Los Seahawks viven en un déjà vu constante

¿Os acordáis de “Atrapado en el tiempo”? Esa película de principio de los años 90 popularmente conocida como “El día de la marmota”, en la que Bill Murray se ve encerrado en un ciclo en el que su vida es un continuo repetir de un mismo día. Cada día la misma historia, los mismos sucesos, los mismos personajes, las mismas situaciones. Para volverse loco. Pues esa sensación es la que, como aficionado a los Seahawks, experimento cada vez que veo un partido de mi equipo. Y es algo que se viene repitiendo desde hace bastante tiempo. Una continua sensación de estar viviendo en un bucle sin final de sensaciones y de pensar, una y otro vez aquello, de “este partido ya lo he visto antes”.

Como toda buena trama, podríamos hablar de introducción-nudo-desenlace:


Introducción

Uno se sienta en el sofá delante de la pantalla sabiendo que va a ser una tarde-noche dura. Sea cual sea el rival, lo más probable es que veamos un partido de esos toscos, de trincheras, de detalles, de los que te hacen sufrir hasta el último momento. A pesar de esto, generalmente uno tiene la sensación de que pase lo que pase, estaremos vivos hasta el final. Y es que, efectivamente, nos hemos convertido en un equipo que ha elevado el espíritu competitivo a las más altas cuotas. Somos la perfecta representación de aquello de “60 minutes game”. No importa cómo se desarrolle el encuentro. Lo único que es seguro es que con los Seahawks nada está decido hasta el pitido final del árbitro.

 

Nudo

A todo esto, empieza el partido. Y empieza como siempre.

Si empezamos atacando, lo más probable es que veamos un “tres y fuera” en los primeros drives. Empezaremos a ver que la línea ofensiva sufre muchísimo en protección de pase, que se desmorona a las primeras de cambio y que la defensa rival entra en nuestro bakcfield como “Pedro por su casa”. Y empezaremos todos a sufrir por Rusell Wilson.

Nuestro pobre Rusell… Todos con los dedos cruzados. Nuestro quarterback es el que más sufre ese “déjà vu”. Y lo hace en sus propias carnes. La porosidad de la línea hace que tenga que salir huyendo del pocket para no recibir lo que no está escrito. Y aun así lo recibe. A pesar de cierta mejora de la línea en protección (que esperemos que vaya en aumento con la incorporación de Duane Brown en el left tackle), es tal el miedo en el cuerpo que lleva acumulado, que se le están ya viendo vicios de salir corriendo incluso cuando tiene cierta protección y cierto margen de maniobra.

Por tierra la cosa no es que vaya mucho mejor. Al contrario. Ahí el “déjà vu” consiste en ver una vez tras otra a nuestros corredores estampándose contra la defensa rival. Y eso en el mejor de los casos, ya que en ocasiones lo hacen contra nuestra propia línea ofensiva. Una línea incapaz de abrir huecos y que hace que veamos a los Lacy, Rawls y compañía incapaces de ganar yardas.

 

→ El clímax

Vaya plan, ¿no? Pues eso es lo que hay. Y lo peor de todo es que uno sabe que ésa va a ser la tónica de todo el partido. Desde la banda (léase Darell Bevell, nuestro OC) no hay aporte de solución alguna en lo que al ataque se refiere. Ni la hay ni se la espera. Bueno, miento. Se la espera a final del segundo cuarto y durante buena parte del último cuarto.  Es ahí cuando, de repente, parecemos otro equipo en ataque. Empezamos a quitarnos el corset de ataque conservador. Empezamos a darnos cuenta que lo mejor es soltar rápido el balón, hacer de vez en cuando un poco de “no huddle”, meter ritmo, sacar a Wilson del pocket y lanzar en largo conectando con los receptores y moviendo cadenas.

Y ahí es cuando llega el clímax del “déjà vu”. El momento en el que gritas eso de “¿Y por qué coj… no jugamos así durante todo el partido?». Es ahí donde nuestro querido “déjà vu” nos devuelve a la realidad en forma de Darell Bevell. Casi que me voy a tomar una cerveza y nos vemos en el último cuarto. Mejor dos.

Rusell Wilson escapando de la presión rival (Imagen de Jackseattle.cbslocal.com)

 

→ Otras líneas argumentales del nudo

Pero siempre nos quedará la defensa. Esa defensa que nunca deja de sorprendernos. A la que se le está exigiendo lo imposible y que muchas veces lo consigue. La que da la cara desde el primer momento aunque le toca sufrir. La que, con el paso del tiempo, se va agotando y llega con el depósito de gasolina en reserva al último cuarto del partido. En definitiva, la que Bevell Y Cable no se merecen.

Y así, entre un ataque tedioso aderezado con múltiples penalizaciones, una defensa que sostiene al equipo, un punter que se está convirtiendo en el jugador número 12 de la defensa dando unas posesiones increíbles en sus numerosísimas actuaciones, un juego de retorno inexistente y un kicker hasta ahora muy efectivo pero que tras el desastre frente a Redskins vuelve a sus “andadas” de Vikings… llegamos al desenlace.

 

Desenlace

Y llegamos al último cuarto. Nuestro cuarto. El que merece la pena. Donde nos movemos como pez en el agua. Nada de lo que ha pasado hasta ahora importa. Es nuestro momento. Estadísticamente este cuarto habla maravillas del ataque. Por lo general llegamos con el partido abierto. Y empieza el espectáculo. Empezamos a ver un ataque dinámico donde Wilson está en su salsa y empieza a conectar con todos sus receptores. Esos receptores que apenas han participado en todo el encuentro. Se mueven las cadenas. Hay un “runrún” en el aire. Todos sabemos lo que puede pasar. ¿Por qué? Pues porque esa peli ya la hemos visto. Ésa en la que o a Bevell le entra un ataque de  cordura o Wilson simplemente pasa de todo y coge las riendas y tira de clase y calidad. Yo, sinceramente, cada vez me inclino a pensar más en esta opción.

¿Y cómo acaba la cosa?. Pues como casi todo en esta vida cuando te mueves al filo de la navaja. A veces bien, a veces mal. Este pasado domingo vimos un clarísimo ejemplo de todo este “déjà vu”. Fue frente a los Redskins. Partido al que llegamos a los últimos minutos con la misma dinámica que siempre. A falta de dos minutos parecía que lo habíamos conseguido de nuevo, pero los de la capital nos pagaron con nuestra misma moneda en su último drive, lo que nos obligó a rizar el rizo con un “Hail Mary” que se nos escapó por los pelos. Esta vez no pudo ser. No pudimos poner un final feliz a esa montaña rusa de emociones que significa ver un partido de los Seahawks.

Hail Mary frustado frente a los Redskins (Imagen de Seattlepi.com)

Pero, no se vayan todavía amigos. La semana que viene, más.

GO HAWKS !!!

Pablo Miralles (@seattlefspain)

2 comentarios sobre “Los Seahawks viven en un déjà vu constante

  1. Muy buena crónica, y así deben ser vuestros partidos, sí, entre la agonía de ver a un QB fantástico lastrado por la poca protección que le da su linea… y una defensa formidable. Y claro, supongo que es difícil olvidarse del final de la SB 49. Nadie merece perder así una Superbowl.

  2. Por qué se decidió prescindir de los servicios de Hauschka? Era un kicker bastante fiable. Me entran sudores fríos sólo de pensar en que Cable se entrevistó con 49ers como posible nuevo HC.
    Felicidades por la página. Es una gozada
    Saludos

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