Se han vertido ríos de tinta para lograr explicar el boom ofensivo que vive la NFL actual. Es un debate reciente porque, sin ir más lejos, en 2017, se vivieron las peores cifras ofensivas de la década. Las ideas son muy diversas y los presuntos culpables son los sospechosos habituales: la reglamentación, las tendencias de College, el perfil atlético del jugador actual…
Todos estaremos de acuerdo en que no hay una única causa y en muchos aspectos coincido con otros autores. Mi intención es poner sobre la mesa algunas de la variables que me parecen más decisivas en el actual debate y que, desde mi punto de vista, mejor explican la obesidad mórbida que viven los ataques NFL en 2018.
No es lo mismo la NFL de Septiembre-Octubre que la NFL de Noviembre-Diciembre
Primero, el clima. El Football que hemos estado viendo estas semanas va a mutar progresivamente con el cambio de estación y las estadísticas delirantes que estamos viviendo sufrirán una regresión a la media. En verano y principios de otoño, el juego de pase se ve muy favorecido. Con el mal tiempo llegan tres factores discordantes: el viento, la lluvia y la temperatura.
El efecto del viento y la lluvia se explican solos, pero es curioso el efecto de la temperatura. Al descender las temperaturas, la densidad del aire aumenta y, al aumentar la densidad del aire, la resistencia al avance del balón se incrementa también. La bajas temperaturas generan también variaciones en la presión atmosférica que dan lugar al viento, ese enemigo implacable del QB.
Solamente estos factores externos son capaces de reducir de forma natural el QB Rating y el porcentaje de completados mejor que cualquier defensa. El Football de finales de verano es un deporte distinto al Football invernal. No es coincidencia que las grandes dinastías del Football moderno estén asociadas a climas adversos. Seattle, Denver, Pittsburgh, Baltimore, New England, Chicago… no son las Barbados. Las dinastías defensivas no nacen en los Domes.
Las prácticas en College
Por otro lado, la última CBA supuso un golpe muy importante a las “padded practices”, a los entrenamientos con protecciones, con contacto. En el College actual, la orientación del juego al pase influye sobremanera al juego de las líneas ofensivas. En la spread offense, los splits entre OLs son muy amplios y la tendencia habitual es que los tackles jueguen sin la mano en el suelo.
El juego «clásico» de carrera ha perdido mucho peso en College, lo que ha originado que los rookies NFL vengan con muchas carencias en este aspecto de su formación. Con su desembarco en la NFL, muchos OCs optan por implantar en el verano el juego de pase e ir formando a la línea en el juego de carrera durante el año, en previsión del invierno.
En verano se lanza más porque el tiempo y la falta de madurez de la línea en el juego de carrera lo aconsejan. En invierno, hay más “ball control” porque llueve, arrecia el viento y porque las técnicas y esquemas de carrera están más implantados. En verano hay tiroteos, en invierno hay más brega.
Como anécdota, el mes de Septiembre de 2018 ha sido el cuarto más caluroso a nivel global de los últimos 140 años. ¿El cambio climático también afecta al Football? Es muy exagerado, pero lo que es seguro es que, mientras haya buen tiempo o se construyan más Domes (en 2022 ya serán un tercio de la liga), los equipos seguirán lanzando más.
El advenimiento del Defenseless Receiver y su incidencia en la liberación del juego entre números
Durante muchas décadas, las principales mentes defensivas de la NFL han tenido como principio fundamental de sus defensas cerrar el centro del campo. Muchas defensas de pase han sido concebidas para defender el pase de dentro-afuera cerrando rutas intermedias entre números. Obligando a los ataques a buscar receptores abiertos fuera de los números.
Todas estas rutas de perímetro tienen por naturaleza un porcentaje de completados mucho menor por el simple hecho de que el QB ha de lanzar más lejos. La mayor distancia se traduce en mayor tiempo de reacción de la defensa, mayor exigencia de timing, del ball placement… A pesar de ser más complicados, estos pases se ven favorecidos por la reglamentación de illegal contact o pass interference.
Mucha gente atribuye a estas reglas el florecimiento ofensivo actual, pero se olvidan de que la “Ty Law Rule” tiene ya 15 años. Esta norma no explica por si sola el boom ofensivo del inicio de 2018. Para un servidor tiene mayor incidencia una norma aprobada el verano pasado y que pasó bastante inadvertida: se declaró “Defenseless Receiver”, receptor indefenso, a todo receptor que se encuentre en ruta.
