Kobe Bryant, ese jugador eterno, ese mito más allá de una pista de baloncesto, jamás jugó en una universidad… No le hizo falta. Como bien sabemos, tras su periplo europeo, fue seleccionado directamente por Charlotte Hornets, en la primera ronda del draft NBA de 1996, procedente del high school Lower Merion de la ciudad del amor fraternal. Sus derechos fueron traspasados esa misma noche a Los Ángeles Lakers… y lo demás ya es historia.
Desde Coollege y Spanish Bowl, deseábamos -en esta modesta sección- realizar nuestro pequeño homenaje a la “Mamba Negra”, acercando -a nuestros escuchantes y lectores- las bondades y curiosidades de la mascota y tradiciones del programa deportivo universitario, en el que Kobe inició su carrera. Pero nunca disputó un March Madness. Eran tan grande que le sobraba.
Por ello, hemos optado por elegir la universidad de su “hermano mayor”. “Estoy en shock, era como un hermano pequeño para mí”, fueron algunas de las emocionantes palabras que dirigió “el más grande” a su auténtico sucesor -con el permiso de LeBron James-, con motivo de su trágica desaparición. La relación entre Michael Jordan y Kobe Bryant narra la historia de dos auténticos hermanos, dos genios que cruzaron sus caminos, dos estrellas que permanecerán por y para siempre en el imaginario colectivo, generación tras generación.
Air Jordan empezó a hacerse una leyenda en North Carolina. Sin duda, hablar de basket universitario es sinónimo de dos palabras: Tar Heels. Michael era el espejo de Kobe. Y creemos profundamente que si KB24 hubiera jugado en algún programa universitario, sin duda, hubiera vestido el azul Carolina.
Los aficionados “tar heels” se enorgullecen de haber tenido en sus filas a los -muy posiblemente- mejores jugadores de baloncesto y football: Michael Jordan y Lawrence Taylor. Toca el turno de Rameses y las mejores tradiciones del programa sito en Chapel Hill.
¿POR QUÉ EL SOBRENOMBRE DE “TAR HEELS”?
Tar Heels (Talones de Alquitrán) es el apelativo que reciben los equipos deportivos de la Universidad de Carolina del Norte. Este curioso apodo tiene como génesis una interesante leyenda que data de la Guerra Civil Americana. Las huestes de soldados de North Carolina eran tan duras, que eran llamadas los “tar heels”, pues cuando un contingente se enfrentaba a ellos no tenía escapatoria. Quedaban atrapados en la refriega, de la misma manera que los talones de una persona apenas pueden moverse cuando pisan alquitrán. El programa deportivo de North Carolina es muy competitivo -en todas las modalidades deportivas- de ahí un nickname tan acertado.
4TH QUARTER HYPE
Antes de comenzar el último cuarto de cada partido de football de North Carolina, todos los asistentes al Kenan Memorial Stadium levantan cuatro de sus dedos -señalando el inicio de este último periodo-, al ritmo de una frenética mezcla musical formada por “Hells Bells”, de AC/DC, y “Can’t Be Touched”, de Roy Jones Jr. Todo el mundo mueve sus brazos hacia atrás y hacia delante, simulando una danza “Tomahawk”. El vídeo marcador muestra -al mismo tiempo- highlights del equipo. Resulta imposible permanecer impasible y no dejarse llevar por el ambiente del Kenan.
“AND I’M A TAR HEEL”
La fanaticada usa los tiempos muertos normalmente para ir a comprar cerveza, buscar algo de comida o ir al aseo. Sin embargo, todo cambia en Chapel Hill… El espectáculo continúa en el Kenan, pues en la megafonía suena la célebre frase: “And I’m a Tar Heel” y las pantallas del estadio muestran la imagen de un ilustre “tar heel”. La gente se emociona cuando ve el rostro de Julius Peppers, Jeff Saturday, Lawrence Taylor o Michael Jordan.
TAR HEEL TOWN
Toda aquella persona que acude a ver un partido al Kenan Memorial Stadium tiene la obligación de visitar la Tar Heel Town. Actualmente se localiza en Bell Tower Park y ofrece espectáculos en vivo, food trucks, talleres de pintura de cara, juegos y mucho más. Desde tres horas antes del kick-off, esta mini-ciudad celeste y blanca hace disfrutar a pequeños y mayores.
THE VICTORY WALK
The Victory Walk (el “Paseo de la Victoria”) –que anteriormente recibía el nombre de Old Well Walk-, en la actualidad se inicia desde Bell Tower Park. Los aficionados tienen la oportunidad de recibir y honrar a sus jugadores favoritos y al staff técnico, mientras que ellos caminan hacia el estadio, acompañados de la Marching Tar Heels y el cuerpo de cheerleaders.
