En 2020, la pandemia provocada por el Covid-19 se extendía implacable por todo el planeta. De Johannesburgo a Estocolmo, de Sídney a Pekín, de Buenos Aires a Cincinnati, los contagios se propagaban imparables. La OMS se veía impotente para contenerla. Ante el temor de que la epidemia se llevase por delante lo más preciado de la civilización, los gestores de la NFL acordaron una medida radical: criogenizar a los jugadores de todas las franquicias, para reanimarlos más adelante, cuando la enfermedad hubiese sido erradicada.
Los intentos por encontrar una vacuna milagrosa resultaron infructuosos. Tuvieron que pasar muchos años para que los científicos descubrieran que el virus se propagaba mediante los mensajes de odio que se extendían irrefrenables por redes sociales. La ONU decidió adoptar una traumática decisión: hacer estallar una gigantesca bomba electromagnética que arrasase con cualquier dispositivo electrónico mundial.
La drástica resolución obtuvo resultados. El coronavirus fue finalmente vencido, pero el precio pagado por la sociedad fue muy elevado. Desprovistos de sus principales entretenimientos, los humanos descubrieron unos artefactos hasta entonces desconocidos para ellos: los libros. La pasión por la lectura se popularizó voraz. Una avidez inaudita por la cultura inundó el planeta, que rápidamente abandonó sus antiguos divertimentos. El football cayó en el olvido.
Sin embargo, la situación distaba de ser idílica. Las disputas en bares entre kantianos y hegelianos cada vez subían más de tono. Las fuerzas antidisturbios debían intervenir para separar a seguidores y detractores de Pérez-Reverte. Unos vándalos fanáticos de Rimbaud pintaron de versos asonantes la estatua de Pepe Hierro que presidía la plaza “Eduardo Mendoza”. El conflicto es intrínseco a la naturaleza humana. Ante este desesperado escenario, las autoridades decidieron recuperar las antiguas distracciones. Volver a los plácidos días de pan y circo. Ordenaron descongelar a los jugadores de football y reanudar la NFL.
Centro Criogénico de Cincinnati
El equipo médico del Centro Criogénico de Cincinnati, tras dar cumplimiento a la orden ejecutiva presidencial, informaba a su jefe, el doctor Highfield. Analizaban los resultados por grupos de pacientes, distribuidos en las distintas posiciones de ese extraño deporte llamado football, comenzando por la de quarterback.
- Siguiendo sus indicaciones, hemos reanimado al sujeto; pero francamente doctor, no entendemos cómo en su momento podía ser considerado un deportista de élite. Es un señor mayor, que se pasa todo el rato dibujando ratones.
- ¡Pero qué habéis hecho, inútiles! ¡Habéis descongelado por error a Walt Disney! Rápido, devolvedlo inmediatamente a su cápsula antes de que nos caiga una demanda. A quien debíais revivir es a un tal… Joe Burrow –dijo mirando sus notas-.
En el añejo informe de 2020 que tenía frente a él, a ese tal Burrow se le consideraba la esperanza del equipo. Un quarterback cuya carrera universitaria había sido espectacular, y de quien se esperaba llevase al club a las más altas cimas deportivas. Atesoraba una gran inteligencia, visión de la jugada, precisión, potencia y habilidad en movimiento. Toda una colección de virtudes con el único defecto de su inexperiencia. Una estrella sobre quien una nota anexa al documento recomendaba especial protección.
Línea Ofensiva 2020
- ¿Alguien más a quien debamos reanimar en esta posición, doctor?
- No es necesario. Según dice aquí, los suplentes son tan malos que no es necesario descongelarles, nadie notará la diferencia. Sin embargo, es muy importante recuperar a estos que llaman “línea ofensiva”. Por lo visto, eran los responsables de velar por su protección. Encargados de custodiar la paz y el orden, tan necesarios en estos días revueltos. No tienen pérdida, están dentro de cinco cofres muy gordos.
- No es por contradecirle, doctor –comentó uno de sus ayudantes-, pero en este periódico de la época, que se encontraba junto a ellos, señala precisamente que este quinteto dejaba mucho que desear. Les denominaban por unas siglas indescifrables. Del RT, un tal Hart, dicen que es de los peores en su puesto. Del RG, un nuevo fichaje llamado Su’a-Filo, que en cualquier otro equipo seria suplente. El “C” es una cosa que llaman “undrafted” y el sujeto, de nombre Hopkins, sólo ha tenido una campaña buena en 7 años. El LG, Michael Jordan…
- ¿El senador para asuntos galácticos Michael “Air” Jordan? Sabía que había sido deportista en su juventud, pero pensaba que ya habría fallecido –preguntó con insolente ignorancia uno de los ayudantes menos cualificados-.
