La ceremonia del draft es el evento que con mayor ilusión esperamos los seguidores de todos los equipos de la NFL. En él enfocamos nuestras esperanzas, no sólo desde que termina la liga, sino incluso antes, desde el mismo momento en que nuestro equipo se queda sin opciones de playoffs. Son por tanto muchas semanas de analizar jugadores, detectar necesidades y redactar sesudos mock-drafts que finalmente suelen quedar en nada. Durante sus tres días de duración, es el mismo espectáculo quien dicta sus normas, basadas en la fortuna, informaciones no filtradas y otros múltiples factores que escapan al aficionado. Su propia ley. En el caso de los Bengals, este año 2023 ha sido “la ley de Murphy”.
A este principio empírico enunciado por Edward A. Murphy ya deberíamos estar acostumbrados los aficionados bengalíes. Si algo puede salir mal, saldrá mal. La tostada siempre nos caerá del lado de la mantequilla. Nuestra cola en el supermercado siempre es la más lenta. Durante todo el proceso pre-draft ansiábamos que llegase a nuestro pick 28 el tight-end de Notre Dame, Michael Mayer. Por su incuestionable talento, era muy difícil que el nativo de Kentucky (al lado de Cincinnati) y confeso seguidor bengalí cayera a nuestra elección. Pero las selecciones pasaban unas tras otra, y nuestro jugador tan deseado seguía libre. La emoción se desborda cuando los Bengals están “on the clock” y Mayer seguía en el “board”. Ya está, pensamos todos.
“With the 28th pick in the 2023 NFL draft, the Cincinnati Bengals selects… Myles Murphy, defensive-end, Clemson”.
¿Có….cómo?
Cuanta mayor es la ilusión, mayor la decepción
No puede ser, te repites una y otra vez. Sin duda es una alucinación, provocada por la hora tan intempestiva. Pero no es así. Las imágenes muestran un chico feliz, rodeado por su familia y una gruesa cadena plateada, que en nada se parece al “fighting Irish”, aunque tenga apellido de cerveza roja irlandesa. ¿Qué ha pasado?
Confundido, llamas a un amigo en busca de explicación. Su alegría al responder la llamada te desconcierta todavía más.
- ¿Has visto tío? Myles Murphy, proyectado para lo más alto de la primera ronda, ¡menudo robo!
- Pues qué quieres que te diga, hubiera preferido robar menos y «draftear» a Mayer con la conciencia tranquila.
- No tiene gracia. Es un pedazo de pick. Llevas recordando toda la offseason que éramos el equipo con el 4º peor pass-rush de la competición. Con Murphy esto va a cambiar. Podemos rotar a Hendrickson y Hubbard para que no lleguen exhaustos al final de los partidos. ¿O quieres ver otra el vez al patoso de Ossai en los instantes clave?
- Tienes razón, pero Mayer…
- Mayer, ¿qué? ¿En serio querías gastar una primera ronda en un tight-end, que en nuestro sistema ofensivo sería la 5ª opción de pase? ¿Tengo que recordarte que nuestro QB es Joe “fucking” Burrow, que hizo bueno como tight-end en LSU al saco de patatas del hijo de Randy Moss? Si le pones un cono en esa posición, te aseguro que firmará al año siguiente un contratazo, como Uzomah el año pasado y Hurst esta primavera.
- Ya, pero con Mayer nuestra ofensiva sería…
- Sería ¿qué? ¿Acaso te parece poco lo que tenemos? ¿Tengo que recordarte que si nos quedamos sin super bowl no fue por el ataque, sino por ser incapaces de presionar a Mahomes aun estando medio cojo? El QB de Chiefs ha disputado ya tres super bowls, y la única que perdió fue porque los Buccaneers convirtieron aquel partido en un infierno para él. La mejor manera de ganarle es hacerle recordar aquella pesadilla con una presión constante.
El corazón tiene razones que la razón no entiende
Tragas saliva. Intentas asimilar tanta información. Pero tu cerebro se niega a ceder ante los impulsos de tu corazón despechado.
- No, si yo no tengo nada en contra de Murphy, seguro que nos va a ayudar mucho. Pero Mayer daría una nueva dimensión al ataque, que sorprendería a nuestros rivales. Además, también puede ayudar protegiendo a Burrow o bloqueando para la carrera.
