“Si vis pacem, para bellum”, “Si quieres la paz, prepárate para la guerra”. Esta máxima latina, atribuida erróneamente a Julio César y que, en realidad, procede del escritor latino, especialista en temas militares, Vegecio, podría sintetizar perfectamente el draft de Buffalo Bills, comandado por el ya mítico y pseudo-divino Brandon Beane.
En el prefacio del Libro III del Epitoma rei militaris, escrito en torno al 390 d.C., el romano Vegecio afirma: “Igitur qui desiderata pacem, praeparet bellum”, que podría traducirse como una hipótesis: “quien realmente deseara la paz, se debiera preparar para la guerra”.
Buffalo Bills perdió el Championship de la AFC en las trincheras y, precisamente, ahí es donde realmente se ganan los campeonatos. Brandon Beane lo tenía claro: apuntalar las líneas, tanto defensivas como ofensivas. La necesidad de meter presión al quarterback rival era uno de los mayores déficits de la unidad defensiva el pasado ejercicio, y la adición de dos rushers -muy distintos- en las dos primeras selecciones del NFL Draft viene a remitir ese infame mal.
Gregory Rousseau, cuyo opt out en 2020 -¡qué débil es la memoria humana!- ha ensombrecido su campaña 2019 y el enorme talento que posee, será ese arma explosiva capaz de demoler las trincheras rivales por el exterior y el interior. La polivalencia de Gregory -tal y como ya fue explotada por Manny Machado en Miami Hurricanes- es la mejor virtud de este apolíneo coloso, que desde su atalaya de 6’7” pies se convertirá, sin duda, en el adalid de la línea y en el mejor socio de Ed Oliver.
Boogie Basham aportará experiencia y solidez desde el exterior. Todo parecía indicar que Brandon Beane quería bajar en segunda ronda y acumular picks, mas el inesperado hallazgo del capitán de Wake Forest, de un hombre cuyo sinónimo más plausible es el del trabajo innato, hizo que Beane apostara por este cerebral e instintivo rusher. Basham, a pesar de lo que pudiera creerse, ayudará a crecer a A.J. Epenesa -un prospecto que llegó demasiado bisoño- y rejuvenecerá de un plumazo nuestra línea defensiva.
Rousseau, como factor X galopando a sus anchas, Basham y Epenesa, junto con Hughes y Addison, rotándose en el exterior, más Ed Oliver y Lotulelei como agentes interiores, aseguran que el pass rush de Buffalo sufrirá una implementación cuantitativa y, sobre todo, cualitativa. La única duda que se atisba en el horizonte es la necesidad de un gran nose tackle, que ayude a defender la carrera y haga crecer a Oliver. Aunque, quizá, Lotulelei vuelva con aires renovados tras su opt out, o el gigante Rousseau se erija en ese golem que haga temblar a los linieros ofensivos rivales.
Sin duda, esta era la mejor promoción en años en cuanto al nivel de talento de tackles exteriores. Y Brandon Beane lo sabía… Así que no desaprovechó la ocasión. Dice el refranero popular (del que Luis Mariano Sariñena es maestro sagaz) que, en caso de duda, reclútense efectivos en las trincheras. Tanto Spencer Brown como Tommy Doyle son máximos exponentes de esta generación de grandes tackles y su reclutamiento responde a esa necesidad de añadir talento a una posición que se paga cara. En principio, el exterior de la línea estaba bien cubierto, pero la adición de uno de los mejores jugadores en protección de pase (Spencer Brown), así como la suma de un talento especial (Tommy Doyle) -que estaba llamado a ser seleccionado en primera ronda, pero que las lesiones y el bajón enorme de su equipo hizo desplomar su stock– caen en Orchard Park como agua de mayo. Con trabajo, esfuerzo y paciencia, quizá puedan tener un rol incluso en el interior de la línea.
Aunque, en este sentido, Jack Anderson llega desde Lubbock a aportar su granito de arena en la creación de yardas de carrera. Anderson es uno de los agentes más activos en la transmutación de un programa, como Texas Tech, con ADN Air Raid, en un equipo que trata de ser más equilibrado. Matt Wells confió en Anderson como uno de los lugartenientes de su incipiente backfield en la generación de espacios para asfaltar los emparrillados por tierra.
Damar Hamlin y Rachad Wilgoose llegan para nutrir de savia nueva la espectacular secundaria de Buffalo. Ambos se caracterizan por ser jugadores ultracompetitivos, por ser muy físicos en su juego y por tener las palabras TRABAJO y ESFUERZO en su escudo de armas.
Por último, hay que tener al Niño Allen contento… y qué mejor que darle un juguete, un speedster, un arma profunda y vertical que puede metamorfosear las bombas de Josh en puntos en el marcador del rebautizado Highmark Stadium.
A continuación, aporto mi humilde opinión acerca de nuestras selecciones, basándome en mis sensaciones tras observarlos en sus partidos de las últimas temporadas.
