Mickey vio salir al chico de la sala y sonrió. Llevaba ya varias decenas de entrevistas, y había que preparar la siguiente. Se dispuso a guardar el informe que habían elaborado sobre el chico. Mientras pensaba que hacía mucho tiempo que un jugador no le despertaba esas sensaciones. Cerrando el informe una idea le pasó velozmente por la cabeza. Pensando que se debía al cansancio del momento la descartó pero antes de entregar el informe a su asistente la escribió por si acaso: “Thomas Morstead tiene lo necesario para ser el corazón del equipo”.
Semanas más tarde, Mickey colgó el teléfono. Acababa de cerrar un acuerdo por el que daba sus dos últimas elecciones del draft para subir unos cuantos puestos. Podía ser arriesgado, sobre todo por la posición del chico. Pero no podía permitirse el perderlo y que fuera a otra franquicia. Ese chico era decididamente especial, estaba convencido de ello. Miró a la pantalla de televisión y sonrió mientras escuchaba al Comisionado decir unas palabras que serían fundamentales para la historia reciente de la franquicia: “Con la elección 164 en el draft de 2009 de la NFL, los New Orleans Saints seleccionan a Thomas Morstead, Punter, Universidad de Southern Metodist”.
Pierna de acero…
Los jugadores de equipos especiales saben perfectamente que viven en el filo de la navaja. Tienen pocas jugadas cada partido, y se espera que cumplan en todas y cada una de ellas. Un solo error puede costarles el empleo, y no es fácil volver a ser contratado por otro equipo. Hace falta tener una mentalidad a prueba de bombas para que no te afecte el hecho de saber que te estas jugando el empleo en cada patada.
Bien sabían esto los Saints, que desde la salida de Mitch Berger en 2006 habían visto pasar a tres Punters en los dos años posteriores, sin pena ni gloria. El último de los tres, Glenn Pakulak, se disputaría el puesto con el recién «drafteado» Thomas Mortead. La calidad del nacido en Houston no tardó en imponerse, y Pakulak tuvo que buscarse la vida fuera de New Orleans. El tiempo se ha encargado de dar la razón a unos Saints, que llevan doce temporadas (y las que quedan) totalmente despreocupados por la posición de Punter. Saben que cuentan con uno de los mejores jugadores de su posición.
Thomas Morstead ha dado al equipo calidad: tiene el tercer mejor promedio de la historia de la liga en yardas por punt con 46.9. Y encima regularidad (solo un Punt bloqueado en los 630 que ha pateado). Son numerosos los reconocimientos que ha recibido: ProBowler, 2º equipo All-Pro, Segundo Mejor Punter de la Década para Pro Football Focus, numerosos premios de Jugador de Equipos Especiales del Mes y de la Jornada entre muchos otros.
Pero no es ninguna de estas cosas lo que le hace un jugador tan especial. No, lo que le hace especial es otra cosa.
… corazón de oro.
Reconozcámoslo, cuando dentro de unos años evoquemos el recuerdo de Thomas Mortead no serán sus números lo que nos vendrá a la cabeza. Lo que recordaremos serán los latidos que nos ha dejado el corazón de los Saints, y que no podremos olvidar jamás.
¿Cómo olvidar que en su año rookie, con el equipo jugando la primera Super Bowl de su historia, asumiría la responsabilidad de jugarse un onside kick clave al inicio del tercer cuarto? Con el marcador 10-6 favorable a los Colts al descanso, pensad lo que habría ocurrido si ese onside kick termina en manos de los Colts.
¿Cómo olvidar el partido Divisional de 2018? Cuando tras romperse una costilla tras un placaje se negó a abandonar el juego y continuó saliendo a hacer sus patadas mientras se apretaba las costillas para no dejar que el dolor le venciese.
¿Cómo olvidar que fue el primer jugador que volvió a salir al campo para el extra point final con el tiempo acabado porque el reglamento lo exigía?
¿Cómo olvidar que impresionó tanto a la afición de los Vikings que estos, en una campaña espontánea recaudaron más de 220.000 dólares para el programa benéfico de Thomas Morstead? Y que él entregó al “Children´s Hospital and Clinics” ¡de Minnesota!.
¿Cómo olvidar cuando en Julio de 2018 hizo 418 flexiones de barra en una hora en un acto benéfico con el que recaudó más de 70.000 dólares para ayudar a Michael Cordaro en su batalla contra el cáncer?
¿Cómo olvidar todas las acciones que ha realizado con su organización benéfica “What You Give Will Grow”?
¿Cómo olvidar sus vídeos de entrenamiento con los que alucinamos?
¿Cómo olvidar su apadrinamiento de Will Lutz y las imágenes que nos han dejado juntos?
¿Cómo olvidar las reacciones del Superdome cada vez que le toca a él salir al campo?
¿Cómo olvidar la sonrisa que nos viene cada vez que le vemos o pensamos en él?
Respuesta: Thomas Morstead
La respuesta a estas preguntas es fácil: nunca podremos olvidarlo. Lo único que podemos hacer es seguir disfrutando de él, del hombre con un cañón en la pierna y un corazón de oro en el pecho. Del hombre, como predijo Mickey Loomis, que se ha convertido en el corazón del equipo, de su ciudad y de su afición.
David Formentin (@daovir)