- Eres un cabezota. Anda, abre la foto que te he enviado al whatsapp.
En la imagen, tomada hace dos años, mi amigo y yo aparecemos sonrientes luciendo sendas camisetas con la leyenda “Team Sewell”.
- ¿Ya no te acuerdas del draft de 2021? ¿El cabreo que cogiste cuando pasamos de Sewell? Y ahora, no cambiarías a Chase por nada del mundo. Este staff nos ha llevado más cerca de la gloria de lo que hemos estado jamás. Habrá que confiar, ¿no te parece?
- Si, pero Mayer…
- Mira, paso de ti. Me acuesto, a ver si puedo dormir un par de horas antes de ir al curro.
Cuelga dejándote sumido en un mar de incertidumbre. Con el corazón roto, la ilusión desplomada y tus sueños, y tu sueño, perdidos.
Te despiertas todavía en el sofá. Menos mal que te pediste libre en el trabajo. Compruebas que en el grupo de whatsapp hay centenares de mensajes, todos tan optimistas, que te sigues preguntando qué te has perdido. Lees informes de Murphy que lo catalogan de atlético, explosivo, versátil,… pero tú solo ves verde, rígido, no finaliza las jugadas… Sabes que se te ha instaurado el pesimismo. La sensación de que el draft no va como debería, e irá a peor. Se sientes apresado por las leyes de Murphy.
La segunda ronda no te levanta el ánimo
Más por costumbre que otra cosa, decides aguantar hasta la madrugada para ver la segunda ronda, con la vana esperanza de que Mayer, que sigue sin equipo, caiga al pick#60. Cuando le eligen los Raiders en el 35 apagas el ordenador y te vas a la cama.
Duermes mal. Inquieto. Te levantas pronto para ser sábado. El grupo de whatsapp, petado a mensajes. Tienes mensajes privados. Son de voz, interminables. Los odias, pero aun así los escuchas.
- ¿Dónde te has metido, tío? ¿Lo has visto? ¡D.J. Turner, el cornerback de Michigan! Estarás contento, llevabas semanas dándonos la turra con lo corta que estaba la posición de CB. Además, hemos tenido la suerte de encontrar a uno de los mejores de la promoción al final de la segunda ronda. El chico es una centella, y tan ágil, que es una tortura para los receptores. Dicen que es muy inteligente, con un gran instinto para cortar los pases y competitivo en el placaje. Los colegas del grupo estamos encantados con él.
Le das a responder con otro audio antes de escuchar el siguiente. Por alguna regla no escrita, los audios se responden con audios, no sabes por qué.
- Sí, le conozco. Un corner pequeñito, con suerte nos valdrá para el slot. Bueno en individual pero más flojo en zona, que es la defensa que jugamos, donde comete muchas faltas. Pocas intercepciones… No sé, no entiendo vuestro entusiasmo.
La tercera ronda aún te deprime más
El siguiente audio, una hora y algo después del anterior, todavía te pone de peor humor:
- ¡No te lo vas a creer, Jordan Battle, el safety de Alabama! El que para muchos estaba entre los tres mejores de la posición lo hemos pescado al final de tercera ronda. ¡Y además bajando para ganar un pick extra en sexta! Era el líder vocal y capitán de los Crimson Tide, poca broma. Un chico duro, físico, que comprende muy bien el juego, con mucha experiencia al más alto nivel. Contundencia de linebacker y agilidad de defensive-back. ¡Ya tenemos relevo para Vonn Bell como strong-safety!
Casi instintivamente, pulsas para responder.
- El tercer safety «drafteado» en dos años, a ver si esta vez aciertan, porque la clase era bastante mediocre. Me parece algo lento para la NFL, con poco rango. Muy disciplinado, sí, apenas comete faltas, pero sus ángulos son lamentables. En cobertura es incapaz de cortar un pase. Yo no lo veo de titular. Equipos especiales de momento y ya iremos viendo.
Das vueltas en la habitación como tigre enjaulado, con un runrún en la cabeza. No quieres ser el “grinch del draft”, pero sientes que si no lo sueltas vas a explotar. Envías otro mensaje.
