“¡Qué irse, qué apagarse!”, como diría el recordado José Luis Cuerda en su mítica película “Amanece, que no es poco”. La temporada NFL 2019 se nos ha ido en lo que apenas nos ha parecido un suspiro. Igual que de pequeños dábamos vueltas, y al parar, el mundo seguía girando, esta misma sensación sentimos. Tantas emociones en tan poco tiempo que no somos capaces de asimilar su final. Mejor dicho, su pausa, su necesaria hibernación hasta que nuestra competición favorita vuelva a florecer en otoño, valga la incongruencia.
Esta campaña ha sido realmente especial. Como todas. Ha sacudido los cimientos de nuestras creencias. El juego de carrera está más boyante que nunca en esta liga enfocada al pase. Los quarterbacks que nos han acompañado la última década empiezan a mostrar signos de fatiga, empujados por una irreverente generación de intrépidos jovencitos. Las defensas siguen estando de moda. Los entrenadores veteranos aún guardan conejos bajo sus chisteras. No es importante dominar, sino tener capacidad para remontar. Ya, ni la maldición del Madden es lo que era.
La temporada del centenario en la NFL corona un virus con riesgo de epidemia. El del talento por encima del bloque. San Francisco opuso toda su pétrea táctica de carrera y defensa, sólida como una roca. Kansas City plantó cara con planificación y estrategia. Y todos saben que papel gana a piedra. Se extiende sobre la liga la necesidad de que cada equipo tenga su chico maravilla, así como un entrenador que reinvente este deporte. Todos a draftear al quarterback cuya magia haga aparecer títulos. Todos a contratar al genial coordinador eclipsado en su ex-equipo que revolucione la liga. Es el futuro de la NFL. Hasta que la campaña 2020 vuelva a cambiarlo todo.
Cambio de guardia en la AFC
De tanto ver que nunca se morían llegamos a pensar que eran inmortales. Pero se ha visto que no. Ni siquiera los Patriots pueden esquivar las balas del tiempo. Su trono ha sido ocupado al asalto por los Ravens. La herencia dejada por el General Manager Ozzy Newsome en Baltimore empieza a rendir frutos. Una férrea defensa como seña de identidad, y un ataque dirigido por un quarterback diferente, un batallón de tight-ends, y apuntalado por su sucesor DaCosta con el fichaje de un corredor de primer nivel como Ingram. El dominio córvido en 2019 ha sido aplastante. El equipo más anotador y más productivo por tierra. Sufrieron un sonoro despiste en playoffs, posiblemente provocado por la soberbia de su entrenador, pero han venido para quedarse.
Sin embargo, que nadie entierre todavía a Nueva Inglaterra, pese a los coqueteos de Brady con la retirada. Durante buena parte de la temporada se les consideró, sin discusión y con total merecimiento, los principales candidatos a volver a representar a la AFC en la SuperBowl. Consciente de su falta de pegada, Belichick se enfocó en una defensa de leyenda, a la que al final, la campaña se le hizo excesivamente larga. Volverán, que nadie lo dude. Pero ya dando menos miedo.
El príncipe que nos fue prometido
El nuevo rostro de la NFL es el de un sonriente chico de Texas. Patrick Mahomes nos sorprendió en 2018 con su merecido MVP, y nos maravilló en 2019 superando sus propios estándares. Es el quarterback destinado a marcar una época y dominar la competición por los años venideros. Tan bueno como Brett Favre (1 SuperBowl), Drew Brees (1 SuperBowl) o Aaron Rodgers (1 SuperBowl). Es decir, que puede quedarse tanto sin dedos donde colocarse anillos de campeón, como que el título de esta SuperBowl LIV sea el único que adorne sus vitrinas. La NFL es inescrutable.
Lo que es innegable es su brillante futuro. A poco que le acompañe un staff técnico y directivo capaz de arroparle para ponerle en posición de triunfar, y que las lesiones le respeten, podemos llegar a acostumbrarnos a ver a los Chiefs perennemente sentados al banquete de playoffs.
