1 de febrero de 2009. Los que ya me conocen saben que soy de Cádiz, concretamente de Sanlúcar de Barrameda. Ese día, 19 añitos recién cumplidos, mucho tiempo libre día tras día (convalidaba una asignatura de 2º de Bachillerato), mis amigos y mi novia Fátima ya en la Universidad, con poca barba y mucho más pelo, regresaba a casa tarde. Había estado ensayando con mis compañeros de chirigota con la que nos tocaría cantar unos días después en el Gran Teatro Falla de Cádiz.
Tras pasar varias horas de ensayo, pruebas de disfraces y tal, llegué a casa recién terminado el partido del plus de los domingos. El de las 21h, narrado por Carlos Martínez y comentado por Michael Robinson (grande donde los haya, descanse en paz). Estaba dispuesto a ver el clásico programa pospartido que presentaba Nacho Aranda. Ése en el que echaban el resumen de los goles de todo el fin de semana, de los cuales no había visto nada debido a la tensión carnavalera presente en mí.
Por aquellos tiempos y desde muy joven me gustaba mucho el deporte. Mucho más verlo que hacerlo, dicho sea de paso. Era un enfermo del fútbol, del basket, de Rafa Nadal, de Alberto Contador, de Fernando Alonso y, fuera de lo relacionado con España, de la NBA. Ver partidos que comentaba Daimiel era como pequeños másteres de sabiduría baloncestística. Pero si ya con todo eso era un agonía absoluto (tampoco perdonaba los JJOO, los torneos de selecciones y las Ryder Cups por ejemplo) ese día sucedió algo.
El bueno de Nacho Aranda cortó la retransmisión de los resúmenes del fútbol en Canal +. Nos anunció (en ese momento me cagué en sus castas porque se iba al canal Movistar Deportes 2 y digamos que mi aparato del plus no era todo legal posible y ese canal no se veía bien) que ésa era noche de Super Bowl. ¿Super Bowl? Me dije a mí mismo. ¡Ah sí! joder, eso es el deporte este de los yanquis chalados que se van pegando palos por todo el campo.
Así que pensé para mí, domingo, mañana me puedo levantar a las 12h como hacía casi todos los días, vengo harto de carnaval, el canal ese no se ve y ya había visto los goles del Cádiz y del Madrid. Así que ¿por qué no? Voy a darle una oportunidad a esto de la Super Bowl que además en el descanso hay concierto y se lía, o eso dicen.
Rafa y su primera Superbowl
Yo hasta ese momento solo había visto una jugada de fútbol americano en mi vida. En un telediario de una cadena nacional años atrás, hablaron de la victoria de los Colts de Indianapolis dirigidos por un tal Peyton Manning. Fue ante los Bears de Chicago quienes, a pesar de ser los derrotados, fue la única imagen que pusieron mientras daban la noticia: la jugada de retorno para TD en el saque inicial. Esa jugada fue de un pequeño pero rapidísimo jugador llamado Levin o Pevin o Devin Hester. El apellido sí que lo pille.
Así que 2 años después ahí estaba, viendo mi primer partido de NFL, Arizona Cardinals vs Pittsburgh Steleers. Lo vi con el portátil encendido sobre mis pies para intentar entender las cosas que no entendiese. Iluso de mí, siendo fan del fútbol europeo o el baloncesto, no pensaba que esto fuese mucho más difícil.
El partido empezó y ya a la segunda jugada no entendía nada. Pero me gustaba: el ritmo era rápido, el que lanzaba la bola en los de blanco y amarillo me pareció gracioso porque estaba gordito. Pero era el jefe de los suyos con ese apellido casi impronunciable. Además llevaba el 7 y vestía de amarillo. Así que, con mi numero favorito y yo siendo cadista, rápidamente me decanté por ellos. En el otro equipo había uno con rastas que lo que hacía era recibir los balones. Era un fenómeno, pillaba hasta un resfriado en el Sáhara.
