Domingo, 3 de Octubre de 2021 Miami Miami Miami Miami Miami Miami Miami Miami Miami Miami
Hospital Miami Gardens, Florida.
Mientras repasa frente al ordenador el tratamiento que ha pautado para el paciente del Box 6, Nick maldice el día en que aceptó cambiar esta guardia a la doctora Arroyo. Está siendo una jornada agotadora. Neumonías, síndromes coronarios agudos, embolismos pulmonares masivos y un deceso por parada cardíaca han mantenido su cuerpo y mente ocupados desde que entró a primera hora de la mañana, con un café en la mano, en la unidad de Cuidados Intensivos del Hospital. Le tranquiliza pensar que, por lo menos hoy, no parece haber cometido ningún error.
Hace quince años el doctor Saban realizó una evaluación errónea del hombro de un chico llamado Drew que le granjeó la animadversión de buena parte de la ciudad. Tuvo que abandonar el reputado hospital donde trabajaba entonces, un célebre «centro médico» venido a menos en la actualidad, que vive de la gloria y perfección alcanzada en tiempos remotos, y aceptar el puesto de jefe médico en el «modesto» sanatorio carmesí que actualmente le permite seguir pagando sus facturas a final de mes.
Unos tímidos golpes en la puerta del despacho devuelven a Nick y a sus pensamientos a la penumbra del pequeño habitáculo.
-Doctor Saban, siento interrumpir a estas horas, pero tenemos un nuevo ingreso- dice la enfermera jefe desde el otro lado de la puerta.
Nick se levanta con desgana de la silla y mientras gira el pomo metálico piensa en la odiosa enfermera afroamericana que le acompaña en el día de hoy.
-Señorita Culpepper, nunca es usted portadora de buenas noticias, confieso que es el fantasma que atormenta mis sueños y mis jornadas laborales desde el primer día que puse un pie en este centro- suelta un contrariado Nick Saban nada más abrir la puerta mirando fijamente a los ojos de “Dafne” Culpepper.
– No sabe lo que me reconforta escuchar eso, querido Nick- contesta Dafne enseñando una burlona sonrisa de inmaculados dientes blancos.
– Hábleme de nuestro nuevo inquilino- dice Saban con la intención de cambiar rápidamente de tema.
– Se trata de un caso sumamente peculiar doctor, un pequeño de tres años de edad que, al parecer, se ha desplomado sobre el césped del Hard Rock Stadium mientras jugaba a fútbol americano- informa la fría y metódica enfermera.
-¿Cómo se llama nuestro joven paciente?
– Es posible que conozca a alguien de su familia doctor Saban, el chico se llama Miami Dolphins.
EL PACIENTE : LOS MIAMI DOLPHINS.
Nick se acerca sigilosamente a la cama en la que descansa, sedado e intubado el crítico paciente. Ha visto muchos enfermos a lo largo de su dilatada carrera profesional, pero este en concreto, parece especialmente complejo. Sabe que una buena anamnesis es crucial para encauzar el diagnóstico por lo que se dirige al control de enfermería con la firme intención de recabar toda la información disponible sobre el pequeño.
-¿Algún dato nuevo que haya averiguado, señorita Culpepper?
– He tenido una provechosa conversación con los familiares del pequeño- dice la enfermera mientras prepara las medicaciones de la ronda nocturna.
– ¿Sería usted tan amable de compartir esa información conmigo?
– El niño es adoptado- suelta de improviso la menuda enfermera- nació en el seno de una familia hawaiana con una displasia congénita de cadera de incierto pronóstico.
– Interesante- añade un intrigado Nick-¿Qué oscura razón les llevó a decantarse por el pequeño?
– Llevan más de dos décadas buscando un digno heredero que devuelva la grandeza pérdida a la familia, además, el chico venía de uno de los mejores orfanatos de Alabama.
– Conozco bien a la gente de ese estado-interrumpe bruscamente Saban- he comprobado de primera mano que son pusilánimes y que esos chicos nunca llegan a ser estrellas en la mejor liga del mundo.
– Parte de la familia Delfín quería adoptar a un caucásico niño oriundo de Oregón– susurra Dafne Culpepper- y piensa que, decantarse por el pequeño hawaiano de endeble brazo fue el primer paso que condujo a la crítica situación actual.
-Yo he tomado muchas decisiones equivocadas- confiesa Saban- y aquí sigo vivito y coleando ….
-No me tire de la lengua doctor, que no estoy hoy para muchas bromas.
-¿Cuándo comenzaron los primeros síntomas?- pregunta Nick volviendo al tema estrictamente profesional.
– Aproximadamente hace unas tres semanas- contesta Dafne- según parece, disminuyeron peligrosamente las defensas y protección del paciente, recibió un fuerte golpe en las costillas y desde entonces es incapaz de correr ni pasar con normalidad.
EXPLORACIÓN FÍSICA
Nick guarda el fonendoscopio en el bolsillo de su pijama azul. Lo embarga la preocupación. Los latidos cardíacos se escuchan muy débiles y van demasiado lentos. Necesita comprobar las constantes vitales para hacerse una idea de la gravedad de la situación.
-Dafneeeeee!- grita Saban desde el interior del box donde atiende al paciente.
-¿Qué ocurre doctor? – pregunta una jadeante Dafne Culpepper al asomarse al umbral de la puerta- Me ha pegado usted un susto de muerte .
-¿Dónde narices ha anotado las constantes de Miami? no las veo por ningún lado.
-No he tenido tiempo todavía de apuntarlas en la gráfica de enfermería, las llevo aquí, en el bolsillo, escritas en una hoja de papel.
