Son las 7 de la mañana en el condado de Linn, Iowa. Entre los maizales de alguna de las cientos de granjas que pueblan el condado se ve la figura de un niño de apenas 8 años que está ayudando a su padre con la plantación. Pasan las horas y en el cansado rostro del niño luce una radiante sonrisa. Llegaba su momento favorito del día, hora de lanzar y atrapar unos pases de football con su padre mientras sorteaba bloques de heno como si fuesen rivales.
Años más tarde, ese niño pequeño iba a cumplir su sueño, aunque probablemente no como él había pensado. Las largas jornadas alternando estudios y trabajando en la granja habían hecho de él un hombre robusto. Ya no quedaba nada de ese niño pequeño que lanzaba el balón junto a su padre. Bueno sí, su amor por el football. Pronto, en el instituto se dieron cuenta de la cualidades físicas que ese niño llamado Marshal Yanda tenía para jugar a este deporte. No fue, precisamente hasta ese momento en el instituto de Anamosa, donde por primera vez practicó este deporte en equipo.
En Iowa predomina el sector primario, sus granjas son abundantes por todo el territorio del ‘Estado del ojo de halcón’ (Tan sólo Nebraska posee más granjas que Iowa) lo que les convierte en el mayor productor de maíz de todo el país, motivo de orgullo para los Iowanos. A pesar de ello, en Iowa también pueden sacar pecho de poseer la mayor factoría del país. Efectivamente, habéis leído bien, en Iowa también hay factorías. Y esta factoría no es otra que la Universidad de Iowa, también conocidos como Hawkeyes. Gente como Brandon Scherff, Brian Bulaga o el propio Marshal Yanda fueron algunos de los jugadores que cambiaron los campos de maíz por los campos de football al comprometerse con la Universidad de Iowa. Un campo de football que por cierto tiene una de las tradiciones más bonitas de todo el college football.
El bueno de Marshal se comprometió con los Hawkeyes en 2004 pero no fue hasta la temporada del año 2005 cuando empezó en la universidad. Antes de firmar con los Hawkeyes, las malas notas en su estudios obligaron a Yanda a alejarse de su sueño. Él quería jugar en el Kinnick Stadium de Iowa City, pero el destino quiso que empezase su carrera universitaria en la pequeña universidad de North Iowa Area Community.
Cuando acabó su etapa en NIAC los Hawkeyes le fueron a buscar. Allí, compaginaba los entrenamientos de football con los estudios de economía pero lo que realmente se le daba bien era jugar al fútbol americano. Durante su etapa en Iowa Univeristy llamó la atención de algunos entrenadores de la NFL que acudieron a verle en su pro-day una vez que Yanda decidió presentarse al draft. El destino tenía preparada una gran sorpresa a ese niño que jugaba entre maizales hace unos pocos años. Los Baltimore Ravens seleccionaban a Marshal Yanda en tercera ronda con el pick 86 en el Draft de 2007.
Cuando Marshal Yanda llegó a Baltimore tenía tan solo 22 años. Él jamás pensó en llegar a la NFL, de hecho, sus planes eran diferentes. Al acabar su periplo universitario, Yanda tenía pensado volver a aquella granja que le vio crecer en el condado de Linn. Pero como os he dicho antes, el destino le tenía preparada otra cosa.
Una de las anécdotas que Yanda recuerda de su inicio con los Ravens es la de compartir vestuario con el primer pick de la historia de Ravens, el HOF Jonathan Ogden. Cuando Yanda vio la envergadura de Ogden (2.06cm) quedó asombrado y pensó que él no podía jugar de RT como venía haciendo en college. Ese año, el último de Brian Billick como HC de los Ravens, los jugadores tenían una chapa en su taquilla con todos los méritos y premios que habían logrado durante su carrera. La placa de Ogden mostraba orgullosa que el LT había sido seleccionado para la Probowl durante 10 años consecutivos. Años más tarde, el propio Yanda declaró que jamás iba a olvidar esa placa.
Una parte del corazón de Marshal Yanda siempre se quedó en los extensos pastos de Iowa. Durante esa misma temporada de 2007, su temporada rookie, Yanda se embolsó 600 dólares en una apuesta con el resto de sus compañeros. Allí se empezó a ganar el respeto de los veteranos y a demostrar que era un tipo duro a pesar de que muchos le considerasen demasiado pequeño para jugar en la línea de ataque.
La apuesta consistía en aguantar dos disparos con una pistola taser. Yanda, sin pensarlo y motivado por el espíritu de ese niño de 8 años que ayudaba a su padre en los extensos pastos de Iowa, se lanzó a por el reto. Los compañeros se quedaron anonadados, pues Yanda prácticamente ni reaccionó al efecto de la pistola taser. El rookie por aquel entonces se embolsó los 600 dólares y dijo que estaba acostumbrado a las descargas eléctricas por haber trabajado en la granja donde tenían vallas electrificadas. Marshal Yanda en estado puro señores.
Años después, el mundo de la NFL llora el retiro de Marshal Yanda. El legado que deja en Baltimore está a la altura del de otras leyendas como el propio Jonathan Ogden, Ray Lewis, Ed Reed o Terrell Suggs, a los que próximamente verá de nuevo en el Salón de la fama de la NFL en Canton. Yanda no logró las 10 Probowls consecutivas que lucía la placa de Ogden pero se convirtió en el único G en la historia de la NFL junto con Larry Allen y Alan Faneca en haber sido seleccionado para 8 probowls y haber ganado una Superbowl.
Una Superbowl que siempre estará en el recuerdo de Yanda. Ese mismo año, en uno de los partidos que siempre quedará en la retina de los aficionados Ravens, Yanda viajaba hasta Denver para enfrentarse a los Broncos en Mile High. Allí, a más de 3000 metros y con temperaturas que estaban bajo cero, el OG de los Ravens decidió echarse agua por el pecho para que se congelase y los defensas de Broncos tuviesen más dificultad a la hora de intentar agarrarle para romper sus bloqueos. De nuevo, Marshal Yanda en estado puro.
Esto no va a ser un repaso a la carrera de Marshal Yanda. Todos sabemos lo que ha conseguido y el impacto que ha dejado en los Baltimore Ravens. Esto va de homenajear a un tipo que durante la offseason prefería ir a su granja en Iowa y disfrutar de su camioneta pick-up Chevy Colorado del 2007 por las extensas llanuras de Iowa que irse a destinos paradisíacos. Va de ensalzar la figura que se ha ganado el respeto en la liga de jugadores como JJ Watt, Geno Atkins o Aaron Donald, que precisamente fueron los tres jugadores que más difícil le pusieron las cosas a Yanda durante su carrera. Va de mostrar respeto a un hombre que tras más de 13 años en la liga, la temporada que más a disfrutado ha sido la última junto a Lamar Jackson.
Esto va, sin duda alguna, por ti Marshal, por un hombre que tras una carrera estelar en la NFL y que acabará en Canton, ha decidido que para cerrar el círculo volverá junto a su familia a su granja en Iowa y donde espera que esta vez el niño de 8 años que jugaba al football entre los bloques de heno sea Marshal Yanda Jr.