SUPER BOWL 50. LEVI’S STADIUM, SANTA CLARA, CALIFORNIA.
DENVER BRONCOS 24 – CAROLINA PANTHERS 10.
Enero de 2016. Los Panthers vienen de arrasar en temporada regular, con un récord de 15-1. En la ronda divisional, derrotan a los Seahawks tras una espectacular primera parte. Después, el equipo puso a la venta una serie muy limitada de entradas para la final de conferencia. Ya que, casi todas las entradas irían a parar a los socios del equipo. Mi mujer y yo nos preparamos con teléfonos, tablets y portátiles para intentar conseguir esas entradas. Al final el que las consiguió fue mi amigo Néstor. Él siempre afortunado en estos temas. Vamos al campo y destrozamos a Carson Palmer y sus Cardinals. Super Bowl.
Bla bla
Durante la semana previa a la Super Bowl, estuvimos intentando decidir dónde ver el partido. Si en alguna de las fiestas organizadas por bares (no se puso pantalla gigante en Charlotte) o en casa. Al final decidimos hacer fiesta en casa. Mis padres, que estaban de visita, vinieron a ver el partido junto con nosotros y unos amigos. Alitas de pollo picantes, chips con queso, salsa y guacamole, hamburguesas y muchas cervezas nos ayudaron a matar los nervios en la previa.
bla bla
Lady Gaga cantó el himno y el corazón se me salía por la boca, empieza el partido. Tras un drive decente de los Broncos, que acaba en FG, ambos equipos hacen un punt, y después recibe el balón Carolina. Con el mejor ataque de la liga. Y llega la jugada que para muchos cambió el devenir del partido: Cam completa un pase para Jerricho Cotchery. Los árbitros lo pitan incompleto, en la repetición se ve claramente que era un catch (así lo dicen los analistas) pero los árbitros de nuevo lo marcan incompleto tras el challenge. Tras eso, llega en strip sack de Von Miller que les dio un TD. Lo que siguió que fue un quiero y no puedo de Carolina, abrumados por la defensa de los Broncos.
En pocas ocasiones me he sentido tan vacío tras un evento deportivo como cuando terminó esa Super Bowl. Incluso escribí una crónica de cómo habría podido ser el partido si el destino hubiera querido ayudar. El camino fue precioso, pero el final aún duele.