Papá, ¿por qué no somos de los Bengals?

En un antiguo artículo («Papá ¿por qué somos de los Bengals), ya os avanzaba que no tenía hijos, pero por todos es sabido que a quien Dios no le da hijos, el demonio manda sobrinos. Cuando voy a recogerlos al colegio, les veo salir de clase vistiendo sus camisetas de Bengals, con su nuevo diseño, ya sin la antiestética franja blanca lateral, y un estilo mucho más actual. O sus carpetas forradas con fotografías de Joe Burrow. O ante, cualquier gracieta de sus compañeros, imitando el bailecito griddy de Ja’Marr Chase. No puedo estar más orgulloso de ellos. Son la envidia de sus amigos, a quienes escucho preguntarles a sus padres, “¿papá, por qué no somos de los Bengals?

 

El bailecito «griddy» de Ja’Marr Chase y Justin Jefferson, su compañero en LSU, se ha hecho muy popular (foto: Bengals.com) 

Los Cincinnati Bengals tienen un indudable atractivo para las nuevas generaciones que se acercan a este deporte. Poco a poco, se están quitando esa pátina de conservadurismo, quizá un tanto rancio para nuestros días. El nombre del estadio ya no está dedicado a nuestro histórico fundador, Paul Brown, inolvidable de todas formas en la mente y el corazón de todos los aficionados al futbol americano, no sólo de los de Bengals. Ahora se alquila el título de nuestra querida “jungla” como fuente de ingresos para destinar a la mejora de la plantilla. Se ha levantado una zona de entrenamientos cubierta. La camiseta se ha cambiado a un diseño más actual, e incluso a nuestro inconfundible e irrenunciable casco bengalí se le ha sumado un hermano simulando el pelaje de un tigre albino. Los Bengals, ya era hora, se suben al carro de la modernidad.

 

En otro de mis artículos antiguos me refería a los Bengals como esa novia esquiva, rebelde e incómoda para nuestro entorno. Ahora es la pareja ideal. Sin perder nada de su atractivo y sensualidad, es la nuera perfecta que toda suegra quisiera tener. A la moda, pero sin frivolidades. Educada, pero con carácter. Con ese punto intermedio, entre modosita y provocativa, que la convierte en interesante. La madre ejemplar para sus nietos, que aún no sabe cómo ha podido conquistar el inútil de su hijo.

 

 

Cincinnati Bengals: un equipo ganador

No, los Bengals ya no son aquel equipo con el encanto perdedor de los que vamos a contracorriente. Ahora representan el carro vencedor al que todos quieren subirse. Y creedme que, dado nuestro desolador pasado, hay bastante espacio libre en él. Es la franquicia perfecta de quien hacerse seguidor en esta sociedad de tan escasa tolerancia a la frustración. Nada de esperar en vano a que “el año que viene será el nuestro”. Son el equipo del “ganar ya”, del “nuestro momento es ahora” para los que no quieren esperar. Cualquiera que se acerque hoy a nuestro deporte favorito, o lleve poco tiempo en él, pero suficiente como para sentirse decepcionado por su franquicia elegida, está a tiempo de engancharse a esta ola naranja y negra para disfrutar de una enorme sonrisa al finalizar cada jornada.

 

Por esta razón, los aficionados bengalíes son fácilmente reconocibles los lunes por la mañana por su incongruente alegría. Nada mejor para desahacerse de la habitual depresión lunesina que recordar la victoria de tu equipo favorito. ¿Por qué ahondar esta tortura siendo seguidor de un equipo lastimoso? La vida es demasiado corta para andar con penas, y en el panorama del football americano actual, los Cincinnati Bengals son sinónimo de felicidad. Si no es suficiente atractivo la precisión de cirujano de Joe Burrow, o las espectaculares recepciones de Ja’Marr Chase y Tee Higgins, ¿qué tal sus divertidas celebraciones grupales? ¿cómo resistirse al carisma de su joven entrenador Zac Taylor? ¿qué tal su singular cántico “Who Dey”? ¿o disponer de la mejor información en español previa al campeonato? Insisto, ¿qué razón podría haber para no ser fanático de los Cincinnati Bengals?

 

Las divertidas celebraciones grupales de los touchdowns de los Cincinnati Bengals están causando sensación en la NFL (foto: AP)

 

Hay muchas razones para hacerse seguidor de los Cincinnati Bengals

Es posible que, en este punto, salte algún purista diciendo que no todo son fuegos artificiales a la ofensiva, o que el folclore que rodea los encuentros no gana partidos. Y no le faltará razón. Pero los Cincinnati Bengals son mucho más que el brillo de sus highlights. Poco a poco, han ido conformando una buena línea ofensiva con la que dominar las trincheras. En defensa, el coordinador defensivo Lou Anaruno ha construido una unidad compacta, sin grandes nombres, pero que lleva colándose los dos últimos años entre las 5 que menos puntos encaja. ¡Y qué decir del kicker! El joven Evan McPherson no sólo es un prodigio de potencia y precisión, sino que posee una personalidad tal que fue capaz de escaparse del vestuario en la Super Bowl LVI para ver la actuación del descanso. No se puede padrear más.

 

Escuchar la charla de los entrenadores en el descanso de la Super Bowl LVI no fue para McPherson razón suficiente para perderse la actuación de sus cantantes favoritos (foto: Twitter NFL)

 

Probablemente, muchas reticencias de los progenitores a que sus hijos se conviertan en fanáticos bengalíes se deban a prejuicios obsoletos. Cincinnati ya no es el cobijo de delincuencia de décadas pasadas. Sus jugadores dejaron de ser noticia por los altercados con la ley, y ahora son modelo de actitudes cívicas de ayuda a la comunidad. Su comportamiento sobre el campo es ejemplo de deportividad, como demostraron aceptando suspender el partido tras la dramática lesión de Damar Hamlin, el safety de Bills, a pesar de las consecuencias clasificatorias que sufrieron por parte de la liga. Incluso se debería dejar de asociar a los Bengals con una franquicia rácana, que deja escapar a sus estrellas, tras hacer de Joe Burrow el jugador mejor pagado en la historia de la NFL. Sin duda alguna, los Cincinnati Bengals representan todos los valores que cualquiera quisiera trasmitir a su prole.

 

Por todo lo expuesto, amigos, si alguno de vosotros escucha a sus niños preguntaros “papá, ¿por qué no somos de los Bengals?”, no dudéis en responderles con una amplia sonrisa “pues claro que sí, ¡vamos a hacernos de los Bengals!

 

NOTA: Vaya este artículo como homenaje a mi recordado Iker, que lo estará leyendo desde el cielo de los perros.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *