El 27 de enero de 1991, en la hermosa ciudad de Tampa (Florida), la historia de Buffalo Bills cambió para siempre. A ocho segundos del final del partido, los Bills perdían por un punto (19-20) ante New York Giants en la Super Bowl XXV. El quarterback de Buffalo, Jim Kelly, había hecho su trabajo y liderado un drive que dejaba el ovoide en una posición relativamente adecuada para que Scott Norwood, kicker del equipo, pateara un field goal de 47 yardas, que diera el primer campeonato de NFL al equipo del norte de Nueva York.
☠️ WIDE RIGHT ⚰️
Marv Levy tomó una decisión arriesgada, ya que Norwood, a lo largo de su carrera, solo había anotado 1 de 5 intentos de field goals de más de 40 yardas sobre hierba natural. Además, la patada más larga hecha buena por Norwood había sido de 48 yardas. Los nervios, el rapto emocional en el clímax del encuentro o la simple confianza en el abrigo de la Diosa Fortuna podrían explicar dicha determinación.
Scott sabía que iba a fallar ese field goal. Apenas tenía experiencia en sus lanzamientos sobre césped natural (hay que recordar que la superficie del emparrillado de los Bills era de hierba sintética), no tenía ni la práctica adecuada ni la actitud para afrontar una jugada que cambiaría su vida. Su mirada perdida, su gesto alicaído, sus movimientos corporales hacían presagiar un funesto desenlace.
Llegó el momento decisivo, la vesánica patada… El lanzamiento tenía la distancia suficiente, pero se desvió a la derecha. Al Michaels, locutor de American Broadcasting Company (ABC) -televisión que retransmitió ese Super Bowl XXV- pronunció una lapidaria frase: “No good… wide right”. Una oración que tocaba a muerte para la Bills Mafia, cuatro palabras que hirieron y siguen torturando el imaginario colectivo de la fanaticada bill.
Una maldición que se inició ese cruento 27 de enero de 1991, una tortura que continuó con la pérdida consecutiva de otras tres Super Bowls, un martirio que se extiende hasta el día de hoy. El “Wide Right” –o simplemente The Miss para cierto sector de los aficionados de Buffalo- significó el fin de los días profesionales de Scott Norwood y la apertura de una brecha de equipo perdedor que desgarró el seno de Buffalo Bills. Unas declaraciones de Jim Kelly, tras su retiro en 1996, resultan significativas: “Si Scott hubiera anotado ese field goal, Buffalo tendría cuatro títulos. Esa patada cambió nuestra vida, nuestra historia”.
? UN AQUILES LLEGADO DEL SUR ⬇️
El poeta latino Estacio, allá por el siglo I, nos legó en su inacabado poema Aquileida el origen del mito del héroe Aquiles. Su madre, la bella Tetis, intentó hacer a su bebé inmortal. Para ello, sumergió a su hijo recién nacido en el caudaloso río Estigia. Pero la protectora progenitora zambulló a su hijo en la corriente mientras lo sostenía del talón derecho, dejando que esa parte corporal fuera su único punto débil. Paris, el héroe troyano, clavó su flecha en el talón de Aquiles y, por todos, es conocido el fin del semidiós griego.
Buffalo, desde aquel execrable 27 de enero de 1991, tiene su talón de Aquiles particular en la posición de kicker. Un puesto decisivo en todo roster de football, cuya regularidad, confianza y determinación puede cobrar especial dimensión en momentos álgidos de la temporada. A Scott Norwood le siguieron, en la posición, Bjorn Nittmo, Steve Christie, Jake Arians, Mike Hollis, Brandon Coutu, Ryan Lindell, Dan Carpenter y Stephen Hauschka. Ninguno de ellos pudo superar esa maldición del “Wide Right”.
Pero todo cambió el pasado NFL Draft. Brandon Beane volvía a hacer magia y elegía en sexta ronda, con el pick 188 general, a un radiante e imberbe mozalbete nacido en Columbia (South Carolina). Un joven pateador de 23 años que se había labrado la fama en un programa universitario minúsculo -Georgia Southern Eagles-, gracias a su descomunal y potente pierna. En sus tres años como titular en el equipo de Statesboro, Bass consiguió un 78’9% (2017), un 90’5% (2018) y un 71’4% (2019) de sus field goals intentados. Pero lo más sobresaliente de Tyler era su especial tino en lanzamientos con condiciones climatológicas adversas (viento y lluvia extrema). Esas bondades fueron bien anotadas por Brandon Beane, que no dudó ni un instante que Bass era el hombre llamado a cambiar el destino de los equipos especiales de Buffalo.