- No, –le corrigió el doctor Highfield– es uno que se llama igual. Pero según tengo entendido, en el momento de su congelación aún no le había dado tiempo a destacar, ¿no es así?
- En efecto, doctor –corroboró el ayudante principal-. Y para finalizar, al que llaman LT, un chico llamado Jonah Williams, es un joven de quien no he encontrado referencias. Por lo visto, ni siquiera llegó a debutar en la NFL.
- ¡Menudo panorama! –bufó el doctor. En fin, a nosotros no nos pagan por opinar, sino por hacer nuestro trabajo. Pero si yo fuera ese Burrow, les dejaría a todos en sus cápsulas y en su lugar plantaría 5 conos delante. Seguro que me protegerían mejor.
Tight-ends 2020
- Ahora que lo dice –comentó uno de los miembros de mayor edad del equipo médico– recuerdo que mi abuelo me explicó de niño que había unos seres mitológicos que también ayudaban a proteger al QB. Se ve que salían al final de la noche, porque les llamaban night-ends, o algo así.
- ¡Ah, sin duda se refiere a los tight-ends! –confirmó el doctor Highfield-. Individuos con una finalidad mixta: bloquear defensas para facilitar el pase o servir ellos mismos como receptores. Pero créame, no tenía nada de especiales. Al menos, los que nos han tocado descongelar a nosotros. Sample, un joven con buenos instintos para la protección, pero no tanto para la recepción. Uzomah, un veterano con no demasiado talento para la recepción ni el bloqueo, y… ¿nada más?
Highfield comenzó a revisar sus anotaciones de forma compulsiva, mirando alternativamente sus documentos y a sus ayudantes con creciente enfado. Estos se encogían de hombros confirmando que, en efecto, no había más efectivos designados para esta unidad.
- ¡Tiene que haber un error! –bramó el doctor-. Resultaría inconcebible que un equipo encarase la temporada con jugadores tan mediocres en esta posición. Cuando se suspendió la liga en 2020, los tight-ends eran fundamentales para conseguir emparejamientos favorables y sorprender a las defensas, así como para superar a sus marcadores en situaciones de goal. No me extraña que los Bengals fuesen tan deficientes en estas facetas. Sigan buscando –ordenó a sus ayudantes-, no me creo que solo tengan esta pareja, deben haber perdido a los demás componentes del grupo.
Wide receivers 2020
- Sin embargo –explicó uno de los ayudantes para desviar la atención-, esta unidad que llaman “receptores” tiene una pinta excelente. Además, es muy profunda, nos hemos pasado un buen rato descongelando a todos.
- Cierto –asintió el doctor revisando sus apuntes-. Este tal Green ya era una estrella consagrada allá por el lejano 2020. Y este otro, Boyd, fue durante los 2 últimos años de competición, el mejor de la liga en la posición de slot-WR, que vaya usted a saber qué demonios significa esto. Además, tenían tras ellos una pareja que se complementaba muy bien. Tate era un receptor alto, ideal para balones disputados; y Ross una auténtica centella para pases profundos. Pero lleven cuidado al reanimarle, dice aquí que se rompe con facilidad.
- Y no solo eso, doctor –prosiguió el ayudante-. Erickson era un receptor pequeño, pero muy seguro y excelente retornador. Thomas, de quien destacan aquí que fue fichado ese mismo año, algo que por lo visto debería ser inaudito en esta franquicia, un suplente de confianza muy valioso en equipos especiales. Y destacando sobre los jugadores de relevo se alzaba un tal Higgins, un joven aún por estrenar, pero en quien depositaban las esperanzas de futuro. O de pasado. O qué sé yo.
- Yo me pregunto una cosa –cuestionó el ingenuo asistente becario– ¿por qué lanzaban el balón por el aire? Con lo incierto que podría ser que llegase o no a su destino, ¿no sería mejor agarrarlo y correr con él?
- ¡Ay, hijo mío, nuestros antepasados eran muy complicados! –sentenció el doctor-. No te falta razón, pero por algún motivo que escapa a nuestra concepción actual, les entusiasmaba eso que denominaban “juego aéreo”. De hecho, gustaban de alinear múltiples receptores, en detrimento de quienes corrían con el balón en sus brazos. A quienes, por cierto, solían pagar poco y mal. Excepto a este tal Mixon, y precisamente porque también le utilizaban mucho como receptor. ¿Han descriogenizado ya a los corredores?
Runningbacks 2020
Un tenso silencio recorrió la sala. Los ayudantes se miraban unos a otros, incapaces de revelar la realidad a su superior. Ante la inquisitiva mirada de Highfield, el asistente principal tomó la palabra.
- Verá usted… No lo hemos hecho aún por temor. En las instrucciones decía que eran jugadores eléctricos y… nos da miedo que nos dé la corriente al descongelarlos.
