En esta sociedad asquerosamente gordofóbica, quizá el último reducto para los amantes de los cuerpos generosos en carnes sea el football americano. Un lugar donde llevar con elegancia el sobrepeso no sólo no genera marginación, sino que se encuentra sexy. Los cariñosamente llamados “gordos” son deseables por todas las franquicias, conscientes de su trascendencia en el juego. Aunque los focos se los lleven otros, los buenos amantes de este deporte sabemos que en la belleza de las trincheras es donde se deciden los partidos.
Así lo ha entendido la directiva de los Cincinnati Bengals. Con una línea ofensiva eternamente cuestionada por los golpes que recibe Burrow, y una línea defensiva incapaz de evitar que en 2023 el conjunto atigrado tuviese el segundo peor promedio contra la carrera, resultaba obligatorio reforzar estas unidades. El equipo requería con urgencia la presencia de gordos para el ataque y la defensa. Cuantos más, mejor, porque en la agencia libre se había perdido más calidad y cantidad de la que se había adquirido.
La duda, por tanto, no estaba entre seleccionar “gordos” o “flacos”, sino en elegir en qué lado del balón escoger el gordo. Había excitantes propuestas en uno y otro sentido. Al final. Como suele suceder, fue la propia dinámica del draft la que decantó la decisión. El cesto de gordos ofensivos se estaba agotando más rápido que el de los gordos defensivos, así que optaron por acometer primero esta necesidad.
Ronda 1 – Pick#18 – Amarius Mims (OT-Georgia). El primero de los gordos
Como el propio nombre indica, Amarius es un auténtico “armario” humano. 154 kilos, más de 2 metros de altura, hombros infinitos y brazos interminables para el bulldog de Georgia. Una envergadura que, sin embargo, mueve con asombrosa agilidad, siendo ésta su mayor virtud. Mims se considera uno de los proyectos de tackle ofensivo con mayor techo, aunque por su inexperiencia (sólo 8 titularidades en college a sus 21 años), no se espera que empiece a rendir de forma inmediata.
No obstante, no es el objetivo de este artículo desglosar las cualidades o defectos de los jugadores elegidos. Si queréis saber más sobre ellos, os recomiendo los videos de estos dos fenómenos. Mi intención sería tratar de explicar su encaje en los Bengals. Y, aunque grande, Mims encaja a la perfección.
Cincinnati arrastra un serio problema en la composición de su línea ofensiva. Los desatinos en anteriores drafts han desembocado en que esta unidad deba reforzarse vía agencia libre. Esto provoca, a corto plazo, un desembolso económico importante para una franquicia con limitada liquidez; y a medio/largo plazo, la necesidad de rejuvenecer a estos veteranos. Por esta razón, el equipo precisaba talento joven en esta posición clave de tackle ofensivo.
Para 2024, las plazas titulares estarían cubiertas con Orlando Brown en la izquierda y Trent Brown en la derecha, por lo que Mims tendría un año de aprendizaje sin presión. Pero la propensión a las lesiones de este último, su edad, y haber sido firmado solamente para un año, hacen pensar que será el futuro tackle derecho bengalí. Su falta de tiempo de juego genera que, para alcanzar el techo que todos le presuponen, tenga tanta capacidad para aprender, como nuestros entrenadores para enseñar. Es, por tanto, un pick arriesgado, cuyo éxito o fracaso no podremos evaluar hasta pasado cierto tiempo.
Ronda 2 – Pick#49 – Kris Jenkins (DT-Michigan). El segundo gordo
Una vez asegurado el gordo ofensivo, le tocaba el turno al defensivo. Se podría cuestionar si el club debió haber sido más agresivo para subir en primera ronda por Byron Murphy, o en segunda por Jer’Zhan Newton, pero optó por ser paciente y esperar a ver qué le caía. El elegido fue el capitán defensivo de los wolverines campeones, Kris Jenkins. Un jugador cuyo apodo es “el mutante” nunca puede ser una mala adquisición.
Jenkins destaca contra la carrera, uno de los puntos débiles de la defensa bengalí de 2023. Aunque ha demostrado versatilidad en college, quizá en la NFL su puesto más adecuado sea en técnica-3, ubicación en la que la plantilla naranjinegra ya tiene a B.J. Hill y Sheldon Rankins, que estarían por delante de él en el depth–chart. Estos son especialistas en pass–rush, por lo que seguro que Jenkins tendrá sus oportunidades en rotación para los primeros downs. Y el hecho de que ambos estén rondando la treintena, y sus contratos finalicen en 2025 el de Hill y 2026 el de Rankins, hacían obligatorio mirar a futuro.
Tal vez los atigrados hubieran necesitado más un jugador para la técnica-1 tras haber perdido en la agencia libre a D.J. Reader; pero el único rookie cuya calidad mereciera un pick top-50 era T’Vondre Sweat, que ya había salido. Está claro que, en la NFL, la capacidad para cazar quarterbacks está mucho más valorada, y en cierto modo, al aficionado sabe a poco un defensa con limitado impacto en la presión. Pero, como en el caso anterior, con un buen programa de aprendizaje, sin la urgencia de tener que producir desde el primer momento, podríamos estar hablando de un jugador diferencial para los próximos años.
