La NFL desembarcó en noviembre de 2022 en Alemania para jugar, por primera vez, un partido de temporada regular. A pesar de haber recibido varios partidos de pretemporada en Berlín en los años 90, esto es otra historia. Tras años de experiencia en Londres, el evento más esperado por los fans europeos del football se expandía al continente. ¿Cómo fue la primera aventura de la NFL en Alemania? Os lo contamos.
La previa
No hace falta mencionar el caos que supuso la venta de entradas. La noticia fue internacionalmente conocida, pero la prensa alemana hizo un magnífico trabajo de relaciones públicas los días previos al partido. La avalancha de fans que quisieron hacerse con una entrada fue vendida como un “éxito” y una muestra de la enorme fan-base que existe en Alemania y, en general, en el viejo continente. Quizás un intento de que la NFL traiga más partidos para contentar a todos los alemanes. Cosa que, por otra parte, no está muy lejos tras las declaraciones de Goodell.
Pero pasado esto, Múnich se volcó con la llegada de la NFL. Tanto la ciudad como la NFL usaron los clichés típicos de Baviera (Cerveza, Lederhosen y Weißwurst) para promocionar el evento. Además, la ciudad se engalanó para el partido. El aeropuerto contaba de publicidad de NFL. La estación central y las calles también. Los voluntarios, vestidos de amarillo chillón, se repartían por la ciudad intentando aconsejar y ayudar a los fans llegados desde todos los rincones del mundo.
En la Neuhauser Straße, principal calle comercial de la ciudad, se veían todo tipo de camisetas. El centro de Múnich estaba repleto de amantes del football, a pesar de la niebla y el frío que los recibió. Los fans de Seahawks eran mayoría (poca sorpresa, ya que su club de fans en Alemania tiene 1200 miembros), seguidos por los numerosos seguidores de Patriots, que superaban incluso a los de los Bucs.
Caminando calle abajo se llega al centro neurálgico de la ciudad: Marienplatz. Sin embargo, la emblemática plaza de Múnich (y parte de la Neuhauser Straße) estaba ocupada por la construcción del mercadillo navideño. Los camiones y grúas estorbaban a los viandantes. Los puestos, aún cerrados, obligaron la NFL a mandar sus stands a la cercana Odeonplatz. Sin ninguna duda, la elección de las fechas no ha sido la mejor y la NFL deberá tener esto en cuenta para próximos partidos y utilizar los mejores espacios de la ciudad para promocionar su producto.
La Odeonplatz estaba presidida por los cascos de los 32 equipos. Además, había una (muy) pequeña tienda oficial de la NFL y dos pobres escenarios para las actividades de los equipos y fotos para los aficcionados. Todo ello, puntual como dice la fama alemana, cerraba a las 17 horas, justo cuando comenzaba a anochecer, dejando a los fans con ganas de más. La NFL podía haber hecho más aquí. Decepcionados por la falta de actividades al aire libre y para fans neutrales, los seguidores de Seahawks y Buccaneers (y el resto) se dirigieron a sus respectivos bares. O mejor dicho, a las cervecerías.
Buccaneers se decantó por el Hofbräuhaus, una de las cervecerías más míticas de la ciudad. Esta vez el rojo y negro (o gris oscuro) presente no fueron los colores de los seguidores de Hitler, sino de la enorme cantidad de fans de Bucs que acudió ella. Escasos en las calles, pero abarrotaban las dos plantas de la céntrica cervecería. Cheerleaders en la planta baja, autógrafos y merchandising en la planta superior. Bucs cuidó a sus fans de la mejor manera posible con todo tipo de actos. Incluso la familia Glazer, dueña de la franquicia, se paseó muy cercana entre los aficionados. Eso sí, la entrada fue realmente caótica y la seguridad contratada era incapaz de mantener el orden entre los fans que estaban ansiosos por entrar.
Seahawks, al ser visitante, no tenía bar oficial. Por ello, las actividades organizadas por el equipo estaban en otros puntos de la ciudad. Cosa bastante curiosa, ya que en Londres ambos equipos sí cuentan con bares oficiales. Sin embargo, el numeroso “Seahawks Deutschland” se encargó de todo. Escogió el Augustiner Stammhaus, cerca de la Karlstor, la principal puerta de entrada a la ciudad vieja. En una cola de espera y una entrada mucho mejor organizada, cada fan recibía a la entrada una toalla, cortesía de club de fans de Alemania. A pesar del photocall y la música en directo, el ambiente era sin embargo mucho más relajado que en la “guarida pirata”, donde las voces eran ensordecedoras. Se notaba que la franquicia del estado de Washington no tenía ninguna actividad allí. Eso sí, en ambos lugares había mucha (pero mucha) cerveza.
