Durante los últimos 20 años se ha escrito y dicho mucho sobre Thomas Edward Patrick Brady. En los 20 días más recientes los posts sobre su puesto en la cima del Olimpo de la NFL se han multiplicado. Durante los próximos 20 años sus hazañas llenarán todos los espacios. Ahora, por 60 minutos, disfrutemos.
Es imposible utilizar un solo artículo para enumerar la gran cantidad de récords y logros que ha conseguido –hasta ahora– el #12 durante su carrera. Sus marcas personales, los grandes momentos, las victorias o –quizás lo más importante– la apreciación a su colección de joyería fina, inundan blogs, redes sociales y conversaciones de bar, así que evitemos esos por un momento.
Es imposible pensar en la temporada 2020 sin Tom Brady, ¿o será que es al revés y más adelante será imposible tener en mente a Tom Brady y no pensar automáticamente en el año 2020? Aquí los factores no alteran el producto, que se centra en el más grande.
Hace menos de un año, millones utilizamos el chiste –me incluyo– que Tom Brady estaba haciendo lo que hacen miles de americanos de la costa este de Estados Unidos cada año cuando su vida laboral se acerca a su fin: se mudan a la Florida para su retiro.
Brady lo hizo. O, por lo menos, eso parecía.
El ex-producto de la Universidad de Michigan se enfrentó este año ante el debate de bar (o cantina, como diríamos en México) sobre quién había sido más importante para quién en la relación Brady-Belichick, independientemente de la seriedad de estas discusiones, o lo injusto que podría ser para el Head Coach quemar todas las naves y ejercer un juicio totalitario tras este año, el QB salió con la mejor nota en ese examen al que fue puesto a prueba por parte de millones de seguidores de este gran deporte.
Porque esta temporada 2020 fácilmente puede ejemplificar a Tom Brady.
Una temporada donde todos tenían dudas sobre la posibilidad de llevarse a cabo, como Brady en Tampa Bay; un año donde, en caso de poder disputar los juegos, se tenían dudas sobre su calidad, como Tom con los Bucs; una campaña donde parecía que, pese a la expectativa, los resultados no serían los mejores, como el #12 con la Ofensiva de Bruce Arians; un año donde no sabíamos si las cosas iban a ser igual que antes, como Tommy y Gronky.
La NFL cumplió. Tom, también.
Porque Tom, como los grandes de cualquier deporte, no genera discusiones únicamente por lo que hace dentro del terreno de juego.
Michael generaba las conversaciones sobre la primera estrella con impacto mediático y de merchandising; Edson, la irrupción de un chico de color en un deporte antes dominado únicamente por caucásicos; Babe, la dualidad entre la vida en el deporte y la vida de los excesos; Muhammad (o Cassius), la liberación ante la opresión sistematizada y la lucha por una identidad propia; Leo, los debates sobre el peso deportivo entre selección nacional y club del siglo XXI.
Con Tom existe tela de dónde cortar: Empezando por la competencia que tiene con Dorian Grey que hace que el señor del retrato envejezca más rápido que el jugador de fútbol americano, continuando por recetas de cocinas y hábitos alimenticios que parecen pociones mágicas y hasta normativas que nos pusieron a todos a averiguar qué demonios era la PSI o libra de fuerza por pulgada cuadrada. (Y, ojo, que evité agregar a la lista de temas de conversación a su esposa).
Pero la conclusión de esta temporada solo hubiera sido mejor si la hubiera escrito Aaron Sorkin (prefiero usarlo a él de ejemplo, con Quentin hubiera sido muy sangriento), con el QB leyenda de décadas contra el QB leyenda de un par de años. Intentarán venderlo como el presente contra el pasado, pero eso está muy lejos de la realidad.
El caso de Brady es muy distinto al que vimos de Peyton Manning en 2016, donde el Sheriff ya se veía ampliamente superado por el padre tiempo. Las únicas relaciones que tenemos de Tom con su edad son dos: su certificado de nacimiento y las fotografías que hemos visto –y nos repetirán sin parar– de su evolución desde que llegó a la NFL en el 2000.
Es un error hablar de Brady en pretérito, nombrando sus logros y su calidad como algo del pasado. Tom sigue siendo el presente. ¿Ya no tiene una gran potencia en el brazo? ¡Nunca la tuvo! (Quiten a Randy Moss de su mente). ¿Este año tuvo suerte? ¡Siempre la ha tenido! (y, en Foxborugh, grandes pateadores para rescatarlo). No pienso enlistar e intentar discutir la larga lista de argumentos en su contra, prefiero disfrutar su juego.
Algún día –en teoría– terminará la carrera de Thomas Edward Patrick en la NFL. En ese momento, millones comenzarán a apreciar y a reconocer a este fenómeno; aún están a tiempo de adelantárseles a todos ellos y disfrutar, a este paso, lo veremos en el Super Bowl LX.
Pedro Arnau