Jugadores con máscaras de payaso. Field goals que rebotan en los palos y salen fuera. Receptores haciendo la croqueta para anotar touchdowns. Árbitros que recuperan fumbles… No os dejéis engañar por las apariencias. Esta jornada de wildcard de la temporada 2018-19 ha sido muy seria.
Como Hilton por su casa
Antes de esta eliminatoria, el WR de Colts T.Y. Hilton había conseguido 933 yardas y 7 touchdowns en Houston. Tal productividad como visitante le había hecho proclamar que el NRG Stadium era su “segundo hogar”. Como respuesta a dicha provocación, el CB local Joseph le llamó payaso. La consecuencia fue que Hilton se presentó al partido con la máscara que podéis ver en la imagen de cabecera. Me encantan estas cosas. El “trash-talk” cuando se lleva con buen humor y sin ofender, menospreciar o amenazar.
No obstante, lo que no resultó de broma fueron las 85 yardas logradas por Hilton. Su labor abriendo el campo para ayudar al runningback Mack a correr 148 yardas fue fundamental. Luck está de vuelta, y con él, los Colts son capaces de todo. Pero éste es más que un equipo apegado al talento de su quarterback. Apoyado en una formidable línea ofensiva, la carrera funciona como un reloj. El tight-end Ebron y una pléyade de receptores desconocidos se unen a la fiesta. Y sobre todo, una defensa sólidamente constituída y muy veloz, liderada por el novato revelación, el linebacker Leonard.
La labor de los entrenadores, clave
Desde la primera jugada, los Colts fueron claramente superiores. Las opciones de Texans de remontar, apenas una ilusión, un trampantojo. La diferencia en las conversiones de tercer down, abrumadoramente favorables a los visitantes. Luck sabía en todo momento lo que hacer, Watson parecía que no.
Debemos aplaudir el trabajo callado, e incluso podríamos decir inesperado, de Reich, el improvisado entrenador de Indianápolis. Todo un ejemplo de sabiduría, templanza y adaptación a los medios a su alcance. En estos días de estudiadas rondas de entrevistas a candidatos para puestos vacantes por el “lunes negro”, resulta reconfortante comprobar que existen joyas escondidas que sólo necesitan una oportunidad para brillar.
Todo lo contrario que su némesis en el banquillo tejano. O’Brian se vio superado por la ansiedad. Pese a ir abajo por 3 anotaciones, tenía toda la segunda mitad para remontar. Debió conformarse con 3 puntos en su último drive antes del descanso en vez de arriesgar un infructuoso cuarto down. Otra vez nos volvemos a quedar sin dos fenómenos como J.J. Watt y DeAndre Hopkins demasiado pronto.
El record en playoffs de O’Brien es 1-2, con una única victoria frente a unos Raiders en cuadro. Como aficionado de Bengals, un equipo que no gana en playoffs desde hace 28 años, puedo asegurar con conocimiento de causa que cuando se tiene una generación de buenos jugadores hay que aprovecharla, porque no sabes cuándo volverá a pasar. Yo de O’Brian no estaría muy tranquilo.
Quien no tiene casa, en cualquier parte se encuentra cómodo
De forma similar se resolvió el otro wildcard en la conferencia americana. Los visitantes no parecieron sentir la presión y salieron desde el primer minuto dispuestos a poner tierra de por medio. A ello ayudaron sobremanera los nervios locales, con tres fumbles en apenas 5 minutos. Nerviosismo que continuó alineando solamente 10 defensores en una conversión de dos puntos, y culminó perdiendo otro fumble en el drive de la posible remontada.
Sin embargo, fue otro duelo que se ganó en la banda. La contundente derrota en la jornada 15 contra estos mismos Ravens debió hacer reflexionar a Lynn, el entrenador de Chargers, otro de los héroes silenciosos de este año. Las lesiones, por su parte, también le obligaron a reaccionar. Sin linebackers, la solución por la que optó fue alinear 7 defensive-backs casi todo el encuentro.
La estrategia resultó plenamente eficaz. La pérdida de contundencia la compensaban con velocidad. Lamar Jackson, el QB rookie que había llevado a playoffs a los de Baltimore, estuvo muy controlado en todo momento. Tanto, que incluso se especuló con la vuelta de Flacco a la dirección de la ofensiva. Al final, Harbaugh decidió vivir y morir de la forma en que habían llegado al wildcard. Ocurrió lo segundo, con total justicia.
Kickers y árbitros, primera parte
El equipo angelino hizo más por ganar. Firme en las trincheras, sobreponiéndose a la lesión de su estandarte, el RB Gordon. Arriesgando un cuarto down en goal-line pese a estar jugándose un partido de baja anotación, donde cada una valía oro. Incluso haciendo la croqueta, girando sobre sí mismo en el suelo para anotar si es necesario.
Por cierto, mucho trabajo para los árbitros, en esa jugada y la inmediata posterior. Pasaron un buen rato en la cabina de revisión, porque ni desde diferentes ángulos y a cámara lenta quedaba claro. El video es una gran ayuda, pero hay situaciones en que es una faena. Se da por supuesto que debe salir una decisión incuestionable, y no siempre es el caso. Una prueba más de lo difícil de la tarea arbitral.
