Convertir el oro en plomo ha sido históricamente el objetivo que se ha atribuido a la extinta disciplina denominada alquimia. Esta transmutación metalúrgica es una alegoría de otro de los verdaderos propósitos de los alquimistas, quienes abrazando un concepto más filosófico, pretendían alcanzar un estado de iluminación o perfección como seres humanos. Pasar de simples mortales a poseedores del conocimiento oculto del alma humana.
Un ejemplo “moderno” de estos buscadores de imposibles es el descrito por Paulo Coelho en su novela “El alquimista”. El libro relata las andanzas y desventuras de Santiago, un pastor andaluz, que emprende un viaje al norte de África persiguiendo un sueño que se repite incesantemente en sus noches. En ese peregrinar hacia sus más profundos deseos, el joven pastor descubre en palabras de su maestro que “cuando uno realmente desea algo, el universo entero conspira para ayudarlo a conseguirlo”…
LA ALQUIMIA DEL DRAFT
El draft de la NFL es una especie de ciencia oculta o alquimia deportiva. En dicho evento las franquicias de fútbol americano anhelan transformar a los modestos jugadores universitarios en jugadores de muchos “quilates” para dominar la liga y alcanzar la inmortalidad deportiva. Es una inexacta disciplina en la que se busca encontrar la inmortalidad deportiva que permita a los conjuntos deportivos la obtención del trofeo Vince Lombardi y permanecer para siempre en la memoria de la competición.
Chris Grier es desde hace muchos años el “alquimista” del sur de Florida. Encargado de encontrar cada postemporada talento bruto por pulir para los Miami Dolphins. En la edición de esta primavera, celebrada en Detroit, iba a demostrar al mundo entero que las palabras descritas por el maestro de Santiago en la novela del literato portugués son ciertas. Los nuevos miembros del conjunto de Mike McDaniel descubrieron que el “universo futbolístico” conspiró los pasados veinticinco, veintiséis y veintisiete de abril para cumplir sus deseos y recibir una llamada de Grier que los convirtiera en jugadores del conjunto aquamarina. Anhelaban vestir la camiseta que anteriormente lucieron mitos como Csonka, Griese, Marino, Thomas y Jason Taylor. Con asombro y euforia, corroboraron en primera persona el poder de ese evento místico llamado draft
PRIMER AFORTUNADO: DEMEIOUN “CHOP” ROBINSON
Sentado en el sofá de su casa, con la impagable sensación de seguridad que otorga la compañía de tus seres queridos y engalanado con sus mejores ropajes escuchábamos a Robinson declarar sus deseos de futuro: “I need Miami” (Necesito que sea Miami) exclamaba con la esperanza de que los managers deportivos de la NFL conspiraran para cumplir sus deseos. Sus súplicas fueron escuchadas. Los Rams fortalecían su línea defensiva con Jared Verse y la ciudad del acero recibía con los brazos abiertos a Fautanu. Grier descolgaba el teléfono para hacerle saber a Robinson que era el elegido. Chop recalaba en su destino preferido
Miami invertía la selección veintiuno en un Edge Rusher de Penn State de veintiún años, metro noventa y un centímetros de altura y ciento quince kilos de peso que destaca por su velocidad y explosividad. Su primer paso es demoledor y muy difícil de contrarrestar para los líneas ofensivos rivales. Anthony Weaver tiene un talento puro para desarrollar, el nuevo coordinador defensivo de los Dolphins debe enseñar a Chop a utilizar sus manos de manera consistente, variar su arsenal de movimientos para superar a los rivales y pulir su técnica de placaje. Weaver debe ser el mago que transforme al inmaduro Robinson en un preciado cazador de quarterbacks que valga su “peso en oro”. Un proceso mutacional digno del más meticuloso alquimista. La gran incógnita será descubrir cuánto tiempo tarda en producirse esta evolución porque Miami llega, al inicio de temporada, necesitado de la aportación de Robinson con Chubb y Jaelan Phillips recuperándose de serias lesiones.
SEGUNDO AFORTUNADO: PATRICK PAUL
Segundo día del draft. Chris mira la pantalla de su teléfono móvil mientras vibra y suena incesantemente. Una nueva llamada del agente de Patrick Paul. Sólo quiere recordar al general manager de los Dolphins lo feliz que sería el offensive tackle jugando en Miami. Un nuevo anhelo que los genios deportivos de la NFL se iban a encargar de cumplir.
Grier comunicaba a Paul que era el elegido con el pick 55 del draft. El exultante left tackle gritaba al otro lado del auricular “Hold on, Hold on” (pulsa, pulsa) dando muestras inequívocas de sus ganas e ilusión por jugar en el conjunto de McDaniel.
