La dura transición bengalí

Nadie dijo que sería fácil. En pretemporada, se aceptó que este año en Cincinnati sería de transición. Entrenador nuevo (no sólo nuevo, sino debutante en tan alta responsabilidad), con su propio cuerpo técnico igualmente renovado y bisoño. Pero una cosa es asumirlo, y otra sufrir cada derrota jornada tras jornada. Nadie se aficiona a este deporte para ver perder a su equipo, aunque sea el necesario calvario para remontar. Es difícil separar la frustración que sienten nuestros corazones del reflexivo análisis que nuestras mentes deben desarrollar. En este artículo, una vez cumplido ya el primer cuarto de campaña, trataremos de hacerlo.

Transición ofensiva

Taylor llegaba como gurú ofensivo. Criado en un sistema West Coast Offense con muchas similitudes al ya implantado en Bengals, su misión era reflotar una ofensiva plana y predecible. Sin embargo, debía hacerlo con los mismos jugadores que tenía en plantilla, y un staff novel, reclutado a toda prisa. A todo esto hay que sumar un cúmulo de dramáticas circunstancias que veremos a continuación. Realmente, haber salido con éxito del entuerto le catapultaría a la condición de héroe.

 

Catastrófica Línea Ofensiva

El principal refuerzo ofensivo fue el OT Williams, primera ronda de draft, lesionado para todo el año en el primer entrenamiento. Poco después, el LG titular, Clint Boling anunciaba sorpresivamente su retirada. Antes de todo esto, el RG titular Redmond había sido sancionado para 4 partidos por dopaje. Durante la pretemporada, el center titular, y primera ronda de 2017, Billy Price, perdió la confianza de los técnicos y consecuentemente la titularidad. Para rematar, el LT titular Cordy Glenn sufrió una conmoción cerebral de la que aún no se ha repuesto. Si ya era una mediocre línea ofensiva, perder sus 5 potenciales titulares antes incluso de empezar no auguraba nada bueno.

 

Efectivamente, el paso de los partidos ha confirmado los temores. Incapaz de abrir huecos a los runningbacks, el equipo promedia menos de 50 yardas de carrera por partido, siendo último de la liga en este apartado. Dalton ha sufrido ya 19 sacks en apenas 4 partidos, lo que supone casi 2 más por encuentro que en el peor de sus años. Sin juego terrestre, y sin tiempo para armar el pase, resulta francamente complicado hacer funcionar ninguna ofensiva. La ofensiva de Taylor está naufragando por la pésima gestión en la conformación de la línea.

 

Ausencia de A.J. Green

En su primer entrenamiento, se lesionó el tobillo. Se dijo entonces que se perdería toda la pretemporada, y quizá un par de partidos. De momento ya ha faltado a 4, y aún no tiene fecha de regreso a los emparrillados. Es evidente que perder a la máxima estrella ofensiva debe tener un impacto relevante en todo el ataque.

 

No obstante, el juego aéreo bengalí ha sabido sobreponerse de forma casi admirable dadas las circunstancias. Dalton está lanzando más yardas por partido que en toda su carrera (aunque con peor porcentaje de acierto) y Ross encabezó hasta la jornada 3 las estadísticas de yardas de recepción. Sin embargo, la influencia de la ausencia de Green no debemos verla aquí, en los números globales, sino en circunstancias puntuales. Ese tercer down y largo que se pierde, ese drive en red-zone que no culmina en touchdown, etc.

 

Dos de los más graves problemas ofensivos de Cincinnati están siendo el porcentaje de conversión de tercer down (sacks, penalizaciones e ineficacia del juego terrestre provocan situaciones desesperadas) y la efectividad en la red-zone (penúltimos de la liga). Aquí es donde una figura como Green debería mostrar sus galones, y de momento no tiene adecuado sustituto.

 

Limitada aportación de los novatos

Si un equipo tiene que confiar en los rookies para elevar su nivel de juego, mal va la cosa. Sin embargo, a esta situación se llega cuando se desprecia la agencia libre y el draft se convierte así en la única vía de refuerzos. A la comentada lesión del primera ronda Williams hay que añadir la escasa aportación del segunda ronda, Sample. El tight-end fue seleccionado por su capacidad como bloqueador (todo un reach, en mi opinión) y de momento no está respondiendo a las expectativas.

 

En cuarta ronda seleccionaron al QB Finley, sin debutar como es de suponer, y al OG Jordan, inesperado titular. El offensive-lineman, como también era de suponer, está cometiendo muchos errores propios de su inexperiencia (fallos de asignación, falta de técnica, penalizaciones). En sexta se draftearon dos runningbacks, Williams y Anderson, inéditos ambos por lesión, siendo más grave la del segundo (para toda la temporada).

 

Por tanto, entre lesiones y pronunciada curva de aprendizaje, tampoco por aquí está recibiendo el conjunto de Taylor ninguna ayuda. Por otra parte, este hecho también deja en entredicho su capacidad para detectar y desarrollar talento.

 

Andy Dalton está jugando muy presionado toda la temporada (foto de Justin K. Aller/Getty Images)

 

Transición defensiva

Si la experiencia ofensiva de Taylor es corta, la defensiva es nula. Esta función la delegó completamente en el coordinador Anarumo. También aquí, los refuerzos han sido prácticamente inexistentes (un DE y un CB de rotación, y un LB rookie de 3ª ronda). A su favor, conservar un esquema base 4-3 bien conocido por los jugadores, y que era imposible empeorar el último puesto del año anterior.