¡Ah! Y en ambas cervecerías, un mapamundi y numerosas “banderitas” para que cada fan la pusiera en su lugar de origen. Una gran multitud viajó desde EEUU, pero muchas banderas en Europa y en España. En ambos equipos. El football está creciendo a pasos agigantados.
Game Day
Los alemanes son gente muy madrugadora. Desde las 10 de la mañana, ¡¡¡CINCO HORAS ANTES!!! del Kick Off, ya llenaban la explanada del Allianz Arena, donde estaba el Tailgate. Para llegar hasta allí, la U6, línea de metro que llega hasta el estadio, había reforzado su frecuencia. Aun así, todos los trenes iban llenos de fans, algunos incluso teniendo que quedarse fuera y esperar al siguiente.
Una vez en la explanada del Allianz Arena, las actividades preparadas por la NFL acogían a los fans. Las 40 yardas, salto vertical, chutar a palos,… Todo lo que se despliega en Londres se desplegó en Múnich. Eso sí, lo que la NFL no esperó es la enorme cantidad de gente que acudiría. Parece que no aprendieron la lección con la venta de entradas. Las colas eran kilométricas. Para poder comprar algo en la tienda oficial de la NFL había más de una hora y media de espera. Alemania se volcó con la NFL. La NFL parece que subestimó la reacción.
Además, en los alrededores del estadio no se vendía nada de alcohol, ni siquiera cerveza o el típico Glühwein (vino caliente especiado), tan querido en Alemania en los fríos días de invierno. Eso hizo que la mayoría de fans se agolparan a las puertas del estado para entrar cuanto antes y poder beber una cerveza.
Aunque el detalle de trasladar los cascos gigantes de la Odeonplatz a la explanada del Allianz Arena para acompañar a los fans en su recorrido hacia el estadio fue todo un detalle, la verdad es que los alemanes tienen otra forma de hacer tailgating.
El partido
Una vez dentro del estadio, todo transcurrió a las mil maravillas. La entrada fue rápida y para la salida de los dos equipos al césped el estadio estaba prácticamente abarrotado. Con enorme expectación y muchas ganas de vivir por fin un partido de NFL en vivo, las gradas del Allianz Arena retumbaron con los himnos.
Arrancado el partido, los fans querían hacerse notar. Sin notarse un dominador claro en las gradas, ambos ataques sufrieron la presión del público. Los terceros downs los gritos se volvieron más fuertes. Pero cuando Tampa Bay logró encadenar dos drives larguísimos para Touchdown, la afición pareció dormirse. El juego desplegado en los dos primeros cuartos era bastante aburrido. Seahawks inoperante en ataque, Buccaneers con un potente juego terrestre. ¿Era esto lo que los fans esperaban?
Seattle volvió con ganas del descanso, encadenando cuatro jugadas de pase consecutivas para primer down. Ello encendió de nuevo las gradas y, en especial, a los fans de Seahawks. Se comenzaron a escuchar gritos de “Sea-Hawks” en el Allianz Arena. Teóricamente los Bucs eran los locales, pero Seattle tenía mucho más apoyo en las gradas.
La intercepción a Fournette en un pase a Tom Brady terminó encender la llama, que se mantuvo hasta el final del partido. El intento de remontada de Seattle en el último cuarto ayudó a ello. Los fans comenzaron a vibrar con el partido. En cada tiempo muerto y en el 2-Minutes-Warning, la grada cantaba con toda su alma la canción de turno. En los terceros downs el ruido era ensordecedor.
Pero justo cuando más lo estaba disfrutando el público, llegó el “anti-clímax”. Dos primeros downs por tierra de Bucs mataban el partido y dejaban a la gente algo decepcionada. Un final un poco antagónico, pero que no quitó el disfrute de la segunda mitad.
La resaca
Acabado el partido, los fans se resignaban a abandonar el estadio. El postpartido con Sebastian Vollmer, ex OL de Patriots entre otros, entretuvo a los fans que querían seguir bebiendo un poco más.
Más de una hora y media después del final del partido, la explanada del Allianz Arena seguía llena de fans. La estación de metro totalmente abarrotada. La gente se resignaba a abandonar la zona. Los más fiesteros (o aquellos que no trabajaban el lunes) continuaron tomando algo en el centro de Múnich.
La NFL se despedía de Alemania hasta el año que viene con sensaciones encontradas: la reacción alemana (y europea) fue brutal, la mayoría de eventos y actividades se quedaron cortos para la enorme cantidad de gente que viajó hasta Múnich.
Autor: Adrián de Blas Ruiz (@deblas16)