Poco a poco iba entendiendo algo del juego. Algo porque no veas para comprender por qué la interceptación de James Harrison era legal y valía esos puntos. Aún así lo iba cogiendo. Tras el descanso se vino de verdad el nerviosismo. El de las rastas guiaba a los suyos a remontar el resultado a los de amarillo. Pero el gordito había encontrado un amigo: un tal Santonio (¿por qué no Antonio sin la S carajo?) Holmes. Holmes también pillaba todo lo que le tiraban y, a falta de menos de un minuto, hizo lo que hizo: pillar una bola en la zona de anotación que provocó al comentarista, un tal Zanoni, ponerse como loco a las casi 6 de la mañana que era en España. Pero hay que decir que la jugada lo merecía, fue una locura y además le dio el título a los de amarillo.
Cuando ya me iba para la cama pensé, ¿de esto habrá videojuego para la Xbox? Seguro que sí. Lo fui a apuntar en el pc en un archivo que tenía (antes no había App del móvil) y se llamaba: “cosas que hacer tras acabar el carnaval” para que no se me olvide.
Rafa y el Madden
Y en Semana Santa (mi carnaval dura hasta el domingo de ramos), yo, que no era ni soy mucho de ir a ver procesiones, abrí dicho archivo de cosas que hacer tras acabar carnaval. Y lo vi, y dije: ¡ostia claro!, el fútbol americano para la Xbox, el deporte del gordito, Antonio con s y el rastas de Arizona. Me descargué el juego que se llamaba Madden NFL 09. Siempre todo pirata: no sé cómo no me hice de los Bucs. Lo grabé y a las 2-3hrs ya estaba dentro de la Xbox.
Primero hice lo típico: partido rápido eligiendo como rival al equipo más malo y yo por supuesto eligiendo al equipo del pantalón amarillo y de mi amigo Big Ben. Había descubierto que así era como le llamaban. Pero pasando los escudos hasta llegar al de los Steleers pasó: una flor de lis y un equipo llamado los Saints.
Me dije ¡joder, qué escudo más guapo!. Y mira el rating en ataque, este equipo también es tela de bueno. Rápido salí fuera del menú de partido a mirar la plantilla de dicho equipo: el que lanzaba la bola era más bueno que el de amarillo con el número 7 y el apellido raro. Brees se llamaba el de los Saints, era un jodido crack sobre el papel. Encima viendo las equipaciones vi que era todo negro con el dorsal en dorado: fue un flechazo. Así que jugué con ellos ante el equipo más malo que encontré: los Dolphins se llamaba, así que contra esos mismos valía.
Yo no me enteraba de ná y no sabía ni qué jugadas elegir. Pero empecé a darle solo a jugadas que pusiera pass y que el Brees este se encargara de hacerlo bien. Y madre mía si lo hacía. Sobre todo cuando, dándole al gatillo derecho, la bola iba a un tal Bush, mis muertos cómo corría eso. Era Bolt, vaya bestia. Y así empecé a jugar partidos uno tras otro con esos Saints y, gracias a Brees, este tal Bush, otro que se llamaba Colston, a la Xbox y a echarle más horas al Madden que a estudiar para selectividad: entendí el juego. O al menos la base del juego. Tardé algunos días en entender que ese tal Bush también podía correr sin que Brees se la lanzase, le daba el balón en la mano y a correr que se iba. Era más fácil jugar con él así, la verdad.
Pero llegó selectividad (aprobé), buscar piso en Sevilla para la Universidad (Fátima y uno de mis mejores amigos ya vivían allí el año anterior y además mis padres no eran muy felices con la idea de que me fuese a estudiar a Cádiz siendo tan carnavalero), así que elegí Sevilla, llegó el verano, disfrutando con los colegas y Fátima, y en septiembre a empezar en la Universidad, por lo que el resto de 2009 creo que no toqué la Xbox ni recordaba apenas el fútbol americano.
Rafa y los Saints
En enero de 2010 llegaban los exámenes, y cualquier cosa era buena para no estudiar. Así que un día buceando en la web de As, leyendo noticias de casi cualquier cosa, vi el siguiente titular: “Definidos los playoffs de la NFL con los Colts y los Saints como principales favoritos”. Y dije ¡joder!: los Saints, que este año están para ganar. Ya decía yo que ese Brees era bueno el cabrón. Y ahí empezó todo, en los playoffs de la NFL de enero de 2010.