 

Mediocre unidad de linebackers

El despido de Burfict era conveniente, pero dejó a la unidad sin líder. Ni Preston Brown, ni mucho menos Vigil, han podido asumir ese rol. A esto hay que sumar lentitud, fallos de placaje, incapacidad en cobertura, y una serie de deficiencias arrastradas de años anteriores que no han sabido corregir. Los jóvenes Evans y Pratt apenas disponen de oportunidades, lo que tampoco parece síntoma de que los entrenadores crean que mejoran a los titulares.

 

La intención de Anarumo de utilizar la defensa nickel con sólo dos linebackers parece acertada conociendo las limitaciones de la unidad en cuanto a personal. Sin embargo, resulta ineficaz cuando los coordinadores ofensivos sobrecargan el juego de carrera. Para minimizar su incapacidad en cobertura está haciendo caer a los defensiveends, con peores resultados aún.

 

Concesiones aéreas

La presión que ejerce la línea defensiva no se ve recompensada porque los cornerbacks están concediendo demasiadas alegrías. Los quarterbacks rivales encuentran desmarcados a sus receptores con facilidad, lo que les permite soltar rápido el oval y desactivar así el pass-rush. Ni Kirkpatrick ni Jackson están imponiéndose a sus respectivas parejas, y el safety Bates debe corregir los fallos de sus compañeros, normalmente cuando ya es demasiado tarde.

 

Esta circunstancia se vuelve más dramática si recordamos que la especialidad de Anarumo es precisamente la secundaria. Hasta el momento, tanto en el apartado táctico (formaciones inapropiadas respecto a la ofensiva rival, jugadores fuera de posición) como en el técnico (fallos de placaje, excesiva libertad a los receptores), está fracasando en su cometido.

 

Deficiente forma física

En los finales de partido, la defensa está agotada. El football es un deporte donde todo se encadena, y en buena parte se puede justificar con la incapacidad del ataque para dominar el reloj. Sin embargo, da la impresión de que acondicionamiento físico no está siendo óptimo. O que las rotaciones no se están produciendo con la frecuencia adecuada. En cualquier caso, es labor de los técnicos solucionar este problema, que tanto en Seattle como en Buffalo costaron derrotas cuando íbamos con ventaja en el último cuarto.

Los fallos de placaje están penalizando la defensa bengalí (foto de Joe Sargent/Getty Images)

 

Conclusiones del primer cuarto de temporada

  • Taylor está haciendo una enorme labor de motivación a sus jugadores. Está tratando de proponer variantes al ataque para hacerlo más fluido y eficaz. Sin embargo, poco se le puede exigir con una plantilla mal planificada desde las oficinas. No se cubrieron las carencias, ni se mejoró el roster como debería para hacerlo mínimamente competitivo. Cuando aparecen las lesiones, inevitables en esta actividad, se hace más evidente.

 

  • No obstante, también es su responsabilidad como headcoach exigir a sus subordinados. Las deficiencias más importantes se localizan en línea ofensiva, defensa y equipos especiales, cuyos responsables son también los únicos entrenadores de mayor edad que Taylor. Tiene que empezar a demostrar personalidad para demandarles resultados. La composición de los 5 titulares en la línea ofensiva es discutible. La defensa, la 5ª que más puntos encaja en la NFL. Los equipos especiales se han dejado puntos por el camino con field-goals fallados y penalizaciones que anulaban touchdowns de retorno.

 

  • El objetivo de esta temporada no era conseguir un buen balance de victorias y derrotas. Se trataba de implantar un nuevo sistema y evaluar qué jugadores son válidos en él. Sin línea ofensiva, Dalton juega bajo tanta presión que es complicado determinar si a pesar de sus evidentes carencias puede dirigir esta ofensiva o hay que buscar un relevo. Por idéntico motivo, tampoco podemos medir el juego terrestre si es imposible correr por el medio. Con el ataque maniatado, la defensa está tan exigida que no puede dar descanso a sus mejores jugadores. Cumplido el primer cuarto liguero, apenas podemos extraer juicios concluyentes.

 

Cómo hacer más llevadera la dolorosa transición

  • Dado que no es posible mejorar la calidad de la plantilla, lo procedente sería ponerse a trabajar para optimizar lo que hay, y corregir los defectos detectados. Adecuar playbook a las circunstancias, incidir en entrenar fundamentos, desde el quarterback hasta el kicker, agitar las alineaciones para que nadie se acomode y nos volvamos complacientes con las derrotas, etc.

 

  • Descartada por tanto la esperanza de alcanzar metas relevantes, lo que procede sería probar jugadores. Salvo las urgencias por lesión, los jóvenes no han gozado de muchas oportunidades. Wilson (SF), Pratt (LB), Wren (DT), Williams (RB) o Willis (WR) por citar algunos ejemplos, deberían involucrarse más en el juego.

 

  • De igual modo, quizá sería el momento de plantearse la conveniencia de mantener en el equipo a jugadores de calidad que sobrepasan la treintena, y no vayan a formar parte de estos Bengals del futuro. Green y Atkins tendrían buen mercado en un posible intercambio por elecciones colegiales. A todos nos dolería su marcha, pero en ocasiones, pequeños sacrificios son necesarios para evitar el mal mayor que supondría una nueva década de desesperación en la Queen City.

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