Matt Ryan: El fin de una era

Ahora en los Indianapolis Colts, la carrera del ex-QB de los Atlanta Falcons llega a su fin tras catorce temporadas.

Es veintisiete de diciembre de 2015. Los Carolina Panthers visitan a los Atlanta Falcons con un récord de catorce victorias y cero derrotas. Es la semana dieciséis de la NFL. El encuentro está muy reñido y, en el tercer cuarto, Atlanta va perdiendo 10 – 7. Matt Ryan hace un dropback, mientras en escasos segundos el pocket colapsa ante la presión de Panthers. Un pequeño hueco se abre por la izquierda de la línea ofensiva rojinegra. 

“Matty Ice” se escabulle por él y, vislumbrando en la lejanía a Julio Jones, lanza una bomba de cincuenta yardas al cielo. El receptor de Alabama se eleva del suelo por encima de Luke Kuechly y atrapa el balón, liberándose de un segundo defensor y anotando un espectacular touchdown. El partido termina con un marcador favorable a los Dirty Birds, rompiendo así la temporada perfecta de Cam Newton.

Las estadísticas de Jones eclipsaron las de Ryan quien, a pesar de todo, alabó la brillante actuación de Quintorris. Porqué “Ice” es así, un profesional fuera y dentro del campo. Su legado llega a su fin tras disputar catorce campañas con los Atlanta Falcons, perdiéndose solo tres partidos en ese lapso. Infatigable, frío y decisivo cuando tocó – hasta en la fatídica remontada – Matt Ryan ha construido un legado para la posteridad que los aficionados jamás olvidaremos. 

 

 

Resiliente dónde los haya

Yo no viví la debacle con Bobby Petrino ni Michael Vick en 2007. Por aquel entonces jugaba a los tazos y comía como un animal. Poco me importaba el fútbol americano y mucho menos los Atlanta Falcons. Pero desde que me aficioné a este magnífico deporte, solo he conocido unos “Atlanta Falcons”: los dirigidos por Matt Ryan. Pocos quarterbacks logran mantenerse encima de la ola durante tanto tiempo. 

Desde el momento en el que me aficioné a esto del football entendí que la estabilidad era sinónimo de éxito en una liga inclemente con el fallo. “Matty Ice” siempre estuvo bajo centro y, revisando partidos del ahora ex-falcon, caigo en la cuenta de que solo lo he visto perderse un encuentro de fase regular. Si eso no es sinónimo de estabilidad, no sé qué lo es. Además, Ryan se ha mantenido consistente a pesar de cambiar de coordinador ofensivo en cinco ocasiones distintas a lo largo de su carrera.

Una cualidad que se valora mucho más si ponemos en perspectiva su periplo en Atlanta. Matt Ryan es el cuarto quarterback activo que más sacks ha recibido. A pesar de las crudezas, su resiliencia se ha traducido en un juego pulcro, prototípico de un pocket passer, pero acentuado por la resistencia de un QB que contempla el contacto y no lo rehúye. Muy pocos equipos tienen la suerte de contar con un mariscal de campo tan robusto y que se mantiene sano tanto tiempo

 

El quarterback lanzando el ovoide a un receptor. Imagen extraída de Flickr.

 

 

Dentro, un líder; fuera, un ejemplo

El ex-QB de los Falcons afirmó en una entrevista que, al día siguiente tras la derrota en la Super Bowl LI, vio el partido “varias veces” para así “aprender a vivir con ello”. Imaginaos ser víctima de la mayor humillación de la historia del deporte, plantarte ante un espejo y enfrentarte a tus errores cuando las heridas se acaban de abrir. Hace falta coraje, análisis introspectivo y liderazgo, valores que “Matty Ice” siempre ha demostrado tener.

Ahora, ya en Indianápolis, Ryan mostró una clase abrumadora al referirse a su anterior equipo. “Me gustaría agradecerle a Arthur Blank por la increíble oportunidad que me confirió al permitirme jugar en Atlanta las últimas catorce temporadas”. También elogió a Arthur Smith y Terry Fontenot por haberse mantenido siempre “profesionales durante el proceso [de traspaso]”. 

Fuera del campo, Matt se ha implicado al doscientos por cien con la comunidad de Atlanta. A raíz del movimiento Black Lives Matter, Ryan activó su altavoz mediático y, en Twitter, recaudó quinientos mil dólares que irían destinados a la comunidad afroamericana de la capital de Georgia. En vez de alzar la voz sobre algo que no entendía, Matt Ryan prefirió “escuchar y aprender”. Además, fundó la fundación Believe and Achieve, que proporciona acceso a necesidades básicas para niñas y niños. 

 

Ryan celebrano un touchdown con Cordarrelle Patterson. Imagen extraída de Twitter.

 

 

Un talento infravalorado (o mal acompañado)

“¿Pero, Santi, Matt Ryan es buen quarterback?”. Buena pregunta. Juzgad vosotros mismos. En un lustro de catorce años, Ryan ha logrado completar 60.000 yardas de pase, lanzar 364 touchdowns y ha sido seleccionado para la Pro Bowl cuatro veces. Fue nombrado mejor rookie ofensivo en 2008, MVP en 2016 y All Pro ese mismo año. Por ahora, figura como octavo quarterback con más yardas de pase de todos los tiempos. Su eficiencia de pase en su carrera en Atlanta se consolida en los 94.2 puntos.   

Por números, cualquiera abriría el caso de que “Ice” merece ingresar en el Hall of Fame. Por desgracia para él, el discurso sobre su inducción en Canton no es unánime entre los aficionados. Desde que pusiera un pie en Atlanta parte de los seguidores de Falcons ha descargado en él toda su frustración. Ryan no es Vick a pesar de ser mejor que él. Pero el segundo fue un Game Changer, con un juego vistoso y eléctrico, y «Ice» un perpetuador de la escuela del pocket passing, más seguro y menos elusivo. 

Como todos los quarterbacks de la liga, Matt Ryan también ha tenido partidos para olvidar. Pero si echamos la vista atrás, vale la pena considerar que el veterano QB de Colts – qué raro se me hace decir esto – no ha estado rodeado nunca de una defensa competente. En catorce años la defensa de Atlanta casi siempre ha concedido más de veinte puntos por partido. Tan solo en 2021 la defensa rojinegra consiguió que sus rivales anotaran una media de 18.4 puntos. 

 

 

El mejor jugador de la franquicia

Sus estadísticas demuestran que, a pesar de todo, Matt Ryan es y será una leyenda de los Atlanta Falcons. Durante catorce temporadas el ex-QB de los Falcons no ha tenido más que palabras de cariño para una afición enfrentada y nostálgica. Años en los que su temple y seriedad han permitido a una franquicia disfuncional volver a la relevancia deportiva. Una historia de amor que podría haberse sellado con una Super Bowl, pero que el destino – o Quinn y compañía – decidió que no debía ser. 

Los Atlanta Falcons están marcados por las derrotas humillantes. Forma parte de su esencia, de su ADN por así decirlo. Por un largo tiempo, el juego de Matt Ryan nos ha querido prevenir de esas debacles que, aún así, han sucedido. Le debemos mucho al “hombre de hielo” que vino de Boston College con la inocencia de un niño y la ilusión de un adolescente e intentó cambiar el curso de la historia. 

Matt Ryan siempre vestirá en la memoria colectiva el manto rojo y negro. Pero, por ahora, habrá que animarle en sus nuevas aventuras en el Lucas Oil Stadium. Tal y como él dedicó a la afición de los Dirty Birds, “es todo amor lo que tengo por ellos”. Pues eso, Matt, todo amor.

 

 

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