No obstante, su primer escollo lo tendrán en casa. Raiders y Chargers estrenarán nuevas y mejores instalaciones, pero esta vez ya no estará Rivers tras el center de los del casco con el rayo. Por su parte, los platinegros encaran la segunda temporada con Mayock como arquitecto, tras una inercia positiva lastrada por puntuales casos de mala fortuna. Y no conviene olvidar a los Broncos, quienes han pasado por debajo del radar después de una campaña donde sólo pueden mejorar.
2019 nos convenció que en realidad, correr es de valientes
Nadie daba un centavo por Titans salvo ellos mismos. Mucho menos cuando decidieron sentar a Mariota para darle los mandos al renacido Tannehill. Pero el entrenador Vrabel se mantuvo fiel a sus principios. La fe de los suyos en su mensaje les llevó primero al parricidio eliminando a Patriots y posteriormente al estupor tras derrotar a los invencibles Ravens. Buena defensa, mejor línea ofensiva y un corredor como Henry en estado de gracia, ¡quién lo hubiera imaginado! Moralmente, son uno de los principales ganadores de 2019.
Por lo demás, la AFC Sur nos mostró unos Texans cuyo rendimiento es menor que la suma de sus grandes individualidades; unos Colts sobreponiéndose con entereza a la falta de Luck y de suerte (valga la redundancia); y a unos Jaguars tratando de encontrar la senda perdida, guiados por su bigotudo joven quarterback.
Buffalo destaca en una clase media de la Americana venida a menos
En el Este, los Bills, tras dos temporadas en playoffs de las tres que lleva McDermott al mando, se antojan como el principal pretendiente al título divisional en cuanto Nueva Inglaterra baje la guardia. Ya tienen una gran defensa, sólo falta madurar un ataque aún escaso de amenazas. Otra evidencia de que las viejas fórmulas todavía siguen vigentes.
Campaña gris para los Jets. Bell, su fichaje estrella, parece haber consumido sus mejores años sentado en el sofá. Es una sombra del enorme corredor que fue. Los verdiblancos necesitarán cambiar algo más que su uniforme para volver a ser relevantes. Los Dolphins, presuntos reyes del “tankeo”, demostraron más ganas de las que muchos les asignaban. De menos a más, al menos dejaron el buen sabor de boca entre sus aficionados de fastidiar a su máximo rival.
Decepción para los equipos no llamados Ravens en la AFC Norte. Los Bengals arrastraron durante demasiadas jornadas el bochornoso cero en su casillero de victorias para acabar únicamente con un par. Los Steelers reaccionaron a la pérdida de las “B’s” volviendo a sus orígenes, es decir, reforzando la defensa. Sin embargo, evidenciaron que pueden tener un grave problema en la posición de quarterback en cuanto Roethlisberger acompañe en la jubilación a sus colegas de promoción.
Pero nada comparable al desencanto sufrido en Cleveland. Podían triunfar o estallar, y finalmente fue lo segundo. Ya han saltado su entrenador, tras sólo un año, y su mánager general. Los Browns inician un nuevo proyecto, da igual cuándo leas esto.
La NFC es el salvaje oeste
2019 también nos dejó que la otrora “NFC Worst” es ahora donde mejor football se practica. San Francisco llegó hasta el final del trayecto, con unos duelos contra Seattle que resultaron épicos. Por el camino quedaron los ex-campeones conferenciales Rams, quienes pagaron su irregularidad con la exclusión en playoffs, y unos revoltosos Cardinals, con mejor juego que resultados, cuyo futuro se antoja muy interesante.
Seahawks y 49ers entendieron rápido la nueva religión de 2019. Basados en un ataque predominantemente terrestre y una sólida defensa, fueron capaces de avanzar en postemporada con total merecimiento (con más solvencia los californianos, todo hay que decirlo). Su fórmula, más que seguirla, ya había sido iniciada por Minnesota, y a ese carro, quizá más tímidamente, también se subió Green Bay. En el camino quedaron otros ataques más explosivos, como el de Saints, en búsqueda de una identidad menos “Breesdependiente”, o el de Buccaneers, acumulador de yardas infructuosas.