“En mi vida, he tenido que ganármelo absolutamente todo. Nadie me ha regalo nunca nada. (…) Llegué a las prácticas con esa mentalidad. Tenía muy claro que no era el número uno en el puesto, pero luché infatigablemente por ganarme ese puesto y, sobre todo, ganar el respeto de mis entrenadores y mis compañeros”. Estas palabras dejan muy patente el carácter competitivo, el afán de superación, el esfuerzo y la profesionalidad de Tyler Bass.
Durante el noveno día del training camp, las prácticas de equipos especiales se iniciaron en el Bills Stadium. Hauschka anotó solamente dos patadas… dos extra points. Por su parte, Bass no solo hizo buenos los puntos extras que intentó, sino que anotó dos de tres field goals (41 y 43 yardas, fallando un intento de 55 yardas). Buffalo Bills ya tenía nuevo chico en la oficina. El kicker destinado a cambiar el fatum y a vencer a una maldición.
Tyler comenzó su carrera deportiva en el soccer, siendo el encargado de lanzar todas las faltas -aspecto que, sin duda, estaría íntimamente relacionado con su técnica actual-. Sin embargo, su abuela, Rebecca Lusk, convenció a su nieto de que su futuro profesional estaba en el football. Rebecca era incondicional y acudía a todos sus partidos en high school y college, a pesar de que la señora Lusk tuvo que combatir durante años contra esa lacra llamada cáncer.
La constancia, el ímpetu y el aliento de su abuela están indisolublemente unidos a la carrera de Bass. De hecho, siempre que Tyler iba a visitar a su abuela a South Carolina, la cita concluía con un entrenamiento de lanzamientos. Rebecca, al contrario que la ninfa Tetis, se aseguró de sumergir por completo a su nieto en el río Estigia, consiguiendo ese carácter irreductible de Tyler. Un Aquiles sureño que ya ejerce en el norte.
? BASS TIENE UN BAZOOKA ?
La especial y coyuntural situación en los training camps, debido a la pandemia, así como los nervios de un mal primer partido hicieron que Tyler tuviera un inicio lento y cuestionable en su vida como profesional. En el primer encuentro, ante Jets, los cebras no dieron como válido un misil que superó la altura de los palos, fallando, además, otra patada, en la que Bojorquez tuvo especial responsabilidad -por su inoperancia en la colocación del ovoide-. A pesar de estos dos fallos, Sean McDermott confió en el chico y le permitió disparar -y anotar- dos lanzamientos. Bass había superado una primera y dura prueba.
Contra Miami, Las Vegas y Tennesse anotó sus intentos de field goal. El partido contra Kansas City significó otro revés en la incipiente carrera de Tyler, ya que falló un intento de más de 50 yardas que hubiese significado mucho para su equipo, aunque haría bueno su otro lanzamiento. El partido en New York frente a Jets supuso un punto de inflexión, ya que fueron responsabilidad suya los 18 puntos (6 field goals) del equipo en su victoria, aunque el errar dos lanzamientos no fue muy del gusto de parte de la Bills Mafia. Ante New England y Seattle anotó todo lo que intentó.
El partido ante Arizona, a pesar de la dura derrota, significó la entronización del joven kicker, pues consiguió anotar tres field goals consecutivos de 54, 55 y 58 yardas respectivamente, siendo el tercer jugador en la historia de Buffalo Bills en anotar múltiples patadas de más de 50 yardas. Además, Tyler ya ostenta el récord de ser el único jugador de NFL que ha conseguido hacer buenos tres lanzamientos de más de 50 yardas en un mismo cuarto.
Anótenle 3 puntos a Bass y récord personal 👀‼️
58 YARDAS 👟🏈
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— NFL México (@nflmx) November 15, 2020
19 de 25 lanzamientos anotados, 76% de efectividad en field goals, 96’7% en extra points, 58 yardas de distancia máxima y 86 puntos en su año rookie son las credenciales de Tyler en el circo profesional. Pero, sobre todo, esa seguridad, esa firmeza, esa templanza y esa determinación a la hora de lanzar. La calma, el sosiego y la esperanza pueblan los corazones de la sufrida afición Bills Mafia, que es conocedora de que tiene en sus filas a un joven profesional, a un chico que está labrando su futuro a base de duro trabajo y encomiable esfuerzo, a un Aquiles llegado del sur que irremediablemente pateará -por fin- esa maldición llamada “Wide Right”.
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