Yo pensaba que todo iba a ser como el primer partido que les vi a los Saints en directo: Saints 45 Cardinals 14. La que le dimos al equipo del rastas quien, además, según los comentaristas, venía de ganarle en un partido histórico de playoff a unos llamados Green Bay Packers. Decían que éstos tenían un QB que prometía mucho, Aaron Rodgers. No lo conocía la verdad.
Pero no, eso no eran los Saints. Los Saints iban a ser estos ya más de 10 años que llevo detrás de ellos, lo que pasó en el partido ante Minnesota en aquella final de conferencia. Sufrimiento, tensión, amagos de infartos y casi embolias. Pero, eso sí, una pasada. El enfermo de Rafa había descubierto otro deporte que le volvía loco, el fútbol americano. Pa´ colmo de los remates, van los Saints y ganan la Super Bowl. Sufriendo, como no, y con un tal Porter vestido de héroe y frenando al que llamaban probablemente el mejor de la historia por aquel entonces: Peyton Mannning. De esta manera dándole así a los Saints su primer y, por desgracia hasta el momento, único entorchado de su historia. Y con Brees MVP. Como os vengo diciendo, ya vi yo en el Madden que ese tío era muy bueno.
Así que ese año 2010, además de disfrutar de mi primer año de universidad, me dediqué también a entender el juego, a conocer las posiciones, conocer los movimientos, cómo eran los esquemas de los equipos (el Madden es una maravilla para eso) y a obsesionarme con ese tal Brees y los Saints.
Temporada 2010
La temporada empezó, pero no la pude seguir tanto como quise, sí que todos los lunes veía los resultados en la web de ESPN entre mil anuncios de algo de Fantasy Points (que no tenía ni idea de lo que era). Y veía que los Saints iban bien de nuevo, pero no tan bien como el año anterior. Eso era porque en la misma división había otro equipo que también lo estaba haciendo muy bien y que ya desde entonces empezaron a caerme mal: los Atlanta Falcons. Su buena temporada nos hizo tener que jugar una ronda más de playoff que el año anterior.
Sería ante unos Seattle Seahawks que se habían colado medio de milagro en los playoffs. Éramos favoritos, estaba confiado. Pero los favoritos no siempre ganan, y un tal Lynch (“The beast” le decían los comentaristas) decidió que el año de los campeones, los New Orleans Saints, acabase ese día. Acabarían ganando la Super Bowl ese año los Green Bay Packers de ese tal Rodgers, que como había leído el año anterior era verdad, el tío era muy bueno. Aunque tengo que decir que en aquella SuperBowl yo iba con el gordito de amarillo y los suyos. Al estar en la otra Conferencia de los Saints me seguían cayendo bien. Y si no podían ganar Brees y compañía, que ganaran ellos.
Así que en esa offseason de 2011 (ya empezaba a conocer el vocabulario del fútbol americano) me puse a entender la NFL en sí. Ya conocía a los Saints y ya estaba locamente enamorado de Brees (es la quinta persona que más quiero de este mundo). Pero también quería aprender a conocer a los rivales, a los jugadores buenos y estrellas de cada equipo. Seguí por primera vez en mi vida la primera noche del draft de la NFL y empecé a ver vídeos en YouTube de Rodgers, Brady, Peyton, Adrian Peterson, Arian Foster, McCoy, Fitzgerald (mi amigo el rastas), Dez Bryant, Troy Polamalu y un largo etc.. Así, además de los Saints, empecé a conocer toda la NFL, y el veneno por este deporte ya era el triple dentro de mí.
Temporada 2011
Llegó septiembre de 2011 y ya era un flipado absoluto. Veía los partidos como podía, jugaba por primera vez una fantasy en la web de NFL de estas aleatorias (mi primer pick fue evidentemente Brees) y empecé a seguir mucho más la liga y todo lo que a ella la rodea. Mucho más allá de ver sólo partidos de los Saints. El estar estudiando fuera, y no viviendo con mis padres, me daba la opción de ver los SNF y los MNF sin que nadie me dijera nada. Eso sí, los lunes y los martes aparecía por la facultad a las 11h mínimo, todo no se podía hacer.