En cambio, de poco sirvió a Chicago ser la segunda mejor defensa de la conferencia. Su ataque no estuvo a la altura, lo que nubla de incertidumbres el porvenir de Trubisky. Tampoco a Dallas tener el ataque más prolífico en yardas y la tercera mejor defensa. Ni a Carolina contar con un fenómeno como McCaffrey en estado de gracia. Al final, éste es un juego de entrenadores, y como consecuencia, tanto Cowboys como Panthers tendrán nuevo inquilino en sus respectivos banquillos.
Muy lejos de la NFC “Best”
El mayor exponente del descenso competitivo de la NFC el pasado 2019 se evidenció en la división este. Redskins y Giants quedaron lejos de sus expectativas. Sus campañas únicamente sirvieron para constatar el final de sus respectivos proyectos, y la oportunidad de empezar a ser importantes para sus nuevas joyas: Haskins y McLaurin para los capitalinos, Jones y Slayton para los de la gran manzana. Sobre los tejanos y su desperdicio de talento ya se ha comentado en el párrafo anterior. Ninguno de estos equipos repetirá entrenador.
Sólo conservará su puesto Pederson en Philadelphia. Tuerto en el país de los ciegos, supo sobreponerse a una implacable plaga de lesiones para clasificar a su equipo a playoffs. Poco más pudo hacer luchando contra elementos tan adversos; aunque a decir verdad, tampoco cuando Eagles contó con sus efectivos al completo, desplegó el juego a que nos había acostumbrado en campañas anteriores.
Luces de emergencia en 2019 que no deberían obviarse para el futuro
La incertidumbre sobre el porvenir de Bears puede aplicarse a otras franquicias. Detroit descubrió, de forma dolorosa por lesión, que puede encontrarse con un problema en la posición de quarterback. Stafford no es ningún chaval y es el único que puede mover ese equipo con solvencia. LaFleur demostró que no es necesario un Rodgers en modo superhéroe para llegar a la final de conferencia, pero sin más argumentos ofensivos que Adams, difícilmente podrá subir ese escalón.
Tampa acumuló yardas y más yardas, pero también intercepciones y más intercepciones. De todos es conocida la afición de Arians por el juego vertical, pero surgen dudas sobre si Winston, miope o no, es el quarterback más adecuado. Atlanta fue doctor Jekyll la segunda mitad de temporada, pero había sido Mr. Hyde durante la primera, lo que le privó de luchar por playoffs. Esta irregularidad de no saber si amaga o golpea pone en cuestión hasta qué punto continuar o renovarse.
Donde soplarán necesarios aires de renovación es en Carolina con la llegada de Rhule como head-coach y Joe Brady como coordinador ofensivo. Si esos vientos terminan por llevarse también a Newton dependerá más del informe médico que del deportivo. Sano, aún es un jugador muy válido, pero los problemas más urgentes de Panthers están en el lado defensivo.
Se acabó el 2019
Para los aficionados a la NFL, Nochevieja es el primer domingo de Febrero. La fiesta máxima que pone punto final a todo un año de ilusiones, expectativas, decepciones, y en algún caso, incluso alegrías. La postrera celebración de nuestro deporte favorito culmina con el mayor espectáculo posible: la Súper Bowl.
La resaca del lunes siguiente nos hace poner la mirada en al año próximo. Jugadores que cambiarán de colores, nuevos jóvenes que se unirán al show, mentes maquinando complejas estrategias para sorprender. Una maquinaria que se renueva anualmente. 2019 ha supuesto en muchos aspectos una revolución de conceptos, pero 2020 volverá a cambiarlo todo. Comienza ahora la llamada travesía del desierto, pero no desesperéis. Recordad las palabras del maestro Cuerda: al final siempre amanece, que no es poco.