-Soy todo oídos- suelta un impaciente doctor Saban.
-¿Seguro que quiere escucharlas? Son ciertamente inquietantes.
-Con el debido respeto señorita, no está usted aquí para cuestionar mis decisiones.
– No diga que no le he advertido- proclama la díscola enfermera- Nuestro paciente acumula tres derrotas consecutivas ofreciendo una imagen muy pobre y su ofensiva es la trigésimo primera de la liga (únicamente por delante de los Bears) con un promedio de 252 yardas por partido– enumera sin pestañear la señorita Culpepper.
– ¿Tiene usted las cifras aéreas de nuestro paciente? – pregunta Saban con manifiesta irritación en su tono de voz.
– ¿Por quién me toma? soy una profesional intachable- contesta malhumorada Dafne- apunte en su libreta, 173,8 yardas de pase por partido.
– Y sus piernas ¿Funcionan correctamente?
-Me temo que no, doctor -responde Culpepper- El pequeño acumula 78,25 yardas de carrera por partido.
-¡Qué espanto! es mucho peor de lo que yo pensaba, no se si hay droga vasoactiva que pueda remontar estas constantes.
-Hable con la farmacéutica del hospital – sugiere humildemente la enfermera- me han dicho que prepara unas fórmulas magistrales inigualables.
-¿Sabemos algo de los tutores del menor?
– Esto es lo más curioso del caso Nick, el chico tiene dos coordinadores ofensivos que se llaman Studesville y Godsey pero el que le dice lo que tiene que hacer cada domingo es un tal Charlie Frye (entrenador de quarterbacks de Miami), así que a día de hoy no tenemos ni la más remota idea de quién es el responsable de la actuación tan pobre de nuestro paciente.
– ¿El padre de la criatura no interviene? – pregunta el doctor con interés.
– Es un hombre llamado Brian Flores y dice que de la ofensiva se encarga su mujer, que él únicamente se preocupa de la defensa.
– Deduzco entonces que en la parcela defensiva nuestro pequeño delfín no tiene problema alguno- comenta Saban.
-Se equivoca nuevamente doctor- responde al instante Dafne- Miami continúa permitiendo que los corredores rivales se paseen como Pedro por su casa por el Hard Rock Stadium y su éxito en terceros downs ha decaído drásticamente.
-¡Santo cielo!- exclama el doctor Saban- me temo que este ingreso va a ser más prolongado de lo que esperábamos.
PRUEBAS COMPLEMENTARIAS
El doctor Saban recoge los folios recién salidos de la impresora de su diminuto despacho, se coloca con delicada parsimonia de facultativo experimentado sus gafas para la presbicia porque cree haber leído mal los resultados de la analítica de sangre. Vuelve a mirar el papel y de inmediato se cerciora de la gravedad del asunto. Sale presuroso del despacho en busca de la señorita Culpepper, a la que encuentra, con el cansancio reflejado en su mirada, sentada en el desordenado control de enfermería de la unidad.
-Ahora soy yo el que la importuna señorita Culpepper- comenta Nick para romper el hielo.
-¿En qué puedo ayudarle doctor?
-Llame inmediatamente al laboratorio y dígales que debe haber un error, que revisen el analizador de muestras sanguíneas porque debe estar estropeado- dice Saban mientras extiende los folios hacia la señorita Culpepper.
Dafne recoge los papeles de manos del doctor Saban y mira lo que allí está escrito.
MIAMI DOLPHINS. VALORACIÓN PRO FOOTBALL FOCUS LÍNEA OFENSIVA :
- Austin Jackson : 46,4
- Jesse Davis: 52,3
- Greg Mancz: 53,6
- Robert Hunt: 54,5
- Liam Eichenberg:44,9
–¿Estos valores de protección son compatibles con la vida doctor?- pregunta incrédula Culpepper.
-Jamás había visto un caso igual- responde Nick
-Nuestro pequeño debe ser muy fuerte para seguir vivo con estos niveles analíticos, no hay muchos cuerpos que puedan aguantar en semejantes condiciones- sentencia la señorita Culpepper.
DIAGNÓSTICO Y TRATAMIENTO
El doctor Saban nunca ha sido muy diestro en el manejo de las nuevas tecnologías. El cansancio acumulado no es un buen compañero de viaje a la hora de rellenar en el ordenador el juicio clínico y las órdenes del tratamiento del paciente más complejo de su guardia. Con dedos temblorosos anota en la pantalla:
IMPRESIÓN DIAGNÓSTICA:
- Insuficiencia ofensiva aguda
- Indisciplina preocupante
- Nulidad de la línea ofensiva
- Play calling de parvulario
- Agotamiento defensivo
Cierra los ojos y masajea suavemente sus sienes porque, en lo más profundo de su ser, admite que no tiene un tratamiento y remedio inmediato para su paciente. Habrá que esperar a que consoliden las fracturas costales para ver si mejora la situación del enfermo. Dejarse de experimentos en la línea ofensiva y colocar a cada jugador en su posición natural le parece también una buena idea. Hablará también con los tutores del menor para que se aclaren y sean más agresivos en la elección de jugadas. Piensa también, intentar convencer al padre de la criatura, el susodicho Brian Flores, para que vuelva el muro TNT (takes no talent) a los entrenamientos y el cuidado por los detalles y fundamentos del juego.
Saban consulta su reloj. Son las siete y media de la mañana. En treinta minutos será nuevamente un hombre libre y sabe que lo primero que va a hacer cuando salga a la calle renovado por el estimulante efecto de la cafeína, es llamar a la doctora Arroyo para decirle que no le cambia ninguna guardia más.