Butch Burry, entrenador de línea ofensiva de los Dolphins, será el orfebre encargado de obrar la transmutación del inmenso jugador. Deberá aprovechar su envergadura (dos metros y un centímetro) y la longitud de sus brazos (92 centímetros) para proteger a Tua Tagovailoa y generar autopistas por las que puedan correr Achane y compañía. Para que Paul termine convertido en un áureo protector de quarterbacks, Burry deberá optimizar el timing y la colocación de manos que utiliza el tackle además de enseñarle a bajar su centro de gravedad para mantenerse firme frente a los defensas rivales. Si lo consigue, Miami habrá encontrado a un heredero para Terron Armstead en el lado izquierdo de la línea.
LOS DESEOS DE MIKE
El último día del draft el “alquimista” de Miami Gardens tenía una última misión que cumplir y que iba a realizar con el hermetismo y la sobriedad que le caracterizan. Tras utilizar todas sus artimañas para contentar a Chop y Patrick, debía utilizar todo su poderío para satisfacer los deseos de Mike McDaniel.
Iba a jugar con recursos “inexistentes” (una tercera ronda del draft de dos mil veinticinco) para comprar la selección ciento veinte de la cuarta ronda y obsequiar al entrenador de los Dolphins con su corredor favorito del draft.
Jaylen Wright aportará, si cabe, más velocidad al backfield del Hard Rock Stadium y contribuirá a la ofensiva aquamarina, con su capacidad para correr por el exterior, ganar yardas después del contacto y librarse de los placajes de los defensas rivales. El running back de la universidad de Tennessee es un excelente jugador en situaciones de protección de pase y si sigue mejorando como en las últimas dos temporadas (líder de su universidad en el juego terrestre) cogerá el testigo de Raheem Mostert como uno de los principales baluartes atacantes de los Miami Dolphins. Wright no sumará únicamente yardas con sus piernas o manos puesto que gracias a su gran desempeño en protección de pase, otorgará tranquilidad a Tua en downs cruciales y le permitirá conectar con sus aliados aéreos.
En su continua búsqueda de la excelencia deportiva, Grier iba a seguir acumulando deportistas con deslumbrantes posibilidades. La línea defensiva, que adolecía de profundidad y juventud, recibía con agrado a Mohamed Kamara (pick ciento cincuenta y ocho). El edge rusher de Colorado State debía esperar hasta la quinta ronda para recibir la llamada que tantos años había esperado. Las dudas respecto a su tamaño le han hecho caer hasta ese lugar, pero tanto el jugador como la franquicia del sur de Florida esperan que su fe inquebrantable, su motor inagotable y su uso violento y continúo de las manos le permitan replicar en la mejor liga del mundo la excelsa producción que ha desarrollado en la universidad (trece sacks y diecisiete placajes para pérdida en su última campaña colegial).
Un nuevo “complot del mundo futbolístico” hizo posible la llegada de un jugador que Mike deseaba con todas sus fuerzas. Los designios alquímicos posibilitaron la llegada del receptor Malik Washington a Miami. Grier declaró que “McDaniel lleva varias rondas intentando que elijamos a Malik” , pero no hizo falta subir posiciones en el draft, siguiendo los preceptos de la mítica disciplina, los astros se alinearon para que el jugador estuviera disponible en la selección global número ciento ochenta y cuatro. Los Dolphins adquirirían un receptor de poca estatura pero con un gran salto vertical (el mejor de la clase) que destaca por ser un maestro corredor de rutas en la zona intermedia del campo, por su fiabilidad y la capacidad para romper tackles y generar yardas después de la recepción. Un jugador que seguro que se convierte en uno de los grandes aliados de Tagovailoa como receptor de slot. Añadir a Hill y Waddle un arma ofensiva por el interior de las formaciones era una obligación del ataque de Miami. La selección de Washington y la conversión, de jugador universitario a profesional, que espera realizar sobre él Wes Welker parecen satisfacer esta necesidad deportiva del conjunto del sur de Florida.
El último día de tan intrigante evento finalizaba con la incorporación de dos jugadores más. Patrick McMorris era el elegido para apuntalar la secundaria de Weaver y dotar de mayor versatilidad y profundidad a una defensa que contará con una nueva pareja (Holland y Poyer) en la parte profunda del campo. Tahj Washington, un nuevo receptor, era el afortunado jugador universitario que recibía la última llamada procedente de Florida. El aliado de Caleb Williams en USC se unía a su tocayo de apellido Malik, para terminar de vertebrar la ofensiva de los Dolphins e intentar encontrar un mayor número de variantes a la dupla que forman los “Zoo Brothers” (el pingüino y el guepardo) en el ataque de Miami.
INICIO DEL PROCESO
El camino no ha terminado. Se ha desarrollado la parte menos dificultosa de este complejo y misterioso oficio deportivo. Queda completar la parte más incierta de la “alquimia” futbolística, terminar la metamorfosis deportiva de estos jugadores y convertirlos en estrellas de la NFL. Si Grier, McDaniel y compañía lo consiguen habrán encontrado la “piedra filosofal” deportiva para los Dolphins y demostrado que el maestro de Santiago en la novela de Coelho tenía razón, si el ser humano desea algo con todas sus fuerzas el mundo entero confabula para ayudarle.