Una razón para levantarse

De pie en mitad de su habitación, rodeado de una soledad que tiene un carácter maquiavélicamente premonitorio, el adolescente escucha atento e incrédulo la cálida voz de su madre que, a través del auricular, informa a su hijo del trágico suceso. Instintivamente, el joven suelta el teléfono y se arrodilla sintiendo el frío del suelo en sus rodillas. Las lágrimas resbalan por sus mejillas mientras el susurro de la voz de Robin, su madre, se percibe ya lejano desde el caído teléfono en el silencio del habitáculo. levantarse 

A sus quince años, Christian es consciente de que está viviendo el peor momento de su vida. Su referente masculino, el hombre al que Wilkins anhela parecerse en sus días futuros ha fallecido en un “desafortunado incidente”. Se siente incapaz de levantarse y continuar con su vida. Desearía retroceder en el tiempo. Devolver las cosas a su estado anterior. Dejar todo como estaba hace veinticuatro horas, cuando su abuelo materno todavía estaba vivo….

 

El “error” de la Policía de Framingham

5 de Enero de 2011

Eurie Stamps disfrutaba del silencio y la quietud que reinaba en su casa aquella noche. Ataviado con un confortable pijama se relajaba frente al televisor viendo un partido de baloncesto. A sus sesenta y ocho años era un hombre con la conciencia tranquila. Su intachable trayectoria vital no invitaba a adivinar el infausto suceso que estaba a punto de ocurrir. Había trabajado toda su vida como mecánico para “Massachusetts Bay Transportation Authority” con innegable empeño y un carácter jovial contagioso. Se había ganado un merecido descanso. En la actualidad, disfrutaba a tiempo completo de su papel de abuelo de los numerosos nietos que la vida le había otorgado.

Los repentinos golpes en la puerta de su casa rompieron la calma de aquel momento. Todo sucedió demasiado rápido. La policía había acudido hasta Fountain Street buscando a varios hombres. El hijastro de Eurie Stamp, que se encontraba en el domicilio esa noche, era uno de ellos. Pensaban que, en aquella dirección de Framingham, Massachusetts, encontrarían e incautarían cocaína y otros estupefacientes. Los miembros del S.W.A.T derribaron la puerta de entrada e irrumpieron en la casa ordenando a todos los presentes que se tumbaran en el suelo con las manos en la cabeza.

 

Christian Wilkins con su abuelo, Eurie / aclum.org

 

El abuelo de Christian Wilkins obedeció sin oponer resistencia. El oficial Paul Duncan se acercó a Eurie con el firme propósito de cachearlo en busca de armas y asegurar sus manos cuando, según el informe policial, tropezó/resbaló disparando accidentalmente su rifle M4. Stamps recibió varios impactos de bala, uno de ellos en la cabeza, que acabaron súbitamente con su vida.  Un incidente, catalogado como “error” (mistake), en la investigación posterior llevada a cabo tras el suceso que dejó a la actual estrella de los Miami Dolphins sin modelo paternal en un momento muy delicado de su vida. Los tribunales determinaron que la vida de Stamps valía 3,75 millones de dólares, precio de la indemnización que recibió la familia del fallecido, que llenaron las arcas de los descendientes de Eurie pero no contestaron a las múltiples preguntas que a día de hoy, y quizás para siempre, quedan sin respuesta ni tampoco colmaron el vacío de sus corazones.

 

 

A su imagen y semejanza

Wilkins decidió recoger el testigo de su abuelo. Descubrió el estímulo vital al que aferrarse. Quería continuar el legado existencial que le brindó Eurie Stamps. Dejar su impronta entre sus allegados, ser visto por los ojos ajenos como un buen compañero siempre dispuesto a tender la mano en los momentos complicados y brillar tanto en los estudios como en su faceta de deportista. Estas fueron las nobles metas que se marcó Christian para honrar la memoria de su malogrado abuelo. 

“Christian porta el espíritu de mi padre con él”, ha declarado en multitud de ocasiones al hablar sobre su hijo pequeño una henchida de orgullo Robin Stamps. Wilkins recibe esas palabras como si se tratara del máximo reconocimiento al que puede aspirar: “Es el mayor elogio que puedo recibir” suele responder el jugador cuando le recuerdan el asombroso parecido con su abuelo.

La personalidad que define nuestro carácter adulto se modela, como si de una delicada pieza de alfarería se tratara, durante nuestra niñez. Los lazos y referentes de nuestro yo infantil determinan irremediablemente los adultos que somos en la actualidad. Wilkins no es una excepción. Sus primeros años de vida marcaron al actual jugador de los Dolphins y permiten comprender su conexión con Eurie Stamps.