Ese año mis Saints pintaban de nuevo bien. El problema era que había dos equipos en la NFC (ya entendía bien como se iba a playoff y como se decidía todo gracias a internet y horas y horas de mil tardes y noches) jugando muy bien: 49ers y Packers. A los Saints les iba a costar llegar al bye, pero bueno, a malas tocaría ganar el Wildcard en el Dome y después: ir a jugar a San Francisco (mejor opción, Drew y Sean no han sido nunca muy amigos del frío) o a la tundra de Green Bay.
Finalmente fuimos seed 3. Se le robó, o al menos se le vendió poco para ganarlo, un MVP de la temporada a Brees: a pesar del gran año que habían hecho Rodgers y los Packers, Drew había marcado el record de la NFL en número de yardas y en porcentaje de pases completados en una temporada. Una auténtica burrada vaya. Ser un mercado pequeño y el por supuesto también gran año de Rodgers hizo que el galardón fuese para el californiano.
Divisional ante los Niners
Seed 3, se le gana la Wildcard a Detroit y toca ir a San Francisco. Vaya partido picha. He de decir que fue un sábado noche y que yo el lunes siguiente tenía examen, al cual como imagináis ni me presenté y lo dejé para septiembre. Total que el partido pintaba a pasada y lo fue. Como todos los Saints vs 49ers que recuerdo la verdad.
En los últimos 8 minutos de un 4º cuarto de locura pasó de todo: desde el recital de Brees y los jugadones de Sproles y Alex Smith, hasta catchs y carreras after catch imposibles de Jimmy Graham y Vernon Davis. Siendo desgraciadamente para mí esta la última en producirse y dándole la victoria a los de la Bahía.
Esa noche entendí varias cosas. La primera es que este deporte ya iba a estar en mi vida para siempre: yo sólo me acostaba así de enfadado cuando perdía el Cádiz o el Madrid. La segunda es que sin una buena defensa, ya puede ser Brees Dios convertido en ser humano, no hay nada que hacer. Y la tercera y más importante: de los Saints no se podía ser seguidor, se era sufridor. Quién me diría a mí que el tiempo por desgracia no haría más que darme la razón.
Los años 2012 y 2013
Apareció el Bounty Gate y vino un año duro: el 2012. Lo único rescatable fue: el nuevo record de Drew, en este caso el de pases de TDs consecutivos superando a Unitas (y además haciéndolo ante los Chargers en el Dome) y, sobre todo, las ganas que se le veía desde enero de 2013 a Sean Payton en construir un equipo que aspirase a lo máximo en dicha temporada. En lo personal también fue guay. Gracias a Twitter y al ser un pesado, tuve la suerte de escribir artículos de NBA y NFL en Sportsmadeinusa. El gran Dani García me dio un sitio y conocí a gente como Charlie, Iván o Sergio que me hicieron seguir aprendiendo.
Llegó septiembre de 2013 y todo lo bien que pintaban los Saints se hizo realidad con la llegada de Ryan como coordinador defensivo. Brees, que seguía sin fallar, era un reloj. Pero la cosa aguantó hasta diciembre, cuando el equipo sumó 3 derrotas en 4 partidos. Todas fuera de casa y dos de ellas duras de asimilar: una ante unos Rams que no se jugaban nada y la otra ante unos Panthers que casi aseguraban la división y nos hacia un doble daño.
Por una lado, hacer crecer esa leyenda maldita de que fuera del Dome éramos mucho menos equipo. Se ha demostrado estos años que con una buena defensa eso es muy cuestionable e incluso mentira. Y por el otro mandarnos con esa losa en las espaldas a jugar a la fría Philly en enero ante los Eagles. Además de ir, probablemente, por el camino que marcaban unos Seahwaks que ese año, con la Legion of Boom, parecían demasiado escollo.
Se ganó en Philly, en quizás uno de los mejores partidos que hizo Mark Ingram de negro y oro. Y aunque se peleó en Seattle en los Divisionals, Carroll, Wilson y los suyos nos mandaron a casa con un mensaje claro: hacía falta nuevas armas para Brees y sobre todo, mejorar la defensa, en especial la secundaria.
