En el país de los ciegos, el tuerto es el rey.
No hay mejor manera de entender el estatus de Steve Keim en la organización de Arizona que tirar de refranero y echar un ojo a la siguiente tabla.
GM | Período | W | L | W% |
Larry Wilson | 1980-1993 | 82 | 132 | 0.383 |
Buddy Ryan | 1994-1995 | 12 | 20 | 0.375 |
Bob Ferguson | 1996-2002 | 41 | 71 | 0.366 |
Rod Graves | 2003-2012 | 65 | 95 | 0.406 |
Steve Keim | 2013 -presente | 49 | 30 | 0.620 |
Sobre el papel, la oficina dirigida por Steve Keim (SK) puede presumir de un éxito sin precedentes. Ha sido artífice de un cambio radical en la historia del equipo. En tan solo cinco años, ha desarrollado una cultura ganadora desconocida desde que la franquicia se mudó al valle.
SK llega a la a su puesto actual tras la caída en desgracia del tándem formado por Ken Whisenhunt y Rod Graves. Hasta entonces, había coordinado al equipo de ojeadores durante 14 años. Un antiguo guard en la liga universitaria, se le presuponía capaz de reconstruir una línea ofensiva que Russ Grimm dejó en el chasis. También debía encontrar un QB capaz de devolver al equipo a la senda de la victoria. En su primera rueda de prensa declaró que hay siete u ocho quarterbacks muy buenos en esta liga. […] Todos los equipos están intentando encontrar uno, igual que nosotros. Es una puerta giratoria. Están buscando lo mismo que nosotros.
De las palabras de aquella primera rueda de prensa cabía deducir que SK conocía muy bien los errores que habían condenado a sus predecesores. El carrusel de quarterbacks que marcó la última etapa de Rod Graves en Arizona es difícil de olvidar. Y en este contexto, tras encontrarse con el milagroso fit de Carson Palmer en el esquema de Bruce Arians, gozó de cinco años para encontrar a su QBOTF. No hablamos de una retirada prematura de Palmer que le dejara vendido. De una jubilación por sorpresa que le dejar sin tiempo de reacción. Carson Palmer siempre fue un quarterback con fecha de caducidad que regaló cinco años a Steve Keim. Cinco años para planificar el futuro de la franquicia. Sin embargo, en los cinco drafts celebrados desde su contratación, este fue el acercamiento de la Front Office a la posición:
Draft | QB seleccionados |
2013 | 0 |
2014 | Logan Thomas |
2015 | 0 |
2016 | 0 |
2017 | 0 |
Cinco ediciones y un quarterback de cuarta ronda. Logan Thomas fue el único proyecto elegido por Bruce Arians y Steve Keim. ¿Qué fue de él? Actualmente intenta ganarse un hueco en la liga como tight end en Buffalo. El balance es nefasto. Sin embargo, resulta aún peor si se contextualizan años como 2014, donde desestimó a Derek Carr. O 2016, donde no fue capaz de lograr un acuerdo para subir a por Paxton Lynch. Sin entrar a valorar la calidad de Paxton Lynch, esta tibieza a la hora de negociar volvió a quedar manifiesta en 2017. En dicho año, fue incapaz de subir 1 o 3 puestos para seleccionar a Patrick Mahomes o Deshaun Watson. En fechas posteriores se declararía enamorado de ambos jugadores.
La incompetencia de Steve Keim respecto a la posición más importante del equipo ha devuelto a los Cardinals a la posición de partida. A los días de Ken Whisenhunt. No hay paños calientes. Tras cinco años en la poltrona, este es su equipo. No quedan restos de la anterior gerencia. Y en dicha situación, sin poder echar balones fuera, se ha encontrado pagando 20 millones a Sam Bradford. Una cantidad desorbitada para que actúe como puente de un QB que tampoco parece dispuesto a elegir en 2018, salvo que nos tenga engañados a todos.
Es posible que Steve Keim decida volver a confiar la suerte del equipo a la resucitación de un veterano. O a que le toque la lotería en elecciones posteriores como Kyle Lauletta o Mason Rudolph. Pero en tal caso, no solo habrá condenado su trabajo en este equipo. También habrá dilapidado la oportunidad de dar definitivamente la vuelta a una franquicia que durante su mandato ha tenido todo de cara para garantizar un éxito sostenido durante la próxima década.
Su fracaso en el draft, no obstante, no se limita únicamente a la posición de quarterback.