Christian nació el veinte de diciembre de mil novecientos noventa y cinco en Springfield, Massachusetts. Era el menor de una familia de nueve hermanos de la que Robin Stamps cuidaba con todo el cariño y esmero posible. No había una figura paterna a la que Christian pudiera imitar. El abuelo Eurie llenó desde los primeros pasos de Wilkins ese tierno vacío existencial. De sus hermanos mayores, Aaron y Andrew,  Christian heredó el amor por los deportes, sus hermanas le legaron su afición por el baile y una jovialidad que mantiene intacta cada segundo del día. En ese entorno el pequeño miembro de la prole aprendió desde muy joven a valorar la importancia del esfuerzo y la seguridad que aporta la unión familiar.

Ron Brace, el primer entrenador de Wilkins, se percató de inmediato del potencial del jugador. Con solo siete años le hizo saber a su madre que, el por entonces jugador de los Panthers de Springfield, era “especial”. A Brace no le cegó el imponente tamaño que exhibía un pequeño de su edad, fueron su ética de trabajo y su constancia las que le hicieron intuir el brillante futuro de Christian. Wilkins vivía entonces ajeno a estas alocuciones premonitorias sobre su figura, al menor solo le importaba ver a su orgulloso abuelo sentado en las gradas mientras él jugaba al deporte que más amaba.

 

Justicia para Eurie / milforddailynews.com

 

Tras el fatídico “error policial”, el quinceañero experimentó una esperada etapa de zozobra emocional. Al impacto sentimental de la tragedia hay que sumar una serie de cambios familiares que iba a vivir el miembro más joven del clan Wilkins. Christian se vio obligado a cambiar de instituto. Inmerso en mitad de un duelo difícil de procesar, nunca se adaptó al East Longmeadow High School. No se sentía como en casa. Se encontraba perdido y desubicado en aquel lugar. Llegó a rogar a su madre para que buscara un nuevo centro educativo. 

La escuela Suffield Academy se convirtió entonces en su segundo hogar. En este prestigioso colegio privado de Connecticut, empezó a florecer el adulto con similares rasgos de personalidad de Eurie Stamps llamado Christian Wilkins. 

Allí coincidió con Drew Gamere, entrenador del equipo de fútbol americano de la academia. Gamere recuerda el impacto que le causó ver a aquel grandullón moverse con la fluidez y velocidad que demostraba sobre el terreno de juego. En su primer entrenamiento Wilkins “atropelló” en repetidas ocasiones al quarterback del instituto. Drew intuyó que tenía un diamante en bruto en sus manos. Una delicada joya deportiva que únicamente necesitaba pulir sus aristas para brillar en el complejo mundo del fútbol americano. Pero el joven no quería destacar únicamente en el plano deportivo.

Igual que su abuelo, anhelaba ser un líder y un ejemplo de la comunidad estudiantil de Suffield. Notas excelentes y comportamiento intachable acompañaron a Christian durante su estancia en Connecticut. En su último año de instituto, convertido ya en un deseado proyecto de jugador de fútbol americano cinco estrellas, muchos le recuerdan como el estudiante que animaba con más ahínco a todos los equipos deportivos del instituto. No distinguía entre fútbol americano, baloncesto o voleibol, ni entre equipos masculinos o femeninos. Poco importaba si la climatología era hostil, la imponente figura del popular jugador de fútbol destacaba con regularidad entre los asistentes al evento deportivo de turno. Wilkins alentaba sin desánimo a sus compañeros desde la grada, igual que su adorado Eurie Stamps hacía durante sus partidos infantiles.

 

 

Clemson: “No matter what

Más de veinte universidades llamaron a la puerta de Wilkins. Era uno de los líneas defensivos más codiciados de la nación. Robin Stamps recuerda haber recibido innumerables peticiones para conversar sobre su hijo. James Franklin y Urban Meyer fueron algunos de los reputados técnicos que se presentaron ante su puerta o le atendieron al otro lado del teléfono para hablar de Christian. Robin llegó a estar convencida de que su pequeño se iba a comprometer con Ohio State, por aquel entonces actuales campeones nacionales. Wilkins tenía sus propios planes. Desde el principio cayó rendido a los encantos de una universidad de Carolina del Sur. Nada más terminar su visita oficial a las instalaciones de Clemson realizó una anotación en su teléfono. Apuntó cuatro esclarecedoras palabras que no daban opción a la libre interpretación: Clemson, no matter what.

 

Si, Clemson sin importar el como / al.com

 

Con el recuerdo de su abuelo guiando, como si de un faro se tratase, todas las acciones y decisiones de su vida, Wilkins optó por hacer las cosas a su manera. No iba a esperar al mediático y tradicional signing day de principios de febrero para ponerse la gorra naranja de Clemson en su cabeza. Era incapaz de contener las ganas de anunciar al mundo su decisión. Christian, en un ejercicio de poético homenaje a su ancestro fallecido, iba a anunciar su compromiso con la universidad de Clemson el cinco de enero de dos mil quince. Cuatro años después de la muerte de su abuelo. Convertía así el doloroso recuerdo que le producía aquella combinación de número y mes en una fecha de orgullo y alegría a la vez que, hacía partícipe a Eurie de tan importante decisión. El “peor día de su vida” se había transformado, merced a una firma estampada sobre un papel, en uno de los más felices que había experimentado hasta la fecha.