Las temporadas del 7-9
Y de enero de 2014 a diciembre de 2016 llegó lo que hasta ni yo, que soy el más pesimista del mundo, esperaba. Tres años de absoluta mierda. Si alguien de Browns o Bucs o Jets me está leyendo dirá ¿de qué te quejas tío? Son tres temporada de 7-9, una de ellas en la que con un 8-8 hubiese valido para ganar la división y jugar playoffs. Pero viendo que los Saints de Brees y Payton no saben ni quieren perder de verdad (una temporada de 3-13 y eliges alto en el draft por ejemplo, pero que va, eso va en contra de sus ideales) te quedabas con una doble sensación continua.
La primera de ellas era estar desperdiciando los últimos años buenos de verdad del gran Brees. La otra era la impresión de que siempre que se necesitaba que un FG entrase, que otro equipo perdiese algún partido, que algún pañuelo cayese a nuestro favor o que algún pick defensivo en el draft saliese bien. Y todo salía al revés. El talento estaba (Brees, Ingram, Cooks, Thomas, Armstead, Strief, Jordan, Morstead…). Pero el salto entre estos y el resto era demasiado grande y nunca se llegaba a buen puerto, sobre todo porque no defendíamos ni queriendo.
He de reconocer, que en la temporada 2016/2017, tras un partido ante Denver en el que tras fallar un XP, los cebras nos hacen una de las suyas en el Dome cuando ganando nos poníamos 5-4 tras 4 victorias seguidas, desistí un poco de los Saints. Ese día ante los Broncos, hasta Fátima me preguntó que si Brees era tan bueno como es que jugaba en los Saints… Sigo con ella a día de hoy, por cierto.
Por otro lado, tuve que ir a vivir un año a la preciosa y mágica Huelva (nótese la ironía) para hacer el máster de profesorado. Pero algo me hizo aguantarme en el alambre. A pesar de que ese resto de la 2016/2017 no vi en directo ningún partido más, solo el 28-3 Super Bowl time, el conocer a hermanos de WhoDat en twitter me dio la vida. El gran Fabs, el enorme Eneko y como no el jefe, Sergi, que me hicieron no sentirme “solo” y no descolgarme del todo de los Saints y la NFL en general. Y confiar que en el draft de 2017 teníamos bastantes picks y que el talento seguía existiendo en el estado de Louisiana.
Rafa y los Saints a partir de 2017
Y acertaron, ese mamón de Eneko es medio brujo. Se llevó un mes antes del draft hablándome y mandándome cosas de un tal Kamara. Que era buenísimo y un RB perfecto para Brees y Payton. Yo le decía que más allá de primera ronda no conocía a nadie, que a mí me gustaba Jamal Adams, Lattimore, Hooker, White y sobre todo Mahomes. Él me decía que si ya quería jubilar a Brees y yo le decía que no, pero que ese me parecía bueno y un par de añitos detrás del Breesus le podían venir muy bien. Él me daba la razón, pero solo me hablaba de Kamara.
Se vendría un draft histórico no sólo de la historia de los Saints, si no de toda la NFL. Y eso que nos quitaron justo delante a Mahomes (yo creo que lo hubiésemos pillado en el 11) y a Reuben Foster. Pero llegaron Lattimore y Ramczyk, casi nada. Luego también se sumaron: Marcus Wiliams, Anzalone, Hendrickson y en el principio de 3ª ronda el amigo de Eneko, Alvin Kamara. La clavó, otra vez. Y encima también teníamos a Adrian Peterson, poca broma.
El hype era altísimo de nuevo, estaba al nivel de 2011 dentro de mí, pero de repente… ¡PAM! 0-2 tras perder defendiendo como los últimos años ante Vikings y Patriots, me alegré, en ese momento, de no haber tenido pasta para ir a Londres a ver a mi querido Drew y los suyos ante los Dolphins (el primer partido de NFL que jugué en mi vida en la Xbox, qué cosas). Quién me iba a decir a mí que ese partido en Londres sería un antes y un después en la reciente historia Saint. Tras una victoria de fango y dura ante los Panthers, el equipo llegó a Londres y todo cambió.