Draft | Pick de primera ronda | Posición | Jugadores elegidos | Jugadores que siguen en el equipo |
2013 | Jonathan Cooper | G | 9 | 0 |
2014 | Deone Buccanon | S/LB | 7 | 1 |
2015 | DJ Humphries | OT | 7 | 5 |
2016 | Robert Nkemdiche | DE | 6 | 4 |
2017 | Haason Reddick | LB | 7 | 6 |
De esta tabla se pueden extraer dos de los pecados capitales de Steve Keim en el draft. El primero y más grave: la incapacidad de construir a través del mismo. Desde 2013, tan solo 16 jugadores del roster activo proceden de los drafts de la actual gerencia. El segundo y más evidente: los busts de primera ronda. Jonathan Cooper tiene medio pie fuera de la liga. Robert Nkemdiche apenas es capaz de entrar en rotación de una línea denostada desde la marcha de Calais Campbell. Haason Reddick está condenado a la irrelevancia salvo que el nuevo head coach sepa encontrar su posición. Ya no hablamos de que únicamente 16 jugadores sigan en el equipo. Hablamos de que más de la mitad de ellos apenas contribuyen de manera significativa.
La realidad que arrojan estos datos parece resultar ajena a buena parte de la afición. Esto se debe en parte a la ficción que alimenta el propio equipo acerca del director general. Steve Keim goza de una fama seudomesiánica en Arizona como evaluador de talento. Esto se debe principalmente a un factor: la elección de Tyrann Mathieu, David Johnson y John Brown en tercera ronda. Si bien no cabe restarle mérito por estos picks, la realidad es que son fruto de una tradición casi cómica. Nos referimos a la costumbre de elegir jugadores de pequeñas escuelas en la mitad del draft. Por cada Tyrann Mathieu, hay un Brandon Williams o un Chad Williams. Es decir, jugadores elegidos entre los 100 primeros que muchos evaluadores consideraban que acabarían el draft sin ser elegidos.
Sin embargo, a la imposibilidad de armar el equipo a través del draft nunca le ha seguido una agencia libre agresiva. La filosofía respecto a este período de contratación ha sido bien simple. A saber: traer a algún OL consolidado (vista la negligencia de esta faceta en el draft) y esperar que las aguas se calmen para traer a veteranos en prove it deals de 1 año. ¿La consecuencia? A la vista está: uno de los equipos más viejos de la competición; la peor línea ofensiva de 2018; un conjunto de jugadores completamente desarraigados que se pasean por el desierto como escaparate para jugar en otros equipos, etc.
Ante estas circunstancias, ¿qué le espera a Steve Keim y los Cardinals a partir de este año? A día de hoy, parece poco probable que Keim decida subir a por un QB. El top four se ha puesto increíblemente caro. Y lo más grave: ha demostrado carecer del carácter para llevar un movimiento así a cabo. Pero si, hipotéticamente, decidiera sorprendernos, subir y dar un botín por su QBOTF, habría que contextualizar las consecuencias. Las elecciones que realiza son una moneda al aire. Además, el año que viene se contará con, presumiblemente, uno de los mayores espacios salariales de la liga para cubrir posiciones. Pese al precio, el movimiento se movería en el terreno de lo razonable.
En el campo de la línea ofensiva, ha demostrado una iniciativa inusitada este año. Probablemente espoleado por la falta de resultados de su presunta unidad fetiche, ha impulsado el lado derecho con Justin Pugh y Andre Smith. Son dos apuestas arriesgadas que apenas han logrado completar jamás una temporada sin entrar en IR. Además, parece dispuesto a buscar un buen CB2 como complemento a Patrick Peterson.
Estos movimientos no son los de un equipo en reconstrucción, sino los de un eterno aspirante a 8-8. Otra temporada como esta le volvería a situar en una situación poco cómoda para elegir a uno de los top prospects. No obstante, si nos ponemos en el mejor de los casos, la polémica salida de Tyrann Mathieu o la próxima jubilación de Larry Fitzgerald se están utilizando para cubrir otras posiciones de necesidad a largo plazo y pensar en 2019.
Hay quien especula que la intención de Keim es volver a armar los cimientos un bloque compacto este año con la mira puesta en 2019. Será en ese año donde el mencionado espacio salarial le situará en una posición dominante en el mercado. Si el tiempo le da la razón, habrá armado el esqueleto de un equipo que entregarle a un rookie durante esta o la próxima temporada. De este modo podrá tapar las miserias de su primer lustro, tanto con la ilusión que vendrá como con la experiencia que habrá obtenido de sus errores. De lo contrario, habrá malgastado la década más prometedora de la historia de la franquicia.