- Y seguro que estaréis como locos por haber sacado un insignificante pick al final de la sexta ronda cuando en realidad deberíais estar furiosos por no haber sido agresivos y subir por jugadores que necesitamos ya. La ventana de oportunidad que tenemos con los contratos rookie de Burrow, Chase, Higgins o Wilson se cierra este año. ¡Es ahora o nunca! Volvemos a salir sin un tight-end –nada puede aplacar tu mantra-. Ni siquiera el tronco de Washington, que estaba disponible en nuestra elección original, y que, para colmo, se lo llevaron los Steelers.
El último día de draft no remedia tu frustración
Inasequibles al desaliento, tus amigos intentan hacerte partícipes de su entusiasmo.
- Los chicos hemos quedado en mi casa para seguir la última jornada del draft. Ya sabes, cervezas, nachos, … toda la parafernalia. ¿Te animas?
- No puedo tío –le mientes-, me ha surgido un rollo familiar. Ya me contaréis.
Te conoces y sabes que vas a seguir el draft hasta la última ronda, pero no te apetece estar con nadie. Por la ley de Murphy, encontrarás algún defecto en los jugadores que elija tu equipo. Te duele la cabeza. Abres la caja del medicamento y, ¡cómo no! por el lado del prospecto.
El jugador seleccionado en cuarta ronda es Charlie Jones, wide-receiver de Purdue. “De Purdue al riu”, te dices, pero ni siquiera tu propio chiste malo es capaz de arrancarte media sonrisa. Abres el whatsapp por inercia, pero eres incapaz de contagiarte del regocijo de tus colegas.
- ¡Buaaaah! Pedazo de retornador que nos llevamos.
- Ya tenemos relevo para Tyler Boyd como WR-slot. Y más barato.
- Un WR blanco, nuestra propia versión de Cooper Kupp.
- ¡El pavo sólo ha cometido 6 drops en 5 años de carrera universitaria!
- ¿Habéis visto que este máquina hizo el año pasado 1361 yardas?
Escribes que le falta explosividad para conseguir separación, que su extraordinaria productividad sólo ha sido fruto de un año afortunado, y que apenas va a servir como “possesion-receiver”. Pero antes de enviar el mensaje te arrepientes y lo borras. Pones en cambio una carita sonriente. Tu bajo ánimo no da para más.
Avanza el día y tu abatimiento no remonta
Te arde la cabeza. Piensas que quizá una ducha te ayude. Apenas has terminado de enjabonarte cuando suena el teléfono. Sales de la ducha a toda prisa sólo para descolgar cuando ya han colgado. Pisas el jabón y estás a punto de matarte. Maldito Murphy.
Terminas de secarte y devuelves la llamada. Era de tu pareja.
- ¿Dónde estabas? Los chicos no te localizan y me han llamado preocupados. Dicen nosequé de que habéis «drafteado» en quinta ronda a un running back, que ya podéis darle boleto a Mixon. ¿Ese no es el jugador del que te compraste su camiseta el mes pasado? Dicen que este tal Chase Brown, de Illinois, es un corredor muy compacto, que avanza decidido entre tackles, con gran visión, balance y aceleración. ¡Cómo si yo supiera qué significa eso, ja, ja, ja! Me han enviado un enlace donde sale un video de su elección. Se pone a llorar y su perrito se le sube para consolarle. ¡Qué mono!
Normalmente sientes una gran empatía por todas esas imágenes de chicos emocionados por ver cumplido su sueño. Crees que ésa es la verdadera esencia del draft: una fábrica de ilusiones. Sin embargo, esta vez te deja frío. Ni siquiera te hace gracia la presencia del simpático perrete.
- Me estaba duchando. No les hagas mucho caso a los chicos, este Brown no viene a sustituir a Mixon, sino a dar profundidad a la posición de corredor. No aporta mucho como receptor, es un desastre como protector de pase y el año pasado cometió nada menos que 5 fumbles. Por cierto, lo siento pero hoy no podemos quedar. Tengo un montón de trabajo pendiente.
En sexta ronda hay dos elecciones, lo que duplica tu amargura
No quedas porque en realidad, lo que quieres, a pesar de todo, es seguir atento al draft. Así de masoquista es el ser humano. Pero algo hay de cierto. A cambio de tomarte libre el viernes, tu jefe te pidió un informe que empiezas a redactar. Cuando ya casi lo tienes terminado, el gato salta sobre el portátil, borrándolo todo. No habías hecho copia de seguridad. Sientes que Murphy se está descojonando de ti.