También difícil y no siempre reconocida la labor de los kickers. En una constante repetida en éste y el resto de partidos de wildcard por analizar, su acierto, o la falta de él, fueron decisivos. Si en temporada regular son importantes, en playoffs son vitales. Por ellos suelen pasar las aspiraciones de los clubes. Economizar en este puesto puede suponer firmar la sentencia de eliminación. Ni siquiera uno tan seguro como Tucker está a salvo.
Kickers y árbitros, segunda parte
De lo que nadie está a salvo, ni siquiera los kickers, es de las lesiones. Janikowski dejó a los Seahawks sin kicker como consecuencia de una inoportuna lesión muscular. En eliminatorias de esta índole, tan igualadas, no disponer de un especialista en esta faceta del juego es un factor determinante. Seattle tuvo que jugarse sendas conversiones de dos tras anotar touchdowns, e incluso un cuarto down desde field-goal range. Y el onside-kick final… sin comentarios.
Ya han pasado los tiempos en que las plantillas tenían jugadores multiusos. La especialización que la NFL impone para trabajar en ella obliga a sus profesionales a ser auténticos expertos, cada uno en su función. Cualquier alteración supone una considerable contrariedad. Incluso si el punter puede chutar una patada de campo, otro compañero sin preparación le debe reemplazar como holder.
Por esta razón, creo que la liga se debería plantear hacer algo al respecto, como por ejemplo, no poner límites a la cantidad de especialistas (pateadores y long-snappers) por franquicia. No digo que esta fuera la causa de la eliminación de Seattle, pero sin duda condicionó demasiado el wildcard.
Más impacto tuvieron las decisiones de último cuarto de mi “amigo” Walt Anderson. Espero que éste haya sido el último partido del veterano colegiado, como homenaje de despedida, y cuelgue ya el silbato. Sus dos penalizaciones contra Seahawks en el último drive de Dallas fueron muy rigurosas, desacordes con la tendencia de dejar jugar que suele seguirse en playoffs.
Dallas vengó su derrota de la semana 3 frente a Seahawks
En todo caso, gran actuación de la defensa cowboy, y especialmente de su línea ofensiva. Los 5 gordos tejanos contribuyeron en gran manera a que con 164 yardas terrestres en total, el equipo local ganase por casi 10 minutos la batalla del tiempo de posesión. Mención especial para Prescott en un fin de semana no demasiado propicio para quarterbacks corredores.
Kickers y árbitros, tercera parte
Pese a que fueron unos wildcard en general equilibrados, la mayor dosis de emoción se reservó para el final. Se suponía que el Eagles-Bears estaría igualado hasta el último suspiro, y así fue. Respiraron de alivio unos y bramaron de enojo otros. Nadie quedó sin soplar en la ciudad del viento.
El kicker Parkey condenado como villano local. Su pasado “águila”, prueba irrefutable para las enfurecidas masas de su traición. Sin embargo, no hubo más culpable en este delito que el infortunio. Un oval desviado en la línea de bloqueo, que impacta sobre el poste vertical para después rebotar sobre el transversal y terminar cayendo hacia afuera. Nadie podría hacer aposta semejante carambola (aunque de haberlo, sería el propio Parkey, quien ya envió contra la madera 6 patadas este mismo año).
Pero sería injusto procesarle como único acusado cuando hubo más cómplices. La elogiada mejor defensa de la competición nunca debió encajar un touchdown de 60 yardas y casi 4 minutos en los instantes decisivos del encuentro. Otra sospechosa fue la contumaz irregularidad de Trubisky, quien debió haber sentenciado el wildcard ya en la primera parte.
Intensa labor también aquí para los cebras, con varias jugadas conflictivas. La más chocante, un pase declarado incompleto, finalmente considerado fumble… “recuperado” por el juez de banda. Por extraño que parezca, los colegiados dictaminaron la decisión correcta según el reglamento. Otra prueba más de lo complejo de su trabajo.
La flor de Foles
La rocambolesca jugada que permitió seguir vivos a los Eagles acrecienta la leyenda de Foles. El QB suplente parece tocado por la fortuna. Aunque más bien, diría que “tocado” por una defensa que superó las expectativas, al menos en secundaria. Y un entrenador que, aunque en mi opinión equivocó el playcall en goal line ordenando al pequeño RB Sproles estrellarse contra la muralla de Osos, también tuvo el acierto de pedir tiempo muerto para “enfriar” al kicker de Chicago (valga la redundancia para un partido disputado con una sensación térmica de 0ºC).
En definitiva, una apasionante jornada de wildcard. Quizá la emoción superó a la calidad, pero cuando se juega a vida o muerte, tampoco hay que ponerse quisquilloso. Cayeron mitos como el beneficio de la localía, o que las mejores defensas tienen ventaja en postemporada. Esto incrementa el valor de las victorias de los supervivientes. Preparémonos para una eliminatoria de divisionales excitante, donde ningún partido está decidido a priori, y en el que cualquier pronóstico puede saltar por los aires.