Ronda 3 – Pick#80 – Jermaine Burton (WR-Alabama). Un flaco para despistar
Al final, un equipo no puede renunciar a lo que es. Los Bengals son, en esencia, un equipo pasador. Tampoco tendría mucho sentido buscar protección para el quarterback si después éste no tiene a quien pasarle el balón. La situación contractual de Tee Higgins, quien jugará con la etiqueta de franquicia sin garantía de continuidad más allá de este año, generaba incertidumbre sobre la consistencia del cuerpo de receptores. Por la importancia que conceden los técnicos a esta unidad (la formación ofensiva habitual alinea 3 wide-receivers), su posible marcha debía ser cubierta con un jugador de nivel.
Burton ofrece un perfil diferente al resto de receptores de la plantilla bengalí. Muy rápido, competitivo, y algo bocón. El hecho de haber entrenado con una leyenda bengalí como T.J. Houshmandzadeh (que por cierto fue el elegido para anunciar el pick) debe haber disuadido todas las dudas de la directiva sobre su díscola actitud. En ocasiones, la mejor defensa es un buen ataque. Si la ofensiva es capaz de poner puntos, y mantenerse en el campo, la defensa estará menos presionada.
Es curioso que, en un draft orientado hacia gordos, la excepción sea un jugador del que precisamente se destaca su falta de físico. Sin embargo, la explosión de júbilo del entrenador Zac Taylor al efectuar la llamada para anunciarle su elección, demuestra que tiene depositadas grandes esperanzas en él.
Ronda 3 – Pick#97 – McKinney Jackson (DT – Texas A&M). El más gordo para compensar
En la elección compensatoria de tercera ronda cayó el más gordo. El agujero en el puesto de nose-tackle era tan grande que no se podía obviar por más tiempo, y tuvimos la fortuna de que llegara a nuestra elección el jugador que mejor encajaba en ese perfil. Casi 150 kilos le otorgan el premio al más pesado de la plantilla defensiva.
Los Bengals volvían a la ortodoxia: capitán de los Aggies, alto football-IQ, procedente de una ciudad chica (3000 habitantes), con mucho potencial por desarrollar, versátil aunque más capacitado para defender la carrera, y muy atlético a pesar de su enorme tamaño.
No apunta a titular inmediato, pese a ser el más capacitado de la plantilla para la posición de técnica 1 en la línea defensiva. Al menos durante su año rookie, su función estará limitada a situaciones de corto yardaje o goal-line, donde haya que sumar kilos a la línea.
Con Jackson, Cincinnati completa lo que podría ser la pareja de tackles defensivos del futuro. Con Mims, se espera fijar al menos un extremo de la línea ofensiva para años venideros. Quizá habría que seguir reforzando el interior de esta unidad, pero todavía quedaban 6 elecciones.
En principio, con cierta dosis de riesgo (lesiones, inexperiencia, conducta,…) y discusiones sobre la falta de ambición para subir posiciones, transcurrieron las dos primeras jornadas del draft, con la principal parte del trabajo hecho. El objetivo estaba cumplido, el tiempo dictará sentencia sobre el acierto del mismo.
Ya no hubo más gordos hasta la 7ª ronda
Una vez cubiertas las principales necesidades, el tercer día se dedicó a completar otras unidades. Se draftearon dos tight–ends: Erick All, de Iowa, en cuarta ronda, y Tanner McLachlan, de Arizona, en sexta. Un cornerback (Josh Newton, de TCU, en quinta ronda). Un linebacker exterior (Cedric Johnson, de Ole Miss, en sexta ronda). Un safety (Daijahn Anthony, también de Ole Miss, en séptima ronda). Y por fin, finalizando la séptima ronda, los gordofílicos tuvimos la recompensa a nuestros deseos con la adquisición de Matt Lee, center de Miami.
La edad y la proximidad al final de sus contratos de los center y guardia derecho titulares, Ted Karras y Alex Cappa, hacía presagiar que se acometería antes el refuerzo del interior de la línea ofensiva. De Lee se esperaba que saliese elegido bastante antes, por lo que se puede considerar un golpe de suerte encontrarle tan al final del draft. Es un jugador un tanto pequeño, por lo que no va a ser de mucha ayuda a la carrera, pero destaca en protección de pase que, en el fondo, es lo que hacemos la mayoría de las jugadas.
Así transcurrió el draft 2024 para Cincinnati Bengals. Alejado del glamur, pero cargado de gordos. Sería razonable criticar el hecho de no acometer antes el refuerzo de la secundaria o el interior de la línea ofensiva, que se draftearan dos tight-ends pero ningún runningback, o se fuera demasiado conservador, esperando a los jugadores en vez de subir a por ellos; pero en definitiva, mi valoración global es bastante positiva. Se dice que se draftea para el futuro, y éste sería un buen ejemplo, pero también hay bastante presente en este grupo de novatos, cuya ilusión nos dará la energía necesaria para levantar el trofeo Lombardi el próximo 9 de febrero en New Orleans.