Esto ha convertido en contacto ilegal o en violencia innecesaria a cualquier intento de golpear a un low crosser, a un receptor que sigue una ruta cruzada próxima a la LOS. Esto ha hecho ilegal el famoso adagio de “Collision low crossers”. Los LBs ya no pueden defender estas rutas golpeando, sino que han de seguir a los low crossers en sus rutas.
Estas rutas no se defendían, se castigaban. Con el cambio de norma ahora serán defenseless receivers
https://t.co/fnJtuDIhLG— Catanovski (@catanovski) June 20, 2017
Todo esto ha hecho imposible el principio defensivo de cerrar el medio y ha supuesto un revival de conceptos como el mesh, shallow cross, Y-Throwback… Rutas que exigían la presencia física de TEs para soportar los golpes ya pueden ser corridas por WRs más livianos.
En la actualidad, todo esto ya es rutina y ha generado un abanico ofensivo inigualable. Quiero destacar algunas tendencias actuales. Primero, los WR corriendo cada vez más rutas propias de TEs.
https://t.co/pCFEiDbpRO— Catanovski (@catanovski) October 14, 2018
Estas rutas próximas a la LOS, que discurren en el centro de la visión de QB, redundan en un aumento del porcentaje de completados. Si a este hecho se suma que, por evolución física, el playmaker actual es más rápido y más elusivo en espacio, las YACs y las big plays a partir de conceptos sencillos se amontonan.
El boom ofensivo actual proviene de planteamientos conservadores en el pase
Uno de los avances que ha sufrido el deporte mundial, no sólo la NFL, es la entrada masiva del Sabermetrics. En la NFL actual no se deja ni una sola piedra sin girar en la búsqueda de una mayor eficiencia. Toda esta irrupción de conocimiento y análisis ha traído consigo giros radicales en las estrategias generales de juego.
Tal vez, lo más destacable es la deriva que están sufriendo el primer y segundo down hacia el pase. Muchos analistas parecen ya recomendar que la mejor forma de atacar las formaciones pesadas de downs tempranos es pasando. Otra cosa que parece ser efecto del Sabermetrics es el progresivo abandono en el perímetro de las rutas go/fly/fade por otras rutas con porcentajes de completados más altos como hitches-comebacks-back shoulders. Y el boom masivo de jet sweeps, pick plays y, sobre todo, del juego de screens.
Muchos OCs ven en la screen una jugada de poco riesgo y mucho beneficio por varios motivos. Es de poco riesgo porque el porcentaje de completados es absurdo, como ejemplo, Matt Ryan completó 27/27 WR Screens en 2017. Es también una jugada eficiente por la superioridad numérica que suele generar en el alley, en la zona entre hash marks y números.
Durante mucho tiempo se ha hablado de "ganar las trincheras". En el Football moderno los diseños están llevando las trincheras al alley: la zona entre hash marks y números. Quien se impone en el alley gana el partido. Se vio muy claro en el Patriots-Coltshttps://t.co/iOyl1GEC85
— Catanovski (@catanovski) October 6, 2018
En una carrera normal, los ataques están -1 o -2, siempre hay más defensas que bloqueadores. Todo el andamiaje del juego de screens traslada las trincheras de la LOS al alley y es el ataque el que suele aventajar en número y leverage a la defensa.
Gente como McDaniels o Reid explotan infinidad de conceptos que buscan atacar el alley. Todo el boom en el juego de screens intenta generar superioridad numérica en el alley con matchups entre OL y jugadores de secundaria. pic.twitter.com/r2ZNQlgFJe
— Catanovski (@catanovski) October 6, 2018
La tendencia actual es la de buscar siempre rutas de elevado porcentaje de completados. La liberación del medio campo ayuda, pero también el hecho de atacar rutas conservadoras. Charlie Weis explicó ya hace años que la diferencia entre un QB de 2.500 yardas y un QB de 3.500 era el flare control y los checkdowns. La expansión del árbol de rutas de los RBs, la entrada del Fullback en el juego de pase, la incorporación de los WRs al juego de carrera, los TEs móviles… todo esto ha incrementado la posibilidad de poner el balón en juego “sin fallo”: el % de completados y el QB Rating estallan.
