ellos. La NFL juega con nosotros al despiste, ¿cómo no iban a ser favoritos los equipos más potentes?

 

El equipo más caliente de la NFL se topó de bruces con el gélido invierno

Los Colts se presentaban en el Arrowhead de Kansas City con una trayectoria impoluta. Luck totalmente recuperado para la causa. Una defensa resolutiva. Una línea ofensiva impresionante, liderada por el novato Nelson, aparentemente inmune a la nieve. Sin embargo, el frío encoje todo, incluso las más grandes aspiraciones. Tras no haber disputado ningún partido por debajo de 11ºC, en Missouri le esperaron temperaturas bajo cero. Principalmente, una sorprendente desconocida fiera defensa local.

El guard Nelson, inmune al temporal de nieve (foto twitter Joel Erickson)

Hace falta algo más que una racha victoriosa para doblegar a estos Chiefs. Los problemas de la ofensiva de Indianápolis se hicieron patentes desde el primer drive, con un feo drop de Ebron. No conseguirían un primer down hasta los minutos finales del segundo cuarto, cuando la sensación era que ya estaban fuera del encuentro. Incluso el tradicionalmente fiable kicker Vinatieri fallaba lo impensable. No era el día de los de la herradura.

 

El ataque de los de Mahomes seguía tan engrasado como habitualmente, inmune a las inclemencias meteorológicas, causando la impresión de inaudita facilidad. El novato linebacker visitante Leonard demostrando su enorme futuro, pero incapaz por sí mismo de frenar la ofensiva local. Sin embargo, fue el inesperado rendimiento defensivo de Chiefs lo que terminó decantando el resultado. Nadie lo hubiera dicho. La NFL nos volvió a sorprender con un hecho extraordinario. Como de costumbre.

 

 

El innovador McVay nos sorprendió con el más tradicional smashmouth football

Esperábamos de los Cowboys mucha carrera y férrea defensa. De Rams, un ataque fluido y vertical que compensase una defensa en ocasiones demasiado vulnerable. Pues como siempre, la NFL nos volvió a sorprender. Los angelinos sacaron de la manga un completo arsenal de juego terrestre que desconcertó por igual a adversarios y espectadores. Los tejanos tuvieron que variar su plan de juego. Los locales se parapetaron en sus trincheras, ofensiva y defensiva, para dejar el encuentro fuera del alcance visitante. ¡Quién lo iba a decir! Innovar haciendo lo que toda la vida ha funcionado en la NFL. El conejo no aparece de pronto en la chistera, siempre estuvo ahí.

 

Quizá por el clima desapacible o el campo embarrado. Quizá porque Goff parecía haber perdido algo de su chispa. Quizá porque con Gurley medio lesionado, no era conveniente utilizarle demasiado. Sea como fuere, el caso es que Anderson tomó el protagonismo. Fuera de forma, pasado de peso, lento en sus evoluciones… pero absolutamente imparable. 123 yardas de carrera y 2 touchdowns. Sin duda, el hombre del partido. ¿O no?

 

Permitidme que tal honor lo conceda a una debilidad personal: Andrew Whitworth. Tras 7 infructuosos intentos, por fin consiguió su ansiada y merecida victoria en playoffs. Lideró una impresionante línea ofensiva que aplastó al poderoso front-seven cowboy. El centro fue una apisonadora, los pulls y subidas al segundo nivel de los tackles, arrolladores. Un despliegue sin igual de una unidad que llevó en volandas a su equipo en un encuentro al que Dallas nunca perdió la cara. Gordos eclipsando la lluvia de estrellas en Los Angeles. No por primitivo, menos extraordinario.

La línea ofensiva de Rams, liderada por el #77 Withworth, fue fundamental para su victoria (foto John McCoy – Getty)

 

El milagrero Foles asustó a los Santos en su propia casa

Tras 3 partidos decantados hacia los favoritos, esperábamos un Saints -Eagles cercano al 48-7 de temporada regular. Nuestra mente funciona así. Resulta más sencillo seguir la corriente, aferrarnos a lo cotidiano, que imaginar eventos insospechados. Por suerte, la NFL está ahí para sacudirnos de nuestro letargo, para demostrarnos que no debemos dar nada por hecho. Los de Filadelfia llegaban como víctimas, y casi eliminan al que para muchos es el principal candidato a ganarlo.