- ¡Ja, ja, ja! –rio con ganas el doctor-. No debe preocuparse, hombre. En realidad, la definición de “eléctricos” se debe a que eran jugadores ágiles y elusivos, veloces y con dinámicos cambios de dirección. Nada que ver con la antigua energía eléctrica de aquellos tiempos, afortunadamente hoy reconvertida a biogenética gracias al 15G.
- Entonces, ¿podemos revivirlos con seguridad?
- Por supuesto. Pero no sólo a Mixon y Bernard, que eran los runningbacks principales, y muy similares, tanto en su forma de correr como de recibir, quizá el primero un poco mejor rompiendo placajes y el segundo quedándose al proteger al QB. También a sus suplentes. Williams, un joven rocoso muy activo en equipos especiales; y Perine, un prototípico corredor Norte-Sur.
- ¿Eso qué significa?
- Lo ignoro. Tengan en cuenta que esta criogenización se realizó en 2020, antes de la inversión de los polos magnéticos terrestres, así que cualquiera sabe. En todo caso, según parece, su perfil es diferente a los anteriores, más físico y potente, ideal para jugadas de pocas yardas que era otra de las lacras del equipo.
Línea Defensiva 2020
Mientras el grupo de ayudantes de Highfield se preguntaba por qué demonios iba a ser más difícil avanzar pocas yardas que muchas, el doctor proseguía haciendo balance de los trabajos.
- El siguiente grupo es el denominado “línea defensiva”. ¿Qué me pueden decir de él?
- Se trata de una unidad variopinta. Por un lado, tenemos a unos cuantos bastante gordos, englobados bajo las siglas “DT”, que entendemos significan “diámetro tremendo”; y por otro, un conjunto de jugadores fuertes, pero no tan corpulentos, cuyas siglas “DE” suponemos que corresponden a “delgados y estilizados”.
- Bueno, no anda usted muy desencaminado –concedió Highfield-. A los más voluminosos, en realidad “defensive tackles”, su gruesa constitución les permitía plantarse en el campo e impedir que nadie corriese por donde estaban. Este era el caso de Reader, un preciado fichaje para una urgente necesidad de los bengalíes. Mientras los otros, en realidad “defensive ends” porque se alineaban al final de la línea, tenían la función de acosar al quarterback rival, por lo que debían ser potentes y flexibles. Como Dunlap, un jugador irregular pero muy productivo año tras año.
- Entonces, ¿por qué se les incluía a todos en la misma unidad llamada “línea defensiva”?
- Pues porque sus tareas a menudo eran compartidas. En ocasiones, los DT debían presionar por el centro al quarterback, tal como hacía, y muy bien, Geno Atkins. En otras, los DE tenían que evitar que nadie corriese por su lado, misión en la que destacaba Hubbard.
- Muy complicado, ¿no?
- Pues si te digo que a veces esta línea en vez de 4 jugadores la componían 3, y otras 5; y unas ocasiones los DE entraban por el medio y otras se retrasaban para ejerces labores de cobertura, ya ni te cuento. Para entenderlo bien, os recomiendo un antiguo manual escrito por el célebre Nacho Pinilla llamado “lecciones de línea defensiva y beber Mahou”.
Linebackers 2020
- Siguiendo con las reanimaciones, el siguiente grupo nos ha sorprendido bastante. Todos estos denominados linebackers llevaban unos extraños trapos cubriéndoles la boca, cuya finalidad desconocemos. Sospechamos que debería ser alguna especie de arcaico conjuro para evitar los efectos de la edad, porque la mayoría son sorprendentemente jóvenes.
- ¡Ja, ja, ja! –rio Highfield ante la ocurrencia de su ayudante-. Se trata de viejas mascarillas antivirus. Pueden quitárselas con tranquilidad, no sirven para nada.
- Caramba doctor –se sorprendió el ayudante-. No le tenía a usted por un negacionista. Aunque algo sospechaba después de haberle oído escuchar esos discos antiguos de Miguel Bosé.
- A lo que me refiero, querido, es que son inútiles a menos que lleves una escafandra termosellada como las que ahora portamos todos. Recuerde que estos infelices que estamos descongelando proceden de una cultura primitiva, donde cuestionaban la utilidad de las vacunas, la esfericidad de la Tierra, e incluso había salvajes que mezclaban el vino con coca-cola.
- ¡Qué barbaridad! –exclamaron al unísono todos los miembros del equipo-.
- Y cuento a la juventud de sus componentes, se debe a la profunda revolución que efectuaron allá por el lejano draft 2020. Nada menos que 3 rookies trajeron para reforzar la posición: Wilson como ILB, Davis-Gaither como OLB, y Bailey para equipos especiales y fondo de banquillo. A estos le acompañaba el OLB Pratt, del draft justo anterior. Como figura veterana sólo tenían el ILB Bynes.