Te vuelves a enganchar al draft justo cuando tu equipo escoge a Andrei Iosivas, un WR (¡para qué queremos otro!) con nombre de alero lituano y un exitoso pasado como heptatleta, de la universidad de ¿Princeton? ¿eso existe? Pero si este chico sólo sabe correr en línea recta, y es demasiado endeble si se empareja con receptores físicos. Además, su experiencia en muy limitada y en una competición poco exigente. Otro proyecto, vamos. Es decir, un pick tirado a la basura.
Te conectas al canal de Spanish Bowl para que confirmen tus impresiones. Pero por alguna incomprensible razón, todo el mundo está encantando con las elecciones de tu equipo salvo tú.
- Los Cincinnati Bengals se llevan al que puede ser uno de los robos del draft. Iosivas había pasado por debajo del radar al proceder de una universidad poco relevante, pero es un chico con una velocidad endiablada y un control de su cuerpo absolutamente paranormal para las recepciones imposibles por sus largos brazos y virtuosos dedos. Una amenaza en el juego profundo, pero también en la zona roja. No digo que vaya a ser ya el sustituto de Higgins, pero démosle tiempo.
El segundo pick de sexta ronda, peor que el primero
Suspiras. Vuelves a ponerte con el informe y descubres que el portátil está sin batería. El cargador no lo encuentras por ninguna parte. Buscas en todos los cajones, pones patas arriba la casa, pero no aparece. Desesperado, sientes que te falta el aire. Sales al balcón. El puñetero cargador está ahí, encima de un geranio, con los cables mordidos por el gato. Dudas si tirarte de cabeza. OK, Murphy, has ganado. En ese momento escuchas un griterío. Reconoces las voces. Son tus colegas.
- ¡Un punter, un punter! La pieza que nos faltaba. ¡Campeones, campeones, oe, oe, oe!
- Bradley Robbins, lo, lo, lo, lo, lo, lo. Bradley Robbins, lo, lo, lo, lo, lo, lo.
- Como no te unías a la fiesta hemos decidido venir nosotros. Venga, ábrenos.
Sabes que es el alcohol quien habla por ellos. ¿Cómo es posible alegrarse por malgastar una elección de draft en un punter? Ya puede tener el mejor porcentaje de punts clavados en la zona roja, un tiempo de vuelo del oval superior a la media o ser un maestro en las patadas direccionales. Ni siquiera que haya nacido en Ohio, o tener un bigote molón, justifica su euforia.
Pero, ¡qué demonios!, son tus colegas, así que les abres. Total, el día ya no puede ir a peor. Os hacéis un selfie todos juntos brindando por el draft. Por alguna razón, la foto le llega a tu pareja. ¿Tú no estabas trabajando y por eso no podíamos quedar? Ya hablaremos.
Termina, por fin, el sufrimiento del draft
Entre alcohol y amistad se cierra la jornada de sábado. Uno de tus amigos es un manitas y arregla el cargador. Otro convence a tu pareja de que tú eres inocente, que toda la culpa es de él, y que venga a unirse a la fiesta. Y que traiga unas amigas.
Por su parte, los Bengals elijen al último jugador: D.J. Ivey, cornerback de la universidad de Miami. A estas alturas, te da igual que su técnica sea muy pobre, o que tenga tan poca intuición que tarde mucho en reaccionar. Te unes al delirio general alabando sus cualidades atléticas o su capacidad para las intercepciones. Oyes decir a uno de tus amigos:
- Hemos «drafteado» dos jugadores llamados “D.J.”. Esto es una señal que sólo significa una cosa: ¡muuuuuuusica! La nochentera, la nochentera…
La fiesta se prolonga toda la madrugada. Tu pareja y tú hacéis las paces. Os besáis mientras sientes que Murphy, definitivamente, ha desaparecido de tu vida. Al final, reconoces que la negatividad solo sirve para atraer cosas malas. No merece la pena oscurecer nuestras emociones por asuntos tan banales como los vaivenes del draft, sino disfrutar de lo bueno que tenemos a nuestro alrededor: la gente que nos quiere y la afición al mejor deporte que existe.