GREGORY ROUSSEAU. EDGE Rs-Sophomore (Miami Hurricanes)
Recluta tres estrellas saliendo de High School. En el pick 30, Buffalo Bills apuesta por Gregory Rousseau, EDGE de Miami Hurricanes, apuntalando, de esta manera, uno de los mayores déficits de la defensa el pasado ejercicio: la presión al QB rival. Con la adición de Gregory, la posición sufre un upgrade. En principio, la continuidad de Jerry Hughes y Mario Addison los sitúa como claros titulares, añadiendo a la ecuación la presumible evolución de A.J. Epenesa.
Rousseau es una auténtica bestia física de 6’7″ pies y 265 libras de peso, con una fortaleza enorme, velocidad y un primer paso impresionante. Su capacidad atlética lo acredita con un tamaño idóneo para la NFL. Ahora bien, en Miami ha jugado en diversas posiciones de la línea, llegando incluso a ser usado como nose tackle. Uno de los aspectos que, sin duda, lo ha hecho bajar fue su opt out esta temporada, así como un Pro Day un poco discreto.
No obstante, Rousseau, en 2019, fue el segundo rusher, por detrás de Chase Young, en número de capturas al QB rival. Sus puntos más fuertes serían, por tanto, ese tamaño, su potencia de manos y ese poderío impresionante a la hora de batirse con los tackles rivales. La versatilidad de Gregory puede catapultarlo a un rol dominante en el front seven de Buffalo desde el primer momento.
CARLOS “BOOGIE” BASHAM JR. EDGE Rs-Senior (Wake Forest Demon Deacons).
Recluta cuatro estrellas saliendo de High School. Con la adición del rookie procedente de Wake Forest, Buffalo se asegura un talento con un enorme potencial para a desarrollar, con unos instintos brutales en la posición y una agresividad de la que adolecía su pass rush. Pesando 285 libras y midiendo 6′ 5» pies, es tremenda la potencia que imprime hasta el final de la jugada.
Sus estadísticas: 173 tackles, 97 de ellos solo, 33’5 tackles for loss, 20’5 sacks… son algunas de las stats que tiene en su carrera como Demon Deacon. Boogie es un trabajador nato, y esa inagotable dedicación al football que ha ido realizando a lo largo de estos años, le ha permitido tener un arsenal de movimientos muy depurados para poder librarse de los bloqueos contrarios. Posee más velocidad de la que aparenta. Si a eso le sumas la potencia que ya tiene, puede entrar por la puerta que sea para poder parar el juego de carrera o bien perseguir sin piedad al QB contrario.
Titular durante las tres últimas temporadas en Wake Forest y, el último año, como capitán, ha mostrado liderazgo y ha dado ejemplo a los jóvenes demonios que han llegado al equipo. Posee un buen IQ en el juego y buenos instintos. Sabe seguir la jugada hasta el final y siempre pelea por librarse de su defensor. Físicamente esta preparado para el mundo profesional.
SPENCER BROWN. TACKLE Rs-Senior (Northern Iowa Panthers)
Right Tackle de 6’9” pies y 320 libras. Destaca fundamentalmente por su gran tamaño y por tener unos brazos larguísimos y poderosos. Ha jugado dos años como right tackle en Northern Iowa Panthers, donde ha competido al máximo nivel dentro de la Missouri Valley Conference. En protección de pase es muy bueno, debido a su gran altura.
Se mueve sorprendentemente bien para su tamaño. En el juego de carrera tiene bastantes problemas por su escasa lateralidad. Sufre mucho con rushers compactos, potentes y con un centro de gravedad bajo, ya que juega muy alto. Tiene cualidades físicas y técnicas, pero viene del nivel FCS. Habrá que ver cómo afronta la transición al circo profesional.
TOMMY DOYLE. TACKLE Rs-Senior (Miami-Ohio RedHawks)
Mide 6’6” pies y pesa 320 libras. Fue un recluta 3 estrellas, saliendo de High School. Es muy alto, con las proporciones físicas adecuadas para el puesto, con un juego de pies muy rápido y con una magnífica lateralidad. Sus manos son muy poderosas y es un grandísimo bloqueador. Por condiciones físicas, sin duda, puede ganarse un puesto como titular en la NFL. Su gran problema es su mal pad level y que pierde el equilibrio con facilidad en el contacto físico, fundamentalmente cuando defiende el juego de carrera. El año pasado se habló de la posibilidad de ser incluso primera ronda, pero su historial de lesiones y el mal año de Miami (Ohio) han hecho caer su stock. Ha tenido lesiones de pie, de pierna y de hombro.
Viene de la MAC, donde no se ha medido con la élite de los pass rushers, aunque en 2019 lo hizo muy bien frente a A.J. Epenesa. Fue invitado a la East-West Shrine Bowl y a la NFLPA Collegiate Bowl, pero ambos eventos fueron cancelados por las vicisitudes propias derivadas de la pandemia. En definitiva, es un prospecto para pulir, desarrollar técnicamente y esperar a ver en qué puede convertirse.