20-0 a los de Florida y Kamara, Lattimore y compañía se destapaban como el soplo de aire fresco definitivo que el equipo necesitaba. Evidentemente secundado por los que siempre estaban y nunca fallaban: Brees, Cam Jordan y Morstead. Y lo que quedaba bueno de la trilogía 7-9: Vonn Bell, la OL y sobre todo, Michael Thomas. Una máquina de atrapar balones que tuvo una conexión inmediata con el 9 de la flor de lis. El equipo iba como un tiro, y a pesar de las derrotas ante Rams y Falcons, el conjunto parecía de nuevo listo para la batalla de los playoffs.
Y así fue, de nuevo con el seed 3, como en 2011. Los paralelismos empezaban a ser extraños. Victoria dura, trabajada y muy sufrida en la Wildcard ante los Panthers en el Dome. Tocaba de nuevo ir a Minnesota, como en la week 1. Partido en el que arrancan mucho mejor los Vikings, pero en el segundo tiempo Brees decide que hasta aquí. Mike Thomas poseído, como cuando está en el huddle pre partido moviendo la cabeza. La defensa se pone a funcionar y Kamara activa el modo Barbara Palvin (te echamos de menos Eneko).
A falta de 25 segundos, FG anotado de Lutz que nos mandaba a la final de conferencia. Pero aún quedaban 25 segundos. Se te viene a la mente Lynch, Vernon Davis, el XP ante Denver. Los Vikings avanzan algo y en la última jugada, pase de Keenum a Stefon Diggs que estaba pegado a la banda. Marcus Williams se acerca para placarlo y así certificar la victoria cuando… el resto, ya lo sabéis.
La temporada 2018
Otro año más con la miel en los labios. Pero bueno pasan los días y estás contento, tras varios años sin ser competitivos, el equipo tenía base. Con algunos retoques y apuntalando la defensa, la cosa pintaba bien. Llega Demario Davis en la FA. No pillamos TE en el draft como decía hasta mi madre que sólo ve series y novelas, sino que llega un DE para presionar más al QB rival. Y el equipo tiene una pintaza para septiembre de 2018. Además Bridgewater aparece como QB backup con cierto nivel y se empieza a ver que el futuro de Brees ya no es tan largo.
La temporada regular es una pasada. Quizás la mejor que hayan hecho nunca los Saints, con un nivel altísimo de todo el equipo, pero que de nuevo empezó como a los Saints le gusta: perdiendo el primer partido ante Fitzmagic y los bucaneros en un bombardeo absoluto. Y dándole las gracias a Zane Gonzalez por dejarnos con vida y no llegar 0-2 a Atlanta para el primer derbi del año. Tras ese partido en Atlanta, con victoria en la prórroga y ese maravilloso TD de carrera con spin move de Drew con casi 40 palos, todo es felicidad.
Eso sí, de nuevo Brees se queda sin MVP, incluso habiéndose convertido en octubre de 2018 en el líder histórico de yardas totales de pase en la NFL superando a Peyton Manning por el temporadón de Mahomes (se veía venir que era bueno). Yo lo quería, aunque también decir que me gustó cuando fichamos en FA a Jairus Byrd en su momento. Como es mi artículo y solo cuento los que acierto).
También aquella “dura” derrota en Dallas (nos pegaron hasta a los aficionados de Saints en España los LBs de los Boys) nos hacía dudar en Casa Saints de qué haríamos ante defensas agresivas. Todo ello, unido a una pequeña molestia en el brazo de lanzar que se le notaba a Drew tras un golpe en las últimas semanas de la misma, nos hacía tener cierta incomodidad. Pero bueno, seed 1 baby, que más se puede pedir. No hay Wildcard (una semana sin sufrir) y los Eagles les ganan a la bestia Mack y sus Bears y se presentan en el Dome como víctima ideal, pero siendo los defensores del trono.
Pero para nada mártires, hacen un partidazo y llevan a los Saints hasta el extremo. Los Saints que, tirando de un Michael Thomas estratosférico, ganan a los de Philly para esperar en la final de conferencia a esos Rams que parecían los Saints jóvenes. Un equipo súper dinámico, con un HC moderno y que inventa mil jugadas y una mole humana llamada Aaron Donald. El partido empieza genial para los Saints, pero ganando 13-0 nos comemos un fake punt y los Rams se meten en la pelea.