- Según tenía entendido, eso del draft era muy valioso –apuntó el ayudante más mayor-. ¿Tan mal estaban que necesitaban tantos refuerzos?
- Según los diarios de la época, su situación era catastrófica -sentenció Highfield-. Con estas novedades pretendían dotarla de una indispensable mayor velocidad y capacidades en cobertura. Igualmente, trataban adquirir mayor variedad en sus formaciones, alineando 2, 3 ó 4 linebackers en función de cada situación, así como mejorar la calidad de los relevos. Por desgracia, el parón derivado del Covid-19 les impidió comprobar si los cambios resultaron efectivos.
Cornerbacks 2020
- Bueno, terminemos ya la defensa con esta sección que llaman “secundaria” –continuó el doctor-. ¿Quiénes son los encargados?
Los responsables de la reanimación de esta unidad tragaron saliva y comenzaron a sudar copiosamente. Con voz tímida y entrecortada, empezaron a hablar.
- Verá doctor Highfield, tememos haber cometido algún error con la temperatura del microondas… y todos nos han salido negros.
- Bah, no se inquieten –les tranquilizó el doctor-. Mis colegas de otros centros criogénicos me han comentado el mismo problema. Por lo visto, es una característica de serie, común a esta unidad. No olvidemos que estamos hablando de los primitivos años 2020. En aquella turbia época, las políticas de igualdad racial no estaban desafortunadamente tan extendidas como ahora. En la actualidad sería impensable una discriminación así por el color de la piel. Pero sigo notando preocupación en sus rostros. ¿Hay algo más?
- Es que… al sacar a uno del grupo de los cornerbacks, Trae Waynes, se nos ha caído y se ha roto para toda la temporada.
- ¡Vaya por Dios, menudo contratiempo! Había sido una de las apuestas más fuertes en la agencia libre de aquel año. En fin, habrá que apañarse con los demás. Jackson tuvo una campaña excepcional en 2018, esperemos que este proceso de criopreservación no sea un impedimento para que recupere su forma. Phillips era un joven prometedor, con gran talento para las intercepciones. Alexander, el slot-CB, fue también otro de los fichajes estrella de aquel año. Supongo que, descongelando a estos y a algún otro random que localicen por ahí, será suficiente.
Safeties 2020
- Para compensar, creo que los safeties nos han salido muy bien.
- Ajá, ya lo veo –confirmó el doctor-. En el “strong”, otro de los nuevos, Bell, arrebataría la titularidad al decrépito Williams; mientras que para el “free” tenían a Bates, uno de los jugadores más infravalorados de la liga, cuyo suplente sería Wilson, un tipo muy rápido y fantástico retornador.
Los ayudantes de Highfield asintieron sin haber entendido ni una palabra. El doctor, consciente de la ignorancia, trató de explicarse mejor.
- En realidad, todo este grupo de “defensive-backs” es muy variable. Las posiciones de safety eran intercambiables, e incluso alguno podía realizar labores híbridas de linebacker. Por su parte, los cornerbacks igual tenían asignada una zona, como en la mayoría de los casos en Bengals, que defendían en cobertura individual.
- ¡Ahhhh! –respondió a la vez todo el equipo, que seguía sin comprender nada-.
Equipos especiales
- Para el final hemos dejado lo mejor –declaró orgulloso uno de los ayudantes-. Fíjese doctor que les llamaban “especiales”. Y no me extraña. En un deporte llamado “football”, aquellos que le daban con el pie al balón deberían ser considerados los más importantes.
Highfield suspiró ante el desconocimiento de su subordinado.
- En realidad, este grupo siempre estuvo un tanto marginado. E incluso protestaban para que se les considerase personas también. El kicker, un tal Bullock, era certero, pero con limitada potencia de patada. El cambio, el punter Huber, por cierto, natural de aquí de Cincinnati, estaba considerado uno de los más fiables de la competición. Del que les pasaba el balón, llamado “long-snapper”, no viene su nombre. Por lo visto, era un honor para ellos que nadie los conociese, ya que sólo se les nombraba cuando cometían algún error.
Epílogo
- Bien, con esto ya hemos terminado, ¿verdad? –preguntó Highfield-.
- No doctor, tenemos una última sorpresa. Nos faltaba el entrenador. Nos ha costado mucho encontrarle, pero por fin conseguimos encontrar y descongelar a… ¡Marvin Lewis!
- ¿Pero qué han hecho, insensatos? –gritó horrorizado el doctor-. ¡En 2020 el entrenador ya no era él, sino Zac Taylor! Es cierto que no hizo nada espectacular su primer año, pero confiaban en él para relanzar la franquicia y actualizarla a los nuevos tiempos. ¿Cómo se les ha ocurrido descongelar a ese paquete de Lewis? ¡Aborten! ¡Aborten la misiónnnnnnnn!