Carolina del Sur fue nuevamente la morada de una nueva familia para Wilkins. En el apartado deportivo iba a brillar con luz propia gracias a su versatilidad (fue alineado en todas las posiciones de la línea defensiva e incluso como fullback en la parcela ofensiva), su explosividad y un motor inagotable. La cultura del esfuerzo era un valor  arraigado en su tradición familiar. Junto a Ferrell, Dexter Lawrence, y Austin Bryant conformó una de las unidades más poderosas del país que elevaron a Clemson a los altares de la gloria deportiva. Cada sábado, un fragmento etéreo de su abuelo, acompañaba a Wilkins sobre el césped puesto que, durante toda su trayectoria universitaria decidió portar el número 42 en su camiseta, recordando el año de nacimiento de su mentor. levantarse levantarse levantarse levantarse 

Pero el afán de trascender de Christian no se limitaba al terreno de juego. Siempre fue el jugador más optimista y bromista del grupo. Brent Venables, coordinador defensivo de Clemson, recuerda de él que “jamás tuvo un mal día”. Una noche de Halloween acudió junto a sus compañeros a casa de su entrenador,  Dabo Swinney, disfrazado de Power Ranger para el tradicional truco o trato. Las notas académicas continuaban siendo excelentes y le hicieron merecedor del trofeo William V. Campbell otorgado al estudiante que combina rendimiento deportivo, intelectual y acciones comunitarias. 

El liderazgo no era una cualidad que Wilkins exhibiera únicamente de cara a la galería. Deon Cain, receptor del equipo, experimentó de primera mano las dotes de mando y el espíritu solidario de su compañero. Un test de drogas con resultado positivo obligó al receptor a mantenerse apartado de la competición. Christian solicitó a su entrenador ser el compañero de habitación de Cain durante la siguiente campaña para ayudarle mentalmente y ofrecerle una mano amiga para levantarse. El resultado fue inmejorable. El equipo terminó levantando el trofeo de campeón tras derrotar a la poderosa marea carmesí de Nick Saban con Deon convertido en uno de los jugadores ofensivos más destacados de la temporada gracias a sus setecientas veinticuatro yardas y nueve touchdowns. Eurie Stamp podía descansar tranquilo. Su nieto había captado su valioso mensaje. levantarse levantarse levantarse levantarse 

 

«Lo entendi, abuelo» / guardiansavings.org

 

 

Miami: nuevo destino, mismo resultado.

Una nueva fecha para el recuerdo. El veinticinco de abril de dos mil diecinueve pasó a engrosar la lista de días y meses inolvidables para Christian. En Nashville, Tennessee, se cumplía un viejo anhelo infantil y se hacían realidad las predicciones esbozadas por  Ron Brace, primer entrenador de Wilkins, sobre el peculiar talento del jugador. Los Dolphins convirtieron a Christian en jugador profesional de fútbol americano al seleccionarle en el puesto número trece del draft. La franquicia de Miami estaba eligiendo a la reencarnación viva de aquel sexagenario fallecido en Framingham ocho años atrás. levantarse levantarse levantarse levantarse 

En Florida se ha repetido el patrón que ha  acompañado a Wilkins en sus hogares de residencia. Ha destacado con la camiseta blanca de los Dolphins exhibiendo su ya icónica versatilidad, su agilidad y su  esfuerzo innegociable. Esta temporada ha dado un salto cualitativo y gracias a sus 52 placajes, 4 sacks y un fumble forzado, es el jugador de Miami con mejor valoración de Pro Football Focus (84,1). Junto a sus “hermanos deportivos” Sieler y Davis ha confeccionado un muro defensivo infranqueable para los rivales. 

Hemos comprobado, como dijo Venables, que los  “días malos” no van con él. La  sonrisa nunca desaparece de su rostro y es el primer jugador en salir disparado hacia sus compañeros para celebrar las gestas deportivas. Se ha instalado en la cima deportiva sin perder un ápice de la  ilusión y las ganas de aquel chico de siete años que buscaba de soslayo la mirada aprobatoria de su abuelo mientras iniciaba su andadura deportiva. levantarse levantarse levantarse levantarse 

Wilkins conoce sobradamente las razones que le han hecho llegar hasta aquí. Con la serena madurez adquirida con el paso de los años ha declarado en múltiples ocasiones: “En la vida hay miles de razones para rendirse, pero solo necesitas una para levantarte”. Christian es plenamente consciente de la verdad. Ha hallado la poderosa razón que hizo levantarse del gélido suelo a aquel afligido y lloroso quinceañero once años atrás. Esa mística motivación vital que rescató a Wilkins el peor día de su vida responde al nombre de su abuelo: Eurie Stamps.

 

Hugo Manero