Con el partido súper parejo, en el ultimo cuarto los Saints tras un drive espectacular (recorrieron 70 yds en 3 minutos que, como estaba el partido, era de locos) se plantan en la yarda 13 de los Rams. Two minute warning y 1&10. Incompleto a Thomas. 2&10. Kamara corre para no ganar ninguna yarda. 3&10…
Quedaba 1 minuto y 49 segundos para acabar el partido. Pase de Brees hacia Tomylee Lewis que estaba solo en la banda derecha para recibir y completar el primer down (a Rams solo le quedaba un TO, era el partido) cuando aparece Robey-Coleman a defender al bueno de Tomili… el resto, ya lo sabéis.
Rafa y la Abadía
Ni vi la Super Bowl ni quise leer nada, pero a los pocos días me escribe Sergi por chat. Ya por entonces teníamos el maravilloso grupo de Telegram al que os animo a entrar a todos los aficionados Saints en español, y bueno, era un consuelo desahogarse ahí. Tras lo del milagrito de Minnesota no tuve donde acudir más que a Twitter. A lo que iba, me escribe Sergi que quieren hacer un podcast de los Saints y que si estoy interesado en participar. Le digo que sí del tirón, y a los pocos días después del Tomili Gate nace La Abadía Saints. De nuevo la fanaticada Who Dat salvándome cuando estaba en lo más profundo de mi amor hacia los Saints, el fútbol americano y la NFL.
Me doy cuenta conociendo a tanta gente grande como David, Alfonso, Costa, Max, Josep María y todos los compañeros de Telegram (Moro, Iñaki, Iriondo, Juanjo, Lucky y otros tantos que no nombro porque somos ya ¡38! pero que ya son casi parte de mi familia) que no tengo ni idea de NFL. Más aún cuando empiezo a conocer a gente en Spanish Bowl de otros equipos que son verdaderas enciclopedias de este maravilloso deporte. Y me hacen ver que aquí sí que puedo seguir aprendiendo de verdad.
Temporada 2019
Y así encaro con ganas una nueva temporada más, sigue Brees y soy consciente de que debo disfrutar cada drive que esté en el campo. Había aparecido además alguien en los Saints con el número 7 que encima era un crack y un cachondo loco que solo hace reírse. Como uno de “Cadi” vaya. Taysom Hill se llamaba el amigo. Es verdad que sale Ingram entre otros del equipo, pero el roster sigue siendo espectacular.
Este año, además, al fin hemos ganado en la week 1, con un FG desde la luna de Lutz en el descuento (gracias a Harbaugh y a los Ravens por tener a Justin Tucker y por ser nuestros amigos), pero ganamos. Pero de pronto en la week 2 y otra vez con los Rams de fondo, Aaron Donald llega a tocar a Brees y… tragedia. Drew a la banda. Intentaba coger el balón pero no era capaz de aguantarlo por el dolor en el dedo pulgar de la mano de lanzar. Caras de drama en los de oro y negro.
No había perdido por lesión un solo partido desde que yo seguía a los Saints, en septiembre de 2015 en Carolina, donde jugó Luke McCown y casi hasta ganamos, por cierto. Entra Teddy a jugar pero la tragedia ya estaba servida. Derrota en LA y ahora tocaba a continuación ir a Seattle y Dallas en el Dome, vaya papelón. Pero, cuando quizás ni los más optimistas lo creían, apareció Teodoro Puente-de-agua y el espíritu de un equipo que muchas veces en esas derrotas pasadas tan dolorosas. Yo, al menos, lo había echado en falta. Firman un 5-0 Teddy y sus amigos, y Brees llega con el equipo como un tiro y el vuelve con un partidazo ante Arizona que nos lleva al bye 7-1. Un milagro.
… el susto (y segunda parte de la temporada)
Tras el bye, derbi en casa ante Atlanta, derrota. Un palo grande. Semana siguiente victoria ante Tampa, 8-2, y como todo los lunes, podcast. En directo y sobre las 12 de la noche en un podcast que nunca se publicó en ivoox, de repente me toca hablar durante uno de los juegos de Fantasy que hace David (es lo último que recuerdo). Sergi me da paso pero yo no estoy. Solo oyen a mi madre gritar y a mi hermana llamando a la ambulancia.
