Durante más tiempo del que me gustaría recordar, he expuesto mediáticamente mi filiación por los Cincinnati Bengals. Al no ser un equipo muy popular, es habitual que amigos procedentes de este mundillo me hagan preguntas acerca de él. Mi educación y camaradería me lleva a responderles con sesudos razonamientos y explicaciones, no exentos de lógica ni realismo. Sin embargo, debo admitir que lo que me nace contestar es “no tengo ni puñetera idea”. Tras tantos años de seguir a esta franquicia, tengo incluso serias dudas de que sus dirigentes sí la tengan.
Por tanto, sentadas las bases sobre lo imprevisible, incoherente e improvisado de las acciones de mi equipo, considero oportuno llegado este punto de mitad de temporada NFL, trazar unos ligeros esbozos sobre lo que ha acontecido, y qué esperar de los Bengals para lo que resta de campeonato.
Un inextinguible ataque pelirrojo
Desde 2011, el pelirrojo Andy Dalton guía los destinos de la ofensiva bengalí. Más por viejo que por bueno, hay que reconocerle que en los 8 partidos disputados hasta el momento, no ha supuesto ningún lastre. Al contrario, en su haber hay que apuntar un par de remontadas, más otra que no cuajó por incapacidad de la defensa para retener la ventaja obtenida.
A menudo se le minusvalora, como desgraciadamente suele ser tendencia en la NFL actual en la que no se admite nada por debajo del nivel de Aaron Rodgers. Dalton no es, ni será nunca, un QB de élite. No es del tipo de hacer mejores a sus compañeros, pero tampoco de estropearlos en demasía. Y esto, en el football de hoy, ya es bastante.
No obstante, hay que admitir que la llegada de Van Pelt como entrenador de QBs le ha sentado estupendamente. Pese a no disponer de la gran línea ofensiva que disfrutó en sus inicios en la liga, se le notan los esfuerzos por adaptarse a la tragedia y minimizar daños. Cada vez está más confiado en su lanzamiento en movimiento saliendo del pocket por su vida. Su rating de efectividad en el pase es de momento el 2º más alto de su carrera, y ha reducido el número de fumbles perdidos cuando es sackeado, algo que se sigue produciendo con similar frecuencia. Sin duda, la velocidad con la que se desprende del oval, ayuda a disimular sus carencias.
Arsenal ofensivo variado pero fluctuante
Green, Mixon, Eifert, más la irrupción de Boyd como el receptor que se esperaba al ser drafteado en segunda ronda están haciendo más llevadera la espera a que aparezca Ross. Sin embargo, la contribución del recordman de velocidad en la combine no hay que valorarla en función de sus números, sino del juego que genera.
Con todos los estiletes ofensivos sanos, el coordinador ofensivo Lazor lanzaba a Ross en largo (lo cual arrastraba al safety más profundo), hacía moverse a Eifert en la zona corta (lo cual acercaba al box al otro safety), y esto provocaba emparejamientos uno contra uno de Green en la zona intermedia, en los que raramente no salía victorioso. Sin embargo, las lesiones del tight-end y del velocista han provocado tener que buscar otros protagonistas para el señuelo, y claro, el resultado no es el mismo.
Otro factor que ha llevado a modificar el estilo atacante bengalí ha sido la plaga de lesiones en la unidad de tight-ends. De los cuatro de inicio sólo queda uno sano, y no precisamente el mejor. La formación ofensiva de partida contaba con doble TE, ambos con aceptable capacidad de bloqueo y buenas manos para la recepción. La rotación de Eifert, Kroft y Uzomah rindió pingües beneficios, pero ahora las circunstancias son otras, y los recursos de emergencia, meros bloqueadores, no generan la inquietud en las defensas que suscitaban los originales.
Así las cosas, el caudal ofensivo de los de Cincinnati ha mermado drásticamente en los últimos encuentros. La baja del RB Bernard también contribuyó a reducir la variedad de jugadas y la capacidad de protección a Dalton. A medida que los naranjinegros recuperen efectivos podrán retomar la fluidez del comienzo de temporada. Pero por desgracia, las lesiones no perdonan, y la caída de Green puede resultar definitiva.
La defensa, oportunista pero inconsistente
La llegada de Austin en sustitución de Guenther como coordinador defensivo apenas ha producido cambios. Idéntica formación base 4-3, infrautilización del blitz, y continuas rotaciones en la línea defensiva para mantener la frescura. Sin embargo, hay que reconocerle haber traído una filosofía más agresiva en cuanto a la consecución de turnovers, uno de los grandes males del año pasado.
No obstante, lo ganado en robos de balón parece haberse traducido en una alarmante falta de firmeza en los placajes. La cantidad que de veces que el portador del oval se escurre entre los brazos de los defensas atigrados es alarmante, y la esperada llegada de Burfict tras su sanción no ha solucionado el problema.
La fortaleza defensiva recae sobre la línea. Las rotaciones permiten llegar al final del partido a los titulares con energía para cerrar el resultado, pero durante el trascurso de los encuentros son frecuentes los apagones. El talento de Atkins y Dunlap no es suficiente para arrastrar a sus compañeros más jóvenes, muy entusiastas, pero aún con mucho que aprender.
Al contrario sucede en la secundaria. Los noveles Bates (safety rookie) y Jackson (cornerback de tercer año, pero como si fuera el segundo por la lesión de su año de novato) están eclipsando a los veteranos CB Kirkpatrick y SS Williams. Por desgracia, el buen nivel individual no logra ocultar errores de coordinación, probablemente causados por los cambios en los entrenadores de posición.
Qué esperar para la segunda mitad liguera
El buen arranque (balance de 5-3) augura una campaña como mínimo equilibrada o ligeramente victoriosa. Si será suficiente para llegar a playoffs dependerá del rendimiento general de la conferencia y criterios de desempate. Complicado entrar por la vía del liderato divisional, más accesible un wildcard que se antoja, un año más, como la parada final del destino del tren atigrado.
En el lado negativo, no se puede negar las secuelas que la cantidad de lesionados está dejando en el equipo. Si Green está de baja varias jornadas, el ataque perderá su principal motor. Sin Burfict, la defensa carece de un líder capaz de poner firmes a sus compañeros e intimidar a los rivales. Y por supuesto, el perenne factor Lewis en la banda, del cual poco se puede esperar ya.
En la parte positiva, recordar que a medida que el clima se endurezca, la ofensiva deberá girar más hacia el juego de carrera, lo que reorientará el protagonismo de Green hacia Mixon. En la defensa, las enseñanzas de los nuevos entrenadores habrán calado más profundo, y se debería apreciar una mejoría general. Todo esto, por supuesto, si no se producen más lesiones traumáticas.
En definitiva, las expectativas bengalíes de postemporada permanecen intactas. Así que, si queréis apostar por los Bengals… pensároslo otra vez. Este equipo es tan disfuncional que tanto puede explotar en una dirección como en la contraria. Y esta magnética sensación de lo inesperado es lo que nos engancha, cual droga maldita, a sus sufridos seguidores.