MARQUEZ STEVENSON. WIDE RECEIVER Rs-Senior (Houston Cougars)
Recluta tres estrellas saliendo de High School. Mide 5’10” pies y pesa 182 libras. Auténtico speedster, que ha sido titular las tres últimas temporadas en la clásica Air Raid de Dana Holgorsen. Ha sido utilizado tanto por dentro como por fuera. Además, destaca en screen plays o pases cortos desde el slot para restar presión al quarterback, siendo muy productivo debido a su explosividad y grandísimas manos. Es un corredor de pocas rutas, siendo estas siempre verticales.
Tiene una capacidad de aceleración impresionante. Con el ovoide en sus manos pueden darse big plays, pues promedia 8’1 yardas tras recepción, desde 2018. Es un buen retornador de punts (3 TDs en 38 punts retornados en su carrera con los Cougars). Ha sido un jugador conflictivo tanto dentro como fuera del emparrillado. Sus manos y su protección del ovoide no son las más seguras. Sufrió, en 2016, una fractura de clavícula que le hizo perderse la mayor parte de la temporada. Se perdió también la campaña 2017 por una ACL en su rodilla izquierda. En principio, su rol será de retornador, pero debe crecer desde ahí. Puede convertirse en un juguete, en vertical, para las bombas de Josh Allen.
DAMAR HAMLIN. SAFETY Rs-Senior (Pittsburgh Panthers)
Recluta cuatro estrellas saliendo de High School. Participó en la Senior Bowl. Mide 6’1” pies y pesa 200 libras. Tres años titular en Pittsburgh, jugando como free safety. Firmó con los Panthers como cornerback, pero en 2017 modificó su posición como safety, siendo muy productivo en su carrera (nada más y nada menos que 192 tackles totales). Es muy inteligente, muy rápido, hipercompetitivo y juega como un auténtico veterano (sus instintos y lecturas están por encima de la media). Puede jugar en el slot para parar la carrera. Es un gran placador.
En principio, puede sufrir mucho en la NFL si juega como safety, pues tiene un físico más prototípico de cornerback. Quizá su capacidad atlética y rango se quede corta para el máximo nivel, pero ese liderazgo, esa forma de competir en cada snap y ese afán por mejorar le pueden dar un rol en Buffalo Bills.
RACHAD WILGOOSE. CORNERBACK Junior (Wisconsin Badgers)
Recluta tres estrellas saliendo de High School. Mide 5’10” pies y pesa 191 libras. Jugó dos temporadas en Badgers, pero decidió hacer opt out en su tercer año, tras ser titular los dos primeros partidos de 2020. Es un grandísimo cornerback de slot, muy rápido en espacios cortos. Tiene gran facilidad y movilidad de caderas para correr diferentes rutas y secar a receptores de slot (fue capaz de frenar a Josh Imatorbhebhe, jugador de Illinois que genera desesperación entre la fanaticada badger).
Solo permitió 11 recepciones de 33 intentos y 185 yardas, en cobertura individual, con 10 pases defendidos, a lo largo de su carrera. Le gusta jugar muy físico, a veces demasiado, y abusa de las manos. Cuando juega a muchas revoluciones, comete demasiados fallos de placaje. Del mismo modo, en ocasiones, se sale del partido y genera penalizaciones absurdas (12 flags en su carrera). Tiene muchos problemas para jugar por el exterior.
JACK ANDERSON. GUARD Rs-Junior (Texas Tech Red Raiders)
Recluta cuatro estrellas saliendo de High School. Fue invitado a la Senior Bowl. No jugó su año senior y se preparó para el NFL Draft. Mide 6’5” pies y pesa 314 libras. Ha sido tres años titular, alineándose como right guard. Hay que tener en cuenta que Texas Tech ha sido siempre un programa futbolístico dominado por el esquema ofensivo Air Raid (la sombra de Mike Leach es muy alargada), pero con la llegada del actual head coach Matt Wells, la transición hacia un sistema ofensivo más equilibrado y con predominio de la carrera ha quedado establecida.
Anderson está íntimamente relacionado con la irrupción, en 2019, del excelente corredor SaRodorick Thompson. Posee un buen tamaño, una decente movilidad, poderoso físicamente y con buenas manos. Sus grandes problemas son que juega demasiado alto y que lateralmente tiene problemas de movilidad. Se perdió 2019 debido a una lesión de hombre. Es versátil y puede jugar tanto de guard como, incluso, de center.
“Labor omnia vincit”, “El trabajo lo conquista todo”. Brandon Beane ha realizado -una vez más- magistralmente su trabajo. Muchos pueden dudar de las selecciones, pues la apuesta del General Manager se centra en la trayectoria universitaria de estos jugadores, rehuyendo de efectos coyunturales o tendencias efímeras hacia determinados prospectos. Quien ha visto jugar a Gregory, Carlos, Spencer, Tommy, Marquez, Damar, Rachad y Jack no duda ni un ápice del tino de Brandon Beane con sus selecciones.
No será el draft más mediático, pero, no cabe duda, que a la larga y, con suerte, en breve podría ser considerado no como lotería, sino como auténtica realidad. “Si vis pacem, para bellum”… Nos estamos preparando para una guerra, una guerra que no es otra que ganar la NFL.