Me había dado un ataque epiléptico en directo (nunca me había dado ninguno en los 30 años que tengo) del que afortunadamente me recuperé perfectamente en unos días, aunque me hizo saber a los 30 años que sufro de epilepsia idiopática, una epilepsia no muy grave y asociada a la ansiedad y el estrés, no a ningún daño cerebral. Mis compañeros de podcast, todos, se ponen en contacto conmigo y poco a poco voy volviendo a mi vida normal, además de descubrir que tenía 6 nuevos amigos de verdad y un jefe llamado Sergi que es un crack.
Los Saints siguen a lo suyo, a ganar partidos, pero de nuevo hay dos equipos que también están haciendo un gran año en la NFC, Packers y 49ers (otro paralelismo, otra vez con 2011) con lo que ese partido de principios de diciembre en el Dome ante los 49ers era casi de vida o muerte. Otro partidazo, quizás el mejor del año pasado en Liga Regular, pero de nuevo a la hora de la verdad, la moneda cae del otro lado. Kittle parece The Undertaker, y los defensas de los Saints, mi primo Fernando de 7 años. A mamarla. Derrota y sin bye en los playoffs.
Playoff 2019
Eso sí, antes cayó otro record más del pasayardas. Y otro que le quita al bueno de Peyton. Esta vez el de pases totales de TDs en la historia y encima ante los Colts. Un animal este Brees. A pesar de esto, Wildcard game y de nuevo Minnesota en playoffs, aunque esta vez en el Dome. Esta vez seguro que sale bien. Además, es la noche de Reyes joder, tiene que salir bien. Pero no, también era la noche de Reyes para la gente de los Vikings y podía pasar claro.
Fue ese típico día además en el que todo va más o menos bien pero empieza a fallar lo que nunca fallaba últimamente, Brees y Lutz. Aun así, en un enésimo milagro en forma de ataque llevamos el partido a la prórroga. Atacan los Vikings primero, mal asunto. Cousins hace quizás el mejor drive de su vida, los Saints se comen otro pase largo hacia Thielen, pero fuerzan un 3&4 en la redzone. Cousins busca un pase hacia Rudolph que está marcado por PJ Williams en la end zone, el otro Williams, el que faltaba… el resto, ya lo sabéis.
Y aquí estamos hoy. De toda esta turra uno sólo se queda con lo que ha aprendido y conocido. Y con que, como mencioné con anterioridad, de los Saints no se es seguidor, se es sufridor. Pero qué alegría de sufrir por cosas así. De sufrir con el conocer un nuevo deporte que llena tu vida. De sufrir por conocer a gente maravillosa que, a un lado y otro del charco, viven lo mismo que tú y sienten lo mismo que tú por la cosa más importante de las menos importante, la competición deportiva. De sufrir con un equipo que, desde 2009, contando sólo la temporada regular, tiene el mejor balance de la NFC y el 3er mejor balance de toda la liga tras los Patriots y los Steleers (los Packers son cuartos con solo 2 victorias menos que nosotros, hagan los números). De sufrir con ver que en cada playoff o partido clave la moneda o el azar siempre cae para el otro lado, pero sabiendo que el día que caiga hacia el nuestro la felicidad será plena.
De sufrir con un QB imperial al que muchos tasan de pasayardas bajo techo (oigan el podcast “La leyenda del pasayardas” de Sergi y Eneko y quizás cambien de opinión) pero que sin duda ninguna es top 10 de la historia de los QBs de este bendito deporte. De sufrir por qué ahora todos los viajes que deseabas hacer en tu vida vayan ahora detrás de ir a NOLA y ver a los Saints en el Dome. De sufrir por descubrir qué sería de mi vida, si aquel 1 de febrero de 2009 hubiese decidido ver otra cosa en el plus o los resúmenes de la liga española en otro canal. Afortunadamente, decidí ver el partido entre el de las rastas de Arizona y el gordito de amarillo y, a día de hoy, estoy aquí, enfermo de sufrimiento con los Saints.
PD: ¡Ah!, que se me olvidaba, ahora además, si el coronavirus lo permite, tenemos un doble duelo Brees vs Brady, así que este año no vale bajarse del carro. Puede ser el último tiroteo del bueno de Drew, toca no perdérselo y seguir detrás del Breesus y los suyos.
#WhoDat Familia!!