No sólo han mejorado técnicamente, sino que los OC están creando mucha concepto nuevo para explotar el mismatch que supone esta nueva hornada de RB receptores vs LBs. Por ejemplo, la Wheel-Hitch de Bell.pic.twitter.com/xewiNPRlb0
— Catanovski (@catanovski) October 14, 2018
Desde que el Stick mató a la Tampa 2, la NFL aprendió una lección fundamental: en muchas ocasiones, la clave del ataque reside en la sencillez. Siguiendo esta premisa, el juego de pase actual es un juego de menos riesgo, más conservador, pero a través del cual los equipos consiguen ataques de mayor ritmo. El juego a medio campo se acorta y todo se reduce a ser más o menos efectivos en la Red Zone.
Derivado también del efecto del Sabermetrics es la mayor incidencia de los analistas informáticos en el juego. Es vox populi que equipos como New England utilizan programas informáticos de análisis de imágenes para conocer tendencias, propuestas defensivas, etc… A través de estos programas es más que probable que muchos equipos puedan predecir pre-snap, con bastante acierto, el tipo que defensa al que se enfrentan, dando una ventaja primordial al ataque.
La NFL y el College como vasos comunicantes
En la NFL nunca ha habido tanto talento ofensivo en los banquillos. Punto.
En el Football actual se han perfeccionado tanto los conceptos ofensivos que se han hecho rutinarios determinados “milagros tácticos”. Por ejemplo, cada vez es más fácil pasar en Empty Sets. Antes esto era una jugada poco menos que desesperada en la que el QB estaba muy expuesto.
Ahora, la mejora en las lecturas pre-snap hace que los QBs ordenen eficientemente sus protecciones y tengan un arsenal ilimitado de conceptos para deshacerse del balón en menos de 2 segundos. Del mismo modo, en la actualidad se consigue el efecto contrario, correr a partir de personal 11. McVay y Gurley son el paradigma. Todos estos “milagros” los consiguen con estrategia y el origen de toda esta nueva ola viene fraguándose durante años en College.
Los entrenadores universitarios han sabido ver que el juego actual, con jugadores más rápidos, más físicos y más reactivos, es una lucha constante entre espacio y números.
En la NFL hoy, el porcentaje medio de completados está por encima del 65%. Para mí hay una jugada ayer que ejemplifica el dilema de las Defensas actuales contra el pase: Trips en Boundary. Defender espacio o defender número? Todavía no hay respuesta. pic.twitter.com/TU0ByTRFqH
— Catanovski (@catanovski) October 1, 2018
Los defensas deben optar en cada jugada entre defender espacio o defender números, es decir, igualar los números en la caja. El boom de la RPO gira entorno a este concepto: si me igualan números en la caja, lanzo; si cubren el espacio de mis receptores, corro.
En una RPO básica con un diseño de carrera en el Frontside y una Bubble screen en Backside, el QB puede tomar la decisión de pasar o correr a partir de la suma de Defensas en el box o Box Count. Si en el Box el ataque está +1 o =, puede decidir correr. Si está -1, pasa. pic.twitter.com/Zz0QbQMQvc
— Catanovski (@catanovski) June 28, 2018
La idea fundamental de las Packaged Plays como la RPO reside en dotar a tu ataque de diferentes alternativas en una misma jugada por si la defensa opta por defender números o defender espacio.
Todavía no somos conscientes de lo que este principio de juego va a suponer en el desarrollo táctico del Football. Lo que es seguro es que todo el talento de Reid, McDaniels, Shanahan, McVay, Payton, Pederson… trata de ahondar cada semana en esta idea, impulsados por la inconmensurable fuente de ideas que aporta semanalmente el College.
El Football Universitario es el laboratorio y banco de pruebas del juego ofensivo de la NFL y nunca tanta información ha estado disponible en tiempo real. La capacidad de mutación de las defensas es limitada y el aluvión de conceptos a los que se enfrentan es abrumador.
Quizás esto último es lo que mejor define la situación actual: las ofensivas disponen de todas las herramientas necesarias para jugar con ventaja. A las defensas le quedan dos opciones: o minimizar y reducir perdidas, o esperar a que el General Invierno iguale el juego.
Leí hasta esta perte «las grandes dinastías del Football moderno estén asociadas a climas adversos. Seattle, Denver, Pittsburgh, Baltimore, New England, Chicago» «dinastías»que broma, menos twitter y más historia de football por favor.
Chico, pues te perdiste lo mejor. Menos historia del fútbol (aunque cata ha dejado claro lo de moderno) y más entender el juego. Gracias cata, brillante como siempre.