Todos los que somos seguidores de los New Orleans Saints, sabemos y conocemos de sobra cuando se creó nuestra querida franquicia. El 1 de noviembre de 1966, fue el día que vio nacer a la franquicia del sur de Luisiana. Aunque el acuerdo se había cerrado una semana antes, y aprovechando que era la festividad del día de todos los santos, se procedió al anuncio de la maravillosa noticia para una ciudad donde lo religioso y espiritual es tan importante. Pero no fue un camino de rosas llegar hasta ese día, donde se anunció que la ciudad iba a tener un equipo profesional de fútbol americano. Racismo Racismo Racismo Racismo Racismo Racismo Racismo Racismo Racismo
Nada es lo que parece
No muchos conocen los problemas que hubo hasta llegar al acuerdo. Aunque se quiso maquillar el asunto, como si se hubiese tratado de flecos a rematar entre las partes, lo cierto es que los problemas vinieron por otros menesteres. Y es que, ¿quien iba a decir que un partido de las estrellas de la American Football League (AFL), obligaría a la ciudad de Nueva Orleans y más concretamente a toda su población, a hacer autocrítica de sus desigualdades raciales?
El 21 de mayo de 1964, el empresario David Dixon, natural de Nueva Orleans, se reunió con los propietarios de la AFL. Reunión para discutir sobre varias propuestas para llevar su deporte a la ciudad. Llegaron a un acuerdo.
Con este acuerdo, Dixon, esperaba albergar partidos de postemporada o el All-Star. Era claramente una declaración de intenciones de poder tener una franquicia en la ciudad en el futuro. Se acordó que los partidos se jugarían en el estadio Tulane, de la universidad que lleva el mismo nombre.
El 1 de julio, Nueva Orleans fue anunciada anfitriona del próximo All-Star. Así tomó el testigo de la ciudad de San Diego y su estadio Balboa. Este partido se iba a jugar solamente seis meses después de la aprobación de la Ley de Derechos Civiles. Ley que quería acabar con la segregación racial en el país.
Diez días antes del All-Star, en el propio estadio Tulane, había acogido el Sugar Bowl. Esa fue la primera edición en jugarse la bowl sin segregación racial. Hay que destacar que no hubo ningún tipo de incidentes. Nada hacía presagiar lo que vendría tan solo unos días después. Justo antes de la celebración del partido de las estrellas.
El boicot
Se enfrentaban en dicho encuentro dos selecciones de jugadores provenientes de los distintos equipos que formaban la AFL. Estaban separados por conferencias, la este y la oeste. Hasta aquí todo os parece normal ¿no?. Como cualquier partido que se disputa hoy en día donde los equipos viajan, juegan, nos hacen disfrutar y todos tan contentos. Pero lo que sucedió en la ciudad del jazz, justo nada más llegar los jugadores, no tuvo nada de divertido. Ni lo que sucedió en las horas posteriores.
Una semana antes del partido, nada más aterrizar y bajarse del avión, los jugadores afroamericanos se disponían a coger un taxi para que los llevasen a sus hoteles. Pero se encontraron con la negativa de los taxistas a montarles en sus coches. Algunos para hacer la gracia, accedieron a llevarlos, pero les dejaron en lugares equivocados.
Una vez que consiguieron llegar a sus hoteles, los jugadores se dispusieron a pasear por el barrio francés. Allí se encontraron con malas caras e insultos por parte de la población blanca. Al entrar a bares y restaurantes también recibieron malos tratos. Por ejemplo, les tiraban los abrigos al suelo al querer dejarles en las perchas o estanterías de los locales.
Y el episodio más fuerte fue al querer entrar a un club nocturno. Esa noche actuaba James Brown, y se les negó la entrada. Uno de los porteros sacó un arma y apunto a Ernie Ladd, defensive tackle de San Diego.

En respuesta a esta vejación, los veintiún jugadores afroamericanos se reunieron en el hotel del equipo de la conferencia Oeste. La reunión fue para discutir sobre qué hacer con el trato que habían recibido. Algún jugador, como Ron Mix, tackle de San Diego, quiso hacer como si nada y seguir adelante con la disputa del partido. Pero se encontraron ante la negativa de una mayoría que apoyada en jugadores como Ladd o Cookie Gilchrist. La mayoría que ganó en la posterior votación que decidió poner fin a su participación en el encuentro.
Mas tarde Mix y el quarterback de Buffalo, Jack Kemp se unieron en muestra de solidaridad. Entre todos entendieron que, si no hacían nada, estarían en cierta manera perdonando las vejaciones que habían sufrido. Coincidieron en que no era momento para ello, después de lo que se había luchado por sus derechos.
El 11 de enero, Joe Foss, comisionado de la AFL, anunciaba que el partido se cambiaba de sede a Houston debido al boicot.
Daniels fue de los pocos jugadores que quisieron dar declaraciones y dijo: “si no nos quieren aquí, nos vamos”. La reacción al boicot en Nueva Orleans estuvo dividida. Hubo prensa que escribió que su ciudad había sido juzgada injustamente. Como diciendo que los propios jugadores iban buscando bronca. El argumento era que los demás jugadores, los «blancos», no habían tenido ni denunciado problemas.
The Times-Picayune, publicó un artículo sobre el incidente en su portada. Los lugareños al leerlo, pusieron en duda las acusaciones de racismo.

Otra parte de la prensa de la ciudad, más de las afueras, se puso de parte de los jugadores propulsores del boicot. Gracias a sus artículos alguno de los jugadores que querían haber jugado se dieron cuenta de la gravedad del asunto, como Butch Byrd. Con el tiempo el boicot se ha visto como un impulsor del cambio que experimento la ciudad en cuanto a la segregación racial.
La AFL no quiso hacer más negocio con Dixon y la ciudad. Pero Pete Rozelle, comisionado de la NFL, rival de la AFL, si quiso interesarse por los sueños de la ciudad. A pesar de los problemas causados y viendo además como Atlanta se hacía con su propia franquicia, la gente de Nueva Orleans se dio cuenta de lo que había sucedido y recapacitó. Consiguiendo al fin tener su equipo soñado.
Anuncios adornaban Nueva Orleans, con mensajes donde se decía que “ahora es el momento de demostrar a estos profesionales que son bienvenidos a esta ciudad”. El mismo comisionado Rozelle y otro ejecutivo, Hale Boggs, recorrieron la ciudad para ver si la cosa había cambiado desde la famosa huelga. Lo cierto es que algo positivo verían cuando decidieron llevar una franquicia a la ciudad.
De todas maneras, no se sabe si la llegada de los Saints tuvo que ver mucho con el boicot o no. Al parecer la fundación de los Saints pagó dinero a Rozelle y Boggs debido a un acuerdo realizado en su día al fusionarse la NFL y la AFL. Cosas de los negocios, que sin ninguna duda le restan romanticismo a esta historia de superación y de discusión. En un tema tan peliagudo como es el racismo y la segregación, bien sea de raza o de sexo y que parece que da igual la época o el país, siempre por desgracia está a la orden del día.
Pero sea como fuere, la ciudad de Nueva Orleans acabó ganando. Se llevó su equipo de fútbol americano y ya son casi 60 años de historia. Con sus alegrías y sus penas. El Katrina, Brees, Loomis, Cam Jordan o Demario Davis. Con Whistle Monsta o los Benson, pero todos juntos a una. Sin importar el color de piel o de donde vengas.
¡Who Dat!
David Rodríguez | @davidsaints32