 

Cuando parecía que expresiones como “las defensas ganan campeonatos” habían dejado de tener valor, un equipo con un ataque tan versátil y productivo como los Saints tuvo que recurrir a ella para pasar de eliminatoria. El vigente campeón sorprendió a su anfitrión adelantándose de dos anotaciones. Llegaban sin presión, volando bajo el radar sobre las alas del aura de Foles, el más reciente generador de milagros de la NFL. Los de Nueva Orleans tuvieron que afianzarse en defensa. No volverían a anotar.

 

En ataque, ante el fracaso de buscar la muerte súbita, los locales tuvieron que recurrir a posesiones largas. El WR Thomas se agigantaba en un encuentro a cara de perro contra los “underdogs”. Pero cuando faltando 3 minutos, Lutz fallaba un field-goal, dejando el resultado a tiro de touchdown para los de la ciudad del amor fraterno, muchas rodillas empezaron a temblar en la “Big Easy”.

 

Esta vez, Foles no llegó a culminar un nuevo milagro. El pase a Jeffery se escurrió de las manos del receptor para caer en las del defensa negro y oro. Suspiros de alivio entre los vencedores, lamentos de rabia entre los derrotados. Palmadas de consuelo hacia Jeffery, que jugaba bravamente con una lesión de costillas. La emoción, un elemento que suele acompañar a todos los partidos de football, apareció cuando menos se esperaba. La NFL nunca defrauda.

La pareja Brees-Thomas resultó imparable para los Eagles (foto: Chris Graythen/Getty)

 

Los Patriots no se cansan de ganar

Dejo el análisis de este partido para el final porque representa fielmente lo que pretendo expresar. Nada más habitual que los Patriots en una final de conferencia. Nada más extraordinario que hacerlo por octava vez consecutiva, precisamente en un año en que todos le adjudicábamos peor plantilla. Estamos acostumbrados a los alardes tácticos de Belichick, pero resulta impresionante comprobar que su genialidad parece inagotable.

 

En ataque, resultaron imparables corriendo frente al equipo que apenas la semana anterior había contenido a la mejor ofensiva terrestre. La necesidad de Chargers de sobrepoblar la secundaria por la falta de linebackers, que tan efectiva resultó contra Ravens, quedó desactivada ante unos runningbacks más pesados, superiores a sus defensores tanto corriendo como recibiendo. A Brady le bastó la combinación Michel-White, más alguna pincelada del siempre presente Edelman en las recepciones comprometidas, para dejar el partido rápidamente fuera del alcance de los angelinos.

 

En defensa, alineando multitud de personal frente a la línea de scrimmage, sin dejar entrever quienes entrarían finalmente al rush. La línea ofensiva visitante nunca supo de dónde le venía la presión. Por tanto, fueron incapaces de detenerla, para enojo de Rivers, quien además de un gran enfado se llevó una buena paliza. El ataque Bolt nunca tuvo continuidad, y apenas aguantó el tipo a base de tirones de calidad de sus playmakers.

 

No obstante, lo que más destacaría del encuentro serían las ansias de ganar de los locales. Una vez que olieron sangre, no levantaron el pie del acelerador. En previsión de que Chargers ajustase tras el descanso, cambiaron en la segunda mitad a una versión ofensiva más compensada. Pero siguieron sin mostrar la más mínima compasión: cuartos downs, challenges, equipos especiales ultra-agresivos… Realmente, no inventaron nada especial, pero todo lo que hicieron, lo ejecutaron a la perfección. Extraordinario, una vez más.

Incluso tras tan clara victoria, Belichick se lamentó por las ocasiones perdidas.

¿Y ahora qué?

Pues ahora, unas finales de conferencia donde probablemente los titulares se los lleven los quarterbacks. Brady contra Mahomes, Brees contra Goff, el pasado contra el futuro. Apasionante. La NFL renovándose a sí misma, como siempre. Sin embargo, no os dejéis deslumbrar por los carteles luminosos. Tras el éxito de estos brillantes semifinalistas se encuentra lo que siempre ha funcionado en la liga desde los tiempos de Paul Brown: las mentes prodigiosas de sus entrenadores. Belichick, Payton, Reid, y el último invitado a esta selecta mesa, McVay. No se mueve la marioneta, sino el titiritero. El despliegue de estrategia que nos espera sin duda satisfará a los paladares más selectos. Para quienes seguimos la NFL, algo tan cotidiano como extraordinario.