EL CANTO DEL “ALMA MATER”
Gane o pierda el equipo, cantar al “alma mater” es sinónimo del orgullo “tar heel”. En Chapel Hill es norma entonar dos canciones: “Hark the Sound” y “I’m a Tar Heel Born”, que constituyen una auténtica muestra de la devoción que sienten los aficionados por los colores de los “talones de alquitrán”.
LIGHTING UP THE BELL TOWER
En la ya pasada campaña se estrenó una novedosa tradición en Chapel Hill, que ha causado sensación entre los aficionados. Tras cada victoria del equipo de Mack Brown, se enciende una luz celeste en la Bell Tower. Esa luz permanecerá encendida mientras siga vigente el triunfo del equipo, ya sea en casa o fuera.
RAMESES
Rameses es el nombre de la mascota oficial de los programas deportivos de la Universidad de Carolina del Norte. Realmente existen dos Rameses: el primero, es un carnero antropomórfico que pertenece al equipo de las cheerleaders y hace deleitarse a propios y extraños con sus acciones; el segundo, es un carnero “real”, de la raza dorset horn, con los cuernos pintados de “azul Carolina”.
El origen de esta mascota nos hace retrotraernos a 1924. Dos años antes, el estelar fullback, Jack Merritt, era apodado “the battering ram”, por su agresiva forma de moverse en el campo. Vic Huggins, líder del equipo de animadores, tuvo la brillante idea de proponer que un carnero se convirtiera en la mascota del equipo. Charles T. Woollen, athletic business manager, aceptó de buen grado la sugerencia y otorgó un presupuesto de 25 dólares para adquirir un carnero. Rameses the First era adquirido en Texas y se convertía en toda una estrella “tar heel”.
Su primera aparición fue el 8 de noviembre de 1924 en un partido frente a Virginia Military Institute. El encuentro estaba muy igualado y nadie lograba anotar. Al final del último cuarto, Bunn Hackney –el kicker de North Carolina– tenía la responsabilidad de ejecutar un FG que diera la victoria a su equipo. Antes de saltar al césped, tocó la cabeza de Rameses… Lo demás es historia: anotó el gol de campo y Rameses se transmutó en mito.
La aparición de Rameses como mascota animada se inició en la temporada 1987-1988. Tras múltiples audiciones, Eric Chilton –procedente de Mount Airy (NC)– tuvo el honor de ser el primer Rameses.
Uno de los momentos más funestos de la historia de la universidad fue el asesinato de Rameses XXIII. En febrero de 1996, nuestro adorado carnero aparecía muerto en su lugar de residencia: la granja Hogan. Un atacante degolló a Rameses y cortó su pata delantera izquierda. Tras arduas investigaciones, fue detenido un joven de 26 años llamado Scott Wade. Las pesquisas determinaron que el carnericidio se debió a que Wade estaba hambriento, aunque posteriormente sería imputado con un cargo de crueldad animal.
Otro macabro pasaje de la historia de Rameses data de 2007. Jason Ray, estudiante disfrazado de nuestra venerable mascota, era atropellado por un vehículo, resultando muerto, mientras caminaba hacia el 16º encuentro Tar Heels Sweet en New Jersey. No obstante, Ray –que había decidido donar sus órganos previamente- se convirtió en un auténtico héroe, después de su fallecimiento, ya que sus órganos pudieron salvar a 118 personas. UNC agradeció enormemente este gesto y renombró su clínica de transplantes con el nombre de Jason Ray.
En Spanish Bowl y Coollege, continuamos con la maravillosa tarea de tratar de acercaros la atmósfera que rodea a cada encuentro de futbol colegial, en los que las tradiciones y las mascotas juegan un papel fundamental. En esta ocasión, rendimos pleitesía a cinco tradiciones de North Carolina -que aúnan historia y modernidad-, junto a su mascota, Rameses (el real y el animado), cuya controvertida historia merece ser llevada a la gran pantalla.
Sirva esta pequeña reseña como nuestro particular tributo a los nueve fallecidos en el ya trágico accidente aéreo de Calabasas: el entrenador de béisbol universitario, John Altobelli, su esposa, Keri, y su hija, Alyssa; Christina Mauser, entrenadora de baloncesto; Sarah Chester y su hija, Payton; el piloto del helicóptero, Ara Zobayan; Kobe Bryant y su hija, Gianna.
Kobe, un hombre que hizo de la empatía su forma de vida. Un esforzado padre de familia. Amigo de sus amigos. Atleta ultracompetitivo. Mito del deporte. Un jugador que logró algo tan complejo como hacernos FELICES. Kobe, simplemente, GRACIAS. Descansa en paz…
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